1. UNIDAD IV
IMÁGENES BIBLICAS DE LA IGLESIA
Tema1
La Iglesia, nuevo pueblo de Dios
Tema 2
La Iglesia, Cuerpo de Cristo
2. Imágenes Bíblicas de la Iglesia.
•La Escritura, para expresar el misterio de la
Iglesia, no usa formulaciones abstractas sino
imágenes y comparaciones, tomadas de la vida
pastoril, de la agricultura, de la construcción,
de la convivencia familiar.
• Y la Escritura con todas esas imágenes es la
fuente en la que Dios Nuestro Señor nos
manifiesta el misterio de la Iglesia.
•De todas ellas vamos a elegir dos, el nuevo
pueblo de Dios, y el Cuerpo de Cristo, por ser
las más desarrolladas en el Concilio Vaticano II
y por ser especialmente significativas para los
hombres modernos.
3. Estado de la cuestión
Sorprende que, siendo tan frecuente en la Biblia el uso del término pueblo,
hayan transcurrido largos siglos en que la reflexión teológica casi no lo ha
tenido en consideración.[1]La historia demuestra que el concepto de pueblo
de Dios ha vuelto a la luz tras largos siglos de ausencia en la reflexión
eclesiológica. Los Santos Padres utilizaban el término con mucha frecuencia
hasta el siglo IV, pero a partir de ese siglo va cediendo terreno a otras
imágenes. En la edad media prácticamente desaparece, pues la teología se
vuelve demasiado especulativa y ahistórica, y se preocupa preferentemente
por temas más bien jurídicos (el poder de la Iglesia frente al poder real). La
ausencia del término en la teología católica se acentúa a partir del siglo XVI,
por reacción contra los reformadores que propugnan una Iglesia concebida
como pueblo espiritual y rechazan, en cierto sentido, su carácter de
sociedad visible y jerárquica.
[1] 4 Cf. RATZINGER, J., Volk und Haus Gottes in Augustinus Lebre von der Kirche, München 1954.
4. •El romanticismo del siglo XIX, vuelve su atención a la vida íntima de la Iglesia
y descubre en las fuentes del pensamiento de la Iglesia la imagen de cuerpo
místico. Tal es el caso de la escuela de Tubinga y de los teólogos romanos.
Pero la imagen de pueblo de Dios aún no es considerada.
•Para que salga a la luz el tema de la Iglesia pueblo de Dios, hay que esperar
hasta 1940 en que M.D. Koster publica una obra polémica, en que defiende el
término de pueblo y denigra como pre-científico el de cuerpo místico. Su
evidente exageración tiene que ser silenciada por la Mystict Corports, sin
embargo debemos concederle el mérito de haber llamado la atención sobre la
imagen del pueblo de Dios.
• Más tarde un prestigioso exegeta, L. Cerfaux, en forma moderada afirma que
la idea de pueblo es fundamental en san Pablo para definir la Iglesia. Desde
ese momento la imagen bíblica entra pacíficamente en la reflexión teológica.
•El mismo Concilio Vaticano II la acoge y le devuelve su valor. Ya desde el
principio, entre la primera y segunda sesión, introduce en el esquema sobre la
Iglesia un capítulo titulado De populo Dei in genere.
•Más tarde los padres conciliares colocan este capítulo entre el primero que
trata sobre el misterio de la Iglesia y el tercero que habla de la jerarquía. Con
esa colocación realizan un auténtico giro eclesiológico, pues primero afirman
como verdad básica que todos formamos el único pueblo de Dios, y
posteriormente pasan a considerar las diversas funciones y ministerios que en
él se llevan a cabo.
5. La Sagrada Escritura
Antiguo Testamento
a) En la terminología hebrea el vocablo am se contrapone al de goi
(en los LXX: laós y éthnos). El primero designa sólo a Israel,
pueblo elegido por Dios, y el segundo a los demás pueblos de la
tierra, es decir, los paganos.
b) El pueblo de Israel es presentado con algunas características que
lo diferencian y separan de los demás. Origen: no nace como los
demás pueblos por la voluntad humana asociativa, sino por una
elección divina ( Dt 7,7-8: no por ser más numerosos que los
demás pueblos se aficionó Dios a vosotros y os eligió.. ).
Pertenencia exclusiva: por la alianza Yahvé se compromete a ser
el Dios de Israel y a morar en medio de él, e Israel se compromete
a pertenecer exclusivamente a Yahvé y a ser fiel a la ley (Os 2,24;
Lev 26,11-12). Santidad: como consecuencia de la elección divina
y de la pertenencia exclusiva a Yahvé, Israel es un pueblo santo,
cuya conducta moral debe reflejar su santidad.
Proyección universal: de acuerdo con la promesa hecha a Abraham y
superado poco a poco el nacionalismo, los profetas van
manifestando que Israel es elegido para que por su medio Yahvé
sea conocido en todas partes ( Is 43,10; Is 53,3-5.)
6. Nuevo Testamento
Las primitivas comunidades cristianas tienen honda
conciencia de ser el nuevo pueblo de Israel, elegido por
Dios y rescatado por la sangre de Cristo. El tema
aparece en casi todas las tradiciones.
• En san Pablo: Gál 6,15-16: “Porque nada cuenta
ni la circuncisión, ni la incircuncisión, sino la
creación nueva. Y para todos los que se someten a
esta regla, paz y misericordia, lo mismo que para el
Israel de Dios...”
• En el tono vigoroso propio de esta carta,
concluye la polémica contra los judaizantes afirmando
que los gentiles no necesitan la circuncisión para
salvarse. Les basta la cruz de Cristo (v.14). Este
binomio, al mismo tiempo que indica continuidad entre
los dos pueblos, deja bien clara la diferencia y la
superioridad del nuevo pueblo.
• Pablo, hablando de cómo Dios ante la infidelidad
de Israel ha convocado un nuevo pueblo
compuesto de judíos y gentiles.
• Los gentiles por su fe en Cristo ya no pertenecen a
los de afuera, ya no son goyim o extranjeros, sino
ciudadanos del pueblo de los santos.
7. La Tradición
1.- En los Padres
Los Padres post-apostólicos conocen perfectamente la idea de
pueblo de Dios, pero no profundizan teológicamente en ella. En
cambio, los padres posteriores ahondan en tal figura de la Iglesia, y
buscan su sentido a la luz de cuanto el Antiguo Testamento dice del
pueblo de Israel. Pero no pasa mucho tiempo sin que vayan
restringiendo el concepto amplio y esplendoroso de pueblo de Dios.
Este término que primero les servía para designar a toda la Iglesia,
posteriormente lo usaron para significar a los fieles que no son
pastores. La evolución es clara en los siguientes padres.
Tertuliano, argumentando contra los gnósticos, defiende la
continuidad entre el antiguo y el nuevo pueblo de Dios, pero
establece entre ellos una gran diferencia: el nuevo se basa en la
eucaristía, el antiguo en la raza. San Cipriano, recoge y profundiza en
la visión eucarística del nuevo pueblo de Dios, y distingue dos
posibles significados; uno más general para referirse al pueblo
espiritual formado por todos los creyentes reunidos en la eucaristía, y
otro más restringido que aplica únicamente al conjunto de los fieles
que participan en la eucaristía y que no son clérigos. San Agustín
conoce y usa ambos sentidos del término, pero emplea más
frecuentemente el restringido. Y se puede decir que, a partir de él,
este sentido estrecho y pobre va imponiéndose, aunque el sentido
general nunca desaparece de la liturgia.
8. En el Concilio Vaticano II
El Concilio no sólo recoge el tema en el capítulo
segundo de la Lumen gentium, titulado De populo Dei,
sino que lo desarrolla y lo convierte en pivote de toda la
constitución.El Concilio recalcó que lo fundamental es
que todos formamos el único pueblo de Dios, y que
dentro de ese pueblo se ejercen las diversas funciones
específicas: jerarquía, laicado, vida religiosa. El
contenido del capítulo segundo puede resumirse en
estas ideas:
a) Naturaleza. La Iglesia de Cristo, prefigurada y preparada
por Dios en el antiguo pueblo de Israel, es el nuevo y
definitivo pueblo de Dios. Sus características
fundamentales son las siguientes:1. Convoca a judíos y
gentiles. 2. De ella se forma parte no por la carne sino
por el agua y el espíritu. 3. Tiene por cabeza a Cristo
muerto y resucitado. 4. Es común a todos sus miembros
la dignidad y libertad de los hijos de Dios. 5. Su leyes el
mandato de la caridad. 6. Tiene como fin extender a
todos los hombres el Reino de Dios y hacerlo crecer
hasta la consumación final. 7. La Iglesia es un pueblo
que peregrina en la historia hacia la plenitud
escatológica
9. b) Función sacerdotal. Cristo hizo de la Iglesia
un pueblo sacerdotal. En ella todos los
miembros participan del sacerdocio común por
el bautismo, pero Cristo eligió y consagró a
algunos de sus miembros para ejercer el
sacerdocio ordenado o jerárquico. Ambos son
formas del único sacerdocio de Cristo, pero
difieren entre si no sólo en grado sino en esencia
(LG 10). El carácter sagrado y orgánicamente
estructurado del pueblo sacerdotal se actualiza
por los sacramentos y las virtudes (LG 11).
c) función profética. El nuevo pueblo de Dios,
que es la Iglesia, participa también en la función
profética de Cristo, testimoniando su fe y
caridad. En el cumplimiento de esta función, la
Iglesia es guiada por el Espíritu de la Verdad,
que suscita y mantiene en ella el sentido
sobrenatural de la fe. asiste al Magisterio
auténtico de los pastores, y distribuye los dones
carismáticos en la Iglesia. (LG 12).
10. d) Catolicidad. Todos los hombres están llamados a formar parte del nuevo pueblo
de Dios. Por lo cual, este pueblo, sin dejar de ser uno y único, debe extenderse a
todo el mundo y en todos los tiempos. Por esta catolicidad, la Iglesia reúne en la
unidad a personas de pueblos diversos, a los diversos ministerios y estados de
vida, a las diversas iglesias particulares (LG 13).
e) Necesidad. Dado que Cristo, el único mediador y salvador, se hace presente
en su cuerpo que es la Iglesia, en ella está la salvación. Por tanto, la Iglesia
peregrinante es necesaria para salvarse. Nadie que la conozca como
necesaria y la rechace puede salvarse.
f) Diversos grados de relación. Primero: a este pueblo están plenamente
incorporados todos los católicos que, poseyendo el Espíritu de Cristo, están
unidos visiblemente por la profesión de una, única fe, la aceptación de todos
los sacramentos de la gracia, y la comunión de la jerarquía eclesiástica
(Romano Pontífice y demás obispos en comunión con el. No se salva, sin
embargo, quien incorporado a la Iglesia, está en ella en cuerpo y no en
coraz6n por causa del pecado.
f) Carácter misionero. La Iglesia por mandato de Cristo tiene la misión de
predicar la fe recibida de los apóstoles, de forma que todos los hombres se
integren en el pueblo de Dios (LG 17).
11. La reflexión teológica
1.- Valor teológico de la imagen
a) Realidad común y fundamental. La realidad primera y fundamental en la Iglesia
es que todos somos miembros de ella por el mismo título: el bautismo. En esto
todos son iguales, desde el Romano Pontífice hasta el último de los bautizados.
Esta realidad común es anterior a cualquier otra diferenciación dentro de la
Iglesia, es el fundamento sobre el que se apoyan todos los ministerios y
funciones, jerárquicos y no jerárquicos; y todas las funciones o ministerios están
ordenados a ella.
b) Relación con el antiguo pueblo de Israel. Al hablar de la Iglesia como nuevo
pueblo de Dios, quedan recalcados dos elementos: la continuidad entre los dos
pueblos y simultáneamente la superioridad del segundo. Continuidad porque en la
Iglesia se cumplen las antiguas profecías de Israel que anunciaban un nuevo
pueblo y una nueva alianza, con amplitud universal. Diferencia y superioridad,
pues al nuevo pueblo de Dios ya no se pertenece por nacimiento sino por la fe y el
bautismo. Y eso hace que la Iglesia sea universal, que no se identifique con
ninguna nación o raza, y que sus miembros puedan pertenecer a todas las
naciones de la tierra. Además en la Iglesia llegan a plenitud las realidades del
antiguo pueblo de Dios: la alianza se realiza en la sangre de Cristo, el culto a Dios
es in spiritu et veritate-, el sacerdocio de Cristo con un único sacrificio cancela
12. c) Carácter comunitario y personal de la salvación. El aspecto comunitario de la
salvación es que Dios no quiso salvar a los hombres singularmente, sino que los
convocó primeramente a formar parte de su antiguo pueblo, y ahora de su Iglesia. El
aspecto personal consiste en que la aceptación de la convocación divina a formar
parte de su Iglesia sobrepasa el nivel meramente genético que era propio del pueblo
judío, y se convierte en un acto profundamente personal: la fe.
d) Carácter escatológico de la Iglesia.La gloria escatológica no será más que la
plenitud de la vida recibida de Cristo y que el Espíritu no deja de impulsar en ella.
Este hecho explica, en primer lugar, que la Iglesia, aunque viva inmersa en la
historia de los hombres, la transciende, y que, por lo mismo, no pueda ser reducida
a ninguna institución humana, a ninguna ideología o clase social. Explica también
que la Iglesia nunca es fin de si misma, ya que su único fin es Cristo definitiva y
plenamente poseído en el cielo.
13. 2.- Límites de esta imagen bíblica
Esta noción de la Iglesia como pueblo de Dios, aunque teológicamente valiosa y necesaria para
comprender algo de su misterio, es insuficiente por dejar en penumbra algunos elementos. Necesita ser
completada con otras imágenes bíblicas que ponen de manifiesto otros aspectos del misterio.
a) La relación íntima entre Cristo y su Iglesia. Entre él y la Iglesia hay una unidad vital. Los bautizados
participan realmente de la misma vida divina, gracias a la acción del Espíritu Santo. La Iglesia es la
plenitud de Cristo, y Cristo es la plenitud de la Iglesia.
b) La estructuración visible de la Iglesia. Pero gracias a la diversidad de dones que el Espíritu reparte
entre ellos, cada uno ejerce una función diversa para el bien de todos. Especialmente se echa de menos
en esta imagen bíblica una mayor referencia al ministerio jerárquico, por el cual unos miembros, sin dejar
de serio, son constituidos en pastores de sus hermanos y los gobiernan en nombre y con la autoridad de
Cristo.
c) Presencia de la salvación en la Iglesia. Los bienes de la salvación no son totalmente futuros. La
Iglesia ya los posee realmente, aunque en germen, y con la fuerza del Espíritu Santo van creciendo
hasta la plenitud escatológica.
14. 3.-Precisiones finales:
a) Cuando se hable de pueblo de Dios, no debemos nunca
olvidar su contenido profundamente religioso. El término
pueblo de Dios significa pueblo creado por la elección de Dios
y por la alianza que él establece con los hombres, y supera la
simple acepción sociológica. Es muy frecuente dar al término
pueblo de Dios un contenido casi exclusivamente socio-
político. Cuando se politiza el término, no sólo se desvirtúa el
contenido religioso de las realidades cristianas (salvación,
alianza, misión, etc.), sino que también se deja a la Iglesia a la
merced de cualquier teoría o concepción político-social.
b) Igualmente hay que evitar cuidadosamente todo
reduccionismo. El pueblo de Dios está formado por todos los
fieles, laicos y pastores inseparablemente. Hay que abandonar
el esquema que contraponía pueblo de Dios (laicos) y
jerarquía. Esa contraposición, hábilmente manejada, lleva a
identificar la Iglesia con el pueblo pobre y oprimido, y a ver en
la jerarquía una sobre-estructura, frecuentemente hostil al
pueblo. De este reduccionismo se ha servido mucho la así
llamada iglesia popular