Colombia es un país diverso con una población desigual. Una pequeña élite blanca posee la mayoría de la riqueza y el poder político, mientras que la mitad de la población vive en la pobreza. Colombia tiene una variedad de paisajes y culturas que reflejan influencias de todo el mundo. Aunque el país ha tenido progreso en reducir la violencia, todavía enfrenta desafíos como la desigualdad, la pobreza y el desplazamiento forzado.
El geógrafo Francisco Gonzalez, autor de este libro, penetra en el caso trujillano con resolución, y en un ensayo novedoso, como el que tiene ante sí el lector, se atreve a develarlo y a comentarlo con criterío científico.
El texto completo presentado por Bárcenas es algo más corto que Las venas abiertas. Tiene 400 páginas con material de diagnóstico y, como suele hacer la Cepal, con un final propositivo, tan abierto como difícil de concretar. Basa la propuesta en la realización de pactos al interior de cada nación y también en los ámbitos supranacionales. De los siete pactos enumerados, el primero es "el pacto para una fiscalidad con vocación de igualdad" destinado a asegurar la estabilización macroeconómica contracíclica, apoyar el crecimiento y contribuir a la redistribución del ingreso disponible: "El pacto fiscal no es un pacto más, sino el pacto a partir del cual los demás pactos se hacen financieramente viables y que vincula del modo más fuerte las obligaciones y los beneficios de la sociedad.
El geógrafo Francisco Gonzalez, autor de este libro, penetra en el caso trujillano con resolución, y en un ensayo novedoso, como el que tiene ante sí el lector, se atreve a develarlo y a comentarlo con criterío científico.
El texto completo presentado por Bárcenas es algo más corto que Las venas abiertas. Tiene 400 páginas con material de diagnóstico y, como suele hacer la Cepal, con un final propositivo, tan abierto como difícil de concretar. Basa la propuesta en la realización de pactos al interior de cada nación y también en los ámbitos supranacionales. De los siete pactos enumerados, el primero es "el pacto para una fiscalidad con vocación de igualdad" destinado a asegurar la estabilización macroeconómica contracíclica, apoyar el crecimiento y contribuir a la redistribución del ingreso disponible: "El pacto fiscal no es un pacto más, sino el pacto a partir del cual los demás pactos se hacen financieramente viables y que vincula del modo más fuerte las obligaciones y los beneficios de la sociedad.
"1С:ERP Управление предприятием 2.0" — концепция, основные архитектурные реше...Investec
"1С:ERP Управление предприятием 2.0" — концепция, основные архитектурные решения и ключевые новации
Моничев Алексей, руководитель разработки 1С:ERP, "1С"
Latinoamérica, Región de diversas riquezas y economías nefastas. (Autor: Mari...estefaniaromero14
“El sistema no ha previsto esta pequeña molestia: lo que sobra es gente. Y la gente se reproduce. Se hace el amor con entusiasmo y sin precauciones. Cada vez queda más gente a la vera del camino, sin trabajo en el campo, donde el latifundio reina con sus gigantescos eriales, y sin trabajo en la ciudad, donde reinan las máquinas: el sistema vomita hombres. Las misiones norteamericanas esterilizan masivamente mujeres y siembran píldoras, diafragmas, espirales, preservativos y almanaques marcados, pero cosechan niños; porfiadamente, los niños latinoamericanos continúan naciendo, reivindicando su derecho natural a obtener un sitio bajo el sol en estas tierras espléndidas que podrían brindar a todos lo que a casi todos niegan.”
EDUARDO GALEANO.
Ensayo de pensamiento crítico de los videos: ¿por qué somos pobres los colombianos?, Conferencia de Jaime Garzón y palabras de Jaime Garzón para no olvidar. Realizado por Julian David Peña
Contruyendo saberes en comunidad.No hey desarrolo si el aprendizaje no es social,eso hace que el medio no haga invisible y por ende irresponsable de nuestros deberes.
Por alguien que pensó en la soledad y nos deleita en nuestra soledad para ser juntamente comunidad.Un pensador que desde el cautiverio dejo abiertos los barrotes para ver con libertad.
En aras de hacer del conocimiento una luz que divisa la obscuridad en momentos donde los ejemplos no sobran si verdaderamente son ejemplares.
Una carta que no pasa de ser compromiso para quienes proclaman la verdad.
Los emprendimientos socio productivos generan bienes y servicios en los territorios, con el propósito de que los procesos de producción activen al mercado y facilite el desarrollo personal mediante la integración social de los agentes sociales excluidos.
control de emisiones de gases contaminantes.pptxjesusbellido2
en el siguiente documento s epodra apreciar los gases que emiten los vehiculos y sus consecuencias tambien se podra apreciar las normas euro cino y las normas euro seis
1. Breve resumen del país
Colombia: boceto para un retrato
Héctor Abad Faciolince
Colombia me parece un buen resumen del mundo. Una élite prevalentemente blanca en el
color de la piel, que constituye un poco menos del 10% de la población total, que vive en
los climas más fríos y ocupa las tierras más fértiles, es dueña del 80% de la riqueza general
(las minas, la agricultura, el ganado, los bancos, las industrias) y controla el poder político.
Otro 40% de la población, un poco más oscura en su aspecto exterior, trabaja duramente,
más que para llegar a ser élite, para no caer en la pobreza del otro 50% de la población,
que vive en las tierras más cálidas y menos fértiles o en las partes más duras de las
ciudades, que es negra, india, mulata o mestiza, y que nunca está del todo segura de poder
comer o de tener agua limpia al día siguiente.
El primer mundo desarrollado (espejo de Europa, Estados Unidos y algunas partes del
Lejano Oriente) está representado por esa élite de piel clara, que se aprovecha de las
materias primas y de la mano de obra barata del resto del país. Viven bien, comen bien,
estudian en los mejores centros, tienen excelentes hospitales y se mueren de viejos. La
clase media, los pequeños empleados, algunos obreros con buenos contratos, son el
espejo de los países emergentes como México o Brasil. El 50% de los pobres que apenas
sobreviven, se parecen a África, a las regiones y naciones más pobres de Oriente, y
también, por supuesto, a la misma América Latina menos desarrollada. Así es el mundo, y
Colombia se parece mucho al mundo, en tamaño pequeño.
Recorrer Colombia es una bonita experiencia sociológica: si uno empieza por el Norte, en
el desierto de La Guajira, podrá visitar la mezquita de Maicao, comer quibbes como los del
Líbano, ver mujeres de origen árabe con velo musulmán y hasta deleitarse al postre con las
waclavas de miel y frutos secos. Si atraviesa las fértiles llanuras de Córdoba, Bolívar y
Sucre, encontrará inmensos hatos de ganado Brahman, traído de la India hace más de un
siglo, con sus morros henchidos de grasa y carne, y con la parsimonia envidiable de las
vacas sagradas. Si se trepa por la cordillera de los Andes encontrará valles alpinos con
ganado Holstein o Jersey, como en Suiza, Inglaterra o Canadá, e incluso campesinos de
ojos azules que ordeñan las vacas y hacen queso en las montañas de Antioquia. Si se
hunde en las selvas del Chocó podrá sentirse en África de repente, con unos negros
grandes y dulces que llevan la música por dentro y la pobreza por fuera, aunque con gran
dignidad. Si se atreve a internarse en las selvas amazónicas, se sentirá en partes del Brasil,
con ríos inmensos y parsimoniosos, árboles innumerables, calor intenso y bichos raros. Si
va a los departamentos del Cauca y Nariño, en el sur, podrá figurarse que está en Bolivia o
en Perú, con indios que vienen de ramas remotas de la familia quechua, cuyo imperio se
extendió hasta allí, pero que hablan lenguas locales que Evo Morales no entendería.
Y en este viaje imaginario encontrará también, por supuesto, aquello que se considera más
típicamente colombiano: plátanos y yuca en tierra caliente, cafetales y pájaros en tierra
templada, campos petroleros y minas de oro y carbón explotadas en general por inmensas
transnacionales europeas o norteamericanas, plantaciones de mata de coca con mafiosos
que matan por defender las rutas de su cocaína, guerrilleros salvajes que secuestran y
extorsionan, paramilitares sanguinarios como nazis, un Ejército que no pocas veces comete
crímenes tan horrendos como los de los grupos ilegales, y un Estado que, según se acerque
o se aleje de las grandes capitales, es capaz de controlar o no el territorio de la nación.
¿Qué nos falta en esta rápida descripción geográfica del país? Dos largas costas, la del
mar Caribe y la del océano Pacífico, entre delfines y playas coralinas, hasta tibias bahías
escogidas por las ballenas que van y vienen de los polos para hacer ahí, en el centro de su
2. Breve resumen del país
Colombia: boceto para un retrato
Héctor Abad Faciolince
recorrido, esos ruidosos y salvajes apareamientos que los humanos llaman el amor. Algún
puerto industrial, como Barranquilla, donde judíos y árabes conviven y compiten por el
comercio; una ciudad de belleza legendaria, Cartagena de Indias, en donde el centro se
parece a Andalucía y la periferia a Bangladesh; y por último el puerto más feo de todo el
océano Pacífico, Buenaventura, en donde la ventura está siempre al borde de convertirse
en desventura.
Colombia es también, como el mundo, un país de ciudades en el que la mayoría de la gente
vive en humeantes conglomerados urbanos acromegálicos y no en el campo. Lo distinto
estriba en que, a diferencia de la mayoría de los países de Hispanoamérica, la capital del
país, Bogotá, no se roba la casi totalidad de la población urbana, sino que pululan las
ciudades con más de un millón de habitantes: Medellín, Cali, Barranquilla, Pereira,
Cartagena, Manizales. Salvo los puertos, la mayoría de estas ciudades (y por ende de la
población del país) está en las cordilleras, en altos valles o en altísimos altiplanos. El motivo
es muy simple: el clima duro del trópico, la humedad y los insectos de las tierras bajas se
soporta mucho mejor en la altitud de las montañas. Por eso tenemos un país muy extenso,
pero al mismo tiempo muy densamente poblado en la cordillera y casi desierto en las
llanuras y en las selvas.
El 98% de los colombianos hablamos en castellano. Las variedades de nuestro español
dependen de si estamos cerca del mar, de cara al mundo, o aislados en las montañas, pero
en general podría decirse que, quizá por estar nuestro país a mitad de camino entre el Río
Grande del norte y el Río de la Plata, nuestro castellano tiene una cadencia bastante
comprensible para casi todos los que viven en el ámbito de la lengua. A esta aparente
neutralidad de nuestra variedad lingüística se debe tal vez ese lugar común que dice que
hablamos el español más hermoso y correcto de América.
La política nos apasiona, como a los ciudadanos de cualquier parte del mundo, y también
tenemos la ilusión de que la vida depende del cambio ritual de los gobernantes. Desde hace
más de seis años nos gobierna un terrateniente antioqueño de baja estatura, ojos claros y
buenos modales (aunque los pierde con facilidad cuando se enoja, y se enoja mucho). Un
requisito tácito para pertenecer a su gabinete es haber padecido secuestros o asesinatos a
manos de la guerrilla. Muchos de sus ministros han tenido esa trágica experiencia, en la
propia piel o en la de familiares y amigos muy cercanos. Eso los hace odiar, con razón, a
las Farc, empezando por el primer mandatario, cuyo padre fue asesinado por esta banda
de narcotraficantes que se hace pasar por guerrilla revolucionaria. Bueno, es ambas cosas,
una guerrilla degradada a mafia que no deja por eso de ser a ratos una guerrilla con ideales
rebasados por la historia. Uribe fue elegido por la mayoría de los colombianos para derrotar
a ese grupo, las Farc, del cual el 95% de la población estaba harto. Lo ha logrado en parte,
pero a costa de perdonar demasiado a los paramilitares y a costa de gastarse la mejor
tajada del presupuesto en fortalecer al Ejército.
Casi nadie, ni yo mismo, se opone a que derrote a la guerrilla. El problema es que al hacerlo
se descuida lo más grave para nuestro desarrollo: la desigualdad y la miseria. Del 50% de
la población pobre, de su condición inhumana, sale cada año apenas un porcentaje ínfimo,
aunque constante. El agua sigue siendo impotable incluso en algunas de las regiones más
lluviosas del mundo. No tenemos ni una sola autopista en todo el país. La educación pública
3. Breve resumen del país
Colombia: boceto para un retrato
Héctor Abad Faciolince
es de muy mala calidad y no es universal. La gente desplazada del campo por la guerra se
hacina en las ciudades en condiciones de vivienda y de vida intolerables. El Presidente reza
rosarios en público y no está muy interesado en el control de los nacimientos. Pero aquello
para lo que fue elegido, aquello que prometió —derrotar a las Farc—, lo está cumpliendo,
y por eso la mayor parte de la población lo apoya todavía con un fervor religioso.
Escribimos libros, hacemos unas cuantas películas al año, ganamos una o dos medallas
de bronce en los Juegos Olímpicos, somos buenos escaladores en ciclismo y tenemos
una selección de fútbol que teme mucho hacer goles. Tenemos dos o tres cantantes
populares que el mundo adora, aunque a mí no me entusiasmen. Nuestros tres escritores
más grandes, en todos los sentidos de la palabra grande, viven en México (García
Márquez, Mutis y Fernando Vallejo), como si el aire impuro del D.F. fuera fecundo para su
prosa. Tenemos unos cuantos museos no muy buenos, pero de vez en cuando surgen
grandes talentos aislados en la ciencia o en el arte. Somos unos 44 millones los que
seguimos viviendo aquí, y otros 4 viven repartidos por el mundo, sobre todo en
Venezuela, Europa y Estados Unidos. El país es muy verde y su naturaleza no es nada
pobre. Medellín, la ciudad en la que vivo, no es la peor de América Latina ni tampoco la
más violenta, por mucho que en años anteriores haya sido la capital mundial de la mafia.
Pasamos de 6.500 asesinatos al año a 650, y por eso nuestra tasa de homicidios es
inferior a la de Caracas, a la de México e incluso a la de Washington.
No somos ni el infierno ni el paraíso. Somos un purgatorio que intenta arrancar almas de
la perdición y aspira a seguir, aunque muy despacio, a un paso desesperantemente lento,
el camino del progreso que otros llaman cielo.