El documento describe tres elementos arquitectónicos introducidos en la Edad Media que mejoraron la iluminación y altura de los edificios religiosos. Las vidrieras policromadas o vitrales en forma de rosetones permitieron mejor iluminación interior y mostrar imágenes coloridas. El uso de arbotantes y contrafuertes soportó las paredes, permitiendo sustituir parte de los muros por vidrieras y elevar la altura de los templos.