El documento describe una situación de censura literaria y limitación de la libertad de cátedra experimentada por el autor en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) por parte del coordinador del posgrado José Antonio Álvarez Rodríguez. El autor fue invitado a impartir clases pero se le prohibió difundir su obra académica entre los estudiantes y se le monitoreó constantemente. El autor denuncia este hecho como un acto de autoritarismo y una limitación a la libertad de expresión.
1. CARTA ABIERTA AL PUEBLO DE OAXACA
AL GOBERNADOR CONSTITUCIONAL DEL ESTADO DE OAXACA
A LA COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS DEL ESTADO DE OAXACA
AL TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA DEL ESTADO DE OAXACA
AL RECTOR DE LA UABJO
AL DIRECTOR DE LA FACULTAD DE DERECHO DE LA UABJO
A LOS GRUPOS SOCIALES DE OAXACA
POR LA SENSURA LITERARIA EN LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA BENITO JUÁREZ DE
OAXACA
Javier Jiménez Martínez
Terminaron las vacaciones de diciembre de 2011 y es hora de volver a la realidad. En este año
2012 que se inicia, he decidido empezar con una contribución social para el Estado de Oaxaca, mi
Estado natal.
Mi nombre es Javier Jiménez Martínez, soy Oaxaqueño, Licenciado en Derecho egresado de la
UNAM, llevo ya algunos años trabajando en el libre ejercicio de mi profesión como litigante e
impartiendo algunas clases relacionadas o próximas con mi formación en escuelas públicas y
privadas de México.
Pero lo que voy a narrar, es una forma de vida común en mi Estado natal, Oaxaca. Estoy cierto
que habrá quienes pretendan restarle credibilidad a la historia de censura, autoritarismo y terror
que aquí les voy a decir, pero quienes lo han padecido y quienes la han vivido seguro recordarán el
trago tan amargo como doloroso.
Resulta que por invitación de doña Emilia Aguilar (secretaria del posgrado de la UABJO), viajé a la
ciudad de Oaxaca –mi Estado natal (para mayor conocimiento de mis lectores, soy de la ranchería
denominado: San Miguel Ecatepec, pertenece al Municipio de Magdalena Tequisistlán) – para
impartir una cátedra sobre el nuevo sistema procesal penal, a los alumnos de la Maestría en
Ciencias Penales de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.
Imagine Usted, amigo lector, volver con la ilusión que tiene todo oaxaqueño de regresar a su
Estado natal y platicar con sus paisanos.
Ya estando en la UABJO, en el edificio de Posgrado, allí en donde está la estatua de Don BENITO
JUÁREZ y que anuncian todos sus méritos, tuve el primer contacto con el Doctor José Antonio
Álvarez Rodríguez, coordinador de estudios de Posgrado de la Facultad de Derecho de la UABJO.
Antes de empezar mi clase, Doña Emy –como le decimos de cariño a Doña Emilia Aguilar–, me
hizo pasar a la oficina del mencionado Doctor, quien luego de una breve entrevista, me entregó la
lista de alumnos de la Maestría, y entre otras cosas me dijo que tomara en cuenta que en el Estado
de Oaxaca hay gente muy preparada –cosa que siempre he tenido muy claro–, y que en el grupo al
que yo iba a impartir la clase había jueces, Magistrados, litigantes y políticos a quienes debía tratar
1
Vol. VIII enero-julio 2012
www.somecrimnl.es.tl
2. con mucha cautela, gesto que desde luego agradecí, dado que el hecho de contar con la
información de los antecedentes de los grupos con los que se va a trabajar representa una ventaja
para el profesor. Hasta aquí todo estaba muy bien.
Pero luego de un buen rato de trabajo, llegó la hora del descanso. En ese primer receso el
asistente del Doctor José Antonio me pidió que pasara a la oficina de su jefe, llamado que atendí
con mucho gusto, ingresé a la oficina del doctor quien entre otras cosas me dijo: “Doctor, le pido,
le sugiero, le invito a que le baje, a que se limite a la exposición de los temas contenidos en el
temario que se le proporcionó –aclaro que el temario que se me proporcionó ni siquiera estaba
actualizado conforme al nuevo sistema procesal acusatorio–, esto porque me han llegado
comentarios de que Usted va más allá de los contenidos temáticos, y que incluso, está hablando
mal de lo que pasa en el Estado de Oaxaca”.
Entonces, y muy a pesar de que estaba bien consciente y sabía que esas restricciones limitaban la
libertad de cátedra –que debe ser sagrada en las instituciones públicas como la UABJO-, le
prometí al coordinador que no se preocupara mucho, que soy un profesor inofensivo y que con
mucho gusto atendería a su petición hasta donde estuviera a mi alcance.
A mi regreso de la llamada de atención proseguí con mi clase, más tarde, algunos alumnos se me
acercaron para decirme que sabían de mí y que conocían ya parte de mi obra académica –para
conocimiento del lector, tengo escrito y publicado en editoriales públicas y privadas, 26 títulos
entre ensayos y monografías en diversos temas– y que estaban interesados en adquirir algunas de
ellas pero que, encargarlos con los distribuidores de Oaxaca salían muy caras. La petición fue que
si podía llevarles las obras de mi autoría de su interés al precio de la editorial, e incluso, con los
descuentos que como autor tenía con los editores.
Prometí investigar al respecto, y a mi regreso a la ciudad de México, busqué a los distribuidores de
mi obra académica, quienes me entregaron una relación que incluía los costos de cada una de
ellas.
Ya en la segunda sesión de clases y con el objeto de que los interesados me dijeran las obras que
pretendían adquirir y estar en posibilidades de entregárselos a los distribuidores, entregué esa lista
a los alumnos que me habían hecho la petición.
De regreso a la ciudad de México, volví a contactar a los distribuidores y les hice entrega de esas
listas para que, una vez recopiladas las obras, las llevaran a la ciudad de Oaxaca.
Los distribuidores hicieron su trabajo y al cabo de unos cuantos días me volvieron a contactar para
decirme que ya habían conseguido algunos de los libros que los estudiantes de Oaxaca habían
encargado y que estaban listos para el viaje, lo cual había sido una gran satisfacción para mí.
Imagine Usted amigo de Oaxaca, sus paisanos conocerán más de Usted y de su obra.
Pero un día antes de viajar a la ciudad de Oaxaca, recibí una llamada que enmudece a cualquiera,
lo recuerdo bien, era un día jueves; es decir, un día antes de viajar a la ciudad de Oaxaca para
impartir mi tercera sesión de clases –las clases se realizan los viernes por la tarde y sábados por la
mañana–, cuando recibí la peor noticia que he recibido en mi vida profesional y académica.
2
Vol. VIII enero-julio 2012
www.somecrimnl.es.tl
3. Sonó mi teléfono y la llamada era de Doña Emy quien previas palabras de cortesía me indicó que
el Doctor José Antonio, el coordinador del posgrado, quería hablar conmigo, atendí la llamada y fue
entonces cuando el mencionado Doctor me dijo: lo siguiente: “Doctor estoy enterado que va a traer
su obra académica para su difusión– le contesté con naturalidad que eso era cierto, y entonces
prosiguió con su voz pueblerina-: Doctor, le pido, le sugiero, le ordeno que no haga eso, ya que por
disposición de la Rectoría y del Director de la facultad de Derecho de la UABJO, los profesores que
imparten clases de la Maestría en ciencias penales tienen prohibido difundir su obra con los
alumnos de la Maestría”.
Ante esa situación, nuevamente le dije al Doctor, aunque tal prohibición era incorrecta, atendería a
su pedimento, hasta donde estuviera a mi alcance.
Entonces, cogí el teléfono y ese mismo día hice saber del incidente a los distribuidores que se
alistaban para viajar a Oaxaca y derivado de eso, perdieron el interés en hacer dicho movimiento.
Lo curioso es que a mi llegada a Oaxaca, ya en el salón de clases, comenté el incidente con mis
alumnos y ellos mismos me dijeron que eso estaba muy raro, dado que los profesores que me
precedieron habían llevado su obra académica para su difusión y sin problema alguno.
A pesar de todo, aún pude llevar de modo personal algunas de las obras de mi autoría, y contra
todo, pude distribuirlos y autografiarlos en la clandestinidad del restaurante del “Hostal la Noria”
que está sobre la Av. Hidalgo, en el centro de la ciudad de Oaxaca.
Amigo lector, Usted puede ver, que desde mi llegada al Estado de Oaxaca, me estuvieron
monitoreando, como en los más crudos regímenes autoritarios que han existido en el mundo, en
donde no sólo han censurado la literatura, sino que han perseguido y desaparecido a quienes lo
único que tienen en la vida es una pluma y un pedazo de papel como armas de defensa e
instrumentos de denuncia.
Y escribo estas líneas para que la humanidad y mis paisanos oaxaqueños juzguen porqué Oaxaca
es un Estado muy pobre. La razón es que desde la independencia de México, el Estado ha sido
dominado por gente de linaje que nació en cuna de seda, por caciques y grupos de revoltosos,
quienes para evitar la competencia empiezan por obstaculizar, prohibir y perseguir á los mismos
oaxaqueños que manifiestan sus ideas.
Pregúntese Usted paisano oaxaqueño, ¿Qué es lo que un servidor público busca con la prohibición
de la literatura?, ¿Porqué para otros profesores no hubo tal prohibición y porqué para mí que soy
Oaxaqueño se me prohibió?, será que el señor José Antonio es tan religioso que pretendió dar
cabal cumplimiento a las palabras contenidas en la Biblia cuando dice: “Si hay un lugar donde un
profeta es despreciado, es en su patria y en su propia familia”? (Mateo: 13); o bien, su naturaleza
es ser un “mal ser humano” que se quedó con las ideas de la inquisición?. Juzgue Usted.
Es una verdadera pena Doctor José Antonio, que Usted, un hombre formado por maestros y libros
me haya prohibido llevar mi obra al Estado de Oaxaca para su difusión, su comportamiento puede
justificarse solo si Usted proviene de linaje de los que ya no queremos en el Estado de Oaxaca, o
de los caciques que han mantenido oprimido por siempre a la clase proletaria; o bien que proviene
de servidores públicos que van de puesto en puesto, de cargo en cargo, viviendo toda su vida del
erario público.
3
Vol. VIII enero-julio 2012
www.somecrimnl.es.tl
4. Imagine Usted señor José Antonio, el fondo de su mensaje de prohibición es el siguiente: “Mire
Licenciado Javier Jiménez Martínez, recuerde Usted que hace muchos años que salió de su
rancho con ropa de manta, guaraches y sombrero, tuvo la fortuna de irse a preparar a la ciudad de
México y en el extranjero, y ahora que se le invitó a venir a Oaxaca a dar una clase a los alumnos
de la Maestría en Ciencias Penales, dado los orígenes de Usted, tiene prohibido venir de zapatos,
utilizar traje, corbata, y le recuerdo que lo único que puede difundir y vender a sus alumnos de la
Maestría en ciencias penales, son: chapulines, totopos, mezcal, guisados de iguana, artesanías y
agua de téjate (aclaro, la venta de estos productos es una forma bastante honrada de vida en el
Estado de Oaxaca)”.
Señor José Antonio, tengo entendido que Usted ha ocupado cargos importantes en el Estado de
Oaxaca, uno de ellos es en la Comisión de Derechos Humanos, y ahora desempeña un cargo de
Consejero en el Tribunal Superior de Justicia del Estado de Oaxaca y al mismo tiempo es
Coordinador del Posgrado de Derecho de la UABJO, cosa que no entiendo ese doble papel en tan
importantes cargos, cuando hay muchos oaxaqueños que pueden trabajar de tiempo completo
para impulsar el posgrado de la UABJO.
Me pregunto señor José Antonio, ¿Qué habrá hecho en su paso por la Comisión de Derechos
Humanos?, ¿Cuántos atropellos habrá cometido Usted estando en la Comisión de Derechos
Humanos?, ¿Qué les habrá prohibido a los rezagados, a los pobres, a quienes no fueron a la
escuela, a la gente que solo puede vender chapulines, tortillas de mano, y a quienes apenas tienen
para comprar unos guaraches?
Señor José Antonio, ¿Qué es lo que hará ahora en su nuevo cargo como Consejero en el Tribunal
Superior de Justicia Estado de Oaxaca?. ¿Acaso su tarea de ahora en adelante será obstaculizar o
influir en la labor de los jueces para pagar los favores de quienes lo han impulsado a ocupar tan
importante cargo en el Poder Judicial del Estado de Oaxaca?.
Señor José Antonio, Usted es uno de los tantos servidores públicos que han vivido del erario de
Oaxaca, de los impuestos de los contribuyentes y que nunca se ha preocupado por los
oaxaqueños, por los que menos tienen, por los más desafortunados.
Le repito lo que le dije en su oficina “es Usted una mala persona”, es uno más de los tantos que
lucran con el dolor y la pobreza de los oaxaqueños, de cuyo linaje le impide mirar a los de abajo, a
los pobres, a los que no tienen voz, a los que solo pueden vender chapulines y totopos, a los que
Usted y otros tantos de su categoría, hacen esperar en las oficinas públicas y hospitales, horas y
horas porque no tienen para pagar hospitales privados, porque van de huaraches, de sombrero y
ropa de manta.
Javier Jiménez Martínez.
javierjimenez_68@yahoo.com.mx
México, Distrito Federal, a 28 de enero, 2012.
4
Vol. VIII enero-julio 2012
www.somecrimnl.es.tl