Mario y sus hijas María y Julia eran una familia pobre que vivía en un pequeño pueblo. Su huerto, su única fuente de ingresos, pronto dejaría de dar frutos, dejándolos sin forma de alimentarse. Una mañana, Mario descubrió que sus hijas tenían las manos llenas de monedas de oro y, junto a la chimenea, había cuatro sacos llenos de más monedas. Pronto se descubrió que el responsable era Nic, el obispo de la iglesia local, quien reco