Estados Unidos buscó influir en América Latina para evitar brotes comunistas mediante el Tratado Interamericano de Defensa Recíproca y la OEA. Intervino en países como Guatemala cuando el coronel Arbenz fue acusado de comunista. También podía intervenir en Cuba y solo permitía gobernantes que tuvieran su aprobación, hasta que Fidel Castro y el Che Guevara llevaron a cabo la revolución cubana con un gobierno socialista y antiimperialista.