1. EL CARISMA DE DISCERNIMIENTO MUSICAL
"El discernimiento es un don, un carisma dado por Dios para poder distinguir lo que es de él y lo que no
viene de él o él no quiere para un momento determinado" (cfr. 1 Jn. 4, 1-7).
Es un carisma bellísimo e importantísimo, que no está del todo desarrollado o simplemente no está en las
comunidades cristianas, y como consecuencia padecen muchos problemas por su ausencia.
Cuando en una comunidad determinada existe un estancamiento, es decir, una traba en su crecimiento, es
muchas veces porque las decisiones y los caminos tomados no han sido discernidos. Es peligroso
manejarse en forma independiente de este carisma ya que podemos conducir mal a la comunidad. Este
discernimiento lo podemos aplicar a las diferentes situaciones que se dan en el servicio de la música.
*Podríamos hablar del discernimiento aplicado a saber si una persona está llamada por Dios a integrar el
ministerio de música o no. Muchas veces el discernimiento que se hace es muy superficial y humano, sin
saber en realidad cual es la voluntad de Dios para esa persona. Debemos interesamos por descubrir junto
con la persona si realmente Dios le regaló el carisma de la música y si la está llamando a este servicio
dentro de la comunidad.
Por lo general cuando se ve que una persona tiene ciertas cualidades musicales y la inclinación natural a
servir desde la música, el Señor lo puede estar llamando a integrar el ministerio. En esta ocasión es
oportuno hacer un seguimiento de la persona, que generalmente le corresponde al líder del ministerio o
coordinador y ayudarla a desarrollar ese carisma que Jesús le regaló.
Para lograr un equilibrio en el discernimiento sobre los llamados de Dios al servicio en la música, es
necesario tener en cuenta varias cosas, por ejemplo: la tendencia natural a la música, el considerable
adelanto en el ejecutar un instrumento, la capacidad de discernir espiritualmente los temas musicales, la
decisión en el conducir una asamblea, el afán de progreso en los medios para hacer música y
fundamentalmente su amor por el señor Jesús a quien constantemente alaba con su canto.
*También podemos hablar del discernimiento aplicado en la elección de los cantos: en la oración
podemos ver que existen varios climas y momentos. La alabanza, la meditación, la acción de gracias, las
peticiones, la oración en lenguas, etc. El discernimiento entra en funcionamiento para determinar que
canción inspira el Señor para cada uno de los momentos que presente la oración. Nunca se preparan
cantos antes de la oración, ya que será en ese preciso momento en el que Dios inspirará el adecuado. Se
cuenta con un repertorio de cantos que están en el corazón y en la mente, y desde allí Dios usará aquellos
que desee según su plan. (cfr. Jn. 16, 12-14). No debemos olvidar que Él es quien se manifiesta de la
manera que quiere, y también es Él quien usa los cantos que necesita para manifestarse.
Por esto el ministerio debe estar en oración profunda y nunca desvinculado del espíritu de la oración,
disfrutando de la presencia del Señor pero siempre atentos a sus requerimientos. Es el Señor quien dirá
qué canto se debe cantar en cada momento. Puede ser a través de un sentimiento, o de una confirmación.
Esto tiene que ver mucho con la práctica del canto y la oración: entre más impregnado de esto te
encuentres, más útil serás para el Señor. Porque el Señor nunca te va a pedir una canción que no sepas, él
utilizará alguna de tu repertorio, y te dirá oportunamente cuál debes cantar. En esto consiste el usar el don
de discernimiento en el ministerio de música.
Durante la celebración de la Eucaristía, sucede que se dan las dos cosas: cantos preparados, como el
santo, el cordero, la entrada, la salida, etc.; pero a su vez también cantos inspirados por el Espíritu que de
ninguna manera están previstos. Pero nada debemos temer, el Espíritu nos asiste continuamente. (cfr. Jn.
14, 16-17)
*Nos resta tratar el discernimiento sobre la oración en lenguas: el don de lenguas (glosolalia) se da mucho
en las reuniones de oración en donde se alaba al Señor intensamente. Cuando hay momentos de intensa
alabanza dinámica y fuerte, llegamos a sentir entonces que las palabras son pocas para alabar la grandeza
y, el amor de Dios, es allí cuando el Espíritu nos inspira a orar en lenguas o gemidos inteligibles como
nos dice san Pablo.
"...De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Porque no sabemos orar como es
debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por nosotros, con gemidos que no pueden expresarse con
palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe qué es lo que el Espíritu quiere decir, porque el
Espíritu ruega, conforme a la voluntad de Dios, por los que le pertenecen" (Rom. 8, 26-27). '
Estos gemidos son alabanza, una alabanza libre, en el espíritu. Es una oraci6n afectiva, ya no se tiene que
estar pensando con qué palabra alabamos a Dios, sino que lo hacemos desde lo profundo del corazón. Es
el mismo Espíritu que ora en nosotros, no desde la mente y la raz6n, sino desde lo profundo de nuestro
2. interior.
Así como cantamos al Señor en entendimiento, lo podemos hacer también en lenguas, y es allí donde
entra el discernimiento del ministerio de música. Dios puede regalar una canci6n en el canto en lenguas y
el ministerio debe interpretarla y cantarla en entendimiento, como así también el ministerio puede
sostener con un tono, y luego con varios acordes la oraci6n en lenguas que inviten a la asamblea a
conservar el canto en lenguas. El ministerio debe permanecer muy atento en los momentos de oración en
lenguas, ya que el Señor en cualquier momento puede requerir una canción para obrar sanaciones o
liberaciones en su pueblo.
En conclusión el ministerio de música debe estar alerta de todo lo que pase en la oración, para poder
llevar a todos a un encuentro con el Dios vivo, y para que a su vez el Señor pueda manifestarse con
facilidad. La oración junto con la música y el canto, deben estar perfectamente unidas, nunca una sobre la
otra. Porque si el ministerio es extremadamente "espirituoso" se meten tanto en la oración que descuidan
el servicio al Señor y a la asamblea y por el contrario si se descuida la oración y se atiende sólo el servicio
musical, tampoco son eficaces para la obra del Señor porque se convierten en simples ambientadores y
pierden el objetivo principal del ministerio. Con equilibrio se puede llegar a ser verdaderos "ministros"
del señor Jesús desde la música.
“Señor, te pedimos el carisma del discernimiento para descubrir tu voluntad para cada uno de nosotros y
para tu Iglesia. Danos un corazón dócil a tus inspiraciones y la gracia para realizar todo lo que nos
pides. Amén.”