El documento discute si la libertad otorgada a un delincuente lo autoriza a volver a violar la ley. Explica que aunque la ley de Dios nos condena por nuestros pecados, nadie puede ser justificado por obras de la ley según Romanos 3:20. Finalmente, distingue entre la ley de Dios escrita en piedra y entregada en el Sinaí, y la ley de Moisés escrita en rollos y entregada a través de él.