La vida humana es sagrada y un tesoro invaluable. Buscamos hacer de nuestras vidas y de las personas a nuestro alrededor un espacio amable definido por afectos, pequeños momentos y sentimientos positivos. Sin embargo, a veces la irracionalidad lleva a actos que terminan prematuramente con vidas humanas, tanto de adultos como de niños, lo que resulta triste y doloroso. El respeto por la vida debería ser el valor fundamental que guíe nuestra convivencia en sociedad.