2. En el año 2098, un joven montará a su patineta
flotante cómo lo hará todos los días del verano.
Habrá montado su patineta flotante el día
anterior, y montará su patineta flotante el día
siguiente. Después de montarlo por unos
minutos,verá algo muy extraño.
3. ¡Un coche! ¡En el parque! El joven diré que no
creía que aún existiesen ningunos coches cómo
ese. Anadirá, también en tono incrédulo, que se
sorprende que ese coche parezca tan bien,
cómo si fuera fabricado la semana pasada.
Acabará de ir desde el lugar cuando tendrá una
idea magnífica: conducir el coche.
4. --Mi abuelo tiene un coche cómo ese cuando era
joven cómo yo—musitará el joven. –Tengo ganas
de intentar conducirlo como el hacía hasta tantos
años.—
En cuanto se sentará en el asiento del coche, dirá
cuento de cuantas cosas pueden malfuncionar. –Tal
vez por eso el coche fue dejado aquí—pensará el
joven. A pesar de ese entendimiento, continuará
con su plan.
5. El coche, sorprendentemente, pondrá en
marcha, y antes de que tardará tiempo en
pensar, habrá pisado el acelerador.
Inmediatamente, por supuesto, algo irá malo. –
Quiero que el volante gire, pero no lo hace!!!—
el joven gritará, un poco de pánico en su voz.
6. En frente del coche, y acercándose muy deprisa, una
cerca tendrá lugar. Sin que el coche disminue su
velocidad, el joven abrirá la puerta del coche y saldrá de
un salto desde el asiento aún mientras el coche chocará
con la cerca y continuará hasta el piso de una gran
piscina.
--¡¡Díos mio!!—exclamará el joven. –Si estuviera en el
coche cuando se hundió, no podría escapar. ¡Dudo que
haya hecho algún acción más peligrosa en toda mi vida!—
7. A ese momento, dos
individuos habrán
acabados de salir de la
casa. El joven pensará
que ellos son los
inhabitantes de la casa. –
Ay, mi. No hay ningún
resultado de esa situación
que a mí me guste.— El
joven se esconderá detrás
de unas plantas y
escuchará a las dos
gentes.
8. --¿Qué es eso?—diré el hombre—
Dudo mucho que haya un coche en
nuestra piscina anteriormente.—
--Voy a ir por Susana. Quédate allí
hasta que regresamos, por favor.--
Eso diré la mujer.
El joven permanecerá en su lugar, y
oirá al hombre que musitará que
pensará demandar por daños, con
tal de que encontre a la idiota que
hizo eso a su (previosamente)
perfecta piscina.
9. Posteriormente, la mujer regresará con una muchacha
de casí veinte anos, que el joven se suponerá que ser
Susana.
--Por fin estás aquí, hija. Hay algo de esa situación de
que puedas llegar a entender? Para mí, no hay nada.
Planeo demandar por daños al imbécil que hizo eso, si
se encontramos.—
--Aúnque se
encontremos, es
necesario averiguar su
motivo antes de
demandarle por daños.
Tal vez fue un accidente
desafortunado,-- diré la
hija Susana.
10. Mientras esa conversación sucederá, el joven tendrá un
batalla de morales en su cerebro. Al un lado, no querrá
ser demandado a sus acciones; al otro, sabrá que la
<<cosa correcta>> que debe hacer es decir lo que
sucederá a esos tres.
--Un momento—interrumpirá el hombre. –Oistéis un
ruido? Oí un ruido.-- Al oir eso, el joven se levantará
desde su lugar de esconder, y gritará –¡Fue yo! ¡Fue yo!
Es mía culpa, tenía la idea de conducir el coche cómo mi
abuelo hacía, pero el volante no giró y chocó con la cerca.
11. --Ven aquí, muchacho,—Diré la mujer--
Tenemos que hablar contigo.
El joven irá, y después de explicar lo que
sucedió, la familia estará de acuerdo de no
demandar por daños a ese joven. Sin embargo,
el joven habrá aprendido una lección muy
importante: es imperativo que se piensa antes
de que se actúe.