1. Ensayo
del
libro
"El
Llano
en
Llamas"
de
Juan
Rulfo
Por
María
Urquiza
Salinas
"El
ave
no
es
del
nido
en
el
que
nace,
sino
del
cielo
en
el
que
vuela"
1
El
primer
cuento,
"Acuérdate",
me
encantó,
estaba
yo
sentada
derechita
enfrente
de
la
computadora,
leyendo
con
emoción
este
primer
cuento,
aunque
no
me
gustara
mucho
la
idea
de
leerlo
en
pdf,
porque
yo
soy
firme
creyente
de
que
los
libros,
si
nos
los
lees
en
papel,
no
los
entendiste
igual.
"Acuérdate",
me
hizo
recordar
ese
sentimiento
precioso
de
cuando
uno
visita
Oaxaca
y
ve
a
la
gente
vestida
de
colores
típicos,
ofreciéndote
chapulines
a
peso
o
un
gameboy
a
$250,
también
de
los
niños
encantados
jugando
con
sus
cilindros
llenos
de
aire,
que
parecían
salchichas
gigantes,
pegándoles
en
la
parte
de
abajo
con
la
palma
de
la
mano
para
que
volaran
erguidos
y
altos.
Me
hizo
recordar
también
las
palabras
que
dijo
mi
papá2
cuando
vio
una
fotografía
que
tomé
en
Mazunte:
"y
miro...
y
entonces
las
voluntades
vinculadas,
como
seres
humanos
que
somos
gregarios,
multidimensionales
y
bellos.
y
miro
y
entonces,
así
me
siento
libre
el
color
y
el
intercambio
el
color
y
el
intercambio
y
libre
por
que
vivo
un
México
en
el
que
respiro
ese
color,
ese
intercambio,
esa
tiendita
y
respiro
lo
bello
y
todos
los
días
respiro
lo
bello
y
miro
un
México
así
que
trastoca
el
fondo
de
mi
ser
hoy
hoy
así,
aún
libre
hoy
aún
así
sin
miedos
y
entonces
así
se
nos
da
esa
posibilidad
de
expresarnos
tal
cual
somos."
2
Terminando
este
cuentito,
fue
de
mal
en
peor
y
me
hizo
agradecer
no
haber
conseguido
el
libro
a
tiempo,
no
por
ser
malo,
sino
porque
no
es
un
libro
que
tengo
muchas
ganas
de
recordar
o
de
leer
otra
vez,
el
libro
es
bueno,
Juan
Rulfo
es
excelso,
las
descripciones,
la
manera
en
que
emplea
el
vocabulario,
la
manera
en
la
que
aún
dejando
lugar
a
la
imaginación,
deja
su
punto
perfectamente
claro,
todos
los
cuentos,
me
los
imaginé,
todos
los
sentí,
porque
así
lo
escribió
él,
para
que
lo
sintiéramos,
así
de
crudo,
así
de
difícil
y
así
de
pintoresco.
No
quiero
leerlo
otra
vez,
pueque
por
que
me
gusta
disfrutar
mi
lectura
en
vez
de
agonizarla,
pueque
también
un
poco
por
negación,
por
ay
cabe
también
un
chance
porque
soy
muy
sensible
al
dolor
de
mi
México,
igual
y
no
lo
entendí
bien,
yo
misma
digo
que
los
libros
no
se
leen
en
las
computadoras,
pero
lo
que
entendí,
no
me
gustó.
Poco
a
poco
fui
suspirando
más
y
leyendo
más
y
más
rápido
para
que
se
acabara
este
martirio
interminable
de
leer
muertes
detalladas,
el
libro
es
corto,
pero
vaya
2. que
es
tedioso
pa
personas
como
yo,
de
esas
que
no
nos
gusta
leer
desgracias
porque
las
sabemos
a
diario.
Cuento
tras
cuento,
se
apretaba
más
mi
pecho,
se
cerraban
más
mi
garganta
y
mis
puños,
imploraba
por
que
acabara,
no
dejé
de
leer
porque
los
libros
no
se
dejan
a
medias,
los
libros
se
terminan,
porque
si
no
los
terminas,
no
te
dejas
entender
al
autor
ni
a
la
historia
y
entonces,
creo
yo,
que
no
puedes
tener
una
opinión
sólida
de
un
libro
a
medias.
Este
sentir
que
se
me
desgarraba
el
corazón
se
iba
haciendo
más
grande
y
no
podía
callarlo,
cuando
terminé
el
libro,
me
sentí
aliviada
porque
había
terminado
la
tortura,
qué
pensamiento
más
idiota,
la
tortura
no
fue
el
libro,
la
tortura
fue
salirme
de
la
realidad
del
libro,
para
entrar
de
nuevo
a
la
mía
y
saberme
aún
parte
de
un
México
que
sufre,
que
llora,
que
mata,
de
un
México
que
no
pierde
las
esperanzas,
pero
tampoco
olvida,
de
un
México
cojo
de
una
pierna
y
con
la
otra
rota,
un
México
que
aguanta
y
sigue
caminando,
de
un
México
tan
rojo
y
tan
blanco,
que
no
sabemos
si
se
va
a
hacer
rosa
o
se
haga
quizás
más
rojo.
Hace
algún
tiempo,
discutiendo
con
mis
amigos,
me
contaron
maravillas
del
libro,
me
lo
recomendaron
muchísimo,
me
dijeron
que
lo
tenía
que
leer
y
lo
voy
leyendo,
pa
enterarme
de
que
es
un
recordatorio
de
lo
que
vivimos
día
a
día,
yo
digo
que
la
gente
no
necesita
recordatorio,
yo
digo
que
la
gente
necesita
saber
lo
bonito,
necesitan
leer
de
las
Oaxaqueñas
que
venden
chapulines
o
saber
de
los
hippies
que
crían
a
sus
hijos
vendiendo
pulseritas
de
playa
en
playa,
que
son
re
felices,
necesitan
saber
de
las
Marías
del
centro,
que
se
enojan
si
les
tomas
fotos,
porque
ellas
no
son
un
recuerdo,
ni
una
atracción,
ellas
son
México,
son
las
artesanas
que
hacen
muñecas
que
dicen
todo,
necesitan
saber
de
los
Josés
de
ochenta
y
tantos
que
tejen
sillas
de
bejuco,
de
los
Juanes
que
acarrean
a
la
mula,
de
las
Doñas
Chonitas
que
andan
por
ay
haciendo
tortillas
y
frijoles
para
regalárselas
a
los
niños
hambrientos.
Los
Mexicanos
necesitamos
descubrir
un
México
lindo
y
querido
para
empezar
a
quererlo,
para
valorarlo
y
no
dejar
que
se
expanda
el
rojo
en
la
bandera,
para
no
permitir
que
nuestros
hijos
vivan
en
un
lugar
en
el
que
las
muertes
sean
costumbre
y
ya
todos
hayan
perdido
la
capacidad
de
asombro,
necesitamos
dejarles
un
México
de
Marías,
de
Oaxaqueñas
con
sus
chapulines,
de
hippies
asoleando
a
sus
esquincles
encueraos
en
la
playa
en
lo
que
tejen
sus
pulseras,
tenemos
que
dejarle
a
México,
niños
que
no
se
avergüencen
de
ponerse
un
sombrerote
o
un
penacho
en
la
cabeza,
sino
al
contrario,
que
digan:
"De
aquí
vengo".
Necesitamos
seguir
luchando
por
dejar
a
México
pulido
y
brillante
como
la
perla
que
es,
hay
que
seguir
luchando
para
se
recupere
eso,
que
lleva
perdido
tantos
años,
para
que
se
cree
un
México,
en
el
que
todos
se
den
la
mano
para
impulsarse
entre
todos,
no
para
tirarlos
desde
el
monte
más
alto.
Necesitamos
recuperar
la
cultura,
las
costumbres,
el
orgullo
de
nuestra
raza,
necesitamos
más
Mexicanos
ingeniosos,
fuertes
y
trabajadores
que
a
pesar
de
todo,
siguen
chambeando,
más
Mexicanas
que
canten
y
bailen
con
sus
vestidos
rosas
mexicano
al
ritmo
de
los
mariachis.
Hoy
estoy
triste,
no
porque
Juan
Rulfo
me
haya
recordado
a
mi
México,
sino
porque
yo,
tan
Mexicana
que
soy
y
tan
dolida
que
estoy,
estoy
escribiendo
de
las
Marías,
de
los
Josés,
de
los
Juanes
y
de
las
Doñas
Chonitas,
para
tener
que
recordarme
que
éste,
es
mi
México
y
que
sus
problemas,
son
los
míos.
3.
1
Frase
que
dice
un
volador
de
Papantla
en
el
documental
Hecho
en
México.
2
Palabras
textuales
de
Francisco
Urquiza
Guzzy
al
ver
una
fotografía
de
mi
autoría.