El documento discute si la Biblia prohíbe las imágenes. Presenta varios pasajes que muestran a Dios ordenando la creación de imágenes para el Tabernáculo y el templo. También muestra ejemplos de personas postrándose ante imágenes sin que esto sea considerado idolatría. Concluye que los católicos no cometen pecado al tener imágenes, ya que estas no son ídolos de dioses falsos, sino representaciones de Dios o seres humanos como María o Jesús.