1. Diario
Noticias de Álava
8 de Abril de 2006
JUAN MASIÁ CLAVEL, SACERDOTE JESUITA Y EXPERTO EN BIOÉTICA
"Durante el papado de Juan Pablo II la Iglesia ha retrocedido
ideológicamente tres décadas"
AXIER BURDAIN
VITORIA. El contenido de su último libro, Tertulias de
Bioética, "el peor de todos" según su modesta y siempre
irónica visión de la vida, ha provocado su salida por la
puerta falsa de la institución universitaria después de
levantar ampollas de indignación entre los máximos man-
datarios de la Conferencia Episcopal.
En pocas palabras, ¿qué es la bioética?
Nunca hemos tenido mayores posibilidades de cuidar la
vida, a través de la medicina o de la tecnología, pero
nunca ha estado más amenazada que ahora. Esta toma
Juan Masiá posa ayer, para la entrevista, poco antes de de conciencia la hemos adquirido sobre todo en las últi-
arrancar el XIV Foro Religioso 'El futuro de la vida', en el mas décadas, fundamentalmente a partir de los 70, que
Palacio Europa. FOTO: MARCOS RUIZ es cuando se acuñó el término bioética, que no es otra
cosa más que la ética de los problemas de la vida. No
sólo en medicina, también, por ejemplo, en las nuevas
tecnologías que se aplican al cuerpo humano y repercuten en la vida. Una nueva forma de ver la vida que impone una
revisión de la ética.
¿Por qué cree que la iglesia ha chocado y aún choca frontalmente con la ciencia y el sexo?
No debería chocar. En el tema de la ciencia es una pena que haya ido chocando en aspectos que luego no ha tenido más
remedio que aceptar. Ha chocado por miedo, por aprensiones... Eso a nivel de la iglesia oficial, porque a otros niveles se
ha ido mucho más por delante. Te pongo un ejemplo que vale tanto para la ciencia como para el sexo. En el siglo XII,
Alberto Magno, maestro de Santo Tomás de Aquino, es científico. Teólogo pero muy científico. Y dice algo que el Papa le
replica que no se puede decir. Y lo único que plantea es que es una tontería no mantener relaciones sexuales con tu mujer
mientras está embarazada. ¿Qué hay de malo en ello? Eso era un tabú terrible. Luego pasó el tiempo y otro Papa reco-
noció que todo aquello era una exageración. Llevamos encima un lastre de siglos.
¿Se mantienen los mismos tabúes nueve siglos más tarde?
Claro. Por ejemplo con un tema tan ridículo como es el del preservativo, que no debería entrañar ningún problema. El otro
día me preguntaban cuándo pensaba que la Iglesia permitiría su uso. Pero es que la Iglesia no tiene que prohibirlo ni per-
mitirlo ni recomendarlo porque no es asunto de su competencia. Es como si se posicionara sobre el empleo de guantes
de látex. Pero el decir eso supone que tienes una mentalidad en ética que les da miedo.
¿Por qué ese miedo?
Porque puestos a ser coherentes con esa mentalidad, tendrían que tomarse en serio la revisión moral sexual completa de
la Iglesia. Hay que cambiar todo el enfoque sobre el tema.
¿Cuándo cree que se asumirá este hecho y se revisará la moral cristiana?
La Iglesia es muy grande y en muchos lugares lo ha asumido ya. A nivel documental, lo que dice la Iglesia no es sólo todas
estas cosas exageradas que conocemos. En los años 90 en un sínodo de los obispos europeos, se discutía el tema de la
reproducción asistida. Unos se posicionaban a favor y otros en contra, y se debatía sobre si los hijos se fabricaban o se
procreaban. El cardenal Leman dijo: hacemos los hijos que Dios nos da y Dios nos da los hijos que hacemos. Esto repre-
senta un cambio de gafas, un cambio de pensamiento. Con este nuevo paradigma, el tema de los anticonceptivos, de los
2. preservativos, desaparece. El problema es el modo de pensar, y el cambio se hizo a mitades del siglo pasado, en la segun-
da mitad del Concilio Vaticano II. Y teníamos que haber sido consecuentes. Durante el papado de Juan Pablo II, mientras
se citaba al Concilio Vaticano II se decía lo contrario y se orientaba la Iglesia hacia una marcha atrás. Empezando por el
nombramiento de los obispos y siguiendo con los documentos. Parecía que íbamos a enterrar el Concilio Vaticano II a
fuerza de documentos que decían lo contrario. Arrastramos un lastre de tres décadas de fuerte involución. En este país
especialmente.
¿La Iglesia ha retrocedido en sus posturas con Juan Pablo II?
Muchísimo, pero no era él sólo. Ni sucedió en todas partes por igual. Se reflejó en los nombramientos episcopales, la
represión inquisitorial a universidades y a revistas católicas. Existía una estrategia en contra de las publicaciones, de las
revistas de los teólogos un poco avanzados que nos afectó a todos los niveles. A mí me chocó muchísimo la línea de la
Conferencia Episcopal española al regresar de Japón, esta postura beligerante contra el Gobierno, este no hablar la
Iglesia nada más que para decir a todo que no... Esto en Japón no sucedía, había mucha más tolerancia en todos los sen-
tidos.
¿Cómo le sienta a uno que le retiren la cátedra por pensar de otra forma?
Lo siento por la contradicción que supone para Comillas, porque si por ser pontificia hacen esto, desde mañana mismo
debería dejar de llamarse universidad. La verdad es que soy amigo del rector y sé que lo está pasando peor que yo. Él
ha hecho lo que ha hecho por presiones y entonces le compadezco. Viendo el ambiente anómalo de la Iglesia en España
no me extraña que esto haya ocurrido. Si yo me hubiese callado, no hubiera concedido entrevistas y hubiese dicho que
no a los medios nada hubiera sucedido. Mis superiores dicen que los medios de comunicación son peligrosos.
¿La Iglesia considera peligrosos a los medios de comunicación?
Lo principal detrás de todo este asunto es el miedo a los medios. Todo lo que he dicho en este último libro estaba ya escri-
to en otros libros de forma mucho más fuerte y no ha habido ningún problema. Éste es más fácil de entender y coincidió
con que accedí a una serie de entrevistas en prensa, radio y televisión. Si yo me comprometo con mi rector a no apare-
cer en los medios, a no escribir un artículo en Eclesalia y me limito a decir lo mismo con notas muy difíciles de compren-
der, a poder ser en alemán, no me pasa nada. Pero yo creo que callarse es inmoral. Hay que perder el miedo y hablar.
Hay muchos obispos que piensan igual pero que no lo dirán jamás.
¿Le ha molestado que le tachen de hereje?
Es que hereje es aquel que se aparta de la fe. Yo no he dicho nada que vaya en contra del credo. En todo caso es pro-
blema del que me lo llama. En España una de las cosas más olvidadas es el tema de la mentira. No tienes más que ver
lo que dice la Cope todos los días, eso es ir en contra del octavo mandamiento. Mucha preocupación por el sexo, pero
nos olvidamos del octavo mandamiento, que no es sólo no mentir, sino no difamar, no calumniar, no copear ... Lo tienen
muy olvidado. Y por supuesto, el undécimo, que es no crispar.
¿Cómo justificaron su cese?
A mí nadie me ha dicho oficialmente que algo de lo que haya dicho o comentado esté mal. La única palabra que yo he
recibido es que el rector, en la carta que me notifica el hecho dice que la decisión de que no continúe no es ajena a cier-
tas tomas de posición en bioética. Después de insistir mucho al provincial me comunicó que el libro había creado inco-
modidad en algún sector de la Conferencia Episcopal. El sistema utilizado para silenciarme y quitarme del medio ha con-
sistido en presionar a los superiores y al rector.
DESTACADOS
EL PROTAGONISTA
CARNÉ DE IDENTIDAD
Edad. 65 años
Lugar de nacimiento. Murcia
Carrera profesional. Jesuita y experto en bioética. Director de la cátedra de Bioética de la
Universidad Pontificia de Comillas desde febrero de 2004 hasta su reciente cese.
LAS FRASES
"Da la impresión de que Blázquez no manda y el otro, que no es el presidente, sí"
"Con Juan Pablo II hubo represión inquisitorial contra universidades y teólogos avanzados"
"La Iglesia no debe prohibir o permitir el preservativo. No es de su competencia"