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EL OCASO DE LAS FIESTAS DE CORRALEJAS
Por: Oscar Villalba Paternina
Las estrellas brillaban en el firmamento del cielo arboletero, se veían en todo su
esplendor debido al fuerte verano que por estos días castiga a los habitantes del
pueblo sin el precioso líquido vital del agua, el ruido de una moto y el saludo de un
primo me saco de mi meditación diciéndome vamos a darnos un paseo por la
corraleja, que en esos días empezaba sus faenas toriles, lo pensé un poco porque
ya no me gusta ver esas fiestas, pero por curiosidad le conteste vamos, nos
montamos en su moto y salimos para donde iba la procesión de la gente rumbo al
sonido de un pico que se escuchaba, recorrimos los alrededores del circo que forma
la corraleja, nos perdimos entre la muchedumbre y negocios que se encontraban,
el sonido de los vallenatos y reggaetón se confundían con la invitación que nos
hacían los dueños de los negocios para que fuéramos atendido; Sentí nostalgia por
las fiestas en corralejas que viví en mi pueblo en los años 60 y principios de los 70,
lo que me motivo para hacer la siguiente crónica sobre las corralejas.
Las fiestas de corralejas que se realizan en algunos municipios de las sabanas de
los departamentos de Córdoba y Sucre, así como, en Bolívar y Atlántico es una
especie de barbarie y maltrato animal.
Cuenta el escritor sucreño, José Cisneros Arriaga, que las primeras corralejas se
realizaron en el año de 1827, cuando el señor Sebastián Zubiría por esa época
decide celebrar las primeras corridas de toros en imitación a las celebradas en
España, las cuales, de manera general, coincidían con las celebraciones patronales
en dichos territorios.
De conformidad con lo que me contaban mis tíos paternos en las visitas al municipio
de Sampués, - Francisco, Gilberto y Filadelfo - el objetivo de las fiestas de corralejas
estaba asociado a “acabar con los líderes indígenas que se oponían a las
políticas de contratos y formas de pago que los hacendados hacían a sus
trabajadores”, que en sus mayoría eran indígenas y negros, por esa época.
Contaban mis tíos que un líder indígena llamado “El Indio Navarro” se paseaba de
pueblo en pueblo advirtiendo la verdadera intención de las corralejas, ya que los
indígenas y negros se emborrachaban, se metían al ruedo para lidiar o mantear los
toros y cuando no querían enfrentar al animal por su bravura, los patrones que se
encontraban con sus familias en los palcos ofrecían premios con billetes o los
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tiraban al ruedos cerca del enfurecido animal para que el público que se encontraba
dentro del toril corriera a recogerlo.
Y ahí era cuando los toros envestían a los borrachos y a unos que otros curiosos
que no tenían dinero para pagar o construir un palco. Esta escena, se convertía o
tenía mucha similitud a lo que pasaba en los circo Romano, el enfrentamiento del
hombre versus el animal.
Las investigaciones de los historiadores costeños referentes a estudiar las fiestas
de corralejas no hablan del indio Navarro ni de su pensamiento sobre la verdadera
intención de ellas, se limitan a documentar las fechas de las primeras fiestas en
Sincelejo y Montería, y su importancia para dinamizar la economía de los pueblos.
Así las cosas, lo que he vivido de las fiestas en corralejas en mi pueblo Arboletes
Antioquia, desde los primeros años de la década de los sesenta que se realizaban
en la plaza mayor, o donde está ubicado actualmente el parque principal, es lo
siguiente:
Muy pequeño, escuchaba las historias de algunos toros que se hicieron famosos
recorriendo los pueblos donde se realizaban las corralejas, toros como: El chivo
mono, el balay (no dejaba curiosos dentro el ruedo), el arranca teta, el 7 caja (En
una tarde de toro asesino a 7 toreros); Los toreros famosos de la época fueron los
hermanos Madera de Montería a quienes conocí en las fiestas de toro de Arboletes,
Kaliman y Solin padre e hijo de Sampués, sucre.
Disfrutaba de dichas fiestas metido en el ruedo para divertirme y llamar la atención
de alguna muchacha que me gustaba y que se encontraba en algún palco de la
corraleja. La diversión consistía en jugar tapita, patear balones de trapo con mis
amigos, correr al lado opuesto de donde se encontrará el toro o de la vaca según el
caso.
Al pasar el tiempo me dedique a estudiar la parte cultural que se observa alrededor
de la corraleja, fue así que visité otras fiestas de corraleja en los municipios de
Valencia, Tierra Alta, Ciénaga de oro, Cotorra (Córdoba) Zapindonga, San Pedro de
Urabá, entre otras.
En otrora, para la organización de las fiestas en corralejas se reunían los hombres
ricos del pueblo con un mes de anterioridad. En mi pueblo lo hacían a principios de
diciembre porque las fiestas empezaban el tres o cuatro de enero de cada año y
finalizaban el seis. En estas reuniones se definían los miembros de una junta, la
cual se encargaba de recolectar y manejar el dinero para llevar a cabo las
celebraciones de las corralejas y disponían las siguientes actividades:
Contratar una persona para coordinar la construcción de los palcos, en material
generalmente conocido como caña guadua. Cada familia pagaba para disponer su
palco, donde iba su nombre, lo cual significaba status social para los miembros de
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la misma. Cada famila alojaba en sus casas y en el palco a familiares y amigos que
llegaban de los pueblos circunvecinos.
Los animales (toros) eran prestados por los ganaderos y se le daba un premio a la
mejor tarde de toros, lo que se definía de acuerdo a la bravura de los animales.
Se contrataban una o dos bandas de música de viento, casi siempre de Pelayo o
Pelayeras, para amenizar las tardes de toros que empezaban a las 3:00 y
finalizaban a la 6:00 de la tarde. Por lo general, la banda de músicos llegaba al
pueblo el día antes del inicio de las festividades de corralejas, montadas en un
camión y paseaban por las calles entonando porros, nosotros los pelaos, nos
íbamos detrás de los camiones bailando y gritando, y los mayores quemando
pólvora al aire, la gente se asomaba en las puertas de sus casas a bailar y a
guapirrear.
La alborada se hacía el primer día de toros en las horas de la madrugada, era
hermoso ver o esperar el amanecer recorriendo las calles polvorientas del pueblo,
tomando guaro y guapirreando los porros de la banda de músicos, la cual, cuando
llegaba a la casa de una familia representativa del pueblo entraba en ella y la familia
les ofrecía aguardiente a los músicos y a quienes acompañaban, se interpretaban
tres o cuatro porros y se continuaba con el recorrido visitando otras viviendas y así,
el recorrido finalizaba en la casa del presidente de la junta organizadora de las
fiestas donde se repartía aguardiente y comida a todo el personal que llegaba
acompañando a la banda de músicos.
Participar de una alborada de corraleja es como ver a las cinco de la mañana el
amanecer en la plaza de San Pelayo – Córdoba, escuchando treinta bandas de
músicos entonar al unísono el himno nacional de Colombia para dar inicio al festival
del porro.
Después de amenizar la tarde de toros, una de las bandas de músicos se encargaba
de tocar el fandango, que consiste en que la banda elegida a las 9:00 pm se montan
en una tarima armada en la mitad del ruedo de la corraleja para tocar los porros
hasta el amanecer, el fandango siempre se iniciaba con el porro “Fandango Viejo”
Las parejas dan vueltas a la tarima en sentido contrario a las manecillas del reloj, el
parejo para invitar a la mujer a bailar le ofrece un paquete de vela de esperma, si la
pareja acepta encienden las velas y empieza el baile, la mujer moviendo la cadera
como se mueven las palmeras por la brisa a orillas del mar, con su mirada picara y
una sonrisa coqueta. Ella, la mujer, danzando invita al hombre mostrándole o
rozando con la luz de las velas la cara del parejo que la sigue como en son de
conquista, este baile generalmente lo hacían los mayores.
Nosotros los pelaos organizábamos un baile que le llamábamos “estrellita”, ¿porque
estrellita? simulábamos el firmamento, donde la tarima de los músicos y la luz de
las espermas o velas encendidas por las parejas mayores eran la luna y nosotros
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los pelaos y adolescentes bailábamos bien apretadito o amacizado aprovechando
la oscuridad con nuestras novias o enamoradas a un lado del ruedo simulando ser
las estrellas
Con las fiestas de corraleja llegaban comerciantes de todas partes con juegos de
ruletas, cacharreros, vendiendo ropa barata, ventas de conos, guarapo, raspao,
entre otros.
La junta organizadora de las fiestas contrataba a los toreros y banderillero. Ellos no
vestían trajes de luces sino su ropa común y corriente, en los capotes y muletas de
los toreros se leían avisos comerciales de los almacenes de los ricos del pueblo.
Se veía bajar del campo las personas en fila, en burros, caballos y a pie, a los
campesinos con sus familias, las mujeres y las muchachas luciendo sus cachetes y
labios colorados, el campesino y los habitantes del pueblo seleccionaban los
mejores vestidos y ropa para lucirlo durante las fiestas.
No había una tarde en que un toro o una vaca no revolcaba a un torero, banderillero
o aun arriesgado sin saber torear que se metiera al ruedo o correteara a un vendedor
de cono, lo cual traía bullicio y algarabía en los palcos. Se escuchaba la música de
los tocadiscos bajos los palcos entonando las melodías de Alfredo Gutiérrez, Calixto
Ochoa, Alejo Duran que se mezclaban entre sí y se confundían con la música de la
banda que amenizaba la corrida de toros de la tarde.
El ocaso de las fiestas llega porque se pierde lo hermoso de la corraleja, su parte
cultural, la costumbre, lo que se vivía alrededor de ella.
Hoy en día, la corraleja es construida en tabla y elaborada por un comerciante que
alquila el terreno y cobra la entrada, al igual que les cobra a todos los negocios que
se ponen alrededor.
El baile fandango lo reemplazó el picó, ya que es más rentable porque se alquila el
lugar de la caseta, el licor deja más ganancias que la vela y no se le paga horas
nocturnas a los músicos.
Se perdió la alborada, hoy en día la hacen unos cuantos músicos y lo siguen en
grupo reducido de muchachos que no bailan ni guapirrean, sino que se tiran
maicena, en su recorrido las bandas de músicos ya no visitan a las familias
representativas del pueblo, ni se termina la alborada en la casa del presidente de la
junta.
Se perdió el desfile de los campesinos con sus estrenos de ropa y las campesinas
con sus cachetes colorado bajando del campo en sus burros rumbo a la corraleja.
Se perdieron los tocadiscos y cantinitas debajo del palco; los tanques de maderas
vendiendo guarapo rojo, servido en unos vasos de vidrios gruesos y botando humus
del frío producido por el hielo.
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No se escucha en las emisoras anunciar las fiestas en corraleja de los pueblos con
una lista de invitados especiales y anunciando el fandango HASTA QUE EL
DOCTOR SOLANO HABRÁ LAS PUERTAS DE SU CONSULTORIO.
Hoy en día, es puro comercio, lo que queda de la fiestas de corraleja es el circo que
dio su origen, personas que se juegan la vida para ganarse unos cuantos pesos, la
gente que se mete al ruedo a torear, banderillear y brindar cualquier espectáculo es
porque le nace, sienten la adrenalina de burlar un toro de media casta que se
convierten en asesino por la experiencias que adquieren ya que no lo sacrifican
porque el dueño lo alquila para otra plaza.