1. RUAH – EVANGELIZANDO A TIEMPO Y DESTIEMPO
DON DE LENGUAS
"Y así los puso Dios en la Iglesia...diversidad de lenguas." I Corintios 12, 28.
Se le llama "don de lenguas" a diferentes dones que se deben distinguir para evitar confusión:
1- El don milagroso de hablar un idioma que no se ha aprendido por la vía natural. Este
don se manifestó en Pentecostés.
quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el
Espíritu les concedía expresarse. -Hechos 2:4
Se trata de un don milagroso. San Agustín enseña que en el comienzo de la Iglesia este don era
necesario para que el Evangelio se comunicara rápidamente a todas las naciones, así todos
podían recibirlo y además se daba testimonio del origen divino de su doctrina. Pero cuando la
Iglesia ya hablaba los diferentes lenguajes (por medios naturales) el don se hizo menos
necesario. En su tratado 32 sobre el Evangelio de San Juan, San Agustín, Padre del la Iglesia,
siglo IV, escribe:
Hoy día, cuando el Espíritu Santo ha sido recibido, nadie habla en las lenguas de todas las
naciones pues la Iglesia ya habla las lenguas de todas las naciones y si uno no está en ella, este
no recibe el Espíritu Santo.
Santo Tomás, en su Summa Thelogia, confirma que este don milagroso de lenguas no es tan
común como lo era antes. El don, sin embargo, no ha desaparecido. Entre los santos que lo
ejercieron están: San Pacomio (siglo IV), San Norberto (siglo XII), San Antonio de Padua
(siglo XIII), San Vicente Ferrer (Siglo XIV), San Bernardino de Siena (siglo XV) y San
Francisco Javier, el gran misionero en el Oriente (siglo XVI). En cada caso el don abrió la
puerta para comunicar el mensaje del Señor. En nuestro tiempo también hay numerosos
testimonios de este don. Por ejemplo, sacerdotes que, en un momento de necesidad, han
confesado o predicado en un idioma que desconocían.
2- Profecía en lenguas. Es el don de pronunciar profecías en un lenguaje ininteligible o
desconocido por los que están presente. Estas palabras pueden ser interpretadas por alguien
con el don de interpretación (sea porque conoce el lenguaje naturalmente o por un don
especial). Entonces el mensaje edifica a la iglesia. Si no se interpreta, este don de lenguas se
dirige solo a Dios y no a la comunidad.
Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; ... a otro, poder de milagros; a otro,
profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de
interpretarlas. ( I Corintios 12, 8; 10)
Según San Pablo estos dones (lengua y su interpretación) son parte del don de profecía pero
advierte que debe estar sometido al orden de la iglesia. No deben, por ejemplo, varias personas
hablar en este tipo de lenguas al mismo tiempo.
3-Orar en lenguas o canto de júbilo. Este don es muy diferente a los de arriba. Por medio de
el se expresa, con sonidos ininteligibles, la devoción que no se puede poner en palabras. Se ha
comparado con el canto gregoriano, cuando este extiende las sílabas en una hermosa armonía
de alabanza.
A diferencia del don antes mencionado, este tipo de lenguas pueden ejercerlo varias personas o
muchas, de igual manera que se expresa el canto en la comunidad. Mientras unos alaban en
lenguas, otros pueden alabar con palabras del vernáculo o cantar. Es un don muy sencillo por el
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cual el Espíritu Santo nos asiste en la oración, particularmente en la alabanza. Este don se
manifiesta con frecuencia en los grupos de oración carismáticos.
Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos
cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con
gemidos inefables, y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y
que su intercesión a favor de los santos es según Dios. (Rm 8, 26-27)
Este don de lenguas es a la vez una forma de oración bajo la influencia del Espíritu Santo y
bajo el dominio de la voluntad del sujeto. Dios no viola su libertad, por lo que la persona utiliza
sus facultades normales. Es por eso que la persona debe rezar en lenguas utilizando su
discernimiento en cuanto al momento y la forma apropiada para ejercerlo. Puede, por ejemplo
elegir rezar en lenguas en alta voz o en silencio según sea o no una distracción para otros. No se
trata por lo tanto de un milagro propiamente hablando sino de un don que se acopla a las
capacidades normales de la naturaleza. En la oración en lenguas no se utiliza el intelecto para
formular el lenguaje. El intelecto se absorbe en adoración.
San Agustín, Padre de la Iglesia del siglo IV, incluye el don de lenguas en el canto de
"júbilo":
Mas he aquí que él Mismo (Dios) te sugiere la manera que has de cantarle: no te preocupes por
las palabras, como si éstas fuesen capaces de expresar lo que deleita a Dios. Canta con júbilo.
Éste es el canto que agrada a Dios, el que se hace con júbilo. ¿Qué quiere decir cantar con
júbilo? Darse cuenta de que no podemos expresar con palabras lo que siente el corazón. En
efecto, los que cantan, ya sea en la siega, ya en la vendimia o en algún otro trabajo intensivo,
empiezan a cantar con palabras que manifiestan su alegría, pero luego es tan grande la alegría
que los invade que, al no poder expresarla con palabras, prescinden de ellas y acaban en un
simple sonido de júbilo.
El júbilo es un sonido que indica la incapacidad de expresar lo que siente el corazón. Y este
modo de cantar es el más adecuado cuando se trata del Dios inefable. Porque, si es inefable, no
puede ser traducido en palabras. Y, si no puedes traducirlo en palabras y, por otra parte, no te es
lícito callar, lo único que pueden es cantar con júbilo. De este modo, el corazón se alegra sin
palabras y la inmensidad del gozo no se ve limitada por unos vocablos. Cantadle con maestría
y con júbilo. (S.Agustín Salmo 32, sermón 1, 7-8: CCL 38, 253-354) Mas sobre este
texto>>>
Como todo don, las lenguas pueden utilizarse bien o mal.
No se debe exagerar ni minimizar la importancia de ningún don. Cada uno tiene su lugar en al
plan de Dios y debe utilizarse solo a su servicio. Ningún don es prueba de santidad.
Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como
bronce que suena o címbalo que retiñe. I Corintios 13, 1.
Debemos aceptar con gratitud todos los dones de Dios y usarlos bien. San Pablo dice:
Doy gracias a Dios porque hablo en lenguas más que todos vosotros - I Corintios 14,18
Habiendo clarificado gratitud por el don de lenguas que el mismo posee, San Pablo escribe en
el próximo versículo:
pero en la asamblea, prefiero decir cinco palabras con mi mente, para instruir a los demás, que
10.000 en lengua. -I Corintios 14,19
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3. RUAH – EVANGELIZANDO A TIEMPO Y DESTIEMPO
En las reuniones de cristianos todo don tiene su lugar en el orden que debe existir. (Cf 1 Cor 14,
39-40)
El don de lenguas también es una gran ayuda en la oración privada.
Los sacerdotes y líderes de grupos tienen una responsabilidad de enseñar el uso correcto
de los dones. Deben ayudar a vencer las dudas y otros obstáculos como también advertir sobre
los excesos. De igual manera, no es justo condenar un don de Dios porque algunos lo hayan
mal usado o mal interpretado.
Las lenguas no son una "señal" para los creyentes
San Pablo:
Así pues, las lenguas sirven de señal no para los creyentes, sino para los infieles; en cambio la
profecía, no para los infieles, sino para los creyentes. I Corintios 14, 22
San Pablo no está sugiriendo que no se use el don entre creyentes. Solamente dice que no se
tenga entre ellos como señal. Y es que algunos enseñan falsamente que el don de lenguas es
señal de elección o de santidad o asumen que si no hay oración en lenguas no está actuando el
Espíritu Santo. Estos errores se deben condenar. San Pablo exhorta a la madurez, a valerse con
gratitud de todos los dones pero no fascinarse con los dones mas visibles, sino reconocer el
lugar de cada uno. El de lenguas es inferior a los demás dones y virtudes.
El don de lenguas, siendo para el bien de la Iglesia, nos ayuda a abrirnos a otros dones. Pero
esto solo ocurre si el corazón está bien ordenado según la sana doctrina.
Testimonio: El don de lenguas ha sido una gran ayuda para abrir mi corazón en oración. Una
vez explicado correctamente en el contexto de una comunidad que acepta el don, las lenguas
son recibidas por muchos y la comunidad incrementa su alabanza. En nuestra experiencia, el
don de lenguas, una vez recibido, permanece como don. Pero muchas veces se abandona como
si fuese un don solo para principiantes. Si se desprecia el don, si se puede perder. Tenemos
una tendencia a estar en control y convertir los grupos de oración en grupos de discusión o
compartir, cosas buenas en sí pero que no deben sustituir la alabanza.
GRATITUD
Es la virtud por la cual una persona reconoce, interior y exteriormente, los regalos recibidos y
trata de corresponder en algo por lo que recibió. Esencialmente, la gratitud consiste de una
disposición interior, un corazón agradecido, pero cuando es genuino trata, de alguna forma, de
expresarse en palabras y en obras. Consecuentemente, incluye tres elementos: reconocimiento
de que un regalo ha sido recibido; apreciación expresado en agradecimiento; y en cuanto sea
posible, regresar de alguna manera lo que se le ha dado de forma gratuita sin ninguna
obligación de parte del dador.
Entre los ejemplos del Evangelio resalta la historia de los diez leprosos (Lucas 17). Solo uno
regresó a darle gracias a Jesús por su curación milagrosa. Jesús lo puso por ejemplo y se
entristeció por los otros nueve. Sin duda la gratitud es necesaria para entrar en una auténtica
relación con Dios o con la persona que nos halla agraciado. La gratitud debe tomar la
expresiones adecuada, no según la expectación de uno u otro sino en la forma que mas
convenga para fortalecer la relación que Dios desea establecer entre las personas. Cuando se
refiere a gratitud para con Dios, no debe ser menos que adoración y consagración de la vida
entera a su amor y su servicio.
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EL TEMOR DE DIOS ES NECESARIO
Es muy popular decir: "Dios es amor y no se le debe temer". Esta declaración, aunque tiene
algo de verdad, debe ser clarificada para evitar serios errores doctrinales. Ciertamente Dios es
amor infinito y nos creó para que amemos. Jesús enseña sobre los Mandamientos de Dios:
«El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, amarás al Señor, tu
Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El
segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que
éstos.» (Mc 12:29-31)
Pero para llegar al amor perfecto es necesario comprender el don del "temor de Dios". No se
trata de tenerle miedo a Dios sino de temer ofenderle. El temor de que hablamos no es el que
paraliza y lleva al desespero sino que es un temor que nos mueve a renunciar al pecado y
recurrir a Dios. Tememos al realizar nuestra propia debilidad y que con facilidad podemos caer
en pecado mortal y condenarnos. San Agustín decía "ama y haz lo que quieras" pero por su
propia experiencia también escribió ampliamente sobre la necesidad del temor como motivo
para el arrepentimiento (5) El temor, enseña San Agustín, lleva al dolor del corazón por el
pecado. "Compunctus corde non solet dici nisi stimulus peccatorum in dolore penitendi"(6).
Los buenos padres no solo hablan de amor sino que también ayudan a sus hijos a comprender
los peligros. Y, como saben que la comprensión de los pequeños es muy limitada, inculcan un
sano temor al castigo. Se trata del sano temor, la justa medicina. No el temor excesivo que quita
la confianza y traumatiza. Recordemos que Dios es el Padre perfecto, modelo de todo padre. El
sano temor es parte de su pedagogía divina para que nos mantengamos en guardia contra el
grave peligro que acecha a todo hombre en la batalla espiritual contra el mundo, la carne y el
demonio
Si somos humildes y realistas sobre nuestra tendencia al pecado, comprendemos que nuestro
amor no siempre es perfecto. Somos niños ante Dios. Por eso, tener conciencia de las
consecuencias del pecado y tenerle un sano temor nos ayuda a ser sobrios y no racionalizar el
pecado, ni pretender que no ofende a Dios.
El Antiguo Testamento
Una de las expresiones mas comunes del Antiguo Testamento es la "exhortación al temor del
Señor"(Ecl. 1:13; 2:19). Sin el temor de Dios no hay justificación.(ibis 1:28; 2:1; 2:19). En este
temor hay "confianza y fortaleza" y es "la fuente de vida" (Prov, 14:26, 27)
El Nuevo Testamento
Muchos piensan que el temor de Dios es exclusivo del Antiguo Testamento y que al llegar la
ley del amor ya no se debe hablar del temor de Dios. Sin embargo Jesús, en muchísimos
pasajes, nos enseña a temer las consecuencias del pecado y la negligencia. Es un aspecto
necesario de su infinito amor porque no quiere que nadie se pierda. Se trata de advertencias
sobre la justicia divina (de la que no nos gusta hoy día hablar). Las citas son muy numerosas, he
aquí solo unos ejemplos:
La gran tribulación de Jerusalén (Mt. 24:15); La parábola del mayordomo (Mt 24:45ss); El
Juicio Final (Mt 25:31ss); La parábola de las diez vírgenes (Mt 25:1ss); La Higuera estéril (Lc
13:6ss); Los invitados que se excusan (Mt 22:2).
Jesús hace numerosas advertencias:
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"¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días!" Mateo 24:19
"Pero ¡ay de vosotros, los ricos!" Lucas 6:24
"¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus padres a
los falsos profetas."
"Dijo a sus discípulos: «Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien
vienen!" Lucas 6:26
Sin duda Jesús quiso sacudir a los hombres con el santo temor para sacarlos de su
complacencia. No solo a los que le escuchaban hace 2000 años sino a todos los que escuchan la
Pala bra.
La historia del Hijo Pródigo, que tanto resalta la misericordia del Padre, nos hace ver al mismo
tiempo que la motivación original para el regreso del hijo no fue el amor al Padre, sino una
toma de conciencia de la miseria en que había resultado su pecado. Esa motivación, pobre aun,
es el comienzo de la reconciliación que lo lleva al Padre,.
Dos temores contrarios.
Una razón por la confusión sobre el temor es que muchos confunden el miedo o temor al
mundo (que no debemos tener) con el sano temor a ofender a Dios (que si debemos tener).
Jesús dice: "Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más
bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna." Mt 10:28.
El temor del mundo llevó al siervo perezoso a esconder sus talentos (Mt 25:25). El temor de
Dios mueve los discípulos a crecer en fe: "Ellos, llenos de temor, se decían entre sí
maravillados: «Pues ¿quién es éste, que impera a los vientos y al agua, y le obedecen?" (Lucas
8:25)
Algunos textos sobre el temor que no debemos tener:
"No recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor" Romanos 8:15
"Es preciso someterse, no sólo por temor al castigo, sino también en conciencia". Romanos 13:5
Algunos textos sobre el santo temor que debemos tener:
"Por tanto, conociendo el temor del Señor, tratamos de persuadir a los hombres, pues ante Dios
estamos al descubierto, como espero que ante vuestras conciencias también estemos al
descubierto." II Corintios 5:11
"Purifiquémonos de toda mancha de la carne y del espíritu, consumando la santificación en el temor
de Dios." II Corintios 7:1
"Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo." Efesios 5:21
"Trabajad con temor y temblor por vuestra salvación" Filipenses 2:12
Esta claro que para Pablo el amor y el temor de Dios no son contrarios, mas bien se
complementan. El temor de Dios nos dispone a poner nuestro corazón en lo bueno. Queremos
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llegar a hacer todo por amor pero, en el camino, nos ayuda recordar el peligro. Quien se cree ya
perfecto en el amor y pretende no necesitar del temor cae con facilidad en el engaño o en la
soberbia.
Los Padres de la Iglesia
Los Padres enseñan que el temor a los castigos de Dios como una virtud que ayuda a la
salvación.
San Clemente de Alejandría escribió sobre la utilidad del temor para ayudarnos en el
arrepentimiento y a la rectitud de vida.
San Basilio enseña que, para los que comienzan la vida de piedad las "exhortaciones basadas
en el temor son de la mayor utilidad" (cuarto interrogatorio a la Regla) El cita las Sagradas
Escrituras: "El temor de Yahveh es el principio de la ciencia; los necios desprecian la sabiduría
y la instrucción" Proverbios 1:7
San Ambrosio escribió sobre el temor de Dios que engendra caridad, (Hunc timorem sequitur
charitas, P.L., xv, 1424), y su discípulo San Agustín, en su sermón 161 (P.L., XXXVIII, 882
ss), habla de no pecar por temor al juicio de Dios y pregunta: "¿Me atrevo a decir que ese temor
es un error? El mismo responde que no se atreve a decirlo porque el Señor Jesucristo urge a los
hombres a no hacer el mal y sugiere el motivo del temor: (Mat 10:28).
San Juan Crisóstomo y muchos otros padres también escribieron sobre la importancia del
temor de Dios.
La doctrina Católica sobre la Contrición por los pecados.
Para que los pecados sean perdonados, el penitente debe tener dolor de los pecados (contrición).
La contrición perfecta procede de la caridad: Se duele por haber ofendido a Dios por ser quien
es y porque se le debe amar sobre todas las cosas. Pero la Iglesia reconoce también la validez
de la contrición imperfecta (atrición) que nace principalmente de la consideración de la fealdad
del pecado, y del temor a las penas del infierno. Esta contrición imperfecta puede que no haya
llegado todavía a ser motivada por amor a Dios, sin embargo, la Iglesia enseña que "es un
movimiento bueno y útil que dispone a la gracia" (1). El Catecismo de la Iglesia Católica (1453)
enseña que la atrición "es también un don de Dios, un impulso del Espíritu Santo.
¿Cómo puede la atrición ser buena si se basa en el temor? El mismo Catecismo explica: "Tal
conmoción de la conciencia (la atrición) puede ser el comienzo de una evolución interior que
culmina, bajo la acción de la gracia, en la absolución sacramental". (1453). Dios quiere, por
medio del sano temor, llevar las almas a la gracia de vivir en el amor. El sano temor al pecado
"conmociona", sacude la conciencia que fácil se acomoda. Es entonces que el alma comienza a
moverse hacia el amor.
Es muy común que el demonio confunda a las mentes llevándoles a perder conciencia del
peligro del pecado. Cuantas veces hemos visto personas caer en robo, adulterio y otros graves
pecados y al mismo tiempo justificarse como si nada de lo que hacen ofendiese a Dios. Hasta
llegan a justificar que lo hacen por amor (porque así les dice el mundo, el demonio y la carne).
Vemos aquí la necesidad del temor de Dios como base, para no falsificar el amor. El don de
temor de Dios no contradice sino mas bien ayuda a llegar y sostener el verdadero amor.
Los Reformadores Protestantes consideraron que la atrición era una hipocresía que hace al
hombre mas pecador. (2) Baius y Jansenio eran de esta opinión. Este último enseñaba que el
temor sin caridad es malo porque procede, no del amor de Dios, sino del amor propio. (3)
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SABER HABLAR Y SABER CALLAR
El pastor debe saber guardar silencio con discreción y hablar cuando es útil De la Regla
pastoral de San Gregorio Magno, Papa
Libro 2, 4: PL 77, 30-3 1
El pastor debe saber guardar silencio con discreción y hablar cuando es útil, de tal modo que
nunca diga lo que se debe callar ni deje de decir aquello que hay que manifestar. Porque, así
como el hablar indiscreto lleva al error, así el silencio imprudente deja en su error a quienes
pudieran haber sido adoctrinados. Porque, con frecuencia, acontece que hay algunos prelados
poco prudentes, que no se atreven a hablar con libertad por miedo de perder la estima de sus
súbditos; con ello, como lo dice la Verdad, no cuidan a su grey con el interés de un verdadero
pastor, sino a la manera de un mercenario, pues callar y disimular los defectos es lo mismo que
huir cuando se acerca el lobo.
Por eso, el Señor reprende a estos prelados, llamándoles, por boca del profeta: Perros mudos,
incapaces de ladrar. drar. Y también dice de ellos en otro lugar: No acudieron a la brecha ni
levantaron cerco en torno a la casa de Israel, para que resistiera en la batalla, el día del
Señor. Acudir a la brecha significa aquí oponerse a los grandes de este mundo, hablando con
entera libertad para defender a la grey; y resistir en la batalla el día del Señor es lo mismo que
luchar por amor a la justicia contra los malos que acechan.
¿Y qué otra cosa significa no atreverse el pastor a predicar la verdad, sino huir, volviendo la
espalda, cuando se presenta el enemigo? Porque si el pastor sale en defensa de la grey es como
si en realidad levantara cerco en torno a la casa de Israel. Por eso, en otro lugar, se dice al
pueblo delincuente: Tus profetas te ofrecían visiones falsas y engañosas, y no te denunciaban
tus culpas para cambiar tu suerte. Pues hay que tener presente que en la Escritura se da algunas
veces el nombre de profeta a aquellos que, al recordar al pueblo cuán caducas son las cosas
presentes, le anuncian ya las realidades futuras. Aquellos, en cambio, a quienes la palabra de
Dios acusa de predicar cosas falsas y engañosas son los que, temiendo denunciar los pecados,
halagan a los culpables con falsas seguridades y, en lugar de manifestarles sus culpas,
enmudecen ante ellos.
Porque la reprensión es la llave con que se abren semejantes postemas: ella hace que se
descubran muchas culpas que desconocen a veces incluso los mismos que las cometieron. Por
eso, san Pablo dice que el obispo debe ser capaz de predicar una enseñanza sana y de rebatir a
los adversarios. Y, de manera semejante, afirma Malaquías: Labios sacerdotales han de
guardar el saber, y en su boca se busca la doctrina, porque es mensajero del Señor de los
ejércitos. Y también dice el Señor por boca de Isaías: Grita a plena voz, sin cesar, alza la voz
como una trompeta.
Quien quiera, pues, que se llega al sacerdocio recibe el oficio de pregonero, para ir dando voces
antes de la venida del riguroso juez que ya se acerca. Pero, si el sacerdote no predica, ¿por
ventura no será semejante a un pregonero mudo? Por esta razón, el Espíritu Santo quiso
asentarse, ya desde el principio, en forma de lenguas sobre los pastores; así daba a entender que
de inmediato hacía predicadores de sí mismo a aquellos sobre los cuales había descendido.
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