La familia comía juntos a pesar de que a veces no todos les gustaba el mismo guiso. Solo tenían un televisor, por lo que tuvieron que aprender a discutir y votar para elegir qué ver, aunque a veces se enojaban cuando no les tocaba su canal preferido. Aprendieron a opinar sobre los programas, descubrir engaños y sobre todo dialogar como familia, dándose cuenta que lo más importante era la familia y no la televisión.