1. C
uenca ha sido y es ciudad de artistas:
pintores, escritores, escultores,
fotógrafos... Todos han sabido captar
la esencia de la ciudad en sus obras.
Pero, sin duda, hablar de Cuenca es hablar de
artesanía y, probablemente, el arte, la cultura
y la historia de la ciudad no sería lo mismo
sin las aportaciones de los ceramistas, quienes
han recreado en el barro los monumentos más
representativos de Cuenca, enalteciendo aún
más la belleza de esta ciudad Patrimonio de la
Humanidad.
Uno de esos ceramistas es Antonio Hernansanz
al que la pasión por el barro le viene de familia.
Fue su tío, Miguel Hernansanz, alfarero
conquense quien lo introdujo en este oficio
siendo un adolescente, desde entonces no se
ha separado del torno y, ahora, después de 43
años sigue disfrutando de lo que hace con más
ilusión que nunca.
“Este trabajo te aporta mucha satisfacción y
placer. Cuando tengo más tiempo y puedo
hacer piezas más elaboradas me siento artista
porque ya no solo es el tiempo que le dedico
a trabajar el barro, también la decoración,
a la que le dedico muchas horas. Yo disfruto
mucho haciendo lo que hago y soy muy feliz
trabajando, tanto que muchos días se me hacen
cortos porque no es un trabajo monótono. Sobre
todo lo que me produce satisfacción es cuando
la gente viene a ver el trabajo y lo valora, me
gusta hacerles demostraciones de cómo se hacen
las cosas y explicarles mi trabajo. Con este
trabajo soy feliz”, relata Antonio.
¿Ceramista o alfarero?
“Esa es la eterna pregunta”, afirmaAntonio entre
risas, “un alfarero es la persona que trabajaba
únicamente en el torno mientras que el ceramista
tiene un campo más amplio y aparte de trabajar
en el torno, pinta sobre el barro, decora…”. En
este sentido, cuenta Antonio que “fue Pedro
Mercedes quien encauzó la cerámica en Cuenca,
ya que tuvo la genial idea de trazar dibujos
sobre las piezas de cerámica, lo que supuso el
paso a la cerámica decorativa, al grabado sobre
la arcilla. Fue un paso gigante para la cerámica
conquense porque a partir de ese momento los
demás alfareros siguieron esa estética”.
Una estética que enriqueció las obras de estos
artistas y ahora crean todo tipo de figuras, de
todos los tamaños y colores. Renovarse o morir,
dicen por ahí, aunque asegura Antonio que
el turismo siempre pide lo mismo: las Casas
Colgadas, ya sean plasmadas en platos, vasos,
dedales, imanes, botijos… “Llevo toda la vida
plasmando en mis figuras las Casas Colgadas y
ya me cansa un poco”, confiesa el ceramista.
Y, aunque ahora no es un buen momento ni
para los ceramistas ni los alfareros, Antonio se
muestra optimista de cara al futuro, “creo que la
ciudad y nosotros nos necesitamos mutuamente,
Una vida dedicada a la
cerámica
“Llevo 43 años en este oficio y soy tremendamente feliz haciendo lo que hago”
Por Estefanía Gómez
2. Firma todas sus
piezas con su apellido,
Hernansanz. Piezas
que van desde los
típicos jarrones
a réplicas de las
Meninas, imanes,
vasos, portalápices,
dedales... de todas las
formas y colores.
3. momento del horneado, porque el horno es una
caja de sorpresas. Después de crear la figura,
decorarla y terminarla, el horno puede acabar
con todo ese trabajo porque se puede romper,
explotar o salir mal. El horno te da la vida y
te la quita. También hay veces que metes las
cosas y salen más bonitas de lo que tú piensas.
El horno es el que dicta sentencia”.
Creatividad e improvisación
En su creación no pueden faltar las famosas
Casas Colgadas (que no colgantes) de la ciudad
conquense pero Antonio ha evolucionado e
innovado a lo largo de los años, siempre le ha
gustado improvisar y no basarse en fotografías
o bocetos ya que, asegura, se limita mucho el
cerebro y la creatividad y, además, el trabajo
con el barro en el torno es muy rápido. “Las
ideas brotan solas mientras estás trabajando con
el barro y sobre él y, aunque no suelo utilizar
esquemas, Internet me ha ayudado mucho a la
porque nosotros nos inspiramos en Cuenca y
a la vez contribuimos a realzar la ciudad con
nuestras creaciones”, especifica Antonio.
Constancia y dedicación
Un oficio que siempre ha sido cosa de pocos y,
ahora, apenas hay seis o siete personas que se
dediquen a la cerámica. Y es que no es un oficio
fácil de aprender ni enseñar además, explica
Antonio, “antes en cualquier oficio se primaba
el aprendizaje, ahora la gente y, sobre todo, los
niños cuando vienen a los cursos lo primero
que preguntan es si con esta profesión se gana
dinero. El aprendizaje de este oficio es muy
lento y ahora la gente quiere hacer las cosas
muy rápidas”. Es un trabajo que requiere mucha
dedicación, tiempo y paciencia, un oficio en el
que se aprende de los errores y la experiencia
por lo que muchos desisten rápidamente.
Conviene no obsesionarse con el torno, explica
Antonio, pero “lo más complicado es el
4. hora de coger ideas y orientarme”.
Antes la cerámica tenía un uso diario, se
utilizaban los botijos, las orzas, los pucheros…
pero ahora es una cerámica decorativa, la
esencia del oficio permanece con el uso de las
manos, el barro, el torno y el agua, pero las
técnicas cambian y evolucionan. Las obras de
este artista siempre se han caracterizado por
la grabación sobre el barro, es decir, “la base
de arcilla se impregna de color negro y se va
grabando sobre la pieza para que salga el barro
primitivo. Se suelen dibujar animales, escenas
cotidianas… Y una vez dibujadas las figuras se
rasca el barro para que destaquen los dibujos en
negro”, explica Hernansanz.
Pero hace unos años decidió probar cosas
nuevas y ahora sus obras cuentan con una
amplia gama de colores y formas que, sin dejar
atrás los clásicos botijos, jarrones y platos, han
permitido a Antonio desplegar su lado más
creativo y reproducir en barro figuras como las
famosas Meninas.Tal es la ilusión del artista por
estas nuevas creaciones que lamenta no haber
empezado antes a innovar y hacer ese tipo de
figuras porque asegura que es algo maravilloso
y sorprendente. Aunque reconoce que “muchas
veces por intentar hacer cosas nuevas se dejan
de hacer cosas fantásticas que hacía antes, por
lo que de vez en cuando conviene pararse y
frenar el ritmo”.
Innovaciónytradición,dedicaciónycreatividad
y, sobre todo, mucha pasión por su trabajo son
algunas de las claves de Antonio Hernansanz
quien disfruta con lo que hace transmitiendo
esa felicidad y pasión a los que visitan su taller.