Un esconjuradero (esconchurador en aragonés) es una pequeña construcción religiosa de origen medieval exclusiva del Pirineo, sobre todo aragonés, aunque también se pueden encontrar en algunos valles de Cataluña y el Pirineo Francés. Cumplia funciones a medio camino entre las antiguas tradiciones paganas y la religión católica, está abierta a los cuatro puntos cardinales, y era usada como lugar para esconjurar o conjurar las tormentas, es decir, realizaban un ritual en el que se solicitaba el cese de las lluvias que tantos perjuicios traían a la agricultura. Los esconjuraderos solían estar cerca de las iglesias católicas, especialmente las ermitas.