El documento discute cómo Jesús enseñó que la desgracia de una persona no necesariamente se debe a su pecado. Aunque antiguamente se pensaba que los pecadores serían castigados en esta vida mientras los virtuosos prosperarían, Jesús dijo que la ceguera de un hombre no respondía a su maldad. Así que la suerte de los que murieron debe recordar a los vivos que todavía tienen tiempo para convertirse. Tanto justos como pecadores siguen el mismo camino aunque con estilos diferentes. La oración "Señor, déjala todavía este