1. EL DUELO EN LAS DIFERENTES
CULTURAS Y EN DIFERENTES ETAPAS
DE LA VIDA.
MATERIA:
ENFERMERIA EN CUIDADOS PALIATIVOS
CATEDRÁTICO:
L.E. JUAN DANIEL CRUZ JMÉNEZ
ALUMNO:
WENDY MICHELLE GÓNZALEZ JIMÉNEZ
SEMESTRE Y GRUPO:
CUARTO SEMESTRE EN4TM3
TENOSIQUE, TABASCO, 26 DE MAYO DEL 2023
2. I
Uno no puede ir por la vida sin
dolor. Lo que podemos hacer es
elegir el dolor que la vida nos
presenta.
Bernie S. Siegel.
4. 1
Introducción
¿Quién no ha sentido duelo en algún momento de la vida?
Cuando una persona pierde a alguien cercano, es natural pasar por un duelo.
Este proceso lleva tiempo e involucra diferentes emociones y comportamientos.
El proceso de duelo comienza desde el momento que se tiene conciencia de
pérdida. Es decir, desde que se confirma un diagnóstico con pronóstico de
evolución desfavorable.
En cada cultura, la muerte está asociada con diferentes rituales y costumbres
para ayudar a las personas en el proceso del duelo. Los rituales les ofrecen a las
personas formas de procesar y expresar su duelo. También brindan maneras de
que la comunidad ayude al doliente.
No existe una forma correcta de atravesar el duelo. Los rituales de luto
normales para una cultura pueden parecer extraños para otra. Puede resultar
difícil saber cómo ser delicado con una persona en duelo de otro origen cultural.
No todas las pérdidas entrañan una crisis y, si las condiciones son favorables,
el duelo puede realizarse normalmente sin que la familia necesite ayuda
especializada.
Estudiar los procesos de duelo supone referirnos a la pérdida y a todas las
consecuencias a nivel de salud física y mental que esta conlleva.
Según Laplanche “…únicamente alcanzamos a tener el sentimiento de nuestra
propia mortalidad a través de la identificación ambivalente con la persona amada,
en el duelo”. Es a través de las pérdidas, de la enfermedad grave, del fin de la
existencia de los otros y del proceso de duelo como, únicamente, nos acercamos
a la idea de muerte.
5. 2
El duelo
La palabra “duelo” proviene del término latino “dolos” que significa dolor. El
duelo no es un trastorno mental, es un proceso doloroso e inesperado en
respuesta a la muerte de un ser querido o de una pérdida significativa. No todos
los duelos tienen una evolución normal y una resolución satisfactoria, por tanto,
para el personal de la salud es muy importante estar capacitado para saber
cuándo un duelo se está desviando hacia lo patológico
En l actualidad, las personas no sólo piensan de forma diferente, sino que
viven al día en una sociedad que niega la enfermedad y quiere la felicidad aquí y
ahora, en forma de consumo, diversión y ausencia de sufrimiento, incluso existe
un apartado farmacéutico adecuado a la satisfacción (vigorizantes sexuales,
botus, antidepresivos, etc). La muerte de un ser querido, se siente como pérdida
de un pedazo de vida propia, se vivencia como un fragmento de la propia muerte.
Estas vivencias son más acentuadas cuanto mayor son los lazos con el fallecido
o la pérdida, aunque no debemos olvidar que las respuestas emocionales ante
una pérdida afectiva tienen componentes culturales y religiosos.
El duelo es la reacción normal ante la pérdida ya sea la pérdida de una persona
querida, un animal, un objeto, etapa o evento significativo. Cuando se habla de
pérdidas y en especial de las pérdidas relacionadas a una persona, es una
experiencia que necesita ser compartida, acompañada y respetada. Como
doliente, es normal que se necesite saber que el dolor, tiene un impacto en los
demás; así que, por lo general, las personas que han tenido una pérdida suelen
valorar mucho la presencia y la compañía de las personas que aprecian.
Cuando se habla de pérdidas y en especial de las pérdidas relacionadas a una
persona, es una experiencia que necesita ser compartida, acompañada y
respetada. Como doliente, es normal que se necesite saber que el dolor, tiene un
impacto en los demás; así que, por lo general, las personas que han tenido una
pérdida suelen valorar mucho la presencia y la compañía de las personas que
aprecian.
El duelo es algo NORMAL. El duelo cumple una función adaptativa, no
requiriendo en la mayoría de los casos, intervenciones especiales ni
6. 3
psicofármacos, siempre que el doliente disponga de los recursos adecuados para
hacer frente a la situación
El duelo en las diferentes culturas
La muerte –para la ciencia y la cultura occidental y judeocristiana– fue
considerada como muerte física del cuerpo, ya que el alma y el espíritu humano
formaban parte del terreno de la religión y de la filosofía.
Las personas suelen adaptar las creencias y valores de su cultura para
satisfacer sus necesidades y circunstancias únicas. Como resultado, las
respuestas al duelo dentro de una cultura varían en cada persona. Esto sucede
especialmente en las sociedades conformadas por personas de diferentes
orígenes culturales. Una familia con miembros de 2 o más orígenes culturales
pueden desarrollar sus propios rituales y costumbres.
En algunas culturas la tristeza es más y mejor aceptada que la rabia; en otras
la tristeza y la expresión del dolor son mejor aceptadas en las mujeres mientras
que la rabia y la agresión son más aceptadas en los varones.
En algunas culturas, los especialistas en rituales y en sistemas culturales de
creencias efectivamente suprimen o limitan la rabia del duelo. En otras culturas,
la regulación de la rabia en el duelo se logra a través del aislamiento de la persona
que está en duelo durante un sustancial período de tiempo o haciendo manifiesta
la aparición del mismo como forma de prevenir a los demás. Las culturas difieren
grandemente en cuanto al permiso de sentir y expresar agresión en el duelo. Así,
asumiendo que las formas agresivas en el duelo son transitorias o sin importancia
porque no son tan comunes en la propia cultura de uno, lo deja a uno sin
preparación para poder comprender el dolor de personas de otros grupos
culturales o étnicos
Existen algunos casos en las culturas, donde la experiencia del duelo de una
persona puede diferir a las normas culturales. Por ejemplo, alguien tímido y
reservado puede no sentirse cómodo al llorar en público, como se espera. Otros
pueden tener un nivel de desesperanza que parezca que no se ajusta a las
creencias culturales sobre la vida después de la muerte. Más allá de las normas
7. 4
culturales, las personas deben hacer el duelo de maneras que sientan adecuadas
para ellos mismos.
Podríamos hablar de infinidad de diferentes rituales, de hecho, si revisáramos
todos estos eventos culturales, nos daríamos cuenta de que hay, probablemente,
tantas celebraciones de este día como visiones diferentes sobre el concepto de
muerte.
Todos entendemos que cuando alguien muere, se produce una pérdida y con
ella, una respuesta emocional en nosotros, el duelo. Durante el período de duelo
se producen diferentes procesos tales como reubicación de la persona que ha
fallecido, adaptación a las situaciones de nuestra vida en la que ya no está,
expresión de nuestro dolor… No obstante, cómo entendemos y elaboramos esta
pérdida, es decir, cómo vivimos el duelo, va muy asociado a nuestra localización
geográfica.
Por ejemplo, en la cultura occidental, donde se fomenta el apego por lo
material, cuando un ser querido fallece, se celebra un funeral en el que se le
honra. Este apego por lo material nos empuja a intentar conservar o retener,
sobre todos los medios nuestros bienes físicos, nos impide “soltar” o “dejar ir”
aquellas cosas por las que hemos desarrollado afecto, sean situaciones, objetos
o personas. Esto podemos observarlo en la situación del funeral, en la que
generalmente, todo lo que rodea a este rito tiene un tinte triste y melancólico.
Todos reconocemos el significado de una persona (últimamente, sobre todo
personas mayores) vestida completamente de negro. El luto, ese tiempo en el
que se adoptan costumbres como vestir de negro o no acudir a ciertos eventos
festivos, es otra forma de demostrar la tristeza que se siente por la pérdida del
ser querido, incluso pasado un tiempo.
Sin embargo, vayámonos a México, por ejemplo. En este país cuando se
celebra el Día de los Muertos, las calles se llenan de color y de figuras de
esqueletos adornados con flores para honrar a los que ya no están. A diferencia
de cómo lo vivimos nosotros, comida, bebida y música son ingredientes que no
pueden faltar para recordar al ser querido en esta gran fiesta. Incluso los niños
8. 5
están familiarizados con el tema de la muerte, algo que en nuestra cultura, a día
de hoy sigue siendo un tabú.
¿Cómo puede afectar esta diferencia, a la hora de entender la muerte, en un
proceso de duelo?
Como sabemos y la mayoría de nosotros habrá experimentado, cómo se
supera la muerte de un ser querido depende de diferentes aspectos. El duelo
varía en función de cómo ocurrió y qué rol tenía esa persona en nuestras vidas,
pero también aspectos relacionados con nuestros recursos personales.
Algunos de estos recursos personales a los que tenemos acceso pueden ser
nuestra resiliencia o capacidad de hacer frente a las situaciones adversas, el
cuidado de nuestra salud mental, nuestra capacidad para expresar y canalizar
nuestras emociones y, lo queramos o no, nuestra cultura.
Como profesionales de la Salud, si incluyéramos dentro de nuestra profesión
las creencias religiosas y espirituales de los pacientes que están por morir,
podríamos ayudarlos en su preparación para la muerte, y así colaborar con el
acompañamiento de sus familiares. Esta mirada podría ser beneficiosa tanto para
el cuidado del cuerpo, de la psiquis y del “alma” (o “espíritu”) del moribundo, como
para el de aquellos familiares que transitan duelos por la pérdida de seres
queridos.
Hay que recordar que todos nacemos dentro de una cultura determinada,
cuyas creencias vamos incorporando a medida que crecemos en la familia, en la
escuela y en las distintas instituciones de la sociedad a la cual pertenecemos. No
nacemos con conciencia de la propia muerte ni con la representación de lo que
ésta significa en el proceso de la vida de uno mismo y de los demás.
Pero a medida que vamos creciendo aprendemos lo que la muerte significa, y
nuestro conocimiento se ve condicionado por las creencias culturales que
nuestros padres, la sociedad y el grupo sociocultural al cual pertenecemos nos
trasmiten. Ya en la infancia jugamos a aparecer y desaparecer y este juego nos
va dando una idea de lo que es «no estar».
La dificultad de aceptar la muerte de un ser querido pasa por no poder
comprender ni tolerar que ese ser amado ya no estará más junto a nosotros en
9. 6
el mundo de los mortales, y ese «no estar más» tendrá la calidad de ser un hecho
irreversible y para siempre.
Morir en calma y en paz es muy importante para todas las religiones en
general.
La disminución del dolor y de las emociones negativas son creencias que
forman parte de un “buen morir” y son tan importantes como la calma mental del
enfermo que cree que esto influirá directamente en su reencarnación y
renacimiento posterior. Emociones negativas tales como el miedo, la rabia, la
impotencia, el enfado, la furia suelen aparecer en el enfermo terminal al
enfrentarse con la proximidad de su muerte.
La posibilidad de transitar dichas emociones y elaborarlas permitirá aceptar la
propia muerte en forma pacífica.
La reconciliación con familiares y/ o la realización de tareas pendientes –
siempre cuando haya cierto tiempo– se incluyen como tareas previas que facilitan
el “buen morir” del enfermo o del anciano. El acompañamiento del ser querido
que llevan a cabo los familiares y amigos de éste en los últimos momentos de su
vida es lo que les permitirá anticipar el duelo e integrar gradualmente la
proximidad de la pérdida.
La preparación para el momento de la desaparición física de la persona amada
permitirá realizar un duelo sano, pero habrá que considerar que también
dependerá del tipo de vínculo preexistente entre el familiar y el que está próximo
a morir, que podrá complicar o no el tránsito y el desarrollo del duelo.
11. 8
Bibliografía
María José Figueroa, R. C. (2019). Manual sobre el duelo. FUNDASIL.
Torres, A. G. (junio de 2002). Psicofundación. Obtenido de
https://www.psicofundacion.es/uploads/pdf/Intervencion%20en%20duelo.pdf
Yoffe, L. (s.f.). Palermo.edu. Obtenido de
https://dspace.palermo.edu/ojs/index.php/psicodebate/article/view/507