Las estrellas son esferas de plasma que brillan con luz propia debido al equilibrio entre la presión hacia fuera generada por la alta temperatura en su interior y la gravedad. Emiten energía al espacio en forma de radiación electromagnética, neutrinos y viento estelar. Las estrellas se observan como puntos luminosos en el cielo nocturno, aunque su apariencia puede verse afectada por la atmósfera terrestre, mientras que el Sol se ve como un disco debido a su proximidad.
1. LAS ESTRLLAS
En sentido general, una estrella es todo objeto
astronómico que brilla con luz propia; mientras que en
términos más técnicos y precisos podría decirse que se trata
de una esfera de plasma que mantiene su forma gracias a un
equilibrio hidrostático de fuerzas. La presión hacia fuera
depende de la temperatura, que en un caso típico como el
del Sol se mantiene con la energía producida en el interior
de la estrella. Este equilibrio seguirá esencialmente igual en
la medida de que la estrella mantenga el mismo ritmo de
producción energética. Sin embargo, como se explica más
adelante, este ritmo cambia a lo largo del tiempo,
generando variaciones en las propiedades físicas globales
del astro que constituyen parte de su evolución.
Estas esferas de gas emiten tres formas de energía hacia el
espacio, la radiación electromagnética, los neutrinos y el
viento estelar y esto es lo que nos permite observar la
apariencia de las estrellas en el cielo nocturno como puntos
luminosos y, en la gran mayoría de los casos, titilantes.
Debido a la gran distancia que suelen recorrer, las
radiaciones estelares llegan débiles a nuestro planeta,
siendo susceptibles, en la gran mayoría de los casos, a las
distorsiones ópticas producidas por la turbulencia y las
diferencias de densidad de la atmósfera terrestre (seeing).
El Sol, al estar tan cerca, no se observa como un punto, sino
como un disco luminoso cuya presencia o ausencia en el
cielo terrestre provoca el día o la noche, respectivamente.