2. Cuando hablamos de derechos para los animales, la gente suele
pensar que estamos proponiendo que los animales tengan derecho a
voto o a la educación. Nada más alejado de la realidad.
Los animales tienen derecho, al menos, a no ser torturados, a vivir en
libertad, a que su hábitat sea preservado, a que no les cause dolor, a la
satisfacción de sus necesidades básicas. Los seres humanos los hemos
visto desde siempre como productos y recursos a nuestra disposición y
esa es la mentalidad que los activistas por los derechos de los animales
tratamos de cambiar. Quienes trabajamos en esta causa pretendemos
que a los animales se les reconozca un valor a sus intereses y que éstos
no puedan ser vulnerados para satisfacer nuestras necesidades,
muchas veces superficiales.
Estos temas son muy nuevos en paí-ses como el nuestro, donde
erróneamente se asocia la ecologí-a o la defensa de los animales a
paí-ses de primer mundo, pues los problemas fundamentales han sido
resueltos. Si se complementaran los planes de estudio nivel básico y
superior con materias que inculcaran el respeto por la naturaleza y
todos sus habitantes, tal distinción no tendrí-a que hacerse.
Preocuparnos por nuestro medio ambiente no es privilegio de algunos,
es tarea de todos.
3.
4. Considerando que todo animal posee derechos, que
el desconocimiento y el desprecio de dichos
derechos ha conducido y sigue conduciendo al
hombre a cometer crímenes contra la naturaleza y
contra los animales, que el reconocimiento por parte
de la especie humana de los derechos a la
existencia de las otras especies de animales
constituye el fundamento de la coexistencia de las
especies en el mundo, que el hombre comete
genocidio y existe la amenaza de que siga
cometiéndolo, que el respeto hacia los animales por
el hombre está ligado al respeto de los hombres
entre ellos mismos, que la educación debe enseñar
desde la infancia, a observar, comprender, respetar
y amar a los animales.