Una ciudad inteligente se basa en un diseño urbano sostenible que satisface las necesidades de sus habitantes, empresas e instituciones de manera económica, operativa, social y ambiental. Para ser inteligente, una ciudad debe invertir en educación, infraestructura como energía, comunicaciones y transporte, y promover una alta calidad de vida y desarrollo sostenible a través de una gobernanza participativa y gestión de recursos. Aunque los políticos usan el concepto para modernizar la infraestructura digital, también se debe considerar el capital