El documento señala varias formas en que las personas perciben el tiempo de manera diferente dependiendo de la actividad, y cómo son más propensas a comprometerse con actividades seculares que espirituales. Menciona cómo un billete parece más grande en la iglesia que en las tiendas, y cómo el tiempo pasa más lento en la iglesia que divirtiéndose; también cómo es más fácil conversar con amigos que orar, y más fácil leer revistas que la Biblia. Concluye instando a la gente a no tener miedo de hablar de Dios