El águila observa que una tortuga la mira volar con envidia cada día, deseando poder volar también. Aunque el águila intenta convencer a la tortuga que sus ventajas son su caparazón protector, la tortuga insiste en que desea volar. El águila accede a llevar a la tortuga en vuelo pero cuando la suelta, la tortuga cae estrepitosamente al suelo, aprendiendo así que cada especie tiene sus propias limitaciones y que es mejor aceptarse a sí misma.