El Concilio Vaticano II fue un concilio ecuménico de la Iglesia católica convocado por el papa Juan XXIII, quien lo anunció el 25 de enero de 1959. Fue uno de los eventos históricos que marcaron el siglo XX.
El Concilio constó de cuatro sesiones: la primera de ellas fue presidida por el mismo Papa en el otoño de 1962. Él no pudo concluir este Concilio ya que falleció un año después, (el 3 de junio de 1963). Las otras tres etapas fueron convocadas y presididas por su sucesor, el papa Pablo VI, hasta su clausura en 1965. La lengua oficial del Concilio fue el latín.
Comparativamente, fue el Concilio que contó con mayor y más diversa representación de lenguas y razas, con una media de asistencia de unos dos mil padres conciliares procedentes de todas las partes del mundo. Asistieron además miembros de otras confesiones religiosas cristianas.
Los documentos son:
Constituciones
Dei Verbum (Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación)
Lumen Gentium (Constitución Dogmática sobre la Iglesia)
Sacrosanctum Concilium (Constitución sobre la Sagrada Liturgia)
Gaudium et Spes (Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual)
Decretos conciliares
Ad Gentes (Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia)
Presbyterorum Ordinis (Decreto sobre el ministerio y vida de los presbíteros)
Apostolicam Actuositatem (Decreto sobre el apostolado de los laicos)
Optatam Totius (Decreto sobre la formación sacerdotal)
Perfectae Caritatis (Decreto sobre la adecuada renovación de la vida religiosa)
Christus Dominus (Decreto sobre el ministerio pastoral de los Obispos)
Unitatis Redintegratio (Decreto sobre el ecumenismo)
Orientalium Ecclesiarum (Decreto sobre las Iglesias orientales católicas)
Inter Mirifica (Decreto sobre los Medios de comunicación social)
Declaraciones conciliares
Gravissimum Educationis (Declaración sobre la Educación Cristiana)
Nostra Aetate (Declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las Religiones no cristianas)
Dignitatis Humanae (Declaración sobre la libertad religiosa)
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A. ¿Qué es la soledad?
• En el Antiguo Testamento la palabra hebrea que más se utiliza para “solitario” es shamem, que significa “desolado”.
• En el Nuevo Testamento la palabra griega eremos significa “lugares desiertos”.
• La soledad es el estado emocional de tristeza causado por sentirse solo, aislado o alejado de los demás.
• Una persona puede sentir la falta de cercanía con otros aún cuando estén en su presencia.
• David exclamó al Señor en tiempo de soledad:
“Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido”.
(Salmos 25:16)
B. ¿Qué significa estar solo?
• En el Antiguo Testamento, la palabra hebrea que se traduce solo es badad, que significa “estar con uno mismo”.
• En el Nuevo Testamento, la palabra griega monos denota “sin compañía, solo, solitario”.
• Estar solo es la condición de estar sin compañía, separado de otros.
• Con frecuencia, Jesús buscó estar a solas. Se apartaba de los demás para poder tener comunión con el Padre.
“Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo”.
(Mateo 14:23)
C. ¿Cuál es la diferencia entre estar a solas y sentir soledad?
• La soledad se refiere al estado emocional (por sentirse rechazado y desolado).
• Estar a solas se refiere al estado físico (el estado de estar separado de los demás).
• La soledad generalmente es una experiencia negativa (que va acompañada de un sentimiento de desesperanza).
• Estar a solas puede ser una experiencia positiva (convirtiéndola en un momento de creatividad y comunión con el Señor).
D. Ejemplos bíblicos de soledad
DAVID EXPERIMENTÓ SOLEDAD POR EL RECHAZO.
“Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien me quiera conocer;
No tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida”.
(Salmos 142:4)
JOB EXPERIMENTÓ SOLEDAD POR SUS AMIGOS DESLEALES.
“El atribulado es consolado por su compañero; aun aquel que abandona el temor del Omnipotente. Pero mis hermanos me traicionaron como un torrente; pasan como corrientes impetuosas”.
(Job 6:14–15)
ELÍAS EXPERIMENTÓ SOLEDAD PORQUE TEMIÓ LA IRA DE DIOS.
“Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres”.
(1 Reyes 19:3–4)
E. Ejemplos bíblicos de estar solo
PABLO ESTUVO SOLO CUANDO SUS AMIGOS LO ABANDONARON.
“En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león”.
(2 Timoteo 4:16–17)
JOB ESTUVO SOLO CUANDO
Fuente: Emeric Amyot d'Inville, C.M. "Anunciar la Buena Nueva de la Salvación siguiendo las huellas de San Vicente", Vincentiana: Vol. 41: No. 4, Artículo 7.
3. Ya hemos dicho que el hombre
es capaz de conocer la existencia
de un Dios personal. Pero para
que pueda entrar en su
intimidad, Dios ha querido
revelarse al hombre y darle la
gracia de poder acoger en la fe
esa revelación.
4. Dios no ha abandonado al hombre
en sus limitaciones e impotencias.
Dios mismo ha salido al paso del
hombre y se ha revelado. Con gestos
y con palabras, a través sobre todo
del pueblo escogido, y más
especialmente por medio de su Hijo,
hecho hombre, Dios mismo se nos
ha dado a conocer.
5. Es lo que llamamos Revelación. Con
ella hemos llegado al conocimiento
de verdades y misterios sobre la vida
íntima de Dios que superan
totalmente nuestro entendimiento.
6. ¿Cómo se da a conocer?
Dios se comunica gradualmente al
hombre, es la “pedagogía divina”; lo
prepara por etapas para acoger la
Revelación sobrenatural que hace de
sí mismo y que culminará en la
Persona y la misión del Verbo
encarnado, Jesucristo.
7. ¿Cuáles son las etapas de la
revelación?
Desde la creación, Dios se dio a
conocer y se manifestó personalmente
a nuestros primeros padres,
invitándolos a una comunión con Él.
Esta revelación no se interrumpió con
el pecado de Adán y Eva.
8. La alianza con Noé después del
diluvio expresa el principio de la
economía divina con las
naciones, es decir, con los
hombres agrupados “según sus
países, cada uno según su
lengua, y según sus clanes” (Gen
10, 5).
9. Esta alianza permanecerá en
vigor hasta la proclamación
universal del Evangelio, en que
Cristo “reúna en uno a todos los
hijos de Dios dispersos” (Jn 11,
52), es decir, durará tanto como
dure el mundo.
10. Dios eligió a Abraham y selló una
alianza con él y su descendencia.
De él formó a su pueblo, al que
reveló su ley por medio de
Moisés. Lo preparó por los
profetas para acoger la salvación
destinada a toda la humanidad.
11. Dios se ha revelado plenamente
enviando a su propio Hijo, en
quien ha establecido su alianza
para siempre. El Hijo es la
Palabra definitiva del Padre, de
manera que ya no habrá otra
revelación después de Él.
12. “Porque en darnos como nos dio a
su Hijo, que es una Palabra suya, que
no tiene otra, todo nos lo habló
junto y de una vez en esta sola
Palabra…; porque lo que hablaba
antes en partes a los profetas ya lo
ha hablado todo en Él, dándonos al
Todo, que es su Hijo” (San Juan de la
Cruz, Subida 2, 22).
13. ¿Cómo se trasmite la revelación divina?
Lo que Cristo confió a los apóstoles, se
hizo de dos maneras:
1. Oralmente, los apóstoles con su
predicación, ejemplos e instituciones
transmitieron lo que aprendieron de las
obras y Palabras de Cristo y lo que el
Espíritu Santo les enseñó.
14. Por escrito, bajo la inspiración del
Espíritu Santo, a todas las
generaciones hasta el retorno
glorioso de Cristo. Leer 1Tm.2,4;
Jn.14,6.
La transmisión viva de la predicación
apostólica es llamada la Tradición y
se llevó a cabo en el Espíritu Santo.
15. La Tradición y la Sagrada Escritura constituyen un
único depósito sagrado de la
palabra de Dios, en el cual, como en un espejo, la
Iglesia peregrinante contempla a Dios, fuente de
todas sus riquezas. Leer Jn.21,25; Mt.28,20;
2Ts.2,14-15; Hch.20,35. La Iglesia no saca
exclusivamente de la Escritura la certeza de todo
lo revelado.
La Iglesia, con su enseñanza, su vida, su culto,
conserva y transmite a todas las edades lo que es
y lo que cree.
16. En virtud de su sentido sobrenatural de la fe,
todo el Pueblo de Dios no cesa de acoger el don
de la Revelación divina, de penetrarla más
profundamente y de vivirla de modo más pleno.
Leer 1Jn.2,20.27; Jn.16,13; 8,31-32; Jn.14,26.
El oficio de interpretar auténticamente la Palabra
de Dios (oral o escrita) ha sido confiado
únicamente al Magisterio de la Iglesia, al Papa y a
los obispos en comunión con él. Leer Mt.28,19-
20.
17. “En todo nos habemos de guiar por la ley de
Cristo-hombre y de su Iglesia y ministros,
humana y visiblemente, y por esa vía
remediar nuestras ignorancias y flaquezas
espirituales; que para todo hallaremos
abundante medicina por esta vía..... Y no se
ha de creer cosa por vía sobrenatural sino
sólo lo que es enseñanza de Cristo-hombre y
de sus ministros, hombres” (San Juan de la
Cruz, 2S 22).
18. “No quiere Dios que ninguno a solas
se crea para sí las cosas que tiene
por de Dios, ni se conforme ni afirme
en ellas sin la Iglesia o sus ministros,
porque con éste solo no estará El
aclarándole y confirmándole la
verdad en el corazón, y así quedará
en ella flaco y frío” (San Juan de la
Cruz, 2S 22,11).
19. ¿Cómo ha trasmitido la iglesia la Sagrada
Escritura?
La Iglesia siempre ha venerado la Sagrada
Escritura, como lo ha hecho con el Cuerpo de
Cristo: aquélla y éste alimentan y rigen toda
la vida cristiana. “Para mis pies antorcha es
tu palabra, luz para mi sendero”
(Sal.119,105). Leer Is.50,4; 2Tm.3,15-16.
“Desconocer la Escritura es desconocer a
Cristo” (San Jerónimo).
20. Toda la Escritura divina es un libro y este
libro es Cristo, porque toda la Escritura
divina habla de Cristo, y toda la Escritura
divina se cumple en Cristo. Leer Lc.24,25-
27; Hb.1,1-3.
La Sagrada Escritura contiene la Palabra
de Dios y, en cuanto inspirada, es
realmente Palabra de Dios. Leer 1Ts.2,13.
21. Dios es el Autor de la Sagrada Escritura porque
inspira a sus autores humanos: Actúa en ellos y
por ellos. Da así la seguridad de que sus escritos
enseñan sin error la verdad salvífica. Leer
Lc.24,45.
La interpretación de las Escrituras debe estar
sobre todo atenta a lo que Dios quiere revelar por
medio de los autores sagrados para nuestra
salvación. Lo que viene del Espíritu sólo es
plenamente percibido por la acción del Espíritu.
Leer 1Cor.12,3; 2,14; Rm.12,6.
22. La Iglesia recibe y venera como inspirados los
46 libros del Antiguo Testamento y los 27 del
Nuevo. Después de aceptar todos estos libros
durante 15 siglos, los hermanos separados
rechazaron como canónicos los siguientes:
Sabiduría, Eclesiástico, Baruc, Tobías, Judit y
los dos de los Macabeos.
Los cuatro Evangelios ocupan un lugar
central, pues su centro es Cristo Jesús.
23. “Es sobre todo el Evangelio lo
que me ocupa durante mis
oraciones; en él encuentro todo
lo que es necesario a mi pobre
alma. En él descubro siempre
nuevas luces, sentidos
escondidos y misteriosos” (Santa
Teresita del Niño Jesús).
24. La unidad de los dos testamentos se
deriva de la unidad del plan de Dios
y de su Revelación. El Antiguo
Testamento prepara el Nuevo
mientras que éste da cumplimiento
al Antiguo; los dos se esclarecen
mutuamente; los dos son verdadera
Palabra de Dios. Leer 1Cor.10,1-11;
Hb.10,1; 1Pe.3,20-21; Mc.12,29-31.
25. III.- La respuesta del hombre a
Dios
El resumen de la fe del cristianos
es: CREO. Creer es más
importante que vivir porque nos
da la vida eterna.
26. ¿Qué es la fe?
Es la adhesión personal del hombre entero a Dios
que se revela. Por eso sólo Dios merece el
homenaje de nuestra fe. No debemos creer en
ningún otro que no sea Dios, Padre, Hijo y
Espíritu Santo. Creer es entregarse a la verdad por
la confianza que nos inspira la Persona que nos
habla. Y…sólo Dios es la Verdad.
Es un don sobrenatural de Dios, que hemos de
pedir con humildad