El hijo de un ganadero adoptó un gato callejero al que llamó El gato sin botas. El ganadero y la reina planeaban casar a sus hijos, aunque estos se odiaban. El hijo del ganadero y El gato sin botas descubrieron la trama y, siguiendo el consejo del gato, llevaron a los hijos de la reina a la cueva de un ogro para vengarse, aunque resultó que el ogro era bueno y los convenció de que los hijos debían casarse.