Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.
Una bella princesa
1. Una bella princesa
Una bella princesa estaba buscando consorte. Nobles y ricos pretendientes llegaban de todas partes
con maravillosos regalos: joyas, tierras, ejércitos, tronos…
Entre los candidatos se encontraba un joven plebeyo que no tenía más riqueza que el amor y la
perseverancia. Cuando le llegó el momento de hablar, dijo:
- "Princesa, te he amado toda la vida. Como soy un hombre pobre y no tengo tesoros para darte, te
ofrezco mi sacrificio como prueba de amor. Estaré cien días sentado bajo tu ventana, sin más
alimentos que la lluvia y sin más ropas que las que llevo puestas. Esta será mi dote"
La princesa, conmovida por semejante gesto de amor, decidió aceptar:
- "Tendrás tu oportunidad: si pasas esa prueba me desposarás"
Así pasaron las horas y los días. El pretendiente permaneció afuera del palacio, soportando el sol,
los vientos, la nieve y las noches heladas. Sin pestañear, con la vista fija en el balcón de su amada, el
valiente súbdito siguió firme en su empeño sin desfallecer un momento.
De vez en cuando la cortina de la ventana real dejaba traslucir la esbelta figura de la princesa, que
con un noble gesto y una sonrisa aprobaba la faena. Todo iba a las mil maravillas, se hicieron
apuestas y algunos optimistas comenzaron a planear los festejos.
Al llegar el día 99, los pobladores de la zona salieron a animar al próximo monarca. Todo era alegría
y jolgorio, pero cuando faltaba una hora para cumplirse el plazo, ante la mirada atónita de los
asistentes y la perplejidad de la princesa, el joven se levantó y, sin dar explicación alguna, se alejó
lentamente del lugar dónde había permanecido cien días.
Unas semanas después, mientras deambulaba por un solitario camino, un niño de la comarca lo
alcanzó y le preguntó a quemarropa:
- "¿Qué te ocurrió? Estabas a un paso de lograr la meta, ¿Por qué perdiste esa oportunidad? ¿Por
qué te retiraste?"
Con profunda consternación y lágrimas mal disimuladas. El plebeyo contestó en voz baja:
- "La princesa no me ahorró ni un día de sufrimiento, ni siquiera una hora. No merecía mi amor"
2. 1 hora d tú tiempo
Un hombre vino a casa tarde del trabajo, cansado e irritado, y encontró a su hijo de 5 años
esperando en la puerta.
- "¿Papá, puedo hacerte una pregunta?"
- "Sí... ¿cuál es?" contestó el hombre.
- "¿Papá, cuánto ganas en una hora?"
- "Eso no es asunto tuyo. ¿Por qué preguntas eso?", dijo el hombre enojado.
- "Sólo quiero saberlo. Por favor, dime, ¿cuánto ganas en una hora?", repitió el pequeño.
- "Si quieres saberlo, en una hora gano 20 euros."
- "¡Oh!", contestó el pequeño, cabizbajo. Volviendo a mirarlo, dijo:
– "Papá, puedo pedirte prestados 10 euros?"
El padre se puso furioso:
- "Si la única razón por la que me has preguntado eso es para poder pedirme prestado dinero para
comprar un juguete tonto o alguna otra cosa sin sentido, entonces vete directamente a tu cuarto y
acuéstate. Piensa sobre por qué estás siendo tan egoísta. Yo trabajo muy duro muchas horas todos
los días, y no tengo tiempo para estas tonterías infantiles."
El chico fue calladamente a su cuarto y cerró la puerta. El hombre se sentó y empezó a ponerse aún
más enfadado pensando en la pregunta del muchacho.
- "¿Cómo se atreve a preguntar cosas así sólo para conseguir algún dinero?"
Después de aproximadamente una hora o así, el hombre se había tranquilizado, y empezó a pensar
que quizás había sido un poco duro con su hijo. Quizás había algo que realmente necesitara comprar
con los 10 euros, y realmente no pedía dinero muy a menudo. El hombre fue a la puerta del cuarto
del muchacho y abrió la puerta.
- "¿Estás dormido, hijo?", preguntó.
- "No papá, estoy despierto", contestó al muchacho.
- "He estado pensando, quizá haya sido demasiado duro contigo antes", dijo el hombre. "Ha sido un
día largo y he pagado mi agresividad contigo. Aquí están los 10 euros que me pediste."
El pequeño se sentó y sonrió.
- "¡Oh, gracias papá!", gritó.
Entonces, buscando bajo su almohada, sacó algunos billetes arrugados. El hombre, viendo que el
muchacho ya tenía dinero, empezó a ponerse enfadado de nuevo.
El pequeño contó despacio su dinero, entonces miró a su padre.
- "¿Por qué pides más dinero si ya tienes?", refunfuñó el padre.
3. - "Porque no tenía bastante, pero ahora sí", contestó.
- "Papá, ahora ya tengo 20 euros... ¿puedo comprar una hora de tu tiempo? Por favor ven a casa
temprano mañana. Me gustaría cenar contigo."