La conversión que Dios nos pide en este tiempo es desde nuestra identidad de ser Discípulos Misioneros de Jesucristo, para ello nos ayudan los siguientes aspectos que el Papa Francisco expone en la exhortación que nos ha dirigido a todos los cristianos.
LA CONVERSION DE CUARESMA DESDE LA EVANGELII GAUDIUM
1.
2. “… a nosotros nos entregaba el mensaje de la reconciliación.
Nos presentamos, pues, como embajadores de Cristo,
como si Dios mismo les exhortara por nuestra boca.
En nombre de Cristo les rogamos: ¡déjense reconciliar
con Dios!
Somos, pues, los ayudantes de Dios, y ahora les
suplicamos que no hagan inútil la gracia de Dios que han
recibido.
Este es el momento favorable, éste es el día de la salvación”
(2Cor 5,19-6,2)
3. “«La Iglesia debe profundizar en la conciencia de sí misma,
debe meditar sobre el misterio que le es propio […] De esta
iluminada y operante conciencia brota un espontáneo deseo de
comparar la imagen ideal de la Iglesia —tal como Cristo la vio, la
quiso y la amó como Esposa suya santa e inmaculada (cf. Ef
5,27)— y el rostro real que hoy la Iglesia presenta […] Brota, por
lo tanto, un anhelo generoso y casi impaciente de renovación, es
decir, de enmienda de los defectos que denuncia y refleja la
conciencia, a modo de examen interior, frente al espejo del
modelo que Cristo nos dejó de sí» (Pablo VI)” (EG 26)
4. La fuente de la misión está en el encuentro o reencuentro con
Cristo y la maravillosa amistad que nace de allí y que no me puedo
callar:
“Allí está el manantial de la acción evangelizadora. Porque, si
alguien ha acogido ese amor que le devuelve el sentido de la
vida, ¿cómo puede contener el deseo de comunicarlo a otros?”
(EG 8)
“Por consiguiente, un evangelizador no debería tener
permanentemente cara de funeral. […] Y ojalá el mundo actual —
que busca a veces con angustia, a veces con esperanza— pueda
así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y
desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros
del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido,
ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo»” (EG 10)
5. “El mundo exige a los evangelizadores que le hablen de un
Dios a quien ellos mismos conocen y tratan familiarmente,
como si estuvieran viendo al Invisible” (EN 76)
“Éste es el momento
para decirle a
Jesucristo:
«Señor, me he dejado
engañar, de mil
maneras escapé de tu
amor, pero aquí estoy
otra vez para renovar
mi alianza contigo. Te
necesito. Rescátame
de nuevo, Señor,
acéptame una vez más
entre tus brazos
redentores»” (EG 3).
6. 1. “El predicador «debe ser el primero en tener una gran
familiaridad personal con la Palabra de Dios:
Necesita acercarse a la Palabra con un corazón dócil y orante,
para que ella penetre a fondo en sus pensamientos y sentimientos y engendre dentro de sí una mentalidad nueva»” (EG 149)
2. “Escuchar lo que el Señor nos quiere decir en su
Palabra y de dejarnos transformar por el Espíritu,
por la «lectio divina» (EG 152-153).
Tentaciones:
- Simplemente sentirse molesto o abrumado y cerrarse;
- Comenzar a pensar lo que el texto dice a otros, para
evitar aplicarlo a la propia vida.
- También sucede que uno comienza a buscar excusas
que le permitan diluir el mensaje específico de un texto.
- Otras veces pensamos que Dios nos exige una decisión demasiado
grande, que no estamos todavía en condiciones de tomar”.
7. “(Dios) Ha elegido convocarlos como
pueblo y no como seres aislados. Nadie se
salva solo, esto es, ni como individuo
aislado ni por sus propias fuerzas”(EG 113)
Esto implica ser el fermento de Dios en medio de la humanidad.
La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde
todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y
alentado a vivir según la vida buena del Evangelio (EG 114).
8. - Sentimos el desafío de descubrir y transmitir la mística de la
fraternidad: el encuentro con el otro. La revolución de la ternura.
Salir del aislamiento.
Aprender a descubrir a Jesús en el rostro de los demás (EG 87-92).
“¡No nos dejemos robar la comunidad!”
- Pido un testimonio de comunión
fraterna “que se vuelva atractivo y
resplandeciente” (EG 98-101).
¡Cuántas guerras! En el barrio, en el
puesto de trabajo, ¡cuántas guerras por
envidias y celos, también entre cristianos!
Que todos puedan admirar cómo os
cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento
mutuamente y cómo os acompañáis: «En
esto reconocerán que sois mis discípulos,
en el amor que os tengáis unos a otros»
(Jn 13,35).
¡No nos dejemos robar el ideal del
amor fraterno!”
9. “Una auténtica fe —que nunca es cómoda e individualista—
siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de
transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por
la tierra” (EG 183).
“El corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que hasta
Él mismo «se hizo pobre» (2 Co 8,9)”
(EG 197).
“Inspirada en ella (preferencia divina),
la Iglesia hizo una opción por los pobres
entendida como una «forma especial de
primacía en el ejercicio de la caridad cristiana, de la cual da
testimonio toda la tradición de la Iglesia»” (EG 198).
10. “Cualquier comunidad de la Iglesia, en la medida en que
pretenda subsistir tranquila sin ocuparse creativamente y
cooperar con eficiencia para que los pobres vivan con dignidad
y para incluir a todos, también correrá el riesgo de la
disolución, aunque hable de temas sociales o critique a los
gobiernos.
Fácilmente terminará sumida en la mundanidad
espiritual, disimulada con prácticas religiosas, con reuniones
infecundas o con discursos vacíos” (EG 207).
11. “Todos estamos llamados a crecer como evangelizadores.
Nuestra imperfección no debe ser una excusa; al contrario, la
misión es un estímulo constante para no quedarse en la
mediocridad y para seguir creciendo” (EG 121).
Sí al desafío de una espiritualidad
misionera.
Hay “una especie de complejo de
inferioridad que les lleva a relativizar u
ocultar su identidad cristiana y sus
convicciones”
“¡No nos dejemos robar el entusiasmo
misionero!”
12. No a la acedia egoísta.
Miedo al compromiso.
Actividades sin la motivación y la
debida espiritualidad que entusiasma.
Termina en una gran desilusión,
cansancio interior.
“¡No nos dejemos robar la alegría
evangelizadora!”
No al pesimismo estéril.
Los males del mundo e iglesia
mirémoslos como desafíos para crecer.
Derrotismo nos convierte en pesimistas
quejosos y desencantados con cara de
vinagre.
“¡No nos dejemos robar la esperanza!”
13. No a la mundanidad espiritual.
Se busca la gloria humana y el
bienestar personal.
“¡No nos dejemos robar el Evangelio!”
Otros desafíos eclesiales
En los laicos: “compromiso no se
refleja en la penetración de los valores
cristianos en el mundo social, político y
económico…”.
“Los desafíos están para superarlos. Seamos realistas,
pero sin perder la alegría, la audacia y la entrega
esperanzada.
¡No nos dejemos robar la fuerza misionera!
14. “Todo cristiano es
misionero en la medida
en que se ha encontrado con el amor de Dios
en Cristo Jesús; ya no
decimos que somos
«discípulos» y
«misioneros», sino que somos siempre «discípulos misioneros»” (EG
120)
Todos somos llamados a esta nueva «salida» misionera: “salir de
la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que
necesitan la luz del Evangelio” (EG 20).
Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a
anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las
ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo (EG 23).
15. Un Iglesia que: (EG 24)
• Primerea, Dios toma la iniciativa y sale al encuentro.
• Se involucra, se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de
los demás.
• acompaña, en todos sus procesos, por más duros y prolongados
que sean
• fructifica, pues
encuentra la manera de
que la Palabra se
encarne y de frutos de
vida nueva
• y festeja, con la belleza
de la liturgia.
16. Darle a nuestro caminar el ritmo
sanador de projimidad, con una mirada
respetuosa y llena de compasión pero
que al mismo tiempo sane, libere y
aliente a madurar en la vida cristiana.
- Debe llevar más y más a Dios, en
quien podemos alcanzar la verdadera
libertad.
- Ejercitados en el arte de escuchar, que
es más que oír.
- Siempre con Paciencia.
- Para llegar a un punto de madurez.
- corregir y ayudar a crecer.
- no consiente los fatalismos o la
pusilanimidad.
“Los discípulos misioneros acompañan a
los discípulos misioneros”
17. “Salgamos, salgamos a ofrecer a todos la vida de Jesucristo.
[…]: prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por
salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la
comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero
una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine
clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos.
Si algo debe inquietarnos santamente y preocupar nuestra
conciencia, es que tantos hermanos nuestros vivan sin la fuerza,
la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una
comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido y
de vida.
Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el
temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa
contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables,
en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras
afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin
cansarse: «¡Dadles vosotros de comer!» (Mc 6,37).” (EG 49).