La batería de arranque proporciona energía eléctrica para arrancar el motor de combustión de vehículos como automóviles y aviones. Requiere corrientes muy altas de cientos a miles de amperios brevemente para arrancar el motor, incluso a bajas temperaturas. Está compuesta de electrodos de plomo tóxicos y ácido sulfúrico corrosivo, por lo que se debe manipular con precaución y desechar solo en talleres.