1. Pró
Prólogo
Uno… dos… tres… el pequeño Rick saltó sobre una ola en el momento justo en
que esta rompió contra la costa, su largo pelo azabache empapado por las saladas aguas.
Junto a él, BoboBob, con su divertida tartamudez, la preciosa Ella y los demás chicos de la
aldea disfrutaban de una cálida mañana mientras los adultos intentaban atrapar a los
confiados y a menudo diminutos peces que se acercaban a esa orilla del mundo y a sus
anzuelos. A pocos pasos tierra adentro, las últimas capturas secaban al sol sobre simples
rejillas de madera.
Desde un promontorio cercano pequeños y mayores eran observados por varias
docenas de ojos, sus madres y esposas reían y conversaban mientras realizaban sus propios
quehaceres. Para muchos esta podría ser una vida fácil... Fácil, una palabra olvidada tiempo
atrás en Poniente. Fácil. La vida no fue fácil con el Rey Loco y no era fácil con este nuevo
Rey Venado…
Pisadas provenientes del bosque transformaron la actitud de la aldea, todos sabían a
quién pertenecían y cómo actuar, las mujeres reunían los pequeños y comenzaban un
rápido éxodo hacia el sur mientras los escasos hombres que quedaban en la aldea se
armaban con lo poco que poseen: guadañas, hoces… cualquier herramienta capaz de segar
una vida y dar ventaja a sus seres queridos.
Bajo la atenta mirada de media docena de gaviotas, Rick dirigía al diverso grupo
formado en su mayoría por chiquillos, madres y ancianos por la ribera, bajo afilados
acantilados, para ocultar su huida el mayor tiempo posible. Los acantilados se iban
convirtiendo poco a poco en pequeñas rocas diseminadas hasta desaparecer por completo,
momento en el que el improvisado guía decidió cambiar de ruta para adentrarse en una
densa arboleda que los llevaría más allá de las tierras de Lord Harte.
Tras una hora de marcha forzada el cansancio se había apoderado por igual de
ancianos y jóvenes. Las cortas piernas de Shia, que en sus menos de cuatro años había
conseguido enamorar a la aldea al completo, no resistían el vertiginoso ritmo de los
mayores.
–Vamos Shia, ya falta po…poco.- Bob parecía una persona distinta, no reconocía
en esa dura y fría cara al travieso y alegre hermano que siempre encontraba alguna nueva
forma de asustarla cada anochecer.
–Va…vamos enanita, ¿ves? Siempre su…supe que eras la chica más lenta de la
aldea – Ahí volvía a estar su querido Bobobob y sus, en otras ocasiones, pesadas bromas.
Como si de una ilusión se hubiera tratado, Shia vio como el alegre semblante de su
hermano adquiría, en cuestión en segundos, una expresión de profundo horror a la vez que
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2. sentía en la espalda un ligero golpe que arrebató instantáneamente las pocas fuerzas que
restaban en su diminuto cuerpo. Mientras sus ojos se cerraban irremediablemente y sentía
como la gravedad la atraía hacia el suelo sin otra fuerza que se opusiera, podía escuchar los
gritos de Bob llamándola desde la lejanía. -¡Shiiaa… Shiiiaaa!
Fácil. La vida en Poniente no podía ser fácil, a menos que tu apellido se encontrara
entre los afortunados Baratheon, Lannister, Stark… Fácil. Ni siquiera esos “afortunados” los
tendrían demasiado fácil.
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