Una vaca científica preocupada por los daños ecológicos que producían los eructos y flatulencias de su especie, ya que cada una de ellas producía trescientos litros de metano por día, suficientes para poner en funcionamiento varios electrodomésticos, decidió recolectar los gases que producía todo el rebaño, para ser empleados como fuente energética. Muchos ambientalistas entre los que se encontraba la bovina, propendían para que se eliminara el consumo de carne y, a cambio se elaborara un sustituto en un laboratorio o, se sustituyera por insectos, frijoles molidos, etc. La rumiante se fue a una ferretería a comprar tubos en PVC y se los colocó a la mayoría (algunas ni quisieron) en el ano, sujetando del otro extremo bolsas para ser llenadas con los gases. Una vez se inflaban las bolsas, las retiraba y las llevaba al laboratorio donde los comprimía y procesaba para ser utilizados como electricidad. Instaló retretes para que todas fueran a depositar su estiércol y orina que también era recogido y utilizado para producir corriente y abono. Así comienza este cuento que no es cuento y por eso lo cuento.

1. David Francisco Camargo Hernández. Nacionalidad Colombiano.
Escritor, humanista y economista con especialización, maestría y
doctorado. Artista plástico. Inventor. Guionista. Becario de
universidades europeas. Director Fundación Sueños de Escritor y
ediciones Dafra. Premios literarios y académicos en los años 2001-
2005-2008-2010-2016-2017 en eventos internacionales. Profesor de
posgrado. Investigador CVLAC Colciencias. Conferencista
internacional basando los temas en sus propios libros. Propende
por una economía «más humana, más igualitaria, capaz de
contribuir a mejorar la calidad de vida de la comunidad». En 2010
algunas de sus publicaciones fueron traducidas a varios idiomas.
Una de las más destacadas se titula: “cómo regionalizar el país”. Y
por «su sobresaliente trayectoria literaria y pensamiento
comprometido con los problemas de la cotidianidad».
Una vaca científica preocupada por los daños ecológicos que producían los
eructos y flatulencias de su especie, ya que cada una de ellas producía
trescientos litros de metano por día, suficientes para poner en
funcionamiento varios electrodomésticos, decidió recolectar los gases que
producía todo el rebaño, para ser empleados como fuente energética.
Muchos ambientalistas propendían para que se eliminara el consumo de
bovinos y, a cambio se elaborara un sustituto en un laboratorio o, se
sustituyera por insectos, frijoles molidos, etc.
La rumiante se fue a una ferretería a comprar tubos en PCV y se los colocó a
todas en el ano sujetando de la otra punta bolsas para que se llenaran con los
gases.
Una vez se inflaban las bolsas, las retiraba y las llevaba al laboratorio donde
los comprimía y procesaba para ser utilizados como electricidad.
Además, sugirió a todas que no volvieran a consumir suplementos
alimentarios y en lugar de eso comieran alfalfa.
Colocó unos retretes para que todas fueran a depositar su estiércol y orina
que también recogía y utilizada para producir corriente y abono.
Así comienza este cuento que no es cuento y por eso lo cuento.