Celia, una niña de 6 años con el pelo pelirrojo y rizado, encontró un pozo viejo y triste llamado Miguel. Al tirar una moneda y pedir un deseo, escuchó la voz de Miguel dentro del pozo, que le pidió que lo sacara porque llevaba años atrapado. Celia deseó sacar a Miguel del pozo, y cuando abrió los ojos, Miguel estaba a su lado como un niño de su edad con el que podría jugar y ser amigos.