El poema es una oda a la madre del autor, quien representa la vida, el amor, la bondad y la verdad para él. A través de su madre, el autor aprendió sobre el amor sublime y la bondad, y ella guía su camino hacia la verdad y la paz. El poema concluye reiterando que al cantar a su madre, el autor canta sobre los dones fundamentales de la vida.

1. CANTO A MI MADRE
¡MADRE! Al cantarte a ti, canto a la vida,
Canto al amor, al bien, a la verdad.
¡Símbolo es tu cabeza encanecida,
Mi inspiración, tus ojos de bondad!
Canto a la vida, porque me la diste,
porque es un don de un dolor apasionado;
canto a la vida, porque tu supiste
forjar mi corazón de enamorado.
De enamorado del amor ardiente
porque al posar tus manos en mi frente,
del bien, de la verdad, de la belleza,
encendiste el ideal en mi cabeza.
Canto al amor, pero al amor sublime,
que hace al amor un templo consagrado,
al amor que levanta y que redime
y deja al corazón purificado.
Canto al bien que fue norte de tu vida,
el camino que siempre con tu mano,
señalas en el punto de partida
y marcas en el término lejano.
Y canto a la verdad, que eres tú misma,
mi verdad y mi amor, ¡mi vida entera!
porqué tu de mi luz eres prisma
que dá un iris de paz a mi carrera.
por eso canto yo, ¡madre querida!
con este canto que es eternidad,
a tu noble cabeza encanecida
y a esos tus ojos, llenos de bondad.
¡MADRE! Al cantarte a ti, canto a la vida,
canto al amor, al bien, a la verdad.
¡símbolo es tu cabeza encanecida,
mi inspiración, tus ojos de bondad!