El documento describe al Espíritu Santo como una persona real con cualidades como entendimiento, emociones y voluntad. Explica que el Espíritu Santo enseña, ora e intercede por los creyentes. Además, señala que blasfemar contra el Espíritu Santo no tiene perdón porque es tan valioso y especial como el Padre y el Hijo. Finalmente, concluye que el Espíritu Santo es verdaderamente Dios desde la eternidad y forma parte de la Deidad junto con el Padre y el Hijo.