Cuando Riste tenía 13 años, un grupo de chavales hizo una pintada en el colegio con mi nombre. Ponía: "Risto Mejode". Estaba en el sitio por donde pasaba todo el colegio. Me impactó muchísimo y llegué a casa llorando. Mi madre se sentó conmigo; le conté lo que había pasado y yo esperaba que ella llamase a la directora y castigaran a los agresores. Pero ella cogió un rotulador y me dijo: “Piénsate lo que vas a poner debajo mañana”.