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Contenido
INTRODUCCION...........................................................3
LA MUSICA Y LA DANZA DESPUES DE LA CONQUISTA 3
LA VAQUERIA...............................................................5
EL TRAJE DE VAQUERIA.............................................8
EL SARAO...................................................................10
EL TRAJE DE CAMPECHE..........................................13
FUENTE:.....................................................................16
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INTRODUCCION
“Desde 1533, Francisco de Montejo envió a su hijo soldados
para establecer un campamento en Campeche para el
resguardo del puerto y seguro de los navíos allí fondeados. En
1539 se habían establecido en la población treinta
conquistadores y para el año 1542 había unos dos mil
setecientos habitantes de todas las edades, y se contaban ya
entre ellos españoles, mestizos, mulatos, negros e indios
navoríos.”
A finales del siglo XVI y a través del XVII aparecen los grandes
maestros de comedia y el teatro español se impone en
Europa… al principio las obras dramáticas se representaron en
las iglesias y casas particulares; con Lope de Rueda y
compañías italianas que visitaban la Península, el teatro adquirió
carácter popular y las representaciones se hacían en las plazas
de los pueblos. Luego pasaron a los patios y más tarde se
acondicionaban corrales para teatro que fueron fundados y
regenteados por cofradías dedicadas al sostenimiento de
hospicios y hospitales.
LA MUSICA Y LA DANZA DESPUES DE LA CONQUISTA
“Música y danza tenían mucha importancia en la vida popular
española de todos los tiempos. Los bailes eran cantables y la
letra muy bien podía responder a motivos religiosos y profanos.
Los bailes llegaron a formar parte indispensable de las
representaciones teatrales; aun de aquellas que se celebraban
en iglesias y conventos. A veces los mismos bailes desenfadados
del teatro popular se bailaban en los templos y conventos, a
pesar de la protesta y prohibiciones de las autoridades
eclesiásticas. Esto ocurría lo mismo en España que en México.
Desde el principio de la conquista, los padres Franciscanos, para
atraerse a los indígenas, les dejaron bailar en las iglesias.”
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Los bailes más populares en España, durante el siglo XVI, eran la
zarabanda, la chacona, la pavana, la seguidilla, las jácaras y
otros cuyos nombres y descripciones se conservan en la
literatura de la época.
La zarabanda era un baile de movimientos y maneras sensuales
y que iba frecuentemente acompañado y sazonado de
canciones eróticas y satírico-burlescas, y que se usaba mucho
para bodas y fiestas familiares.
Las sardanas de Cataluña, los zorcicos de las provincias vascas,
la muñeira de Galicia, la jota aragonesa y los bailes satures,
conservan sus rasgos primitivos… Los bailes populares, al pasar a
América, sufrieron grandes transformaciones, hasta el punto de
convertirse en bailes españoles, pero han adquirido una
personalidad propia.
En este estado pasaron a las colonias españolas, tomando
particular arraigo en México, país donde sufrieron muchas
modificaciones dando lugar a numerosos estilos de sones, entre
ellos los jarabes, que tuvieron como antecedente español el
llamado jarabe gatuno.
El fandango, baile tradicional de Andalucía, bajo cuyo término
se incluyen otras danzas de la región, dio origen aquí a los
huapangos y otras danzas mexicanas. El fandango vino a
significar con el tiempo algo así como escándalo o trifulca.
Así vemos que las diversiones populares corrientes en España
pasaron con los conquistadores a las colonias, arraigando todo
eso también en Campeche, siendo el teatro el medio de
difusión que más contribuyó a dar a conocer las danzas y
canciones españolas.
Es natural que los españoles que se establecieron en las tierras
campechanas hayan traído a ellas los romances, seguidillas,
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fandangos y todo el acervo de canciones y danzas de la
época, que les hacían recordar la tierra lejana y cuyo género
alcanzó en España su auge al comenzar el siglo XVIII.
Existen dos tipos de fiesta en la península de Yucatán
perfectamente diferenciados; LA VAQUERÍA, común a las tres
entidades de la península de Yucatán, y LOS SARAOS, que se
hicieron tradicionales en la Ciudad de Campeche.
LA VAQUERIA
La vaquería era una fiesta ofrecida a los naturales o peones por
el amo, hacendado o dueño, por una buena cosecha agrícola
o principalmente ganadera, por haber sido satisfactorio y
numeroso el recuento de los pies de cría en el año.
Comienza con un recorrido por las veredas y caminos que unen
las habitaciones de los trabajadores de la hacienda, entre sí, y
con la casa grande, hasta llegar a su explanada donde se
encuentran los dueños, invitados y vecinos, llevando la cabeza
de cochino para hacer entrega al amo, al son de la alegre
música de “La Angaripola” y la entregan con una danza de
ritual y antecedente maya, sigue la introducción o preparación
detenida de zapateado al interpretarse “Los Ayres”, de ahí
indistintamente se ejecutaban sones grandes o chicos, sin que
pudiera faltar “El Torito” ni “ El Degollete”, se daban muestras de
gran agilidad, destreza y dominio, cuando hacían el “Baile de
los almudes y de las Banquetas”, jaranas de equilibrio en 3x4 y
algunas veces en 6x8, las “Bombas” que servían también para
demostrar el ingenio, manejando el maya y el español para
piropear, aprovechando los giros del lenguaje, con doble
sentido de picardía, se bailaban sonecitos como “la Torcaza”,
“la Xkokita” (ruiseñor), “el Xlab” (hormiga brava), entre otros,
haciendo imitaciones de animales, preferentemente de aves;
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concluyendo las vaquerías en horas muy avanzadas con el son
grande “El Toro Bravo” que es el último zapateado de la
vaquería , ejecutándose las “Dianas” después como señal de
que la fiesta ha terminado.
Por otro lado, el escritor costumbrista Santiago Pacheco Cruz en
su libro “Usos, costumbres, religión y supersticiones de los mayas”
nos dice que las vaquerías se celebraban anualmente en honor
al patrón o patrona de la hacienda o pueblo; fiesta que
tardaba tres días y cuatro noches o toda la semana, según las
circunstancias económicas de los interesados, comenzaba
generalmente los sábados por la noche a las 19 o 20 horas.
Llamándole “Vaquería” por la indumentaria de las bailadoras
(que portaban sombreros iguales a los que usaban los vaqueros)
todas ellas jóvenes de catorce a veinte años.
En el pueblo de Hopelchén, era común la ejecución, durante las
vaquerías, de muchos sones supervivientes del fandango
español como las Angaripolas, los Aires, el Jarabe Gatuno, el
Toro Grande, el Torito, las Peteneras, Rondeñas y otros.
LOS AYRES.- Son grande de Yucatán, su género es mosaico
jaranero y su distinción de la jarana reside en los giros a
contratiempo, es la primera pieza que se bailaba formalmente
dentro del salón donde tenía lugar el baile y las danzas que
componen la vaquería.
EL DEGOLLETE.- Pertenece al género grande y se identifica
como son de fandango. Se baila con zapateado sencillo de
ambos pies alternados, que taconean a uno y otro lado del que
sirve de apoyo, primero se marca de frente, después de
costado a costado para resolver el zapateo desplazándose la
pareja sobre eje imaginario de los hombros en una vuelta
completa sin dejar de mirarse, de ahí se sale sobre baile de
brinco a un tiempo separándose las parejas y dirigiéndose sobre
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derecha e izquierda a puntos opuestos para al cambio
enfrentarse y sobre carrera cruzarse; este es uno de los pocos
bailes en que la mestiza baila con el rebozo y el mestizo con el
pañuelo en la mano, lo que le da vistosidad y colorido
extraordinario, porque en el momento de encontrarse ella
intenta enganchar sobre el vaivén del cuerpo y movimiento de
los brazos con el lazo que forma con el rebozo, el cuello del
hombre y éste la alude y se escurre también con movimientos
graciosos que apoyan el sombrero en la mano izquierda y el
pañuelo rojo en la mano derecha.
JARANAS DE EQUILIBRIO.- Son una verdadera prueba de
equilibrio para los bailadores, puesto que deben sostener en la
cabeza recipientes de cristal continentes de líquidos, y
mantenerlos durante todo el baile sin sostenerlos o ayudarse con
las manos y si el zapateo lo dificulta, los valseados agudizan el
problema porque los giros deben ser rápidos para obtener el fin
perseguido.
LA FIESTA DEL PUEBLO.- Jarana que muestra la habilidad y
elegancia de los mestizos y mestizas que asisten con sus mejores
galas a las vaquerias. Comienzan con un paseo y con valseados
formando líneas, luego se reinician los paseos para iniciar un
zapateado formando diversas figuras finalizando con pasos
deslizados que hacen lucir las parejas.
EL TORITO.- Su género pertenece a los sones calificados
peninsularmente como de jaleo, tiene influencias sexuales
atávicas y originó la típica costumbre regional de las “galas”
que consiste en la premiación que concede el contendiente al
ser derribado, colocando su sombrero sobre el tocado de la
mujer que después recupera mediante un precio convencional.
Las muchachas girando los rebozos en el aire declaran sobre
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taconeo resonante su triunfo, rematando con un desplante en
medio del general aplauso.
EL TORO BRAVO O TORO GRANDE.- Son grande de Yucatán de
extraordinaria fuerza y verdadera muestra de resistencia y
destreza. Con este número se daba por terminada la vaquería.
EL TRAJE DE VAQUERIA.
Consta de tres piezas: Jubón, hipil y
fustán.
El jubón es una solapa cuadrada de
veinte o más centímetros de ancho que
va unida al cuello del hipil, que es un
saco cerrado que llega hasta las rodillas.
El fustán es un medio fondo rizado que se
sujeta a la cintura con una pretina de la
misma tela, debajo del hipil, y les llega
cuatro dedos arriba de los tobillos.
Cada una de estas prendas lleva un
“ruedo” bordado en punto de cruz
(xokbichuy) o a máquina. Los ruedos se
complementan con anchos encajes blancos que penden del
hipil y del fustán. El jubón lleva un encaje del gado en la orilla.
Existe una gran variedad de ternos, bordados en hilo de seda o
de algodón con diversos motivos florales (rosas, claveles,
campánulas, tulipanes, etc.), realizadas sobre telas de charmes,
raso o dacrón.
El atavío de las mestizas se complementa con unas zapatillas
cerradas de tacón recto y trabita, que indispensablemente son
blancas como la tela del terno; y su negra cabellera la peinan
tirándola para atrás, sin ralla en medio, y la enrollan sobre sí
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misma hasta formar un “turux” (chongo), que fijan sobre una
peineta. Sobre el chongo pende un hermoso lazo de cinta
francesa o “de agua”, realizado con un listón de dos metros de
largo por diez centímetros de ancho y a un lado del peinado
llevan flores naturales.
Llevan en el cuello las joyas tradicionales: un rosario de filigrana
de oro, otro de corales y oro y una gruesa cadena salomónica
de dos vueltas, de la que penden varias monedas y una
medalla grande con efigie religiosa. Aretes de filigrana y coral,
semanarios y pulso de petatillo de oro complementan el jaguar.
Este atuendo lo usan las mestizas exclusivamente en las fiestas
de la vaquería y con algunas variantes en las bodas. En las otras
festividades (cumpleaños, gremios, procesiones, etc.) la mestiza
usa el hermoso hipil bordado de vivos colores y fustán de
popelina rematado con ancho encaje blanco de algodón,
calza “capelladas” (sandalias) y se cubre con su inseparable
rebozo “pringado”. Cuando guarda luto por la muerte de algún
familiar usa rebozo y bordados negros.
El traje del mestizo es igualmente elegante.
Consta de pantalón blanco de corte recto
con valenciana (bajo), bolsas verticales a los
lados y horizontales en la parte trasera;
camisa de popelina blanca, alforzada, de
manga larga y de cuello alto y redondo, sin
solapa, que usan sobre una camiseta
igualmente blanca de algodón, de media
manga; los pendientes cierran esta prenda
con fina abotonadura de oro.
Lleva sombrero blanco de jipi o palmilla
(ajustado con una angosta cinta negra), de
dos pedradas al frente, elaborado en Bécal,
Ticul o Halachó. Calzan alpargatas
(sandalias) blancas “chillonas” de cuero de
vaqueta, de tacón alto y grueso.
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Complementan su atavío con un pañuelo rojo y grande,
“paliacate”, que llevan colgado de la bolsa lateral derecha o
alrededor del cuello cuando tienen la camisa abierta.
El traje del diario consta de pantalón recto de mezclilla y camisa
cerrada por dos botones de hueso, de manta rayada o cotín.
Sombrero de palma y su inseparable paliacate.
EL SARAO
SARAO, palabra de origen portugués adoptada en España
cuando ambos países ibéricos formaban una sola nación.
El sarao campechano es una fiesta de estructura y sabor muy
español. Los españoles que fijaron su residencia en las tierras
campechanas trajeron consigo sus canciones y danzas de la
época.
Los habitantes del puerto no desaprovechaban las festividades
civiles y religiosas para organizar atractivas fiestas, procesiones y
otras maneras de divertirse y que en realidad donde se les
encuentra con mayor abundancia es festejando a los santos
consagrados en los distintos templos de los barrios.
PRECEDENTE DEL JARABE Y LA ZARABANDA
Al introducirse la música europea en todos los países de
América, principalmente la Nueva España, siguiendo el orden
en que fueron apareciendo sus distintas modalidades se
conocieron las Seguidillas, las Boleras, el Bolero, el Fandango, la
Tirana y el Zapateado que engendraron en su mezcla con los
ritmos propios de los pueblos hispanoamericanos una numerosa
prole de bailes entre los que comenzó a tener vida el más
conocido de las piezas nacionales: El Jarabe; que como
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producto de esos sones deriva del zapateado, que a su vez
deriva de la primitiva Zarabanda y que es progenitor de las otras
danzas flamencas.
LA RONDEÑA O JERIGONZA
Baile denominado fandango muy propio de Campeche, su
zapateo y giros son dobles y dificultosos. Se inicia con música
muy viva y estridente y casi sobre carrera se toman posiciones
de rueda, en el primer cambio marcan y giran sobre sí mismas
las parejas para en el segundo cambio entrar los hombres al
centro y las mujeres hacia fuera; los paseos se realizan
conservando el circulo en dos ruedas que giran en sentido
inverso.
Su remate es muy español y termina espléndida buscando los
bailarines seguir una línea quebrada en la que queden hombre
con mujer de distintas parejas, haciendo coincidir el hombro
izquierdo del varón con el hombro derecho de la mujer.
EL JARABE CRIOLLO
Son grande clásico, es un baile que se remonta a fines del siglo
XVIII y además es número fuerte con que solían acabar los
saraos de Santa Ana. Tiene coreografías diversas y algunas
bastante complicadas, pero el tema está en la reproducción
que hacen los bailarines conjuntamente con la orquesta de los
llamados con campanas, de catedral, de la parroquia de un
templo menor.
LA CAMPECHANITA HABANERA
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Esta danza es una clásica habanera o cubana cadenera; se
bailó en todos los salones de la época y se interpreta formando
cadenas, se abre la danza formando dos filas que entran al
centro y forman después una sola que avanza ondulante
abriéndose y cerrándose para concluir con lo que
campechanamente se llama aporreo.
LA FLOR DE LA MALAGUEÑA
Pertenece a los sones grandes en Campeche, su género es
malagueña punteada y su estructura es señaladamente
española muy poco modificada.
Lo singulariza la cadencia con solos libres que propiciaban
desusadas poses de baile con desplazamientos muy airosos y
ligeros. Sus zapateos, taconeos y punteados de zapato, tanto
del hombre como de la pareja, hacen resonancia que intenta
imitar el repiqueteo de las castañuelas.
EL BAILE DEL PAVO
Son chico propio de Campeche. Con este baile se imita el
apareamiento de los pavos domésticos o guajolotes, es de gran
vistosidad y gracia cuando con pequeños saltitos y movimientos
de brazos y manos en las que se portan sombreros de palma,
que se acompañan emitiendo el clásico “zum” característico de
estos animales, las parejas recorren la pista.
EL PICHITO AMOROSO
Simboliza los requiebros de una de las aves de la región
peninsular. En la versión de zarabanda campechana, comienza
desde luego el hombre con el papel del Pich sobre brinco y
jarabeo de talones rondando a la pareja, a la que primero
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llama “pava”, y por último como pajarito pidiendo besos a una
muchacha bonita.
Es uno de los bailes más alegres con que cuenta la bullanguera
juventud campechana, definitivamente sus movimientos como
los pide la música provienen del zarandeo y su ritmo es
francamente tropical, comienza con cruces y rebuscamientos
de hombres y mujeres que bailan sueltos, con los brazos
imitando el vuelo de esta ave, por eso sus saltos y brincoteos
dan lugar a elaboradas figuras y remates acompasados y bellos.
EL TRAJE DE CAMPECHE
La mujer de procedencia humilde había adoptado una
indumentaria similar a las de las mozas de servicio en España,
con las modificaciones siguientes: en vez de chal, usaba rebozo;
hipilillo con tiras de bordado sencillo en cuello y mangas, sobre
el que se amarraba con tiras una saya de zarza estampada;
calzaba chancletas de piel de color, trabajadas con adorno de
hilo blanco.
El traje típico de las campechanas, es el resultado de la mezcla
del hipil indígena y la moda española, ya que la sayuela está
inspirada en el farlá andaluz debido a lo cual lleva los olanes, la
falda es de ascendencia cubana y era trabajada en brocado
de seda china y encajes valencianos que eran traídos al puerto
por las embarcaciones extranjeras, la camisa es derivada del
hipil, la misma que era bordada en X-manicté por nuestros
ancestros Mayas. Este traje fue de gran gala y ha venido
sufriendo modificaciones perdiendo lo costoso de su equipo, la
vistosidad y colorido.
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Dentro de la evolución que modificó el estilo del vestido se
encuentra que la camisa de la campechana aun cuando sigue
presentando en su mayor parte la labor del recuadro y del peto
en armazones blancas, ya se destacaban estas en las
aplicaciones del cuello y de las mangas con un embutido de
seda negra, enmarcando todo con un doble reborde del
llamativo y difícil trabajo del puntillo.
Blusa blanca con cuello en forma cuadrada, bordada a mano
con hilos negros de algodón alrededor del cuello, el pecho y las
mangas.
Las figuras que se bordan están inspiradas en las flores de
cebolla y calabaza; aunque también se bordan los símbolos del
escudo de la ciudad, murallas y barcos.
La saya (falda) también sufre algunos
cambios y lo que antes fuera blonda
(encaje), pasa a ser tira bordada, ya
no hay roles ni olanes, sino adornos con
blondas (encajes) superpuestas, el
género ya no es labrado ni embutido
sino, razos, brocados, satines o tafetas,
aunque todavía deja ver la tira
bordada que se conserva en la
sayuela, se les pone cintura con
material grueso que le da forma a las
tiras con que se amarraba y se
convierten en ganchos y en broches.
El calzado comenzó con botines y posteriormente zapatos de
acuerdo con la época, en su mayoría eran de charol negro con
tira y botón de lado, o zapato de piel blanca, pero siempre de
tacón alto. Por último se usaron también las chancletas, que son
de charol con figuras caprichosas bordadas de hilo blanco.
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Con respecto al rebozo, existía uno de salir, siempre de seda y
ahora de Santa María, se usa con doble vuelta en el antebrazo
derecho.
Las prendas son rosario ochavado terminado en escudo o
medalla; rosario de coral rematado en cruz de filigrana;
cadenas salomónicas de doble vuelta con pendiente de
almohadilla de filigrana o guardapelo. Aretes de moneda de
cinco dólar oro y remate de palomita, y pendientes con la
piedra venturina que muchas veces también se engarzaba en
las sortijas y peineta de hueso a colores y rematada en filo de
oro, mostrando tres piedras brillantes incrustadas, que se unían
entre sí con dos cadenitas de oro. Complementado con una
trenza muy gruesa con terminación redonda anudada con el
propio cabello; en el inicio de ella se coloca un lazo
primorosamente elaborado a tamaño adecuado del mismo
color de la falda; la trenza va de atrás hacia delante dejándola
descansar sobre el pecho.
En cuanto al traje masculino del Sarao consiste en lo siguiente: la
filipina es una prenda de uso tradicional entre los
campechanos, ligera y amplia. Es una especie de chaqueta de
cuello recto, confeccionada en dril, gabardina u otra tela más
delgada, con abotonaduras de oro unidos por una delgada
cadena en la parte de atrás; un par de mancuernillas de oro o
de plata sujetan los puños. Se acompaña con un pantalón
rayado o jacket, usado en claro-obscuro: tela clara con rayas
obscuras. El calzado consiste en botines negros.
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El vestuario de la fiesta del Palmar combina
la tradicional filipina blanca de tela
delgada con botonadura de oro para los
días de fiesta y pantalón negro ciñendo la
cintura con banda color rojo y se calzan
botines negros.
FUENTE:
XXXI CONGRESO NACIONAL PARA MAESTROS DE DANZA.
LIC. MANUEL LANZ CARDENAS.
INSTITUTO DE INVESTIGACION Y DIFUSION DE LA DANZA MEXICANA, A.C.
DELEGACION CAMPECHE.