Los partidos políticos chilenos en el siglo XIX acordaron que el sistema político debía transformarse hacia un modelo liberal. Esto generó disputas sobre el rol de la Iglesia en asuntos públicos, con los liberales buscando reducir su influencia a través de reformas como la separación entre la Iglesia y el Estado. Los conservadores se opusieron a esta secularización y crearon organizaciones para defender los intereses de la Iglesia. Varias leyes entre 1865 y 1884 limitaron el poder de la Iglesia en áreas como educación, cementerios y matrimonios.