La piedra blanca fue arrastrada por las olas a una playa donde había muchas piedras negras. Las piedras negras se enfadaron con la piedra blanca y le dijeron que se fuera porque era diferente. El volcán, que era el padre de las piedras, les regañó diciendo que no debían juzgar a los demás por su color. Las piedras negras se fueron a reflexionar y luego se disculparon con la piedra blanca.