Las ciudades contribuyen más a la contaminación y al calentamiento global que los pueblos debido a la mayor densidad de población y uso de transporte. Esto causa efectos como la "isla de calor" urbana, densas redes de tráfico que consumen recursos, y grandes cantidades de residuos. Además, la distribución de la población en las ciudades según los ingresos puede dar lugar a bolsas de pobreza.