23. Muchas veces te he ignorado por miedo, por no
saber cómo tratarte, por no equivocarme.
Creía que vivías triste, sin esperanzas, y lleno de
sueños inalcanzables.
Pero tú me enseñaste que:
Ríes, lloras, bailas, tienes sueños, juegas,
... posees capacidad de superación...
Me has enseñado a ver que eres como yo.