1. LA CUARESMA SEGÚN SAN JUAN DE ÁVILA
CANTO: ORACIÓN DEL POBRE (1)
Vengo ante ti, mi Señor,
reconociendo mi culpa,
con la fe puesta en tu amor,
que tú me das como a un hijo.
Te abro mi corazón
y te ofrezco mi miseria.
Despojado de mis cosas,
quiero llenarme de ti.
Que tu Espíritu, Señor,
abrase todo mi ser.
Hazme dócil a tu voz,
transforma mi vida entera (bis).
EL COMBATE CUARESMAL.
¿POR QUÉ ESTAMOS EN GUERRA?
El Evangelio nos ofrece una duda y
pregunta: ¿Qué fue lo que movió a Cristo a querer
ser tentado de una cosa tan baja, fea y sucia como
es el demonio? ¿Por qué quiso Jesucristo bendito
ser tentado? ¿Cuál fue la causa que pudiéndolo
evitar no lo evitó?
Es tan grande el amor que en su corazón
nos tiene, que nunca jamás se olvida de nosotros, ni quita sus benditos ojos de nuestras
necesidades, flaquezas y miserias para remediarlas, ni quita su favor y mano para en ellas
ayudarnos y proveernos, como verdadero pontífice que verdaderamente se compadece de nuestras
flaquezas.
¿Por qué quiso Jesucristo bendito ser tentado? Para que viéndonos nosotros tentados, nos
consolemos con haber visto tentado a nuestro Señor y creyésemos que seríamos por El librados
como por pontífice que se duele de nuestras tentaciones y para que no pensemos que en las
tentaciones somos de Dios olvidados. Antes pensaremos que con la ayuda del Señor vencemos la
tentación y se nos vuelve en corona y alegría los trabajos y las penas.
La segunda razón es para que sepáis hermanos, que hay demonios tentadores y enemigos y
tentaciones y que tenemos cruel guerra siempre con los demonios, para que no nos descuidemos.
Dirás: yo no tengo enemigos, todos me quieren bien. Yo sólo digo que hay enemigos crueles
y que lo que quieren robar y quitar no es cosa temporal y perecedera, sino perpetua, que es robar
vuestra alma y hacerla perder su vida, que es Dios.
Cosa seria es el descuido grande que tenemos en esta pelea, cuando andamos flojos,
cuando poco caso hacemos de ella y cuando poco temor tenemos a sus crueles y mortales
encuentros. Abrid los ojos, pedid al Señor muy de corazón, importunadlo, que os libre del mal y de
la tentación.
(Domingo I de Cuaresma, Sermones de tiempo 9,2-6)
Que tu Espíritu, Señor,
abrase todo mi ser.
Hazme dócil a tu voz,
transforma mi vida entera (bis).
2. MIL LAZOS NOS PONE EL DEMONIO.
Una guerra traemos en las que nos jugamos el alma. Lo que mucho amamos y en mucho
tenemos, mucho lo guardamos y mucho cuidado ponemos en ello, para no perderlo. Gran señal y
cierta será si tienes a Dios es si temes mucho perderlo, y si te guardas de todas las cosas que te
pueden apartar de él, por grandes que sean.
Este nuestro tentador y perverso enemigo no hay género de maldad que no intente, ni hay
combate que él pueda darnos que no nos lo dé. Mil artes nuevas e invenciones ordena y fabrica, mil
cosas finge, mil disimula, por aquí por allí nos tienta, por todas partes acomete y jamás cesa de
perseguirnos.
Dijo el tentador a Jesucristo, mostrándole todos los reinos del mundo y su gloria: Todo es
mío (Mt 4,9). Y mintió el rey de la mentira y no dijo la verdad, porque ninguna cosa creada es suya,
ni tiene nada en ella, ni aún una hormiguita posee. ¡Qué de promesas hace, qué de apariencias nos
pone para que lo creamos! Y en todo miente. Quien es nada no puede dar algo, y si algo da es lo
que tiene, mentira y maldad.
Te invita a placeres, dice que no se han de acabar, que te subirá a grandes honores, que te
dará grandes riquezas, que te hará prosperar en esta vida. Y en todo falta, porque en nada tiene
poder. Solo puede dar aquello que tiene, mentira y maldad. Pero en esto es en lo que menos nos
puede dañar, porque son pecados muy claros, puede dañar sólo al que esté muy de su parte, al
que esté muy metido en las cosas del mundo.
¿Cómo conoceremos si las buenas obras que hacemos y las palabras y pensamientos buenos
son de Dios o del demonio? Mira hermano, cuando hayas obrado o hablado o pensado bien, si se
queda vuestra alma agitada, si se tiene en algo, si desprecia a los otros, si se compara o se estima
más que los demás, está claro que es el demonio. Cuando has dicho algo bueno, y encuentres tú
alma vacía de humildad y enloquecida y vana con su propia estimación y contento, entonces
reniega de ti y de tal bondad, que no procede de otra parte que del demonio.
Tus enemigos hermano, y sus astucias y maneras ya las hemos dicho, pero mucho más
fuerte es Dios para librarte de todo y más bien te puede hacer que mal todos los demonios. Tan
solo quiere Dios que te fíes de Él, que te acerques a Él, que confíes en El y desconfíes de ti mismo y
de esta manera te ayudará y con su ayuda vencerás a todo el infierno que venga contra ti.
Esfuérzate hermano, el tiempo que estés en este mundo, a pelear contra el maligno y sus
tentaciones. Y si así lo haces, vendrán los ángeles a servirte y a consolarte, el mismo Jesucristo
vendrá, te consolará y te abrazará y te dará gracia para vencer y después su gloria.
(Domingo I de Cuaresma, Sermones del tiempo 9,7-14.17.29)
CANTO: ORACIÓN DEL POBRE (2)
Puesto en tus manos, Señor,
siento que soy pobre y débil,
mas tú me quieres así,
yo te bendigo y te alabo.
Padre, en mi debilidad
tú me das la fortaleza,
amas al hombre sencillo,
le das tu paz y perdón.
Que tu Espíritu, Señor,
abrase todo mi ser.
Hazme dócil a tu voz,
transforma mi vida entera (bis).