El árbol anciano en la plaza estaba triste porque lo habían cercado para protegerlo. Un día, un niño llamado Guillermo trepó la cerca y subió al árbol, contándole sus deseos. El árbol, queriendo alegrar a los niños, usó su magia para que los deseos de Guillermo se hicieran realidad. Al día siguiente, Guillermo tuvo éxito en los juegos y ganó la amistad de una compañera. A partir de entonces, el árbol usó su magia para cumplir los