Este documento describe la amistad-enemistad de sesenta años entre dos personajes con ideas políticas opuestas, un conservador y un liberal, que se reunían diariamente en cafés de la época para debatir sobre política de manera acalorada. Describe las caracterizaciones de cada personaje y los candidatos y elecciones presidenciales que eran tema de sus discusiones, marcadas por la corrupción y restricciones a la democracia que beneficiaban a los conservadores. También presenta aspectos de la sociedad y la política de la época que al
1. Café Botella de Oro
Durante sesenta años estos dos personajes son amigos y enemigos acérrimos por sus ideas, las cuales intercambian todos
los días a las 6 de la tarde en algún café reconocido de la época, el cual va cambiando en la historia. Allí se encuentran
amablemente, se saludan, y empiezan su diatriba política, donde terminan discutiendo fuertemente, agrediéndose hasta
casi llegar a los golpes, prometiendo nunca volver allí, y despidiéndose de mala manera, repitiéndose la misma situación al
día siguiente, casi con exactitud a la anterior.
Hablan de los candidatos, de lo esperanzador o desalentador de cada uno, los puntos superficiales en los ideales de cada
partido, las características y conductas de un partido o de otro y, en muy pocas ocasiones, las vivencias del día a día de
los protagonistas.
Al conservador, Casiano Pardo, se le dibuja como conquistador empedernido, aprovechador, camandulero e hipócrita,
mientras que el liberal, Baltasar Riveros es íntegro, idealista, ateo y creyente absoluto en el líder de turno de su partido.
Además tiene una familia numerosa a la que descuida en su afán de polemizar en materia de política y esperar que “sea el
turno del pueblo”.
Y en sus charlas, los dos eternos amigos-enemigos hablan sobre uno y otro candidato. Aquí un repaso por los temas
principales y sus máximos exponentes presidenciables, tema de insultos y gritos en sus encuentros.
Candidato Conservador: Marco Fidel Suárez. Teólogo influyente, secundado por el gobierno y el clero. Candidato Liberal:
Guillermo León Valencia, artista, esperanza del pueblo. Las elecciones se celebraban en 1918 y como había ocurrido en
lasúltimas elecciones, las restricciones para votar eran para los liberales, mientras que los conservadores podían votar
varias veces por su candidato. Aunque tenía más adeptos el candidato liberal, “el que escruta, escoge” como le decía
Casiano Pardo a Baltasar Riveros. Y así fue. El conservador gana las elecciones, sube al poder y en cada hecho o decisión
se notaba la ineptitudpara gobernar, y los problemas económicos y sociales se iban agudizando.
Esta situación se repite en varias ocasiones. Los “godos” postulan al general Pedro Nel Ospina, hijo de presidente,
mientras que los liberales proponen al General Benjamín Herrera. Para estas elecciones se muestra la “falsa democracia”
donde los liberales no pueden Vivar a sus candidatos, so pena de encarcelamiento por algún motivo que se pueda inventar
el policía o juez de turno. Llegado el momento de votar, incluso muchos de ellos no aparecen en el listado que les permite
hacerlo. Muchos liberales se quedan sin votar, mientras el partido contrario vota muchas veces, incluso bajo los
nombres de presos, muertos y niños.
Poco después, y a raíz de una de las aventuras amorosas de Casiano, se muestra la hipocresía del clero, donde los curas
presionan a los fieles por dinero para liberarlos de culpas, y piden datos exactos de mujeres dóciles, conquistas fáciles
que ellos también puedan buscar.
También se muestra el carácter del pueblo y la alta sociedad. El primero vivía obnubilado entre promesas de cambio de su
situación y su pobreza, y la chicha de la perseverancia, que los mantenía borrachos y dormidos. Por su lado la alta sociedad
eran siempre los mimos, y los hijos de los mismos, que aunque fueran de uno u otro bando, principalmente eran del partido
que les fuera conveniente a aumentar su riqueza, poder ser miembro del Jockey Club, referente de riqueza, y de ser
parte de la clase dirigente del país.
En casa de Baltasar Riveros se ve la forma en que viven los “guaches” o pueblo de bajo estrato, donde la comida diaria la
componen mazamorra y agua de panela, los hijos siguen la misma línea de idiosincrasia y conocimiento apenas superficial de
sus padres. Ellos (y con ellos me refiero a la clase popular en general) se prendan de discursos bonitos aunque sin
profundidad, de frases que nunca pasan a hechos, y a ese odio visceral pro todo lo que sea opuesto a su “ideología” así
esta no sea bien comprendida.
Todo este tiempo, sus disputas se realizaban en el Café Botella de Oro, y una vez, siendo la primera, los dos amigos no
salieron discutiendo entre sí, sino con el dueño del local. Desde allí empiezan a reunirse en otro local.