1. Introducción
El difícil oficio de escribir. Ciertos literatos prefieren escaparle a las musas cobijándose
en la práctica diaria, otros asumen la inspiración y se llevan muy bien con ellas, existen
diversos métodos de los cuales ninguno se acerca a mí. Mi lamento mayor es que no soy
uno de los tantos talentosos escritores que vomitan sus trabajos cual niño atracado,
apenas pretendo concretizar mi mas hondo deseo que es el de ser escritor, novelista,
ensayista y todas las ista que se nos ocurra a ti lector y mi escritor en desarrollo. Como
todos saben nada es fácil en esta vida, parece ser que desde el momento de la creación
(cada uno tendrá su cuentito) algunos nacieron para brillar y el resto, la mayoría, lo hace
para mantener resplandecientes la luz que brilla, no solo con la voluntad se progresa,
hace falta trabajo arduo y paciencia, tal vez, una receta inverosímil pero
mayoritariamente consensuada por el resto de los mortales. Claro que si me preguntan
cual seria el mayor obstáculo que tengo para escribir, respondería que es la falta de
tiempo para desarrollar una gran obra a la que todo escritor querría llegar alguna vez.
El tiempo se ha convertido en el mundo moderno en una mercancía mas de todas las que
ya sostienen al capitalismo salvaje que (casi) todos repudiamos por expulsivo, atroz,
inhumano, agobiante, cruel. Nuestros días se consumen cumpliendo con las
obligaciones ineludibles, una vez acabadas, recomponemos energías simulando ser
2. felices consumiendo lo mismo que engendramos, somos eslabones en la cadena de
producción no servimos mas que para multiplicar manufacturas, somos la fase superior
del esclavismo antiguo. Nada atractiva resulta ser la vida de quien se dedica a trabajar
solo para sobrevivir, luego de una larga reflexión llegue a la conclusión (influenciado
por una frase cuyo autor ha sido parte de mi formación intelectual “tratare de ganar la
noche”, ¡¡así como lo leen ,así de simple!! después de todas las obligaciones cotidianas
que el maldito sistema ordena, trabajare para escribir o por lo menos para conformar
mis ansias y poder estar un poco mas convencido de que la vida no es solo producir
ganancias.
A veces pretendo escribir sobre cuestiones inabarcables, profundas, hasta que caigo
enseguida en la desazón de que es imposible terminar algo interesante si carezco de
algunos conceptos básicos sobre el tema que quiero desarrollar. Me interesa muy
profundamente el surgimiento del conocimiento en la humanidad, pero imaginen cuan
extenso es la cuestión, que me cuesta mucho acopiar información, leerla, reflexionarla y
luego volcarla al papel. Antes que nada hablé del poco tiempo que manejo para elaborar
alguna idea que me da vueltas por la cabeza, termino desechándola aunque me parezca
interesante no logro transmitirla en forma interesante. Arriba afirme que quiero escribir
un libro pero me encuentro con grandes problemas a saber: además del tiempo el otro
factor importante es el dinero, ningún ser que pretende vivir cómodamente necesita de
ese veneno que aquí llamamos pesos. Sin el o ellos se dificulta el día a día, no
descubriré nada pero actualmente se mide la moralidad o la hombría con ceros, cuanto
mas tenga la cifra que gano mensualmente o anualmente o a diario me puedo colocar en
lugares diríamos para no ser tan ofensivos civilizados. Ropa distinguida, casas de fin de
semana, viajes exóticos, autos, etc. etc. Son algunas de los pilares de la moralidad. El
mono por plata baila , canta y hace todo lo que le pidan mas o menos dice un dicho
popular utilizado en gran medida por los monos que bailan, cantan y demás.
A modo de introducción creo que cumplí.
CAPITULO UNO
3. EL PRIMER COMUNISMO
Llegue a la literatura por medio de la revolución cubana, no recuerdo cual era mi edad,
sí retengo en mi mente la calcamonia que adornaba la carpeta del pibe que viajaba junto
a mí en el colectivo. La imagen era de las más famosas fotografías de Ernesto Guevara
inmortalizada a partir desde el día de su publicación por el fotógrafo cubano Alberto
Díaz Gutiérrez mas conocido como Korda.
En casa comúnmente suelen faltar los integrantes de la familia excepto a la hora de la
cena. Busqué alguna reproducción de la foto en algunos diarios que juntaba para
recortes escolares pero rápidamente mi efervescencia perdía fuerza a medida que la pila
bajaba, actualmente tan solo con unos segundos de búsqueda y un clic la información
cae a toneladas por la web pero en aquella época no era el caso.
En el living el teléfono no paraba de sonar, por la insistencia sabia que era mi madre
para contarme que había ido a ver a mi abuela, y que esperaba a su esposo, mi padre,
para regresar juntos a casa como dos tórtolas fingiendo amor para que su único hijo (yo)
crezca sin perturbaciones. Nuestra casa era grande, luminosa, anticuada, generosamente
amplia, en la planta baja mis padres, mi hermano y yo, en planta alta mis abuelos, los
progenitores de mi madre, casi siempre bajaban a cenar pero las conversaciones no
salían del fútbol nuestro de cada día y de cómo la empresa familiar continuaría subiendo
sus rentas, algo de actualidad y no mucho mas. El ultimo que tenia la palabra era mi
abuelo, hombre de carácter fuerte, autoritario, admirador de Francisco Franco y por
supuesto fervoroso peronista.
Camino a la escuela descubrí dentro de una galería céntrica una pequeña librería
rebalsada de revistas, cd musicales y por supuesto libros. Me detuvo la presencia de un
hombre sentado sobre una alta banqueta de madera, cruzado de piernas, pantalón
marrón, dueño de una llamativa barba bicolor. Disfrutaba de las pitadas que le daba
constantemente a la pipa que descansaba sobre su boca cada vez que dejaba de
succionar el pico. Me miró con parcimonia, levantó sus cejas esperando que le hablara,
ante mi inmovilidad me pregunto que me traía por su librería. Pensé en decirle algo
inteligente pero nada se me ocurrió, considero que cuenta se dio de mi corta edad
porque se acerco a la puerta y miro, a mi entender cuanto faltaba para que llegaran mis
padres. Un aroma realmente placentero emanaba de la acumulación de libros. El humo
de la pipa, no menos agradable, desprendía un olor interesante un poco sofocante al
principio pero con un buen rato inhalando esa nube toxica el cuerpo se va adaptando y
lo convierte en algo deliciosamente dañino, de hecho tengo varias pipas en casa y de vez
en cuando las enciendo aunque las humaredas no son tan densas como la del librero.
Continuo: el hombre se acerco y me consultó sobre mis requerimientos y no tuve mejor
idea que contarle mi o mis inquietudes a las que rápidamente capto mis pedidos. Trajo
del subsuelo del local dos libros a los que agregó otro dos mientras caminaba por las
estanterías y me los puso sobre mis manos y volví a ver esa imagen dentro de una de las
obras que me había entregado. La imagen era una copia de la foto real, la inmortalidad
detenida del Che, para siempre joven, vivo, rudo, perfecto, encolerizado por las muertes
injustas de aquella jornada trágica que aun yo no sabía pero pronto me iba a enterar
gracias a la lectura compulsiva que aun hoy mantengo.
Llegó el momento mas difícil del relato: los precios no estaban al alcance de mi bolsillo
así que me fui prometiendo volver, recuerdo que el hombre me alcanzó hasta la puerta
4. de la galería y me hizo prometerle que regresaría por los otros, mientras tanto me
regalaba una versión biográfica sobre la vida del Che ingles castellano que con el
tiempo pude comprobar que nunca recomendaría una biografía bilingüe a menos de que
sea seriamente trabajada por el autor, el mundo de los libros tampoco escapa de los
oportunistas. Quede atónito, el libro lo agarre pero mientras caminaba a mi casa pensaba
de que forma iba a juntar la plata para los demás. La preocupación se evaporó antes de
llegar cuando vi a mamá parada esperándome en la puerta con una cara similar a la de
una leona enojada con su cachorro. Palabras mas palabras menos nada sucedió
exceptuando cuando vio la tapa del libro, me preguntó de quien era y le dije que mío,
después se distrajo con otra cosa y todo termino allí. Antes de entrar me sugirió que
guardara la obra dentro de mi morral, no entendí pero acaté la orden a la brevedad.
A la mañana siguiente me levante y me fui a la escuela, cursaba todo el día, regresaba a
casa después de la merienda, cenaba, esperábamos a papá y el día terminaba con un
poco de música, pero desde esa noche se sumaba la infaltable lectura de algún texto.
Antes de que me venciera el sueño pensé que podría guardar la plata de los almuerzos
escolares la juntaría y la destinaría primero para pagar la deuda que tenia con el librero
y después para la compra de otras obras. Me acuerdo que mientras viajaba en el
colectivo que me llevaba al colegio entre la gente parado, como podía, termine de leer el
ultimo capitulo del libro. No era una obra profunda pero en ese momento supo evacuar
algunas dudas y también disparó otras, claro que al cabo de algunos meses las
inquietudes eran otras. Si tendría que contestar cuándo fue la primera vez que me
enamore contestaría sin temor el día que conocí a la revolución cubana, creó en mi un
mundo lleno de ilusión algo poco cotidiano, comenzó a girar por mi cabeza adolescente
la palabra utopía, altruismo, revolución, opresor, oprimido y tantas otras.
El Che junto a Fidel, Camilo explotaron en mi ansias de revolución, con esto no quiero
decir que haya tomado un fusil, a conquistar el poder, sino que empecé a tomar
conciencia del mundo en que vivía y el mundo que quería. Una larga lista de
información me esperaba, solo tenia que dejarme llevar por el instinto y las
conversaciones que podía llegar a lograr solo con nombrar al Che.
Por suerte en pocos días pude obtener el valor que debía en la librería y allá fui a
hacerme cargo de mi botín. Casi sin sorprenderse el hombre de la pipa me entrego los
libros y sin mediar palabras me contó sobre la profesión del Che, afirmó que era un gran
hombre, un valiente de los que ya no quedan.
CAPITULO DOS
Podría escribir cientos de hojas sobre Cuba y todo su proceso, sus germinaciones pero
no es el tema central de ésta historia, de todos modos en alguna otra parte aparecerá-
dije anteriormente que fue mi columna vertebral durante mucho tiempo. Me devoraba
los libros que caían en mis manos. Me impresionó (recuerden que fue el primero que
leí), la obra por demás odiosa, para nada atractiva que escribió Hugo Gambini (puedo
calificar aquí y ahora) recién empezaba a descubrir el fin de las obras ofensoras de
infinidad de autores
. Obstinado por la verdad, comencé un largo viaje hacia todo lo que tenia que ver con el
Che, así di con una compañera que participaba en el centro de estudiantes de la escuela
y me recomendó otras obras de fácil acceso y no contenta con eso, sabiendo que no
estaba en mi mejor momento económico me invitó a su casa donde su padre, ostentaba
una implacable biblioteca. Allí pude entender de donde salían las encantadoras palabras
de mi compañera cuando le tocaba hablar en las reuniones del centro, con un acopio de
5. letras, palabras y por sobre todo ideas, no saldría algo desinteresado, por lo menos para
mí. Sentí como que no quería hacer más nada que leer por siempre, encerrarme en ese
cuarto y no salir hasta que terminara la última oración del último libro situado en ese
mueble.
Descubrí dentro de lo que se puede en la adolescencia cual era una de mis metas, las
letras serian el motor principal de mi existencia, ellas me llevarían a los lugares mas
recónditos de toda la era, sitios en donde solo se llega leyendo. Mientras estudiábamos
en voz alta con mi compañera, aparecían chicos un poco más grandes que yo, pero con
las mismas ganas de investigar. En aquellos momentos no todos tenían la pronta
comunicación de la actualidad para avisarles a sus seres queridos en que lugar se
encuentran, así que cada vez que nos juntábamos llamaba a casa para que todo pareciera
normal no quería despertar sospecha. Un joven con inquietudes no es buen visto en la
normalidad de la sociedad, pero nosotros éramos capaces de darnos cuenta, que lejos
estaba la humanidad de aprender a convivir. Muchas diferencias teníamos entre los que
nos reuníamos a diario, pero pasado el tiempo pude darme cuenta que allí estaba la
riqueza: en la diferencia, allí se depositaba lo mejor de cada uno, la discusión generaba
la tormenta y en esa misma tormenta siempre dejaba algo realmente interesante. Las
horas pasaban muy rápido en aquella biblioteca domiciliaria, mates de por medio,
algunas cervezas para los mas grandes y tabaco para todos, eso si que era una tradición.
La naturaleza se encargó de repartir la barba solo para algunos, se ve que en el momento
de la creación la materia prima escaseaba, por lo tanto trataron de repartirla hasta donde
llegara, a mi no me llego, por lo tanto era uno de los pocos que no tenia una barba
respetable. Cada vez que salía de las reuniones sentía como si saldría del ministerio de
industria luego de una despiadada contienda dialéctica, esa sensación me incitaba a
autoevaluarme por las noches, recitando fragmentos de los discursos mas interesantes
del comandante y también los argumentos de Fidel en La Historia me Absolverá.
En casa comenzaron a sospechar de mi cambio de look progresivo, el no afeitarme era
un indicio de preocupación para mis padres, pero mas se sorprendieron cuando una
noche era el cumpleaños no se cuantos de mi abuelo y respondí como respondería un
fiel enemigo del sistema, acusando a los yanquis de imperialistas ¡esa noche!. Mis
padres nada objetaron pero solo por sus caras me di cuenta de que no estaban muy
cómodos con la envestida a los dinosaurios que llevaban la voz cantante en la reunión,
pero no hice mucho problema, me levante y me fui a la puerta a rememorar lo ocurrido
y concluí que a pesar de algunos desaciertos tenia razón con los argumentos expuestos.
Ese mismo día 25 de septiembre de 1993 sellé mi identidad, nada atractiva para la
mayoría pero bastante satisfactoria para mi interior.
CONTINUARA…..
6. letras, palabras y por sobre todo ideas, no saldría algo desinteresado, por lo menos para
mí. Sentí como que no quería hacer más nada que leer por siempre, encerrarme en ese
cuarto y no salir hasta que terminara la última oración del último libro situado en ese
mueble.
Descubrí dentro de lo que se puede en la adolescencia cual era una de mis metas, las
letras serian el motor principal de mi existencia, ellas me llevarían a los lugares mas
recónditos de toda la era, sitios en donde solo se llega leyendo. Mientras estudiábamos
en voz alta con mi compañera, aparecían chicos un poco más grandes que yo, pero con
las mismas ganas de investigar. En aquellos momentos no todos tenían la pronta
comunicación de la actualidad para avisarles a sus seres queridos en que lugar se
encuentran, así que cada vez que nos juntábamos llamaba a casa para que todo pareciera
normal no quería despertar sospecha. Un joven con inquietudes no es buen visto en la
normalidad de la sociedad, pero nosotros éramos capaces de darnos cuenta, que lejos
estaba la humanidad de aprender a convivir. Muchas diferencias teníamos entre los que
nos reuníamos a diario, pero pasado el tiempo pude darme cuenta que allí estaba la
riqueza: en la diferencia, allí se depositaba lo mejor de cada uno, la discusión generaba
la tormenta y en esa misma tormenta siempre dejaba algo realmente interesante. Las
horas pasaban muy rápido en aquella biblioteca domiciliaria, mates de por medio,
algunas cervezas para los mas grandes y tabaco para todos, eso si que era una tradición.
La naturaleza se encargó de repartir la barba solo para algunos, se ve que en el momento
de la creación la materia prima escaseaba, por lo tanto trataron de repartirla hasta donde
llegara, a mi no me llego, por lo tanto era uno de los pocos que no tenia una barba
respetable. Cada vez que salía de las reuniones sentía como si saldría del ministerio de
industria luego de una despiadada contienda dialéctica, esa sensación me incitaba a
autoevaluarme por las noches, recitando fragmentos de los discursos mas interesantes
del comandante y también los argumentos de Fidel en La Historia me Absolverá.
En casa comenzaron a sospechar de mi cambio de look progresivo, el no afeitarme era
un indicio de preocupación para mis padres, pero mas se sorprendieron cuando una
noche era el cumpleaños no se cuantos de mi abuelo y respondí como respondería un
fiel enemigo del sistema, acusando a los yanquis de imperialistas ¡esa noche!. Mis
padres nada objetaron pero solo por sus caras me di cuenta de que no estaban muy
cómodos con la envestida a los dinosaurios que llevaban la voz cantante en la reunión,
pero no hice mucho problema, me levante y me fui a la puerta a rememorar lo ocurrido
y concluí que a pesar de algunos desaciertos tenia razón con los argumentos expuestos.
Ese mismo día 25 de septiembre de 1993 sellé mi identidad, nada atractiva para la
mayoría pero bastante satisfactoria para mi interior.
CONTINUARA…..