2. INICIOS
Como su nombre lo indica el son de negro es una danza
negra de impresa influencia africana, que deriva
directamente de los esclavos traídos a América en los barcos
que atracaron en Cartagena de Indias durante las épocas del
mercado negrero. En las riberas del canal del Dique (Santa
Lucía, Soplaviento), donde se dieron los primeros
asentamientos de esclavos en los que se formaron unos
palenques, nace esta danza, más exactamente en el
municipio de Santa Lucía, en el sur del Atlántico.
3. SU SIGNIFICADO
La danza del son de negro surge como una forma de
entretenimiento, en donde las gesticulaciones faciales o
corporales exageradas son una burla de los negros esclavos
hacia los españoles. En un principio era interpretada solo por
hombres, en vísperas de las fiestas de los españoles algunos
se disfrazaban de mujer, y uno de ellos hacia las veces de
una mujer llamada Guille. En el baile, los movimientos son
fuertes y rápidos, en los hombres se asemeja a convulsiones
con expresiones rígidas y simulan con el agachado las
actividades de siembra mientras que las mujeres con
movimientos fuertes y coquetos menean las caderas al son
de la Rama de Tamarindo.
4. VESTUARIO
los hombres llevan el torso descubierto, un
sombrero campesino adornado con flores de
colores fuertes, era usado así para protegerse
del sol, el pantalón pescador o mocho
arremangado a media pierna, abarcas tres
puntas típicas de los campesinos. Las mujeres
llevan faldas largas y blusas coloridas estilo
palangana. Los bailarines se pintan el cuerpo
con pintura negra que representa y reafirma el
color negro de la danza, y la boca y la lengua la
realzan con colorante rojo.
5. • El Son de Negro es la voz del cabildo, es el lamento del negro cimarrón, su risa,
su mueca y su rebeldía. Es la canción del río, es el tambor llamando a la tribu y el
canto de agua dulce del boga.
• Es el cortejo y la invitación explícita del palenquero para que su negra atienda el
apuro de su cuerpo. Es la danza del laboreo y el descanso del jornal, del negro
pescador y del que trabaja la tierra, es clamor que intenta olvidar las cadenas y
el sometimiento de una raza orgullosa. Es cultura y tradición, el legado de los
antepasados que transmitieron su sabiduría bajo la luz de la hoguera a la orilla
del río, asegurándose que nunca muriera. También es festejo, gozo y Carnaval .
6. • Según el docente e investigador Manuel Antonio Pérez, fundador y director de la
Corporación Cultural Son de Negro del municipio de Santa Lucía, el Son de Negro en sus
inicios fue una danza guerrera que se formó en las comunidades pertenecientes a antiguos
cabildos palenqueros asentados a la orilla del Canal del Dique.
• “Se dan desde Cartagena en lo que es Pata e’ Caballo donde entrega el Canal del Dique sus
aguas al mar Caribe, partiendo de San Pedrito, entre Calamar, Suan y Santa Lucía, donde
nace esta artería que se desprende del río Magdalena”, explicó el investigador.
7. Acompañados por el golpe ritual del tambor, el sonido de la guacharaca, el palmoteo
seguido del estallido de las tablas y la voz del cantor que relata las pequeñas hazañas de
la vida cotidiana, los danzantes, zapatean, sienten el llamado de la raza y teatralizan con
los gestos exagerados de su boca y de sus ojos mientras cortejan a su dama, machete o
garabato en mano, ataviados con collares alusivos a los frutos del río.
“Esta es una danza folclórica que trata de la cotidianidad, de las labores del campesino,
del pescador. Los cantos transmiten las costumbres del pueblo y son alusivos a las
vivencias ordinarias, son versos antiguos venidos de la tradición oral pero con posibilidad
de improvisación”, sostuvo Gaspar Pino, encargado del grupo en Santa Lucía que
representa al Municipio en las actividades carnestoléndicas desde el año 1996.
8. • Los hombres pintados de negro azabache, luciendo sus machetes, sus pantalón
pescador, sus collares y la cabeza cubierta por un gran sombrero adornado con
papeles de colores, mientras las mujeres meneaban su polleras y coqueteaban con
sus blusas campesinas, mostrando los coloridos collares, los aretes y la flor que
corona su moña, bajo la asfixiante canícula de mediodía nos enseñaron una pequeña
muestra de este viejo ritual de danza, canto y desahogo.
• Yo sembré una e' auyama que me pariera patilla y esa mata a mí me dio a Ricardito
la semilla... canta Gaspar Pino al compás de los tambores.