De la semántica de la guerra a una gramática de la esperanza
1. De la semántica de la guerra a una gramática de la
esperanza
El Movimiento de Presos Políticos “Camilo Torres Restrepo”, hace llegar un
respetuoso y cálido saludo a todas y todos los que participan en este Congreso
Regional - nodo Antioquia- de la Red de Universidades por la Paz y valora
esta iniciativa que vincula a la academia con el contexto que vive el país, frente a
la urgencia de superar la guerra que se libra en Colombia desde hace 60 años y
la búsqueda de un país en paz con justicia social.
Agradecemos la oportunidad de poder compartir con todos ustedes nuestro
pensamiento, que sumado a la diversidad de puntos de vista de los asistentes
delegados de distintas universidades y sectores, podamos confluir en iniciativas
que nos lleven por los caminos de la paz, que nos interprete a todas y todos. Sólo
de esa manera ella será auténtica, verdadera y posible. En la medida que todos
seamos protagonistas, en la construcción del país que queremos vivir en paz con
equidad social.
Reconocemos con alegría y regocijo los esfuerzos que se realizan desde la red de
universidades por la paz, por abrir espacios de discusión hacia la sociedad
entorno a su realidad y contexto. Este nombre que se adopta de “red de
universidades por la paz” no debe ser, ni convertirse en un mero ejercicio de la
palabra y del lenguaje, debe ser el propósito fundamental de un quehacer
permanente, sobre todo cuando se impone en la realidad colombiana una
semántica dominante de la violencia y de la guerra. Semántica que por muchos
años ha intentado ocultar y tergiversar la realidad colombiana.
Es muy común la referencia desde la misma academia y mucho más
dimensionada por la estrategia mediática; que “la guerra que vivimos ha
producido miles de desplazados” y la realidad es otra, como señalara Héctor
Mondragón; en Colombia no hay desplazamiento porque hay guerra; sino que
hay guerra para que haya desplazamiento. La violencia estructural del estado
no aparece con el surgimiento de la insurgencia. Históricamente, en Colombia la
costumbre de la clase dominante ha sido la de recurrir al uso de la fuerza y de las
armas para resolver los conflictos, de acudir a la violencia para mantener su
hegemonía política y modelo de acumulación. El objetivo de la violencia ha sido
la de controlar y desaparecer cualquier rastro de oposición política que atente
contra la estabilidad de su modelo, como también ha sido una estrategia para
sacar a los campesinos de importantes territorios de interés para esta oligarquía y
las trasnacionales, en la implementación de sus megaproyectos.
2. Así mismo los “falsos positivos” para denominar las ejecuciones
“extrajudiciales” que no son otra cosa sino asesinatos por parte de las
fuerzas militares, simulando una confrontación armada con la insurgencia, se
asesina a pobladores civiles haciéndolos pasar como guerrilleros, actos que son
premiados por recompensas para luego mostrar mediáticamente que van ganando
la guerra.
Las mentiras no son caminos de Paz, dice el ELN en su editorial del lunes 11 de
mayo. Donde ratifica su comportamiento ético revolucionario de respeto por la
dignidad humana, desmiente enfáticamente que este tipo de hechos sean de su
autoría y denuncia la falsa acusación del ministro de defensa y los militares, a la
que como siempre hacen eco los monopolios de la comunicación, quienes
fabrican las noticias y la opinión, en relación a los sucesos de Convención, Norte
de Santander. Nunca el comando del ELN exhibió las piernas del suboficial
del ejército en la escuela de convención. Esta no es, ni será una práctica en las
filas del ELN. Estos actos degradantes no son símbolo de victoria. Contrario es el
accionar de las fuerzas estatales que muestran como trofeos los cuerpos de
guerrilleros abatidos en combate. Llenaríamos cientos de cuartillas con ejemplos
al respecto.
Entendemos que existen enemigos fuertes y agazapados de la paz y con estas
acusaciones y todo el estruendo mediático deja claro la existencia de intenciones
malevas, de deslegitimar a la insurgencia y cerrarle la puerta al diálogo como parte
de un proceso de paz. Infortunadamente y reconociendo los esfuerzos que se
hace desde la insurgencia y de algunos sectores del gobierno por avanzar en
sacar adelante el proceso de paz, sus detractores lo están minando, generando
una opinión desfavorable y un ambiente de desconfianza. El proceso presenta una
serie de dificultades que deben superarse y que ya han sido reconocidas tanto por
la insurgencia como por muchos colombianos; Negociar o dialogar en medio del
conflicto, es tan peligroso que se deja en manos de los detractores de la paz
la posibilidad de afectar cuando quieran el proceso.
Definitivamente otra realidad sería dialogar En medio de un cese bilateral del
fuego y una disminución conjunta de hostilidades. Por ello seguiremos insistiendo
desde todos los escenarios y en especial en este importante evento, En la
necesidad de mantener la exigencia al gobierno para des-escalar la confrontación
armada. Esto no solo le daría al proceso de paz importantes niveles de confianza
y estabilidad, sino que aliviaría de manera significativa la crisis humanitaria que
padecen millones de colombianos en especial los que Habitan territorios donde se
desarrolla con más intensidad el conflicto.
3. Queremos decirles también, que compartimos con muchos de ustedes la idea de
que este es un momento clave y definitivo Para avanzar en la terminación del
conflicto armado y en la configuración de un nuevo consenso nacional que
reconozca toda la diversidad en la sociedad Colombiana y que como nuevo pacto
de sociedad, resuelva los problemas estructurales que dieron origen a esta
cruenta confrontación armada, de manera particular poner fin a los
complejos fenómenos de crueldad, desigualdad, discriminación y exclusión
que aún persisten en el país. Para ello, se hace necesario recuperar la
capacidad de escucha y de dialogo, haciendo de la solidaridad y la justicia social
fundamentos de la construcción de un sociedad democrática.
Esto supone una lógica de apertura, donde el protagonismo además de llevarlo la
insurgencia y el gobierno en las mesas de dialogo dispuestas en los procesos de
La Habana con las FARC y de exploración con el ELN, lo compartan con las
distintas iniciativas de la sociedad, a través de sus diferentes expresiones de
organización social y popular, constituyendo la tercera mesa propuesta en el
espacio denominado “trilateral”: conformado por las expresiones de la
Cumbre Agraria campesina étnica y popular, Clamor Social por la Paz, y
Frente Amplio por la Paz.
La paz no puede ser un pacto que solo tenga como propósito la desmovilización
de las guerrillas y el sostenimiento de la dominación oligárquica, para que todo
siga igual. Entendemos la complejidad de las circunstancias en que transcurre
este momento político en la realidad colombiana, que nos impone profundizar en
el análisis y salidas desde esa perspectiva, interpretando sus complejidades.
Resultado de la realidad actual y como expresión de la correlación de fuerzas en
una guerra asimétrica como la colombiana, aparece la opción de una solución
política negociada al conflicto político, social y armado. Opción a la que se ha
dispuesto la insurgencia colombiana como una vía que permita darle tránsito a
la solución de los conflictos sociales y políticos por fuera de la violencia.
Violencia que en nuestro país ha sido históricamente estructural y dirigida contra la
oposición que amenace con cambiar las dinámicas políticas del país, usando
incluso las mismas reglas de juego definidas por el establecimiento y que como
reacción y consecuencia se da precisamente el surgimiento insurgente.
Optar por la solución política no es solamente un acto de voluntad o de
atrevimiento de las partes, es también un acto de conciencia y de maduración
política de la insurgencia, de los representantes del estado y fundamentalmente de
la sociedad, para que se pueda entender lo nefasto de continuar buscando una
salida militar.
La insurgencia tiene claridad sobre - qué es lo posible - en este proceso de
negociación. Lo posible es la solución política al conflicto colombiano y este
será viable en la medida que el Estado reconozca la naturaleza política del
4. conflicto, porque de este reconocimiento se desprende las salidas y reformas
necesarias para remover las causas que lo generaron. Entre las cuales unas de
las principales reformas es la del cambio de la doctrina militar, para poder
desmontar la violencia estructural que produjo esta confrontación armada
por parte del estado colombiano, como también el modelo económico
causante de la profundización de la pobreza, la exclusión y la desigualdad.
En ese panorama de búsqueda de solución política al conflicto, nos preguntamos
por el papel que vienen jugando las universidades del país en esta coyuntura, si
es suficiente, o si es necesario una actitud más consecuente con el país; si
consideran importante ayudar a desinstalar del imaginario de los colombianos esa
semántica de la guerra y la violencia, y apostarle de manera creativa a reconstruir
la gramática de la esperanza.
Surgen preguntas como:
¿Cuál ha sido el papel de la universidad en el actual contexto de crisis que vive el
país?
¿En la construcción de dialogo de saberes, como se dispone la universidad a la
ESCUCHA del movimiento social y popular desde su diversidad y expresiones
locales, urbanas y regionales para la construcción de sus proyectos de vida como
aporte fundamental en la edificación de la paz?
¿La disposición de la academia a la construcción de escenario de discusión
política y académica para la cimentación de la paz? Como por ejemplo: la
discusión sobre la doctrina militar en un nuevo escenario de acuerdo Gobierno –
Insurgencia, la discusión sobre las garantías de no reedición del conflicto, la
discusión sobre el modelo económico.
Por ultimo queremos manifestar nuestra convicción que la construcción de un país
en paz es obra colectiva de la nación y que serán las fuerzas populares unidas en
su lucha las que la conquisten, por lo tanto la construcción de un gran movimiento
popular y ciudadano por la paz es fundamental, por ello es necesario caminar
hacia la confluencia y unidad de las distintas iniciativas y movimientos por la paz.
Expresamos nuestra alegría por éste y otros esfuerzos que la red de
universidades vienen haciendo por la paz de Colombia y estamos abiertos a
mantener una interlocución e intercambios directos con las distintas universidades
que participan de la red y sectores sociales, para seguir trabajando en iniciativas
que nos acerquen a una paz real y definitiva.
Movimiento de Presos Políticos “Camilo Torres Restrepo”
Movimiento Nacional Carcelario