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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 1 | P á g i n a
Nombre completo:……………………………………………..
Unidad Educativa: …………………………………………..…
Curso: …………………………………..……………………………
Docente: …………………………………………………………….
Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 2 | P á g i n a
Lectura 1
EL PUENTE
No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en granjas adyacentes cayeron en
un conflicto. Este fue el primer conflicto serio que tenían en 40 años de cultivar juntos
hombro a hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes en
forma continua.
Esta larga y beneficiosa colaboración terminó repentinamente. Comenzó con un
pequeño malentendido y fue creciendo hasta llegar a ser una diferencia mayor entre
ellos, hasta que explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas
de silencio.
Una mañana alguien llamó a la puerta de Luis. Al abrir la puerta, encontró a un hombre con herramientas de carpintero.
"Estoy buscando trabajo por unos días", dijo el extraño, "quizás usted requiera algunas pequeñas reparaciones aquí en
su granja y yo pueda ser de ayuda en eso".
"Sí", dijo el mayor de los hermanos, "tengo un trabajo para usted. Mire, al otro lado del arroyo, en aquella granja, ahí
vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano menor".
"La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros y él tomó su buldócer y desvió el cauce del arroyo para
que quedara entre nosotros".
"Bueno, él pudo haber hecho esto para enfurecerme, pero le voy a hacer una mejor. ¿Ve usted aquella pila de desechos
de madera junto al granero?"
"Quiero que construya una cerca, una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca más."
El carpintero le dijo: "Creo que comprendo la situación. Muéstreme donde están los clavos y la pala para hacer los hoyos
de los postes y le entregaré un trabajo que lo dejará satisfecho."
El hermano mayor le ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y dejó la granja por el resto del día para ir por
provisiones al pueblo.
El carpintero trabajó duro todo el día midiendo, cortando, clavando.
Cerca del ocaso, cuando el granjero regresó, el carpintero justo había terminado su trabajo.
El granjero quedó con los ojos completamente abiertos, su quijada cayó.
No había ninguna cerca de dos metros; en su lugar había un puente. Un puente que unía las dos granjas a través del
arroyo. Era una fina pieza de arte, con todo y pasamanos.
En ese momento, su vecino, su hermano menor, vino desde su granja y abrazando a su hermano le dijo: "Eres un gran
hombre, mira que construir este hermoso puente después de lo que he hecho y dicho".
Estaban en su reconciliación los dos hermanos, cuando vieron que el carpintero tomaba sus herramientas. "¡No, espera!",
le dijo el hermano mayor, "quédate unos cuantos días. Tengo muchos proyectos para ti".
"Me gustaría quedarme" dijo el carpintero, "pero tengo muchos puentes por construir."
Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 3 | P á g i n a
Lectura 2
URGENTE..!!!
Urgente... Es una palabra con la que vivimos día a día en nuestra agitada vida
y a la cual le hemos perdido ya todo significado de premura y prioridad.
Urgente...
Es la manera más pobre de vivir sobre este mundo, porque el día que nos
vamos, dejamos pendientes las cosas que verdaderamente fueron urgentes.
Urgente...
Es que hagas un alto en tu ajetreada vida y por un instante te veas y te
preguntes: ¿qué significado tiene todo esto que hago?
Urgente...
Es que te detengas y veas... cuán grande eres!
Urgente...
Es que cuando camines por la calle, levantes la vista, voltees y mires a tu alrededor; observa el cielo, los
árboles, las aves... ¡a la gente!
Urgente...
Es que seamos más humanos... más hermanos!
Urgente...
Es que sepamos valorar el tiempo que nos pide un niño.
Urgente...
Es que una mañana, te levantes temprano y veas salir el sol, siente su calor y dale gracias a Dios por tan
grande regalo.
Urgente...
Es que te sientas vivo en cuerpo y alma!... que veas tus brazos, tus piernas, tu cuerpo, tu inteligencia, y de
verdad, ¡vibres con la vida que te ha regalado el Padre celestial!
Urgente...
Es que te tomes un instante en tu trabajo, salgas y respires profundo; ¡y sientas como el aire llena tus
pulmones... estas vivo!
Urgente...
Es que le digas a la gente que la quieres, cuanto la amas hoy, no esperes hasta mañana.
Urgente...
Es que no se te vaya la vida en un soplo y que cuando mires atrás, seas ya un anciano, que no puede echar el
tiempo atrás, que todo lo hizo.
Eclesiastés 3
1 Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. 2 Tiempo de nacer, y tiempo de
morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; 3 tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de
destruir, y tiempo de edificar; 4 tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; 5
tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;
6 tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; 7 tiempo de romper, y
tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; 8 tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de
guerra, y tiempo de paz. 9 ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana? 10 Yo he visto el
trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. 11 Todo lo hizo hermoso en su
tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha
hecho Dios desde el principio hasta el fin.
Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 4 | P á g i n a
Lectura 3
¿A dónde corres?
Mi amigo cuenta la historia de algo que sucedió mientras su papá estaba
cazando venados en los bosques de Oregón.
Con el rifle acunado en el hueco de sus brazos, su padre iba por un antiguo
camino de leñadores casi borrado por la exuberante espesura. Caía la tarde y
estaba pensando en regresar al campamento cuando oyó un ruido en los
arbustos cerca de el. Antes de que tuviera oportunidad de levantar el rifle, un
bultito castaño y blanco corrió hacia el a toda velocidad. Mi amigo se ríe cuando
cuenta la historia.
"Todo sucedió tan rápido, que papá apenas tuvo tiempo de pensar. Miro hacia abajo y allí estaba un conejito
castaño (en extremo agotado) acurrucado contra sus piernas entre sus botas. La cosita temblaba como una
hoja, pero allí estaba sin moverse.
Esto era sumamente raro. Los conejos silvestres tienen miedo de la gente, y ni siquiera es fácil llega a ver
alguno... mucho menos uno que venga y se siente en nuestros pies.
Mientras papá trataba de encontrarle explicación a aquello, otro actor entro en la escena: Más abajo en el
camino una comadreja saltó al camino, cuando vio a mi padre (y a la que consideraba su presa, sentada a sus
pies) el predador quedo congelado, el hocico jadeante, los ojos con un brillo rojo.
Entonces comprendió papá que había irrumpido en medio de un pequeño drama de vida y muerte en el bosque.
El conejito, exhausto por la persecución, estaba a solo minutos de la muerte. Papá era su última esperanza de
refugio. Olvidando su natural recelo y miedo, el animalito instintivamente se había pegado a él buscando
protección de los afilados dientes de su implacable enemigo".
El padre de mi amigo no lo decepcionó: alzó su rifle, apuntó y disparó al suelo justo debajo de la comadreja. El
animal pareció saltar casi recto al aire un par de pies y entró disparado hacia el bosque de nuevo, a toda
velocidad que sus patas se lo permitían.
Durante un rato el conejito no se movió. Siguió echadito allí, acurrucado entre los pies del hombre, en la tarde
que caía poco a poco, mientras el le hablaba suavemente.
¿A dónde fue, chiquitín? No pienso que te molestará por un tiempo. Parece que esta noche te has librado de la
trampa.
Pronto el conejito se fue saltando, alejándose de su protector para entrar en el bosque.
¿A dónde corres, querido, en momentos de necesidad?
¿A dónde corres cuando te persiguen predadores como los problemas, las preocupaciones y los temores?
¿Dónde te escondes cuando tu pasado te persigue como un lobo implacable, tratando de destruirte?
¿Dónde buscas protección cuando las comadrejas de la tentación, la corrupción y la maldad amenazan con
vencerte?
¿A dónde te vuelves cuando tu energía se agota... cuando la debilidad te embarga y sientes que no puedes
huir por mas tiempo?
¿Te vuelves a tu protector, Aquel que esta firme con los brazos abiertos, esperando porque vuelvas y te refugies
en la seguridad de todo lo que Él es?
Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 5 | P á g i n a
Lectura 4
El Cojo y el Ciego
En un bosque cerca de la ciudad vivían dos vagabundos. Uno era ciego y
otro cojo; durante el día entero en la ciudad competían el uno con el otro.
Pero una noche sus chozas se incendiaron porque todo el bosque ardió. El
ciego podía escapar, pero no podía ver hacia donde correr, no podía ver
hacia donde todavía no se había extendido el fuego.
El cojo podía ver que aún existía la posibilidad de escapar, pero no podía
salir corriendo – el fuego era demasiado rápido, salvaje- , así pues, lo único
que podía ver con seguridad era que se acercaba el momento de la muerte.
Los dos se dieron cuenta que se necesitaban el uno al otro. El cojo tuvo una
repentina claridad: “el otro hombre, el ciego, puede correr, y yo puedo ver”.
Olvidaron toda su competitividad.
En estos momentos críticos en los cuales ambos se enfrentaron a la muerte,
necesariamente se olvidaron de toda estúpida enemistad, crearon una gran síntesis; se pusieron de acuerdo en
que el hombre ciego cargaría al cojo sobre sus hombros y así funcionarían como un solo hombre, el cojo puede
ver, y el ciego puede correr. Así salvaron sus vidas. Y por salvarse naturalmente la vida, se hicieron amigos;
dejaron su antagonismo.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 6 | P á g i n a
Lectura 5
Acuérdate de soltar el vaso
Un psicólogo, en una sesión grupal, levantó un vaso de agua. Todo
el mundo esperaba la típica pregunta: “¿Está medio lleno o medio
vacío?” Sin embargo, preguntó: – ¿Cuánto pesa este vaso? Las
respuestas variaron entre 200 y 250 gramos. El psicólogo respondió:
“El peso absoluto no es importante.
Depende de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo un minuto, no
es problema. Si lo sostengo una hora, me dolerá el brazo. Si lo
sostengo un día, mi brazo se entumecerá y paralizará.
El peso del vaso no cambia, es siempre el mismo. Pero cuanto más
tiempo lo sujeto, más pesado, y más difícil de soportar se vuelve.”
Y continuó: “Las preocupaciones, los pensamientos negativos, los
rencores, el resentimiento, son como el vaso de agua. Si piensas en ellos un rato, no pasa nada. Si piensas en
ellos todo el día, empiezan a doler.
Y si piensas en ellos toda la semana, acabarás sintiéndote paralizado, e incapaz de hacer nada.” ¡Acuérdate de
soltar el vaso!
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 7 | P á g i n a
Lectura 6
El elefante encadenado
Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me
gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros,
después me enteré, me llamaba la atención el elefante.
Durante la función, la enorme bestia hacia despliegue de su tamaño,
peso y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un
rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto
solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas
clavadas a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera
apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena
era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de
arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.
El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye? Cuando tenía 5 o 6 años yo todavía en la
sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del
elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces
la pregunta obvia: -Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta
coherente. Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me
encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar
la respuesta: El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde muy, muy
pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo
su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día
siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía… Hasta que un día, un terrible día para su
historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree -pobre- que NO PUEDE. Él
tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor
es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás… jamás… intentó poner a prueba su
fuerza otra vez…
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 8 | P á g i n a
Lectura 7
Todo Acto Genera Consecuencias
Ese año las lluvias habían sido particularmente intensas en toda la
región. Una gran corriente del río se llevó la choza de un campesino,
pero cuando cesaron, habían dejado en la tierra una valiosa joya. El
buen hombre vendió la alhaja y con la suma que le entregaron
reconstruyó su choza y el resto se lo regaló a un niño huérfano y
desvalido del pueblo.
La riada había arrasado también otro poblado y un campesino,
para salvar la vida, tuvo que encaramarse a un tronco de árbol
que flotaba sobre las turbulentas aguas. Otro hombre, despavorido,
le pidió socorro, pero el campesino se lo negó, diciéndose a sí
mismo: “Si se sube éste al tronco, a lo mejor se vuelca y me ahogo”.
Los años pasaron y estalló la guerra en ese reino. Ambos campesinos fueron alistados. El campesino bondadoso
fue herido de gravedad y conducido al hospital. El médico que le atendió con gran cariño y eficacia era aquel
muchachito huérfano al que él había ayudado. Lo reconoció y puso toda su ciencia y amor al servicio del
malherido. Logró salvarlo y se hicieron grandes amigos de por vida.
El campesino egoísta tuvo por capitán de la tropa al hombre a quien no había auxiliado. Le envió a primera
línea de combate y días después halló la muerte en las trincheras.
Las consecuencias siguen, antes o después, a los actos. La generosidad engendra generosidad y el egoísmo,
egoísmo. Debemos cultivar los cuatro bálsamos de la mente: amor, compasión, alegría por la dicha de los otros
y ecuanimidad.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 9 | P á g i n a
Lectura 8
La Rosa y el Sapo
Había una vez una rosa roja muy bella, se sentía de maravilla al
saber que era la rosa más bella del jardín. Sin embargo, se daba
cuenta de que la gente la veía de lejos.
Se dio cuenta de que al lado de ella siempre había un sapo grande y
oscuro, y que era por eso que nadie se acercaba a verla de cerca.
Indignada ante lo descubierto le ordenó al sapo que se fuera de
inmediato; el sapo muy obediente dijo: Está bien, si así lo quieres.
Poco tiempo después el sapo pasó por donde estaba la rosa y se
sorprendió al ver la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos.
Le dijo entonces:
Vaya que te ves mal. ¿Qué te pasó?
La rosa contestó: Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y nunca pude volver a ser
igual.
El sapo solo contestó: Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre eras la
más bella del jardín.
Moraleja: Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos más que ellos, más bellos o
simplemente que no nos “sirven” para nada. Todos tenemos algo que aprender de los demás o algo que enseñar,
y nadie debe despreciar a nadie. No vaya a ser que esa persona nos haga un bien del cual ni siquiera seamos
conscientes.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 10 | P á g i n a
Lectura 9
La Rana Sobre el Ánimo
Un grupo de ranas viajaba por el bosque y, de repente, dos de ellas
cayeron en un hoyo profundo. Todas las demás ranas se reunieron
alrededor el hoyo.
Cuando vieron cuan hondo era el hoyo, le dijeron a las dos ranas en
el fondo que para efectos prácticos, se debían dar por muertas ya
que no saldrían. Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de
sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas
sus fuerzas.
Las otras seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inútiles.
Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás
decían y se rindió. Ella se desplomó y murió.
La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible. Una vez más, la multitud de ranas le gritaba y le
hacían señas para que dejara de sufrir y que simplemente se dispusiera a morir, ya que no tenía caso seguir
luchando. Pero la rana saltaba cada vez con más fuerzas hasta que finalmente logró salir del hoyo.
Cuando salió las otras ranas le dijeron: “nos da gusto que hayas logrado salir, a pesar de lo que te gritamos”.
La rana les explicó que era sorda, y que pensó que las demás la estaban animando a esforzarse más y salir del
hoyo.
Moraleja: 1. La palabra tiene poder de vida y muerte. Una palabra de aliento compartida a alguien que se siente
desanimado puede ayudar a levantarlo. 2. Una palabra destructiva dicha a alguien que se encuentre
desanimado puede ser lo que acabe por destruirlo. Tengamos cuidado con lo que decimos. 3. Una persona
especial es la que se da tiempo para animar a otros.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 11 | P á g i n a
Lectura 10
El Ratón Guía
Un ratón se apoderó un día de la brida de un camello y le ordenó que se pusiera en marcha.
El camello era de naturaleza dócil y se puso en marcha.
El ratón, entonces, se llenó de orgullo.
Llegaron de pronto ante un arroyo y el ratón se detuvo.
– ¡Oh, amigo mío! ¿Por qué te detienes?- ¡Camina, tú que eres mi guía!
El ratón dijo: – Este arroyo me parece profundo y temo ahogarme.
El camello: – ¡Voy a probar!
Y avanzó por el agua.- El agua no es profunda.- Apenas me llega a las corvas.
El ratón le dijo: – Lo que a ti te parece una hormiga es un dragón para mí.-
Si el agua te llega a las corvas, debe cubrir mi cabeza en varios cientos de metros.
Entonces el camello le dijo: – En ese caso, deja de ser orgulloso y de creerte un guía.- ¡Ejercita tu orgullo con los
demás ratones, pero no conmigo!
– ¡Me arrepiento! dijo el ratón- ¡en nombre de Dios, ayúdame tú a atravesar este arroyo!
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 12 | P á g i n a
Lectura 11
El Miedo del León
En una lejana sabana africana, andaba perdido un león. Llevaba
más de veinte días alejado de su territorio y la sed y el hambre lo
devoraban. Por suerte, encontró un lago de aguas frescas y
cristalinas. Raudo, corrió veloz a beber de ellas para así, paliar su
sed y salvar su vida.
Al acercarse, vio su rostro reflejado en esas aguas calmadas.
– ¡Vaya! el lago pertenece a otro león – Pensó y aterrorizado, huyó
sin llegar a beber.
La sed cada vez era mayor y él sabía que de no beber, moriría. A la
mañana siguiente, armado de valor, se acercó de nuevo a lago. Igual
que el día anterior, volvió a ver su rostro reflejado y de nuevo, presa del pánico, retrocedió sin beber.
Y así pasaron los días con el mismo resultado. Por fin, en uno de esos días comprendió que sería el último si no
se enfrentaba a su rival. Tomó finalmente la decisión de beber agua del lago pasara lo que pasara. Se acercó
con decisión al lago, nada le importaba ya. Metió la cabeza para beber … y su rival, el temido león ¡desapareció!
La gran mayoría de nuestros miedos son imaginarios. Cuando nos atrevemos a enfrentarlos acaban
desapareciendo. No dejes que tus pensamientos te dominen y te impidan avanzar con tus propósitos.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 13 | P á g i n a
Lectura 12
La Ventana del Hospital
Dos hombres, seriamente enfermos, ocupaban la misma habitación
en el hospital. A uno de ellos se le permitía estar sentado una hora
todas las tardes para que los pulmones drenaran sus fluidos. Su
cama daba a la única ventana de la habitación.
El otro hombre tenía que estar tumbado todo el tiempo. Los dos se
hablaban mucho. De sus mujeres y familiares, de sus casas, trabajos,
el servicio militar, dónde habían estado de vacaciones.
Y todas las tardes el hombre que se podía sentar frente a la ventana,
se pasaba el tiempo describiendo a su compañero lo que veía por la
ventana. Éste, solamente vivía para esos momentos donde
su mundo se expandía por toda la actividad y color
del mundo exterior.
La ventana daba a un parque con un bonito lago. Patos y cisnes jugaban en el agua mientras los niños
capitaneaban sus barcos teledirigidos. Jóvenes amantes andaban cogidos de la mano entre flores de cada color
del arco iris. Grandes y ancestros árboles embellecían el paisaje, y una fina línea del cielo sobre la ciudad se
podía ver en la lejanía.
Mientras el hombre de la ventana describía todo esto con exquisito detalle, el hombre al otro lado de la
habitación cerraba sus ojos e imaginaba la pictórica escena.
Una cálida tarde el hombre de la ventana describió un desfile en la calle. Aunque el otro hombre no podía oír
la banda de música- se la imaginaba conforme el otro le iba narrando todo con pelos y señales. Los días y las
semanas pasaron.
Una mañana, la enfermera entró para encontrase el cuerpo sin vida del hombre al lado de la ventana, el cual
había muerto tranquilamente mientras dormía. Se puso muy triste y llamó al doctor para que se llevaran el
cuerpo. Tan pronto como consideró apropiado, el otro hombre preguntó si se podía trasladar al lado de la
ventana. La enfermera aceptó gustosamente, y después de asegurarse de que el hombre estaba cómodo, le dejó
solo.
Lentamente, dolorosamente, se apoyó sobre un codo para echar su primer vistazo fuera de la ventana.
Finalmente tendría la posibilidad de verlo todo con sus propios ojos.
Se retorció lentamente para mirar fuera de la ventana que estaba al lado de la cama. Daba a un enorme muro
blanco. El hombre preguntó a la enfermera qué había pretendido el difunto compañero contándole aquel
maravilloso mundo exterior.
Y ella dijo: – Quizás sólo quería animarle.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 14 | P á g i n a
Lectura 13
En Busca de la Aguja Pérdida
Una tarde, en un pueblo pequeño donde todos se conocían, un grupo
de jóvenes vio a anciana Rabiya buscando desesperadamente algo
en el jardín frente a su choza. Todos se acercaron a la pobre anciana
para ver si la podían ayudar
Rabiya, ¿Qué le pasa? ¿Qué ha perdido? ¿Le podemos ayudar? -le
preguntaron.
La anciana con tono triste contestó – perdí mi aguja de oro…
Al oírla, los jóvenes se pusieron a buscar, pero de repente uno de los
jóvenes dijo:
Rabiya, el jardín es muy extenso y por contra, la aguja es muy
pequeña; además pronto anochecerá, ¿Puedes decirnos más o menos por donde se le cayó y así poder
centrarnos en esa zona?
La anciana levantó la mirada, señaló hacia su casa y le contesto: Sí tienes razón. La aguja se me cayó allí, dentro
de casa.
Esto enfadó al grupo de jóvenes- Rabiya, ¿te has vuelto loca? Si la aguja se te cayó dentro de casa, ¿Por qué
andamos buscándola aquí afuera?
Entonces Rabiya sonrió y les dijo- Es que aquí afuera hay luz, cosa que dentro de la casa no hay.
El joven que no entendía nada y pensaba que la anciana definitivamente había perdido la cabeza dijo: Pero aun
teniendo luz, si estamos buscando donde no has perdido la aguja, ¿Cómo pretendes encontrarla? ¿No es mejor
llevar una lámpara al interior de la casa y buscarla allí, donde la ha perdido?
La anciana volvió a sonreír y contestó: sois tan inteligentes para ciertas cosas…. ¿por qué no empleáis esa
inteligencia?
Y continuó diciendo: Sois tan inteligentes para las cosas pequeñas ¿cuándo vais a emplear esa inteligencia para
vosotros mismos, para vuestra vida interior?. Miles de veces os he visto a todos vosotros buscando
desesperadamente afuera. Buscando aquello que se os ha perdido en vuestro interior. ¿Por qué buscáis la
felicidad alrededor vuestro? ¿Acaso la habéis perdido allí, o realmente, la habéis perdido en vuestro interior?
Esto es lo que nos suele pasar habitualmente en nuestras vidas, estamos tan inmersos en buscar fuera de
nosotros que nos olvidamos que la esencia del bienestar está dentro de nosotros y nada más.
Nuestra felicidad o bienestar auténtico no pueden estar en el exterior, ni en dependencia de las circunstancias,
de otras personas o las relaciones que mantenemos. Este bienestar auténtico para que sea real, ha de estar por
encima de todo esto. Solo se puede mantener y ser equilibrado si permanece dentro de nosotros.
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Lectura 14
El Problema
Un gran maestro y un guardián compartían la administración de un monasterio zen. Cierto día el guardián
murió, y había que sustituirlo.
El gran maestro reunió a todos sus discípulos, para escoger a quien tendría ese honor. “Voy a presentarles un
problema dijo-. Aquel que lo resuelva primero será el nuevo guardián del templo”.
Trajo al centro de la sala un banco, puso sobre este un enorme y hermoso florero de porcelana con una hermosa
rosa roja y señaló: “Este es el problema”.
Los discípulos contemplaban perplejos lo que veían: los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura
y elegancia de la flor… ¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál era el enigma? Todos estaban
paralizados.
Después de algunos minutos, un alumno se levantó, miró al maestro y a los demás discípulos, caminó hacia el
vaso con determinación, lo retiró del banco y lo puso en el suelo.
“Usted es el nuevo guardián -le dijo el gran maestro, y explicó-: Yo fui muy claro, les dije que estaban delante de
un problema. No importa qué tan bellos y fascinantes sean, los problemas tienen que ser resueltos.
Puede tratarse de un vaso de porcelana muy raro, un bello amor que ya no tiene sentido, un camino que
debemos abandonar pero que insistimos en recorrer porque nos trae comodidades. Sólo existe una forma de
lidiar con los problemas: afrontarlos. En esos momentos no podemos tener piedad, ni dejarnos tentar por el
lado fascinante que cualquier conflicto lleva consigo”.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 16 | P á g i n a
Lectura 15
Un Camino Embarrado
Tanzan Y Ekido iban un día por un camino embarrado. Caía una
fuerte lluvia. Al llegar a un recondo, se encontraron a una joven
encantadora con kimono y faja de seda, que no podía atravesar el
cruce.
“Vamos, muchacha”, dijo Tanzan enseguida, y alzándola en brazos
la pasó.
Ekido no volvió a hablar hasta la noche, cuando llegaron a alojarse
en un templo. Entonces no pudo contenerse más. “Nosotros los
monjes, no debemos acercarnos a las mujeres”, le dijo a Tanzan,
“especialmente a las jóvenes y bonitas. Es peligroso. ¿Por que hizo
usted eso?”.
“Yo dejé a la chica allá atrás”, dijo Tanzan. “¿Usted todavía la está cargando?”.
Muchas veces resulta difícil distinguir entre un problema real y uno mental. El problema real es aquel que a ojos
de mil personas, todos ellos coincidirían que efectivamente nos encontramos ante un problema, como es el caso
de una enfermedad terminal.
En el otro caso probablemente, muchas de esa mil personas no lo considerarían como tal, pero a ojos de uno,
puede llegar a ser un infierno difícil de superar.
Aprende a diferenciar lo que tus ojos ven, de lo que tu mente quiera que veas y recuerda. No permitas que un
dolor, no te deje ver las alegrías que, día a día, la vida te vuelve a regalar.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 17 | P á g i n a
Lectura 16
Diferencia Entre Querer y Amar
-“Te amo” – dijo el principito…
-“Yo también te quiero” – dijo la rosa.
-“No es lo mismo” – respondió él…
“Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los
demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de
compañía…Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es
adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún
punto nos reconocemos carentes.
Querer es esperar, es apegarse a las cosas y a las personas desde
nuestras necesidades. Entonces, cuando no tenemos reciprocidad
hay sufrimiento. Cuando el “bien” querido no nos corresponde, nos sentimos frustrados y decepcionados.
Si quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da lo que espero, sufro. El
problema es que hay una mayor probabilidad de que la otra persona tenga otras motivaciones, pues todos
somos muy diferentes. Cada ser humano es un universo.
Amar es desear lo mejor para el otro, aún cuando tenga motivaciones muy distintas. Amar es permitir que seas
feliz, aún cuando tu camino sea diferente al mío. Es un sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es
darse por completo desde el corazón. Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento.
Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar. Se sufre
por apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues nada ha esperado del otro.
Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro placer de dar. Pero es cierto
también que esta entrega, este darse, desinteresado, solo se da en el conocimiento. Solo podemos amar lo que
conocemos, porque amar implica tirarse al vacío, confiar la vida y el alma.
Y el alma no se indemniza. Y conocerse es justamente saber de vos, de tus alegrías, de tu paz, pero también de
tus enojos, de tus luchas, de tu error. Porque el amor trasciende el enojo, la lucha, el error y no es solo para
momentos de alegría.
Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión
egoísta, sino estar, en silenciosa compañía. Amar es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni
mis inviernos.
Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes como padre, madre, hermano, hijo, amigo y saber
que en el tuyo hay un lugar para mí.
Dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta. La manera de devolver tanto amor, es abrir el corazón
y dejarse amar.”
-“Ya entendí” – dijo la rosa.
-” No lo entiendas, vívelo” -dijo el principito.
Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 18 | P á g i n a
Lectura 17
Todos Tenemos Grietas
Un hombre cargador de agua de India tenía dos grandes vasijas que
colgaban a los extremos de un palo y que llevaba encima de los
hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra
era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a
pie desde el arroyo hasta la casa de su patrón; en cambio cuando
llegaba, la vasija rota solo tenía la mitad del agua.
Durante dos años completos esto fue así diariamente, desde luego la
vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía
perfecta para los fines para los que fue creada.
Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia
imperfección, y se sentía miserable porque solo podía hacer la mitad
de todo lo que se suponía que era su obligación.
Después de dos años, la tinaja quebrada le hablo al aguatero:
-“Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas solo puedes entregar la mitad
de mi carga y solo obtienes la mitad del valor que deberías recibir.”
El aguatero le dijo compasivamente:
-“Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino”. Así lo
hizo la tinaja. Y en efecto, vio muchísimas flores a lo largo del trayecto. Sin embargo se sintió apenada porque
solo quedaba dentro de él la mitad del agua que debía llevar.
El aguatero le dijo entonces:
-“¿Te diste cuenta de que las flores solo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise
sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a lo largo camino por donde vas y todos los días las has
regado y por dos años yo he podido recoger estas flores. Si no fueras exactamente cómo eres, con todo y tus
defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.”
Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas y en nuestra educación y experiencia las pulimos. Todos somos
vasijas agrietadas, pero debemos saber que siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener
hermosos resultados.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 19 | P á g i n a
Lectura 18
Vivir el Presente
“Un hombre se le acercó a un sabio anciano y le dijo: -Me han dicho que tú eres sabio…. Por favor, dime qué
cosas puede hacer un sabio que no está al alcance de las demás de las personas. El anciano le contestó: cuando
como, simplemente como; duermo cuando estoy durmiendo, y cuando hablo contigo, sólo hablo contigo. Pero
eso también lo puedo hacer yo y no por eso soy sabio, le contestó el hombre, sorprendido.
Yo no lo creo así, le replicó el anciano. Pues cuando duermes recuerdas los problemas que tuviste durante el día
o imaginas los que podrás tener al levantarte. Cuando comes estás planeando lo que vas a hacer más tarde. Y
mientras hablas conmigo piensas en qué vas a preguntarme o cómo vas a responderme, antes de que yo
termine de hablar. El secreto es estar consciente de lo que hacemos en el momento presente y así disfrutar cada
minuto del milagro de la vida.”
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 20 | P á g i n a
Lectura 19
El paquete de galletas.
Había una vez una señora que debía viajar en tren. Cuando la señora
llegó a la estación, le informaron de que su tren se retrasaría
aproximadamente una hora.
Un poco fastidiada, se compró una revista, un paquete de galletas y
una botella de agua. Buscó un banco en el andén central y se sentó,
preparada para la espera. Mientras ojeaba la revista, un joven se
sentó a su lado y comenzó a leer un diario.
De pronto, sin decir una sola palabra, estiró la mano, tomó el
paquete de galletas, lo abrió y comenzó a comer. La señora se
molestó un poco; no quería ser grosera pero tampoco hacer de
cuenta que nada había pasado.
Así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete, sacó una galleta y se la comió mirando fijamente al joven.
Como respuesta, el joven tomó otra galleta y, mirando a la señora a los ojos y sonriendo, se la llevó a la boca.
Ya enojada, ella cogió otra galleta y, con ostensibles señales de fastidio, se la comió mirándolo fijamente.
El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La señora estaba cada vez más irritada, y el
muchacho cada vez más sonriente. Finalmente, ella se dio cuenta de que sólo quedaba una galleta, y pensó:
“No podrá ser tan caradura” mientras miraba alternativamente al joven y al paquete.
Con mucha calma el joven alargó la mano, tomó la galleta y la partió en dos. Con un gesto amable, le ofreció
la mitad a su compañera de banco. -¡Gracias! -dijo ella tomando con rudeza el trozo de galleta. -De nada -
contestó el joven sonriendo, mientras comía su mitad. Entonces el tren anunció su partida. La señora se levantó
furiosa del banco y subió a su vagón.
Desde la ventanilla, vio al muchacho todavía sentado en el andén y pensó: “¡Qué insolente y mal educado! ¡Qué
será de nuestro mundo!” De pronto sintió la boca reseca por el disgusto. Abrió su bolso para sacar la botella de
agua y se quedó estupefacta cuando encontró allí su paquete de galletas intacto.
Reflexión: Cuántas veces nuestros prejuicios y decisiones apresuradas nos hacen valorar erróneamente a los
demás y cometer graves equivocaciones. Cuántas veces la desconfianza, ya instalada en nosotros, hace que
juzguemos arbitrariamente a las personas y las situaciones, encasillándolas en ideas preconcebidas alejadas
de la realidad. Por lo general nos inquietamos por eventos que no son reales y nos atormentamos con
problemas que tal vez nunca van a ocurrir.
“Peleando, juzgando antes de tiempo y alterándose no se consigue jamás lo suficiente; pero siendo justo,
cediendo y observando a los demás con una simple cuota de serenidad, se consigue más de lo que se espera”.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 21 | P á g i n a
Lectura 20
La Casa Imperfecta
Un maestro de construcción ya entrado en años estaba listo para
retirarse a disfrutar su pensión de jubilación. Le contó a su jefe
acerca de sus planes de dejar el trabajo para llevar una vida más
placentera con su esposa y su familia. Iba a extrañar su salario
mensual, pero necesitaba retirarse; ya se las arreglarían de alguna
manera.
El jefe se dio cuenta de que era inevitable que su buen empleado
dejara la compañía y le pidió, como favor personal, que hiciera el
último esfuerzo: construir una casa más.
El hombre accedió y comenzó su trabajo, pero se veía a las claras
que no estaba poniendo el corazón en lo que hacía. Utilizaba
materiales de inferior calidad, y su trabajo, lo mismo que el de sus ayudantes, era deficiente. Era una
infortunada manera de poner punto final a su carrera.
Cuando el albañil terminó el trabajo, el jefe fue a inspeccionar la casa y le extendió las llaves de la puerta
principal. “Esta es tu casa, querido amigo —dijo-. Es un regalo para ti”. Si el albañil hubiera sabido que estaba
construyendo su propia casa, seguramente la hubiera hecho totalmente diferente. ¡Ahora tendría que vivir en
la casa imperfecta que había construido!
Reflexión: A veces construimos nuestras vidas de manera distraída, sin poner en esa actuación lo mejor de
nosotros. Muchas veces, ni siquiera hacemos nuestro mejor esfuerzo en el trabajo. Entonces, de repente, vemos
la situación que hemos creado y descubrimos que estamos viviendo en la casa que hemos construido. Sí lo
hubiéramos sabido antes, la habríamos hecho diferente.
Sería interesante conseguir actuar como si estuviésemos “construyendo nuestra casa”. La vida es como un
proyecto de “hágalo-usted-mismo”. Tu vida, ahora, es el resultado de tus actitudes y elecciones del pasado. ¡Tu
vida de mañana será el resultado de tus actitudes y elecciones de hoy!
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 22 | P á g i n a
Lectura 21
La Parábola del Árbol de Manzanas
Hace mucho tiempo existía un enorme árbol de manzanas. Un
pequeño niño lo amaba mucho y todos los días jugaba alrededor de
él. Trepaba al árbol hasta el tope y él le daba sombra. Él amaba al
árbol y el árbol amaba al niño.
Paso el tiempo y el pequeño niño creció y el nunca más volvió a jugar
alrededor del enorme árbol. Un día el muchacho regresó al árbol y
escuchó que el árbol le dijo. – Estoy muy triste. – ¿Vienes a jugar
conmigo? Pero el muchacho contestó: – Ya no soy el niño de antes
que jugaba alrededor de enormes árboles. – Lo que ahora quiero son
juguetes y necesito dinero para comprarlos. Lo siento, dijo el árbol.
– Pero no tengo dinero – Te sugiero que tomes todas mis manzanas
y las vendas. De esta manera tú obtendrás el dinero para tus juguetes.
El muchacho se sintió muy feliz. Tomó todas las manzanas y obtuvo el dinero y el árbol volvió a ser feliz. Pero el
muchacho nunca volvió después de obtener el dinero y el árbol volvió a estar triste. Tiempo después, el
muchacho regresó y el árbol se puso feliz y le preguntó. – ¿Vienes a jugar conmigo? – No tengo tiempo para
jugar. – Debo de trabajar para mi familia. – Necesito una casa para compartir con mi esposa e hijos. – ¿Puedes
ayudarme? – Lo siento, pero no tengo una casa, pero… – Tú puedes cortar mis ramas y construir tu casa. El
joven cortó todas las ramas del árbol y esto hizo feliz nuevamente al árbol, pero el joven nunca más volvió desde
esa vez y el árbol volvió a estar triste y solitario.
Cierto día de un cálido verano, el hombre regresa y el árbol estaba alegre. – ¿Vienes a jugar conmigo? -le
preguntó el árbol. El hombre contesta. – Estoy triste y volviéndome viejo. – Quiero un bote para navegar y
descansar. – ¿Puedes darme uno? El árbol contesta. – Usa mi tronco para que puedas construir uno y así puedas
navegar y ser feliz. El hombre cortó el tronco y construyó su bote.
Luego se fue a navegar por un largo tiempo. Finalmente regresó después de muchos años y el árbol le dijo. – Lo
siento mucho, pero ya no tengo nada que darte ni siquiera manzanas. El hombre responde. – No tengo dientes
para morder, ni fuerza para escalar. – Ya estoy viejo. Entonces el árbol con lágrimas en sus ojos le dijo. –
Realmente no puedo darte nada… – La única cosa que me queda son mis raíces muertas. Y el hombre contestó.
– Yo no necesito mucho ahora, solo un lugar para descansar. – Estoy tan cansado después de tantos años… –
Bueno… las viejas raíces de un árbol, son el mejor lugar para recostarse y descansar. – Ven siéntate conmigo y
descansa. El hombre se sentó junto al árbol y este feliz y contento sonrió con lágrimas. ¿Sabes qué? Esta puede
ser la historia de cada uno de nosotros. El árbol son nuestros Padres.
Cuando somos muy jóvenes, los amamos y jugamos con Papá y Mamá… cuando crecemos los dejamos… solo
regresamos a ellos cuando los necesitamos o estamos en problemas… no importa lo que sea, ellos siempre
están allí para darnos todo lo que puedan… y hacernos felices. Ustedes pueden pensar que el muchacho es cruel
contra el Árbol, pero es así como “NOSOTROS” tratamos a nuestros Padres… Valoremos a nuestros Padres
mientras los tengamos a nuestro lado y si ya no están, que la llama de su amor viva por siempre en tu corazón…
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 23 | P á g i n a
Lectura 22
El Guerrero Samurái
Cerca de Tokio vivía un gran samurái ya anciano, que se dedicaba a
enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que
todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario. Cierta tarde,
un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por
allí.
Era famoso por utilizar la técnica de la provocación. Esperaba a que
su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una
inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos,
contraatacaba con velocidad fulminante.
El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Con
la reputación del samurái, se fue hasta allí para derrotarlo y
aumentar su fama. Todos los estudiantes se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío.
Todos juntos se dirigieron a la plaza de la ciudad y el joven comenzaba a insultar al anciano maestro. Arrojó
algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara, le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso
a sus ancestros. Durante horas hizo todo por provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde,
sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró.
Desilusionados por el hecho de que el maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le
preguntaron:
-¿Cómo pudiste, maestro, soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usaste tu espada, aún sabiendo que podías
perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de todos nosotros? El maestro les preguntó: -Si alguien
llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿a quién pertenece el obsequio? -A quien intentó
entregarlo, respondió uno de los alumnos.
Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos. -Dijo el maestro, cuando no se aceptan, continúan
perteneciendo a quien los llevaba consigo.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 24 | P á g i n a
Lectura 23
Maten al Amor
Hubo una vez en la historia del mundo, un día terrible en el que el
odio, que es el rey de los malos sentimientos, los defectos y los vicios,
convocó a una reunión urgente de todos ellos.
Todos los sentimientos negros del mundo y los deseos más perversos
del corazón humano llegaron a esta reunión con curiosidad de saber
cuál era el propósito… Cuando estuvieron todos habló el odio y dijo:
“Los he reunido aquí a todos porque deseo con todas mis fuerzas
matar a alguien”… Los asistentes no se extrañaron mucho pues era
el odio el que estaba hablando y él siempre quiere matar a alguien…
Sin embargo, todos se preguntaban entre sí quién sería tan difícil de
matar como para que el odio los necesitara a todos.
“Quiero que maten al Amor”, dijo. Muchos sonrieron malévolamente, pues más de uno le tenía ganas. El primer
voluntario fue el Mal Carácter, quien dijo: “Yo iré y les aseguro que en un año el Amor habrá muerto… Provocaré
tal discordia y rabia que no lo soportará”. Al cabo de un año se reunieron otra vez y al escuchar el reporte del
Mal Carácter, quedaron muy decepcionados. “Lo siento”, dijo “lo intenté todo, pero cada vez que yo sembraba
una Discordia el Amor la superaba y salía adelante”..
Fue entonces cuando, muy diligente, se ofreció la Ambición, quien haciendo alarde de su poder, dijo: “En vista
de que el Mal Carácter fracasó, iré yo. Desviaré la atención del Amor hacia el deseo por la riqueza y por el poder.
Eso nunca lo ignorará.” Y empezó la Ambición el ataque hacia su víctima quien, efectivamente, cayó herida. Pero
después de luchar por salir adelante, renunció a todo deseo desbordado de poder y triunfó de nuevo.
Furioso el odio por el fracaso de la Ambición, envió a los Celos, quienes burlones y perversos, inventaban toda
clase de artimañas y situaciones para despistar al Amor y lastimarlo con dudas y sospechas infundadas. Pero
el Amor, confundido, lloró y pensó que no quería morir, y con valentía y fortaleza se impuso sobre ellos y los
venció. Año tras año el odio siguió en su lucha enviando a sus más hirientes compañeros.
Envió a la Frialdad, al Egoísmo, al Reproche, la Indiferencia, la Pobreza, la Enfermedad y a muchos otros que
fracasaron siempre, porque cuando el Amor se sentía desfallecer, tomaba nueva fuerza y todo lo superaba. El
odio, convencido de que el Amor era invencible, les dijo a los demás: “Nada que hacer: El Amor ha soportado
todo, llevamos muchos años insistiendo y no lo logramos”.
De pronto, desde un rincón del salón se levantó un sentimiento poco conocido y que vestía todo de negro y con
un sombrero gigante que caía sobre su rostro y no lo dejaba ver. Su aspecto era fúnebre como el de la muerte.
“Yo matare al Amor”, dijo con seguridad. Todos se preguntaron quién era ese que pretendía hacer por si solo lo
que juntos ninguno había podido. El odio dijo, “ve y hazlo”
Tan sólo había pasado algún tiempo cuando el odio volvió a llamar a todos los malos sentimientos para
comunicarles que, después de tanto luchar, por fin el AMOR HABÍA MUERTO. Todos estaban felices, pero
sorprendidos. Entonces, el sentimiento del sombrero negro hablo: “Ahí les entrego el Amor totalmente muerto
y destrozado”. Y sin decir más, se marchó. “Espera”, dijo el odio, “en tan poco tiempo lo eliminaste por completo,
lo desesperaste y no hizo el menor esfuerzo por vivir… ¿¡quién eres?! El sentimiento levantó por primera vez su
horrible rostro y dijo: “SOY LA RUTINA”………
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 25 | P á g i n a
Lectura 24
La Leyenda del Verdadero Amigo
Dice una linda leyenda árabe que dos amigos viajaban por el
desierto y en un determinado punto del viaje discutieron. El otro,
ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena: HOY, MI MEJOR
AMIGO ME PEGO UNA BOFETADA EN EL ROSTRO.
Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse.
El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse,
siendo salvado por el amigo.
Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra: HOY, MI
MEJOR AMIGO ME SALVO LA VIDA. Intrigado, el amigo preguntó: ¿Por
qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes
en una piedra? Sonriendo, el otro amigo respondió: Cuando un gran
amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de
borrarlo y apagarlo; por otro lado cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la
memoria del corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 26 | P á g i n a
Lectura 25
Eres una Joya Única
-Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo
fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada
bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué
puedo hacer para que me valoren más?
El maestro, sin mirarlo, le dijo: -Cuánto lo siento muchacho, no puedo
ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás
después…- y haciendo una pausa agregó Si quisieras ayudarme tú a
mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te
pueda ayudar. -E…encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió
que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas. -Bien-
asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño
de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó- toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el
mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la
mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete ya y regresa con esa moneda lo más
rápido que puedas. El joven tomó el anillo y partió.
Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven
decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le
daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una
moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció
una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una
moneda de oro, y rechazó la oferta. Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado -
más de cien personas- y abatido por su fracaso, monto su caballo y regresó.
Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al
maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la habitación. -
Maestro -dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas
de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo. -Qué importante
lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo.
Vuelve a montar y vete al joyero.
¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no
importa lo que te ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó
el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo: -Dile al maestro, muchacho, que si lo
quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo. -58 monedas??!-exclamó el joven. -
Sí -replicó el joyero- Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… si la
venta es urgente… El Joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido. -Siéntate -dijo el
maestro después de escucharlo-. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede
evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquier ignorante descubra
tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.
A veces, las circunstancias de la vida, hacen que nos sintamos desmoralizados, o devaluados, pero si miramos
nuestro interior, descubriremos nuestro verdadero valor y que el hecho de que a algunas personas se sientan
opacadas por tu luz y quieran extinguirla, no significa que valgas menos, solo se logrará si tú lo permites. Una
ofensa es como un regalo, de ti depende aceptarlo o rechazarlo, simplemente diciendo: Tú podrás pensar de
Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 27 | P á g i n a
mí de esa manera, yo no pienso así de mí mismo. Tú decides si te tomas la copa que te ofrecen con veneno y
envenenarte, o suavemente rechazarla y no contaminarte.
Uno no puede evitar que los pájaros vuelen sobre su cabeza, pero sí que hagan nido en ella.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 28 | P á g i n a
Lectura 26
Sabia Naturaleza
Un hombre encontró un capullo de una mariposa y se lo llevó a su
casa para poder ver a la mariposa cuando saliera del capullo. Un día
vio que había un pequeño orificio y entonces se sentó a observar por
varias horas, viendo que la mariposa luchaba por poder salir del
capullo.
El hombre vio que forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo
a través del pequeño orificio en el capullo, hasta que llegó un
momento en el que pareció haber cesado de forcejear, pues
aparentemente no progresaba en su intento. Pareció que se había
atascado. Entonces el hombre, en su bondad, decidió ayudar a la
mariposa y con una pequeña tijera cortó al lado del orificio del
capullo para hacerlo más grande, y así fue que por fin la mariposa pudo salir.
Sin embargo la mariposa tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas. El hombre continuó
observando, pues esperaba que en cualquier instante las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente para
soportar el cuerpo, el cual se contraería al reducir lo hinchado que estaba. Ninguna de las dos situaciones
sucedieron y la mariposa solamente podía arrastrarse en círculos con su cuerpecito hinchado y sus alas
dobladas.
Nunca pudo llegar a volar…. Lo que el hombre en su bondad y apuro no entendió, fue que la restricción de la
apertura del capullo, y la lucha requerida por la mariposa para salir por el diminuto agujero, era la forma en
que la naturaleza forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que estuviesen grandes y
fuertes y luego pudiese volar.
La libertad y el volar solamente podrán llegar luego de la lucha. Al privar a la mariposa de la lucha, también le
fue privada su salud y su fuerza. La lucha es necesaria en nuestra vida. Si Dios no confiara en nuestras
habilidades para salir adelante no nos pondría obstáculos. Y si no encontráramos obstáculos no podríamos
crecer y ser tan fuertes como podemos llegar a Ser.
¡Cuánta verdad hay en esto! Cuántas veces hemos querido tomar el camino fácil para salir de dificultades,
tomando esas tijeras y recortando el esfuerzo y la lucha. Necesitamos recordar que todo lo que sucede en
nuestra vida es una lección y una oportunidad. Y que a través de nuestros esfuerzos nuestros triunfos y en
ocasiones nuestras caídas, somos fortalecidos, así como el oro es refinado con el fuego.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 29 | P á g i n a
Lectura 27
¿QUÉ ELIGES SER? ¿ZANAHORIA, HUEVO O CAFÉ?
Érase una vez la hija de un viejo hortelano que se quejaba
constantemente sobre su vida y sobre lo difícil que le resultaba ir
avanzando. Estaba cansada de luchar y no tenía ganas de nada;
cuando un problema se solucionaba otro nuevo aparecía y eso le
hacía resignarse y sentirse vencida.
El hortelano le pidió a su hija que se acercara a la cocina de su
cabaña y que tomara asiento. Después, llenó tres recipientes con
agua y los colocó sobre fuego. Cuando el agua comenzó a hervir
colocó en un recipiente una zanahoria, en otro un huevo y en el
último vertió unos granos de café. Los dejó hervir sin decir palabra
mientras su hija esperaba impacientemente sin comprender qué era
lo que su padre hacía. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un
tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café.
Miró a su hija y le dijo: “¿Qué ves?”. “Zanahorias, huevos y café”, fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió
que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo
rompiera. Le quitó la cáscara y observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras
disfrutaba de su dulce aroma. Humildemente la hija preguntó:
“¿Qué significa esto, papá?”
Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo. Pero habían
reaccionado en forma muy diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el
agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina
protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. El café
sin embargo era único; después de estar en agua hirviendo, había cambiado el agua.
“¿Cual eres tú?”, le preguntó a su hija. “Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿Cómo respondes?:
“¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y
pierdes tu fortaleza?”.
“¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? ¿Poseías un espíritu fluido, pero después de una
muerte, una separación, o un despido, te has vuelto dura y rígida? Por fuera eres igual pero, ¿cómo te has
transformado por dentro?”.
“¿O eres como el café? El café cambia el agua, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto
de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú
reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren”.
Y tú, ¿Cuál de los tres eres?”
REFLEXIÓN: En la vida nos enfrentamos a circunstancias que no podemos cambiar. Pero si tenemos la opción
de decidir cómo afrontarlas. Tal vez hoy sea uno de esos días en que el agua está hirviendo y comenzamos a
sentir mucho calor. ¿Y tú? ¿Qué eliges?
Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 30 | P á g i n a
Lectura 28
El usurero (pensamiento creativo)
En una pequeña ciudad italiana, hace cientos de años, el dueño de
un negocio familiar debía una gran suma de dinero a un
prestamista. El usurero era un tipo muy viejo y poco atractivo, que
por casualidad le gustaba la hija del dueño del negocio.
Éste decidió ofrecer al hombre de negocios un trato que borraría
completamente la deuda. Sin embargo, sólo se eliminaría si se
casaba con la hija del dueño del negocio.
No hace falta decir que esta propuesta fue recibida con una mirada
de disgusto.
El prestamista dijo que colocaría dos piedras en una bolsa: una
blanca y otra negra.
La hija tendría que meter la mano en la bolsa y sacar un piedrita. Si era negra, la deuda sería borrada, pero el
prestamista se casaría con la joven. Si era blanca, la deuda también sería borrada, pero la hija no tendría que
casarse con el usurero.
Parado en un sendero, el prestamista se inclinó y cogió dos piedritas. Mientras él las recogía, la hija se dio
cuenta de que había recogido dos piedras negras y las había metido en la bolsa.
Luego le pidió a la joven que metiera la mano en la bolsa y recogiera una.
Naturalmente, la hija tenía tres opciones en cuanto a lo que podía haber hecho:
Negarse a recoger una piedra de la bolsa.
Saca ambas piedras de la bolsa y exponer al usurero por hacer trampa.
Escoger una piedra de la bolsa sabiendo que es negra y sacrificarse por la libertad de su padre.
Entonces introdujo su mano y sacó una piedra de la bolsa, y antes de mostrar su color, "accidentalmente" las
dejó caer en medio de los otros guijarros.
Con una sonrisa en su rostro, le dijo al prestamista;
"Oh, qué torpe soy... Pero no importa, si buscas en la bolsa la piedra que queda, sabrás qué color elegí".
La piedra que quedaba en la bolsa es obviamente negra, y viendo que el usurero no quería ser expuesto como
un tramposo, tuvo que seguirle el juego como si la piedra que la joven dejó caer era blanca, saldando así la
deuda de su padre.
Reflexión y moraleja de la historia:
Siempre es posible superar una situación difícil, mediante pensamiento creativo y no ceder a las únicas opciones
que crees que tienes para elegir.
Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 31 | P á g i n a
Lectura 29
El día en que todo salió mal
Cada vez que necesito ayuda como madre, recuerdo a mi propia
madre y a mi abuela, mujeres que plantaron semillas de sabiduría
en mi alma.
Hace unos días, llegué a casa y encontré una carta de advertencia de
una planilla de luz sin pagar, el estado de cuenta de mi tarjeta de
crédito y varias facturas atrasadas.
Además mi hijo Tommy, de 15 años, se quejaba de un mal corte de
cabello. Tuvo que aguantar todo el día que otros estudiantes del
colegio lo llamaran "calvo".
Lisa, mi segunda hija, se sentía devastada, pues aunque había estudiado mucho para la prueba final del séptimo
grado, le habían faltado dos decimales para no reprobar.
Por último Jenni, en su primer año de escuela, había sido "víctima" de la timidez al momento de realizar una
lectura frente a toda la clase.
Miré los rostros desconsolados de mis hijos, y fue entonces cuando la imagen de mi abuela vino sonriendo a mi
cabeza. Entonces dije:
Muy bien, ¿saben qué día es hoy? Es "un día en que todo salió mal" ¡Vamos a celebrarlo!
Me miraron, sorprendidos y con curiosidad. Continué: "Mi abuela siempre decía que aprendemos más de
nuestros errores que de nuestros éxitos. Siempre nos decía que cuando uno más se equivoca o las cosas le salen
mal, es cuando existe mayor oportunidad de superarse y triunfar".
Esta fue la primera de muchas otras fiestas por "las cosas que no funcionaron". En medio de la tragedia,
buscamos siempre una excusa para celebrar, en lugar de angustiarnos por lo que habíamos sufrido.
Espero haber plantado en las almas de mis hijos las semillas recogidas por la sabiduría de las mujeres que me
precedieron. Y que estas semillas se extiendan en sus propios jardines algún día.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 32 | P á g i n a
Lectura 30
La vida es un jardín
En una pequeña aldea de los Alpes Suizos, Hans, un simpático
anciano de más de 80 años, jardinero de profesión, se había
convertido en la atracción de los turistas. Su aspecto bonachón, su
buen humor, y sobre todo, su sabiduría natural, hacían que todos
quisieran pasar un tiempo con él, mientras trabajaba la tierra y
mantenía los jardines de la plaza del pueblo.
Un día, llegó un contingente de ejecutivos, de paso hacia una
convención. Atraídos por la belleza natural, tomaron y paseo, y, de
regreso, descansaron en la plaza. Al ver que estaba rodeado de
niños, jóvenes, adultos y ancianos, se acercaron a ver qué pasaba.
Y allí estaba Hans, respondiendo las preguntas que le hacían, con parábolas sobre su profesión de jardinero y
la vida. Entonces, les dijo: “La vida es un jardín. Lo que siembres en ella, eso te devolverá. Así que elige semillas
buenas, riégalas y con seguridad tendrás las flores más hermosas.
Cada acto, palabra, sonrisa o mirada, es una simiente. Procura, entonces, que caiga tu simiente en el surco
abierto del corazón de los hombres y vigila su futuro.
Procura, además, que sea como el trigo que da pan a los pueblos, y no produce espinas y cizaña que dejan
estériles las almas.
Muchas veces sembrarás en el dolor, pero esa siembra traerá frutos de gozo. A menudo sembrarás llorando,
pero, ¿quién sabe si tu simiente no necesita del riego de tus lágrimas para que germine?
No tomes las tormentas como castigos. Piensa que los vientos fuertes harán que tus raíces se hagan más
profundas, para que tu rosal resista mejor lo que habrá de venir.
Y, cuando tus hojas caigan, no te lamentes; serán tu propio abono, reverdecerás y tendrás flores nuevas.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 33 | P á g i n a
Lectura 31
La mariposa blanca
“Había una vez en Japón un anciano cuyo nombre era el de
Takahama, y que vivía desde su juventud en una pequeña casa que
él mismo había construido junto a un cementerio, en lo alto de una
colina. Era un hombre amado y respetado por su amabilidad y
generosidad, pero los lugareños a menudo se preguntaban por qué
vivía en soledad al lado del cementerio y por qué nunca se había
casado.
Un día el anciano enfermó de gravedad, estando cercana ya su
muerte, y su cuñada y su sobrino fueron a cuidarle en sus últimos
momentos y le aseguraron que estarían junto a él todo lo que
necesitara. Especialmente su sobrino, quien no se separaba del
anciano.
Un día, en que la ventana de la habitación estaba abierta, se coló una pequeña mariposa blanca en el interior.
El joven intentó espantarla en varias ocasiones, pero la mariposa siempre volvía al interior, y finalmente,
cansado, la dejó revolotear al lado del anciano.
Tras largo rato, la mariposa abandonó la habitación y el joven, curioso por su comportamiento y maravillado
por su belleza, la siguió. El pequeño ser voló hasta el cementerio que existía al lado de la casa y se dirigió a una
tumba, alrededor de la cual revolotearía hasta desaparecer. Aunque la tumba era muy antigua, estaba limpia
y cuidada, rodeada de flores blancas frescas. Tras la desaparición de la mariposa, el joven sobrino volvió a la
casa con su tío, para descubrir que este había muerto.
El joven corrió a contarle a su madre lo sucedido, incluyendo el extraño comportamiento de la mariposa, ante
lo que la mujer sonrió y le contó al joven el motivo por el que el anciano Takahana había pasado su vida allí.
En su juventud, Takahana conoció y se enamoró de una joven llamada Akiko, con la cual iba a casarse. Sin
embargo, pocos días antes del enlace la joven falleció. Ello sumió a Takahama en la tristeza, de la que
conseguiría recuperarse. Pero sin embargo decidió que nunca se casaría, y fue entonces cuando construyó la
casa al lado del cementerio con el fin de poder visitar y cuidar todos los días la tumba de su amada.
El joven reflexionó y entendió quién era la mariposa, y que ahora su tío Takahama se había reunido al fin con
su amada Akiko.”
Un hermoso cuento de origen japonés que nos habla sobre el amor, concretamente de un amor capaz de
trascender el tiempo e incluso la muerte. Un amor eterno.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 34 | P á g i n a
Lectura 32
Los seis sabios ciegos y el elefante
“En una ocasión había seis ancianos sabios que no gozaban del don
de la vista, siendo ciegos y empleando el sentido del tacto para
experimentar y conocer las diferentes realidades, seres y objetos del
mundo. Ninguno de estos sabios había visto jamás un elefante, y tras
conocer que su rey disponía de uno le solicitaron con humildad poder
conocerlo. El monarca decidió concederles su petición y los llevó ante
el paquidermo, permitiendo que los ancianos se acercaran y lo
tocaran.
Los sabios se aproximaron al animal y, uno por uno, tocaron al
elefante con el fin de saber cómo era dicho ser.
El primero le tocó un colmillo, y consideró que el elefante era liso y agudo cual lanza. El segundo sabio se
aproximó y tocó la cola del elefante, respondiendo que en realidad era más bien como una cuerda. El tercero
entraría en contacto con la trompa, refiriendo que el animal se parecía más a una serpiente.
El cuarto indicaría que los demás debían estar errando, ya que tras tocar la rodilla del elefante llegó a la
conclusión de que se trataba de algo semejante a un árbol. El quinto lo desmintió al tocar la oreja del ser,
valorando que se parecía a un abanico. Por último el sexto sabio llegó a la conclusión de que en realidad el
elefante era como una fuerte pared rugosa, al haber tocar su lomo.
Tras haber llegado a distintas conclusiones, los sabios empezaron a discutir respecto a quién poseía la verdad.
Dado que todos defendían sus posiciones con ahínco, recurrieron a la ayuda de un séptimo sabio el cual podía
ver. Este les hizo ver que en realidad todos ellos tenían parte de la razón, dado que habían estado describiendo
una única parte del conjunto del animal, a la vez que aún sin equivocarse ninguno de ellos había podido
conocerlo en su totalidad.“
Un cuento clásico procedente de la India; esta historia nos habla de la necesidad de tener en cuenta que nuestro
punto de vista no es el único que existe sobre la realidad: debemos valorar que las opiniones, creencias o
conocimientos de otras personas pueden ser tan válidas y verdaderas como las nuestras, sin necesidad de que
ninguno de los dos esté equivocado.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 35 | P á g i n a
Lectura 33
El ciervo escondido
“Había una vez un leñador de Cheng que encontró un ciervo en un
campo, al cual mató y posteriormente enterró con hojas y ramas
para evitar que otros descubrieran la pieza. Pero al poco tiempo, el
leñador se olvidó del lugar donde había ocultado el animal y llegó a
creer que en realidad todo el asunto había sido un sueño.
Poco después empezaría a contar su supuesto sueño, a lo que uno
de los que lo escuchó reaccionó intentando buscar el ciervo. Tras
encontrarlo, se lo llevó a su casa y le comentó a su mujer la situación,
la cual le indicó que tal vez sería él quien había soñado la
conversación con el leñador, pese a que al haber encontrado el
animal el sueño sería real. A esto, su esposo contestó que
independientemente de si el sueño fuera suyo o del leñador, no había necesidad de saberlo.
Pero esa misma noche el leñador que cazó al animal soñó (este vez de verdad) con el lugar donde había
escondido el cadáver y con la persona que lo había encontrado. Por la mañana fue a casa del descubridor del
cuerpo del animal, tras lo que ambos hombres discutieron respecto a quién pertenecía la pieza. Esta discusión
se intentaría zanjar con la ayuda de un juez, el cual repuso que por un lado el leñador había matado a un ciervo
en lo que creía un sueño y posteriormente consideró que su segundo sueño era una verdad, mientras que el
otro encontró dicho ciervo aunque su esposa consideraba que era él quien soñó haberlo encontrado en base a
la historia del primero.
La conclusión era que realmente nadie había matado al animal, y se dictó que el caso se resolviera mediante la
repartición del animal entre los dos hombres. Posteriormente, esta historia llegaría al rey de Cheng, quien
terminaría por preguntarse si realmente no sería el juez quien había soñado haber repartido al ciervo.”
El cuento de “El ciervo escondido” es un cuento popular chino que nos narra una historia basada en la
diferenciación entre sueño y realidad y lo difícil que en ocasiones puede ser realizarla. Es uno de los cuentos
cortos para adultos que nos habla sobre la posibilidad de que podamos vivir en varios planos de existencia.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 36 | P á g i n a
Lectura 34
El fantasma provechoso (Daniel Defoe)
“Había una vez un caballero que poseía una casa muy muy vieja,
construida aprovechando los restos de un antiguo monasterio. El
caballero decidió que quería derruirla, pero sin embargo
consideraba dicha tarea implicaría demasiado esfuerzo y dinero, y
empezó a pensar en alguna manera de lograr hacerlo sin que le
supusiera a él ningún costo.
El hombre decidió entonces crear y empezar a difundir el rumor de
que la casa estaba encantada y habitada por un fantasma. Elaboró
también con sábanas un traje o disfraz blanco, junto a un artefacto
explosivo que generara una llamarada y dejara tras de sí olor a
azufre. Tras contar el rumor a varias personas, entre ellas algunos
incrédulos, les convenció de que acudieran a su casa. Allí activó el ingenio, provocando que los vecinos se
asustaran y creyeren que el rumor era cierto. Poco a poco más y más gente iría viendo a dicho ente espectral, y
el rumor fue creciendo y extendiéndose entre los lugareños.
Tras ello, el caballero extendió también el rumor de que el motivo de que el fantasma estuviera allí podría ser
el hecho de que hubiese en la casa un tesoro escondido, así que en poco tiempo empezó a excavar para
encontrarlo. A pesar de que no lo hacía, los vecinos empezaron también a creer que sí podía haber algún tesoro
en el lugar. Y un día, algunos vecinos le preguntaron si podían ayudarle a excavar, a cambio de que pudieran
coger el tesoro.
El propietario de la casa respondió que no sería justo que le tirasen la casa abajo y se llevaran el tesoro, pero
magnánimamente les ofreció que si excavaban y retiraban los escombros que su acción generase y en el proceso
encontraban el tesoro, él aceptaría que se llevaran la mitad. Los vecinos aceptaron y se pusieron a trabajar.
Al poco tiempo el fantasma desapareció, pero de cara a motivarles el caballero dispuso veintisiete monedas de
oro en un agujero de la chimenea que después tapió. Cuando los vecinos lo encontraron, les ofreció quedárselo
todo siempre y cuando el resto que hallaran lo repartieran. Ello motivó aún más a los vecinos, que ante la
esperanza de encontrar más fueron excavando hasta los cimientos. De hecho, sí encontraron algunos objetos
de valor del antiguo monasterio, algo que los espoleó aún más. Al final, la casa fue derruida por entero y los
escombros retirados, cumpliendo el caballero con su deseo y empleando para ello apenas un poco de ingenio.”
Este cuento fue creado por el escritor de Robinson Crusoe, Daniel Defoe, y nos narra una historia en que
podemos ver el valor de la inteligencia y la astucia, así como el hecho de que ser codiciosos nos puede llevar a
ser manipulados y utilizados sin que siquiera nos demos cuenta.
Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 37 | P á g i n a
Lectura 35
El sabio y el escorpión
“Había una vez un sabio monje que paseaba junto a su discípulo en
las orilla de un río. Durante su caminar, vio como un escorpión había
caído al agua y se estaba ahogando, y tomó la decisión de salvarlo
sacándolo del agua. Pero una vez en su mano, el animal le picó.
El dolor hizo que el monje soltara al escorpión, que volvió a caer al
agua. El sabio volvió a intentar sacarlo, pero de nuevo el animal le
picó provocando que le dejara caer.
Ello ocurrió una tercera vez. El discípulo del monje, preocupado, le
preguntó por qué continuaba haciéndolo si el animal siempre le
picaba.
El monje, sonriendo, le respondió que la naturaleza del escorpión es la de picar, mientras que la de él no era
otra que la de ayudar. Dicho esto, el monje tomó una hoja y, con su ayuda, consiguió sacar al escorpión del
agua y salvarlo sin sufrir su picadura. “
Otro cuento procedente de la India, en esta ocasión nos explica que no debemos luchar contra nuestra
naturaleza por mucho que otros nos dañan. Hay que tomar precauciones, pero no debemos dejar de ser quienes
somos ni actuar en contra de lo que somos.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 38 | P á g i n a
Lectura 36
El espejo chino
“Había una vez un campesino chino, el cual iba a ir a la ciudad a
vender la cosecha de arroz en la que él y su esposa habían estado
trabajando. Su mujer le pidió que, aprovechando el viaje, no se
olvidase de traerle un peine.
El hombre llegó a la ciudad y una vez allí vendió la cosecha. Tras
hacerlo, se encontró y reunió con varios compañeros y se pusieron a
beber y a celebrar lo conseguido. Después de ello, y aún un poco
desorientado, el campesino recordó que su esposa le había pedido
que le trajera algo.
Sin embargo no recordaba el qué, con lo que acudió a una tienda y
compró el producto que más le llamó la atención. Se trataba de un espejo, con el cual regresó a su hogar. Tras
dárselo a su esposa, se marchó de nuevo a trabajar en el campo.
La joven esposa se miró en el espejo, y repentinamente empezó a llorar. La madre de esta le preguntó el por
qué de tal reacción, a lo que su hija le pasó el espejo y le respondió que la causa de sus lágrimas era que su
marido había traído consigo otra mujer, joven y hermosa. La madre de esta miró también el espejo, y tras
hacerlo le respondió a su hija que no tenía de qué preocuparse, dado que se trataba de una vieja.”
Un cuento de origen chino, de autor anónimo. Se trata de una narración muy breve que tiene diferentes posibles
interpretaciones, pero que entre otras cosas nos habla de cómo nos vemos nosotros mismos reflejados en el
mundo, y la diferencia entre cómo nos creemos que somos y cómo somos en realidad, a menudo
subestimándonos o sobrevalorándonos.
Para entender el cuento es necesario tener en consideración que ninguno de los personajes se había visto jamás
reflejado en un espejo, no sabiendo qué es lo que ve realmente. Así, la esposa no es capaz de comprender que
la joven hermosa que ve es ella misma, mientras que la madre tampoco ve que la anciana que ve es ella.
También se observa que mientras la primera se preocupa por qué considera que lo que ve en el reflejo es más
hermoso que ella misma, la segunda lo minusvalora críticamente, prácticamente burlándose de su propia
imagen.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 39 | P á g i n a
Lectura 37
El mundo (Eduardo Galeano)
“Un hombre del pueblo Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir
al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado desde
arriba la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. -El
mundo es eso-reveló- un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.
No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y
fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se
entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas.
Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros
arden la vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin
parpadear, y quien se acerca se enciende.”
Más que un cuento corto, se trata de un microcuento creado por Eduardo Galeano (uno de los más destacados
escritores uruguayos y de toda latinoamérica) y publicado en su libro “El libro de los abrazos”. Se centra en la
visión del mundo como un lugar maravilloso lleno de gentes muy diferentes entre sí, pero que no dejan de ser
personas. También nos hace ver la relevancia de atreverse a vivir intensamente.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 40 | P á g i n a
Lectura 38
El elefante encadenado (Jorge Bucay)
“Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me
gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros,
después me enteré, me llamaba la atención el elefante.
Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de su peso,
tamaño y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta
un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto
solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una
pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era sólo
un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros
en la tierra.
Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de
cuajo con su propia fuerza podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo
mantiene entonces? ¿Por qué no huye?
Cuanto tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún
maestro, a algún padre o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no
se escapa porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia... si está amaestrado, ¿por qué lo
encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me encontraba con
otros que también se habían hecho la misma pregunta. Hace algunos años descubrí que por suerte para mí
alguien había sido lo bastante sabio para encontrar la respuesta: el elefante del circo no escapa porque ha
estado a unido a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño
recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando
de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo.
La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a
probar, y también al otro y al que le seguía… Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó
su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa
porque cree -pobre- que no puede. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que
sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás…
jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra vez…”
Uno de los cuentos más conocidos de Jorge Bucay; esta narración nos cuenta como nuestros recuerdos y
experiencias previas pueden darnos conocimientos, pero también generar estancamientos y bloqueos que nos
impiden y que pueden sabotearnos aún cuando su causa original ya no está presente. La narración nos empuja
a seguir intentando ponernos a prueba a pesar de que lo que hayamos vivido pueda habernos hecho creer que
no podemos hacerlo.
Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 41 | P á g i n a
Lectura 39
El paisajista
“Érase una vez un pintor de gran talento que fue enviado por el
emperador de China a una provincia lejana y recién conquistada, con
la misión de traer a su vuelta imágenes pintadas.
Tras un largo viaje en el que visitó en profundidad todos los
territorios de la provincia, el pintor regresó, pero sin embargo no
portaba ninguna imagen. Ello generó sorpresa en el emperador,
quien terminó enfadándose con el pintor.
En ese momento, el artista solicitó que le dejaran un lienzo de pared.
En él, el pintor dibujó con gran detalle todo lo que había visto y
recorrido en su viaje, tras lo cual el emperador acudió a verlo.
Entonces el pintor le explicó cada uno de los rincones del gran paisaje que había dibujado y explorado en sus
viajes. Al acabar, el pintor se aproximó a un sendero que había dibujado y que parecía perderse en el espacio.
Poco a poco, el pintor se adentró en el sendero, metiéndose en el dibujo y haciéndose cada vez más pequeño
hasta desaparecer tras una curva. Y cuando este desapareció, lo hizo todo el paisaje, dejando el muro
completamente desnudo.”
Este cuento de origen chino es algo complejo de entender. Para ello debemos ponernos en la posición del pintor
y lo que hace a lo largo de la historia: por un lado observa la realidad, pero por el otro, y como se ve al final
cuando se une a su obra, forma parte intrínseca de ella. Se trata de una alegoría de que aunque podemos ser
observadores de lo que acontece en el mundo queramos o no somos parte de él: si algo ocurre en esa realidad
nos afecta a nosotros, ya que somos parte de ella, mientras que lo que nos pase a nosotros no está alejado de
la realidad.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 42 | P á g i n a
Lectura 40
Tú gobiernas tu mente, no tu mente a ti
“Érase una vez un estudiante de zen que se lamentaba de que no
podía meditar, ya que sus pensamientos se lo impedían. Este le dijo
a su maestro que sus pensamientos y las imágenes que generaba no
le dejaban meditar, y que aún cuando se iban unos instantes al poco
volvían con mayor fuerza, no dejándoles en paz. Su maestro le indicó
que esto sólo dependía de sí mismo, y que dejara de cavilar.
Pero el estudiante siguió indicando que los pensamientos le
confundían y no le dejaban meditar en paz, y que cada vez que
procuraba concentrarse le aparecían pensamientos y reflexiones de
manera continuada, a menudo poco útiles e irrelevantes.
A esto el maestro le propuso que cogiera una cuchara y la sostuviera en la mano, mientras se sentaba e
intentaba meditar. El alumno obedeció, hasta que de pronto el maestro le indicó que dejara la cuchara. El
alumno lo hizo, dejándola caer al suelo. Miró a su maestro, confuso, y este le preguntó que quién agarraba a
quién, si él a la cuchara o la cuchara a él.”
Este breve cuento parte de la filosofía zen y tiene origen en el budismo. En él se nos hace reflexionar sobre
nuestros propios pensamientos, y el hecho de que debemos ser nosotros quienes tengamos el control sobre ellos
y no a la inversa.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 43 | P á g i n a
Lectura 41
El amor verdadero no es ciego
Samuel era un joven, brillante y cálido. En el trabajo, en la
universidad, en todos sus círculos. Sonreía y expresaba amabilidad,
parecía capaz de hacer todo bien.
Elisa era la máxima expresión de amor humano atrapado en el
cuerpo de una persona, enamorada de Dios y comprometida en su
relación con Él.
Ella conoció a Samuel en la universidad, al compartir clases pronto
se hicieron muy buenos amigos. En poco tiempo ya surgía algo más
que amistad. Un amor muy delicado comenzó a cultivarse y todo
parecía ir muy bien. Ambos eran cristianos, lo cual parecía ser un
punto a favor.
Pronto las familias entraron a juego y Samuel conocería a los padres de Elisa como su novio, oficialmente. Como
era de esperarse, Samuel, con su don de gentes, se ganó a la familia en un abrir y cerrar de ojos. Todos
comentaban cuan bueno y diligente resultaba el novio de la muchacha.
Entonces, algo cambió.
Pasado el tiempo y con ello, el encanto, Samuel comenzó a tomar actitudes que en un principio no había
mostrado, volviéndose celoso, posesivo y controlador. Lo había hecho de forma tan sutil que la amorosa Elisa
fue incapaz de notarlo por mucho tiempo.
Cierto día Elisa asistió a una reunión con algunas amigas que hacía mucho tiempo no veía. Había tanto que
platicar y miles de risas que compartir que no se dio cuenta cuando su novio le llamó en reiteradas ocasiones a
su teléfono móvil. Cuando notó las llamadas perdidas ella le llamó para contarle de su reencuentro con sus
amigas. Su sorpresa fue enorme cuando notó la actitud de Samuel. Él comenzó a gritarle y a poner en duda la
versión de ella, le insinuaba que debía haberse visto con otro chico y por eso no contestaba sus llamadas.
En tono amenazante le advirtió que esta sería la última vez que ella no respondiera a tiempo el teléfono, incluso
se escuchaba como lanzaba cosas al suelo mientras dejaba saltar su frustración.
Elisa había sido educada por sus padres de tal modo que debía respetar a los demás, pero también debía
esperar respeto y amor hacia ella. En un instante se dio cuenta que aquella actitud tan violenta de parte de
Samuel no podía ser algo aislado y que pronto escalaría a más, recordó cada ocasión anterior en la que él había
dado muestras de su comportamiento y ella había ignorado. Supo al instante que, en el fondo, no era el chico
perfecto que había visto en él y que no debía esperar más tiempo para ponerle fin a su relación.
Ella sintió como su corazón se hallaba en una encrucijada y poco a poco se rompía al notar que su amor no
podría ser. Alguien que la irrespetara de esa forma, en lo absoluto podría ser un buen marido.
Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 44 | P á g i n a
La relación de ambos terminó ese mismo día y aunque Samuel intentó disculparse y hacerle creer que aquella
actitud no volvería a repetirse, Elisa supo que sus intenciones, aunque parecían oro, no eran más que una
mentira adornada y se alejó por completo de él.
Elisa conoció a otro hombre y después de cultivar una hermosa relación de noviazgo decidieron casarse y ahora
es feliz, al lado de un hombre que la respeta y la ama.
También supo por parte de algunas amistades que tenía en común con Samuel, que él se casó y que tiempo
después fue acusado por su pareja de violencia doméstica.
“El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal;
en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros” —Romanos 12:9-10
Cuando se alcanza un nivel de madurez en la vida donde se planea compartir planes, metas y la felicidad con
otra persona, es un paso que requiere de gran meditación. Se busca no fracasar al entregar el corazón.
Será Dios quien brindará el discernimiento, si tú se lo permites, de descubrir si esa persona es la pareja que se
ha de elegir en salud y enfermedad, por el resto de la vida, para compartir vivencias, dolores y bendiciones.
Sin embargo, muchas veces la tentación se presentará como esa maravillosa oportunidad, y la fe será puesta a
prueba.
Si estás en el momento de tu vida en el que debes tomar esta decisión, no olvides nunca que Dios te ama y
quiere que encuentres la felicidad al lado de una persona que también te ame con sinceridad. No tomes una
decisión a la ligera, el noviazgo es una etapa que no debes apresurar y mucho menos saltarte. Es la etapa en la
que debes conocer detenidamente a la persona que quieres aceptar como tu cónyuge para el resto de tu vida,
debes poner atención a cada detalle y saber poner fin a cualquier relación que no sea conveniente, aun cuando
creas que amas demasiado a la otra persona, no dejes que tus sentimientos decidan antes que la razón.
Recuerda que el amor verdadero no es ciego.
Sigue los consejos que Dios ha dejado en la Biblia, pon atención a las palabras de quienes te rodean y te aman,
tu familia, tu iglesia. Muchas veces Dios habla a través de otras personas para aconsejarnos y advertirnos. Con
oración y fe podrás discernir la mejor decisión para tu vida.
Si eres una persona que ya pasó la etapa de escoger pareja. Tal vez lo hiciste muy bien, o quizás te equivocaste
y ahora te arrepientes. No olvides que Dios también tiene poder para sanarnos y ayudarnos a superar los errores
que cometimos, aunque a veces debamos aprender a sobrellevar las consecuencias. Recuerda que debes
enseñar a tus hijos/as, sobrinos/as, nietos/as y cualquier otro ser querido, a amar, a respetar y exigir respeto.
Que nadie debe hacer sentirle menos valioso. Sobre todo, enséñale a depender de Dios y a saber escuchar su
voz y seguir sus pasos.
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Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 45 | P á g i n a
Lectura 42
Esperar el tiempo de Dios… noviazgo y matrimonio
Alison y Steven era una pareja de adolescentes enamorados, con
apenas 14 y 15 años de edad respectivamente. Ambos servían en su
iglesia local, en la cual habían crecido.
Estaban tan enamorados que deseaban formalizar una relación a
través del matrimonio, sin embargo ante las leyes civiles de su país
eso era imposible por tratarse de dos menores de edad. Los
principios dentro de la iglesia también prohibían una unión así.
Ellos se mostraban decididos a consumar una relación de pareja. Las
charlas sobre noviazgo y los sermones para jóvenes que se impartían
en la iglesia no parecían tener un efecto en su decisión.
Comenzaron a tener encuentros sexuales a escondidas y pronto apareció una situación que no se podría
describir como inesperada, ella estaba embarazada.
Trataron de esconder el caso ante los demás pero, obviamente, eso no se podría hacer por mucho tiempo. El
futuro para estos adolescentes no parecía muy alentador: Eran padres prematuros, debían abandonar sus
estudios, buscar un empleo y muchas otras cosas que a lo mejor no esperaban.
Casos como éste se pueden ver a diario, a nuestro alrededor. Y parece que no hay manera de hacer conciencia
de los efectos devastadores que pueden llegar después de una decisión apresurada respecto al noviazgo y las
relaciones prematuras.
En la biblia encontramos casos de jóvenes enamorados que siguieron los pasos correctos para formar una
pareja bajo la dirección y la bendición de Dios. Tal es el caso de Rebeca e Isaac, ambos esperaron el
consentimiento de sus padres, tal como se acostumbraba en su época. Como resultado gozaron de la bendición
de Dios y con ello de felicidad y prosperidad en su matrimonio.
“ También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello… Isaac amó a Rebeca …” Génesis 24:64 y
67 (NVI)
Tal como lo expresa el sabio Salomón: “Todo tiene su tiempo”… El noviazgo es un paso previo para el
matrimonio, y es importante esperar el tiempo de Dios. Pero, ¿Cuál es el tiempo de Dios?, ¿Cómo saber el
momento oportuno para iniciar un noviazgo?
La biblia no habla de una edad apropiada, pero es importante que pongas en sus manos un paso importante
como ese. A través de la oración y la meditación debes buscar la dirección divina, sin duda Dios te dará una
respuesta oportuna.
Pero sí hay parámetros claros que podemos encontrar en los relatos bíblicos de parejas felices que
complementados con los estudios científicos actuales nos pueden ayudar a determinar un momento apropiado
para el noviazgo.
Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 46 | P á g i n a
Comenzando por la madurez emocional y física de la persona, la cual evidentemente no se tiene en la niñez y
adolescencia, lo cual descarta la posibilidad de una relación exitosa a temprana edad.
Luego hay que considerar los planes de vida que tienes y el orden de prioridades que coloques en cada uno de
ellos. Por lo tanto esto puede variar en cada persona, pero siendo que Dios nos conoce a cada uno como la
palma de su mano, el consejo más apropiado y la guía más certera para tomar una decisión proviene
directamente de él.
Pon tus planes en las manos de Dios y espera el tiempo que él te mostrará. No te desesperes, Dios nunca falla.
Si sabes esperar el tiempo de Dios, el éxito en tu matrimonio estará garantizado.
Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 47 | P á g i n a
Lectura 43
Belleza sin cabeza
La belleza es uno de los atributos humanos más cotizados. A lo largo
de la historia humana siempre se valoró la belleza tanto femenina
como masculina, y actualmente hay quienes hacen girar su vida en
torno a esta cualidad.
Por poseer un lindo rostro, un físico atractivo y una buena estatura,
hay quienes ganan miles de dólares semanales exponiendo su
cuerpo ante las miradas del mundo. No hubo un sacrificio previo
(excepto quizá la dedicación a la dieta y el ejercicio), no hizo falta
estudio o dedicación, simplemente nacieron con el atributo de la
belleza, y por eso obtienen un provecho económico.
No es fácil ignorar la belleza, pero no lo es todo. Sé muy bien que en la adolescencia y la juventud temprana, el
atractivo físico de la otra persona juega un papel fundamental al inicio de la relación, pero puedes equivocarte
mucho si solamente empleas ese criterio en tu elección.
Alfredo Bottoni, el padre de un gran amigo, nos dijo en una ocasión: “La belleza dura unos años y luego te
queda el carácter de la otra persona. No se dejen arrastrar solo por la figura. Sepan mirar el corazón, la
sencillez, la honradez, aprendan a observar los atributos que los ayudarán como personas en esta vida”.
Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, ésa será alabada. Proverbios 31:30.
Las Escrituras no le restan importancia a la belleza física, y mencionan dos características para recordar:
“Engañosa” y “vana”. La primera hace alusión al carácter, ya que un lindo rostro y una figura escultural pueden
hacer que algunos concluyan que también el corazón es atractivo. En cambio la “vanidad” hace alusión a algo
“inútil” y “sin provecho”, es decir: ¿de qué sirve el atractivo físico si el carácter es repulsivo? La belleza exterior
sin belleza interior es inútil, vana.
El criterio de elección que recomiendan las Escrituras es “el temor a Jehová”. Solo aquellos que tienen un temor
reverente de Dios, que procuran vivir bajo la luz de su Palabra y hacen de su vida un canal de bendición para
los demás, tienen la alabanza y la aprobación divina. El atractivo exterior tiene valor hasta cierto grado, pero
la entrega a Dios no tiene precio.
Cuando escucho en las noticias que alguna actriz o algún actor famoso y renombrado por su atractivo físico se
divorció numerosas veces, me pregunto ¿Habrán recordado sus cónyuges que en la convivencia poco importa
la belleza? ¿Cuánto tiempo puedes convivir con alguien egoísta, orgulloso, que nunca pide perdón cuando se
equivoca, rencoroso y malhumorado? No creo que mucho. Así que no dejes de valorar el consejo bíblico, ya que
el temor de Jehová hará que esa persona tenga un carácter tal que dé gusto vivir con ella.
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  • 1. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 1 | P á g i n a Nombre completo:…………………………………………….. Unidad Educativa: …………………………………………..… Curso: …………………………………..…………………………… Docente: …………………………………………………………….
  • 2. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 2 | P á g i n a Lectura 1 EL PUENTE No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en granjas adyacentes cayeron en un conflicto. Este fue el primer conflicto serio que tenían en 40 años de cultivar juntos hombro a hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes en forma continua. Esta larga y beneficiosa colaboración terminó repentinamente. Comenzó con un pequeño malentendido y fue creciendo hasta llegar a ser una diferencia mayor entre ellos, hasta que explotó en un intercambio de palabras amargas seguido de semanas de silencio. Una mañana alguien llamó a la puerta de Luis. Al abrir la puerta, encontró a un hombre con herramientas de carpintero. "Estoy buscando trabajo por unos días", dijo el extraño, "quizás usted requiera algunas pequeñas reparaciones aquí en su granja y yo pueda ser de ayuda en eso". "Sí", dijo el mayor de los hermanos, "tengo un trabajo para usted. Mire, al otro lado del arroyo, en aquella granja, ahí vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano menor". "La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros y él tomó su buldócer y desvió el cauce del arroyo para que quedara entre nosotros". "Bueno, él pudo haber hecho esto para enfurecerme, pero le voy a hacer una mejor. ¿Ve usted aquella pila de desechos de madera junto al granero?" "Quiero que construya una cerca, una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca más." El carpintero le dijo: "Creo que comprendo la situación. Muéstreme donde están los clavos y la pala para hacer los hoyos de los postes y le entregaré un trabajo que lo dejará satisfecho." El hermano mayor le ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y dejó la granja por el resto del día para ir por provisiones al pueblo. El carpintero trabajó duro todo el día midiendo, cortando, clavando. Cerca del ocaso, cuando el granjero regresó, el carpintero justo había terminado su trabajo. El granjero quedó con los ojos completamente abiertos, su quijada cayó. No había ninguna cerca de dos metros; en su lugar había un puente. Un puente que unía las dos granjas a través del arroyo. Era una fina pieza de arte, con todo y pasamanos. En ese momento, su vecino, su hermano menor, vino desde su granja y abrazando a su hermano le dijo: "Eres un gran hombre, mira que construir este hermoso puente después de lo que he hecho y dicho". Estaban en su reconciliación los dos hermanos, cuando vieron que el carpintero tomaba sus herramientas. "¡No, espera!", le dijo el hermano mayor, "quédate unos cuantos días. Tengo muchos proyectos para ti". "Me gustaría quedarme" dijo el carpintero, "pero tengo muchos puentes por construir."
  • 3. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 3 | P á g i n a Lectura 2 URGENTE..!!! Urgente... Es una palabra con la que vivimos día a día en nuestra agitada vida y a la cual le hemos perdido ya todo significado de premura y prioridad. Urgente... Es la manera más pobre de vivir sobre este mundo, porque el día que nos vamos, dejamos pendientes las cosas que verdaderamente fueron urgentes. Urgente... Es que hagas un alto en tu ajetreada vida y por un instante te veas y te preguntes: ¿qué significado tiene todo esto que hago? Urgente... Es que te detengas y veas... cuán grande eres! Urgente... Es que cuando camines por la calle, levantes la vista, voltees y mires a tu alrededor; observa el cielo, los árboles, las aves... ¡a la gente! Urgente... Es que seamos más humanos... más hermanos! Urgente... Es que sepamos valorar el tiempo que nos pide un niño. Urgente... Es que una mañana, te levantes temprano y veas salir el sol, siente su calor y dale gracias a Dios por tan grande regalo. Urgente... Es que te sientas vivo en cuerpo y alma!... que veas tus brazos, tus piernas, tu cuerpo, tu inteligencia, y de verdad, ¡vibres con la vida que te ha regalado el Padre celestial! Urgente... Es que te tomes un instante en tu trabajo, salgas y respires profundo; ¡y sientas como el aire llena tus pulmones... estas vivo! Urgente... Es que le digas a la gente que la quieres, cuanto la amas hoy, no esperes hasta mañana. Urgente... Es que no se te vaya la vida en un soplo y que cuando mires atrás, seas ya un anciano, que no puede echar el tiempo atrás, que todo lo hizo. Eclesiastés 3 1 Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. 2 Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; 3 tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; 4 tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; 5 tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; 6 tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; 7 tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; 8 tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz. 9 ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana? 10 Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. 11 Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.
  • 4. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 4 | P á g i n a Lectura 3 ¿A dónde corres? Mi amigo cuenta la historia de algo que sucedió mientras su papá estaba cazando venados en los bosques de Oregón. Con el rifle acunado en el hueco de sus brazos, su padre iba por un antiguo camino de leñadores casi borrado por la exuberante espesura. Caía la tarde y estaba pensando en regresar al campamento cuando oyó un ruido en los arbustos cerca de el. Antes de que tuviera oportunidad de levantar el rifle, un bultito castaño y blanco corrió hacia el a toda velocidad. Mi amigo se ríe cuando cuenta la historia. "Todo sucedió tan rápido, que papá apenas tuvo tiempo de pensar. Miro hacia abajo y allí estaba un conejito castaño (en extremo agotado) acurrucado contra sus piernas entre sus botas. La cosita temblaba como una hoja, pero allí estaba sin moverse. Esto era sumamente raro. Los conejos silvestres tienen miedo de la gente, y ni siquiera es fácil llega a ver alguno... mucho menos uno que venga y se siente en nuestros pies. Mientras papá trataba de encontrarle explicación a aquello, otro actor entro en la escena: Más abajo en el camino una comadreja saltó al camino, cuando vio a mi padre (y a la que consideraba su presa, sentada a sus pies) el predador quedo congelado, el hocico jadeante, los ojos con un brillo rojo. Entonces comprendió papá que había irrumpido en medio de un pequeño drama de vida y muerte en el bosque. El conejito, exhausto por la persecución, estaba a solo minutos de la muerte. Papá era su última esperanza de refugio. Olvidando su natural recelo y miedo, el animalito instintivamente se había pegado a él buscando protección de los afilados dientes de su implacable enemigo". El padre de mi amigo no lo decepcionó: alzó su rifle, apuntó y disparó al suelo justo debajo de la comadreja. El animal pareció saltar casi recto al aire un par de pies y entró disparado hacia el bosque de nuevo, a toda velocidad que sus patas se lo permitían. Durante un rato el conejito no se movió. Siguió echadito allí, acurrucado entre los pies del hombre, en la tarde que caía poco a poco, mientras el le hablaba suavemente. ¿A dónde fue, chiquitín? No pienso que te molestará por un tiempo. Parece que esta noche te has librado de la trampa. Pronto el conejito se fue saltando, alejándose de su protector para entrar en el bosque. ¿A dónde corres, querido, en momentos de necesidad? ¿A dónde corres cuando te persiguen predadores como los problemas, las preocupaciones y los temores? ¿Dónde te escondes cuando tu pasado te persigue como un lobo implacable, tratando de destruirte? ¿Dónde buscas protección cuando las comadrejas de la tentación, la corrupción y la maldad amenazan con vencerte? ¿A dónde te vuelves cuando tu energía se agota... cuando la debilidad te embarga y sientes que no puedes huir por mas tiempo? ¿Te vuelves a tu protector, Aquel que esta firme con los brazos abiertos, esperando porque vuelvas y te refugies en la seguridad de todo lo que Él es?
  • 5. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 5 | P á g i n a Lectura 4 El Cojo y el Ciego En un bosque cerca de la ciudad vivían dos vagabundos. Uno era ciego y otro cojo; durante el día entero en la ciudad competían el uno con el otro. Pero una noche sus chozas se incendiaron porque todo el bosque ardió. El ciego podía escapar, pero no podía ver hacia donde correr, no podía ver hacia donde todavía no se había extendido el fuego. El cojo podía ver que aún existía la posibilidad de escapar, pero no podía salir corriendo – el fuego era demasiado rápido, salvaje- , así pues, lo único que podía ver con seguridad era que se acercaba el momento de la muerte. Los dos se dieron cuenta que se necesitaban el uno al otro. El cojo tuvo una repentina claridad: “el otro hombre, el ciego, puede correr, y yo puedo ver”. Olvidaron toda su competitividad. En estos momentos críticos en los cuales ambos se enfrentaron a la muerte, necesariamente se olvidaron de toda estúpida enemistad, crearon una gran síntesis; se pusieron de acuerdo en que el hombre ciego cargaría al cojo sobre sus hombros y así funcionarían como un solo hombre, el cojo puede ver, y el ciego puede correr. Así salvaron sus vidas. Y por salvarse naturalmente la vida, se hicieron amigos; dejaron su antagonismo. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 6. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 6 | P á g i n a Lectura 5 Acuérdate de soltar el vaso Un psicólogo, en una sesión grupal, levantó un vaso de agua. Todo el mundo esperaba la típica pregunta: “¿Está medio lleno o medio vacío?” Sin embargo, preguntó: – ¿Cuánto pesa este vaso? Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos. El psicólogo respondió: “El peso absoluto no es importante. Depende de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo un minuto, no es problema. Si lo sostengo una hora, me dolerá el brazo. Si lo sostengo un día, mi brazo se entumecerá y paralizará. El peso del vaso no cambia, es siempre el mismo. Pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado, y más difícil de soportar se vuelve.” Y continuó: “Las preocupaciones, los pensamientos negativos, los rencores, el resentimiento, son como el vaso de agua. Si piensas en ellos un rato, no pasa nada. Si piensas en ellos todo el día, empiezan a doler. Y si piensas en ellos toda la semana, acabarás sintiéndote paralizado, e incapaz de hacer nada.” ¡Acuérdate de soltar el vaso! Realice un análisis de la presente Lectura
  • 7. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 7 | P á g i n a Lectura 6 El elefante encadenado Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacia despliegue de su tamaño, peso y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas clavadas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye? Cuando tenía 5 o 6 años yo todavía en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: -Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta. Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía… Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree -pobre- que NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás… jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra vez… Realice un análisis de la presente Lectura
  • 8. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 8 | P á g i n a Lectura 7 Todo Acto Genera Consecuencias Ese año las lluvias habían sido particularmente intensas en toda la región. Una gran corriente del río se llevó la choza de un campesino, pero cuando cesaron, habían dejado en la tierra una valiosa joya. El buen hombre vendió la alhaja y con la suma que le entregaron reconstruyó su choza y el resto se lo regaló a un niño huérfano y desvalido del pueblo. La riada había arrasado también otro poblado y un campesino, para salvar la vida, tuvo que encaramarse a un tronco de árbol que flotaba sobre las turbulentas aguas. Otro hombre, despavorido, le pidió socorro, pero el campesino se lo negó, diciéndose a sí mismo: “Si se sube éste al tronco, a lo mejor se vuelca y me ahogo”. Los años pasaron y estalló la guerra en ese reino. Ambos campesinos fueron alistados. El campesino bondadoso fue herido de gravedad y conducido al hospital. El médico que le atendió con gran cariño y eficacia era aquel muchachito huérfano al que él había ayudado. Lo reconoció y puso toda su ciencia y amor al servicio del malherido. Logró salvarlo y se hicieron grandes amigos de por vida. El campesino egoísta tuvo por capitán de la tropa al hombre a quien no había auxiliado. Le envió a primera línea de combate y días después halló la muerte en las trincheras. Las consecuencias siguen, antes o después, a los actos. La generosidad engendra generosidad y el egoísmo, egoísmo. Debemos cultivar los cuatro bálsamos de la mente: amor, compasión, alegría por la dicha de los otros y ecuanimidad. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 9. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 9 | P á g i n a Lectura 8 La Rosa y el Sapo Había una vez una rosa roja muy bella, se sentía de maravilla al saber que era la rosa más bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos. Se dio cuenta de que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro, y que era por eso que nadie se acercaba a verla de cerca. Indignada ante lo descubierto le ordenó al sapo que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente dijo: Está bien, si así lo quieres. Poco tiempo después el sapo pasó por donde estaba la rosa y se sorprendió al ver la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. Le dijo entonces: Vaya que te ves mal. ¿Qué te pasó? La rosa contestó: Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y nunca pude volver a ser igual. El sapo solo contestó: Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre eras la más bella del jardín. Moraleja: Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos más que ellos, más bellos o simplemente que no nos “sirven” para nada. Todos tenemos algo que aprender de los demás o algo que enseñar, y nadie debe despreciar a nadie. No vaya a ser que esa persona nos haga un bien del cual ni siquiera seamos conscientes. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 10. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 10 | P á g i n a Lectura 9 La Rana Sobre el Ánimo Un grupo de ranas viajaba por el bosque y, de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo. Todas las demás ranas se reunieron alrededor el hoyo. Cuando vieron cuan hondo era el hoyo, le dijeron a las dos ranas en el fondo que para efectos prácticos, se debían dar por muertas ya que no saldrían. Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inútiles. Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió. Ella se desplomó y murió. La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible. Una vez más, la multitud de ranas le gritaba y le hacían señas para que dejara de sufrir y que simplemente se dispusiera a morir, ya que no tenía caso seguir luchando. Pero la rana saltaba cada vez con más fuerzas hasta que finalmente logró salir del hoyo. Cuando salió las otras ranas le dijeron: “nos da gusto que hayas logrado salir, a pesar de lo que te gritamos”. La rana les explicó que era sorda, y que pensó que las demás la estaban animando a esforzarse más y salir del hoyo. Moraleja: 1. La palabra tiene poder de vida y muerte. Una palabra de aliento compartida a alguien que se siente desanimado puede ayudar a levantarlo. 2. Una palabra destructiva dicha a alguien que se encuentre desanimado puede ser lo que acabe por destruirlo. Tengamos cuidado con lo que decimos. 3. Una persona especial es la que se da tiempo para animar a otros. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 11. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 11 | P á g i n a Lectura 10 El Ratón Guía Un ratón se apoderó un día de la brida de un camello y le ordenó que se pusiera en marcha. El camello era de naturaleza dócil y se puso en marcha. El ratón, entonces, se llenó de orgullo. Llegaron de pronto ante un arroyo y el ratón se detuvo. – ¡Oh, amigo mío! ¿Por qué te detienes?- ¡Camina, tú que eres mi guía! El ratón dijo: – Este arroyo me parece profundo y temo ahogarme. El camello: – ¡Voy a probar! Y avanzó por el agua.- El agua no es profunda.- Apenas me llega a las corvas. El ratón le dijo: – Lo que a ti te parece una hormiga es un dragón para mí.- Si el agua te llega a las corvas, debe cubrir mi cabeza en varios cientos de metros. Entonces el camello le dijo: – En ese caso, deja de ser orgulloso y de creerte un guía.- ¡Ejercita tu orgullo con los demás ratones, pero no conmigo! – ¡Me arrepiento! dijo el ratón- ¡en nombre de Dios, ayúdame tú a atravesar este arroyo! Realice un análisis de la presente Lectura
  • 12. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 12 | P á g i n a Lectura 11 El Miedo del León En una lejana sabana africana, andaba perdido un león. Llevaba más de veinte días alejado de su territorio y la sed y el hambre lo devoraban. Por suerte, encontró un lago de aguas frescas y cristalinas. Raudo, corrió veloz a beber de ellas para así, paliar su sed y salvar su vida. Al acercarse, vio su rostro reflejado en esas aguas calmadas. – ¡Vaya! el lago pertenece a otro león – Pensó y aterrorizado, huyó sin llegar a beber. La sed cada vez era mayor y él sabía que de no beber, moriría. A la mañana siguiente, armado de valor, se acercó de nuevo a lago. Igual que el día anterior, volvió a ver su rostro reflejado y de nuevo, presa del pánico, retrocedió sin beber. Y así pasaron los días con el mismo resultado. Por fin, en uno de esos días comprendió que sería el último si no se enfrentaba a su rival. Tomó finalmente la decisión de beber agua del lago pasara lo que pasara. Se acercó con decisión al lago, nada le importaba ya. Metió la cabeza para beber … y su rival, el temido león ¡desapareció! La gran mayoría de nuestros miedos son imaginarios. Cuando nos atrevemos a enfrentarlos acaban desapareciendo. No dejes que tus pensamientos te dominen y te impidan avanzar con tus propósitos. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 13. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 13 | P á g i n a Lectura 12 La Ventana del Hospital Dos hombres, seriamente enfermos, ocupaban la misma habitación en el hospital. A uno de ellos se le permitía estar sentado una hora todas las tardes para que los pulmones drenaran sus fluidos. Su cama daba a la única ventana de la habitación. El otro hombre tenía que estar tumbado todo el tiempo. Los dos se hablaban mucho. De sus mujeres y familiares, de sus casas, trabajos, el servicio militar, dónde habían estado de vacaciones. Y todas las tardes el hombre que se podía sentar frente a la ventana, se pasaba el tiempo describiendo a su compañero lo que veía por la ventana. Éste, solamente vivía para esos momentos donde su mundo se expandía por toda la actividad y color del mundo exterior. La ventana daba a un parque con un bonito lago. Patos y cisnes jugaban en el agua mientras los niños capitaneaban sus barcos teledirigidos. Jóvenes amantes andaban cogidos de la mano entre flores de cada color del arco iris. Grandes y ancestros árboles embellecían el paisaje, y una fina línea del cielo sobre la ciudad se podía ver en la lejanía. Mientras el hombre de la ventana describía todo esto con exquisito detalle, el hombre al otro lado de la habitación cerraba sus ojos e imaginaba la pictórica escena. Una cálida tarde el hombre de la ventana describió un desfile en la calle. Aunque el otro hombre no podía oír la banda de música- se la imaginaba conforme el otro le iba narrando todo con pelos y señales. Los días y las semanas pasaron. Una mañana, la enfermera entró para encontrase el cuerpo sin vida del hombre al lado de la ventana, el cual había muerto tranquilamente mientras dormía. Se puso muy triste y llamó al doctor para que se llevaran el cuerpo. Tan pronto como consideró apropiado, el otro hombre preguntó si se podía trasladar al lado de la ventana. La enfermera aceptó gustosamente, y después de asegurarse de que el hombre estaba cómodo, le dejó solo. Lentamente, dolorosamente, se apoyó sobre un codo para echar su primer vistazo fuera de la ventana. Finalmente tendría la posibilidad de verlo todo con sus propios ojos. Se retorció lentamente para mirar fuera de la ventana que estaba al lado de la cama. Daba a un enorme muro blanco. El hombre preguntó a la enfermera qué había pretendido el difunto compañero contándole aquel maravilloso mundo exterior. Y ella dijo: – Quizás sólo quería animarle. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 14. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 14 | P á g i n a Lectura 13 En Busca de la Aguja Pérdida Una tarde, en un pueblo pequeño donde todos se conocían, un grupo de jóvenes vio a anciana Rabiya buscando desesperadamente algo en el jardín frente a su choza. Todos se acercaron a la pobre anciana para ver si la podían ayudar Rabiya, ¿Qué le pasa? ¿Qué ha perdido? ¿Le podemos ayudar? -le preguntaron. La anciana con tono triste contestó – perdí mi aguja de oro… Al oírla, los jóvenes se pusieron a buscar, pero de repente uno de los jóvenes dijo: Rabiya, el jardín es muy extenso y por contra, la aguja es muy pequeña; además pronto anochecerá, ¿Puedes decirnos más o menos por donde se le cayó y así poder centrarnos en esa zona? La anciana levantó la mirada, señaló hacia su casa y le contesto: Sí tienes razón. La aguja se me cayó allí, dentro de casa. Esto enfadó al grupo de jóvenes- Rabiya, ¿te has vuelto loca? Si la aguja se te cayó dentro de casa, ¿Por qué andamos buscándola aquí afuera? Entonces Rabiya sonrió y les dijo- Es que aquí afuera hay luz, cosa que dentro de la casa no hay. El joven que no entendía nada y pensaba que la anciana definitivamente había perdido la cabeza dijo: Pero aun teniendo luz, si estamos buscando donde no has perdido la aguja, ¿Cómo pretendes encontrarla? ¿No es mejor llevar una lámpara al interior de la casa y buscarla allí, donde la ha perdido? La anciana volvió a sonreír y contestó: sois tan inteligentes para ciertas cosas…. ¿por qué no empleáis esa inteligencia? Y continuó diciendo: Sois tan inteligentes para las cosas pequeñas ¿cuándo vais a emplear esa inteligencia para vosotros mismos, para vuestra vida interior?. Miles de veces os he visto a todos vosotros buscando desesperadamente afuera. Buscando aquello que se os ha perdido en vuestro interior. ¿Por qué buscáis la felicidad alrededor vuestro? ¿Acaso la habéis perdido allí, o realmente, la habéis perdido en vuestro interior? Esto es lo que nos suele pasar habitualmente en nuestras vidas, estamos tan inmersos en buscar fuera de nosotros que nos olvidamos que la esencia del bienestar está dentro de nosotros y nada más. Nuestra felicidad o bienestar auténtico no pueden estar en el exterior, ni en dependencia de las circunstancias, de otras personas o las relaciones que mantenemos. Este bienestar auténtico para que sea real, ha de estar por encima de todo esto. Solo se puede mantener y ser equilibrado si permanece dentro de nosotros. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 15. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 15 | P á g i n a Lectura 14 El Problema Un gran maestro y un guardián compartían la administración de un monasterio zen. Cierto día el guardián murió, y había que sustituirlo. El gran maestro reunió a todos sus discípulos, para escoger a quien tendría ese honor. “Voy a presentarles un problema dijo-. Aquel que lo resuelva primero será el nuevo guardián del templo”. Trajo al centro de la sala un banco, puso sobre este un enorme y hermoso florero de porcelana con una hermosa rosa roja y señaló: “Este es el problema”. Los discípulos contemplaban perplejos lo que veían: los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y elegancia de la flor… ¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál era el enigma? Todos estaban paralizados. Después de algunos minutos, un alumno se levantó, miró al maestro y a los demás discípulos, caminó hacia el vaso con determinación, lo retiró del banco y lo puso en el suelo. “Usted es el nuevo guardián -le dijo el gran maestro, y explicó-: Yo fui muy claro, les dije que estaban delante de un problema. No importa qué tan bellos y fascinantes sean, los problemas tienen que ser resueltos. Puede tratarse de un vaso de porcelana muy raro, un bello amor que ya no tiene sentido, un camino que debemos abandonar pero que insistimos en recorrer porque nos trae comodidades. Sólo existe una forma de lidiar con los problemas: afrontarlos. En esos momentos no podemos tener piedad, ni dejarnos tentar por el lado fascinante que cualquier conflicto lleva consigo”. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 16. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 16 | P á g i n a Lectura 15 Un Camino Embarrado Tanzan Y Ekido iban un día por un camino embarrado. Caía una fuerte lluvia. Al llegar a un recondo, se encontraron a una joven encantadora con kimono y faja de seda, que no podía atravesar el cruce. “Vamos, muchacha”, dijo Tanzan enseguida, y alzándola en brazos la pasó. Ekido no volvió a hablar hasta la noche, cuando llegaron a alojarse en un templo. Entonces no pudo contenerse más. “Nosotros los monjes, no debemos acercarnos a las mujeres”, le dijo a Tanzan, “especialmente a las jóvenes y bonitas. Es peligroso. ¿Por que hizo usted eso?”. “Yo dejé a la chica allá atrás”, dijo Tanzan. “¿Usted todavía la está cargando?”. Muchas veces resulta difícil distinguir entre un problema real y uno mental. El problema real es aquel que a ojos de mil personas, todos ellos coincidirían que efectivamente nos encontramos ante un problema, como es el caso de una enfermedad terminal. En el otro caso probablemente, muchas de esa mil personas no lo considerarían como tal, pero a ojos de uno, puede llegar a ser un infierno difícil de superar. Aprende a diferenciar lo que tus ojos ven, de lo que tu mente quiera que veas y recuerda. No permitas que un dolor, no te deje ver las alegrías que, día a día, la vida te vuelve a regalar. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 17. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 17 | P á g i n a Lectura 16 Diferencia Entre Querer y Amar -“Te amo” – dijo el principito… -“Yo también te quiero” – dijo la rosa. -“No es lo mismo” – respondió él… “Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía…Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes. Querer es esperar, es apegarse a las cosas y a las personas desde nuestras necesidades. Entonces, cuando no tenemos reciprocidad hay sufrimiento. Cuando el “bien” querido no nos corresponde, nos sentimos frustrados y decepcionados. Si quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo. Si la otra persona no me da lo que espero, sufro. El problema es que hay una mayor probabilidad de que la otra persona tenga otras motivaciones, pues todos somos muy diferentes. Cada ser humano es un universo. Amar es desear lo mejor para el otro, aún cuando tenga motivaciones muy distintas. Amar es permitir que seas feliz, aún cuando tu camino sea diferente al mío. Es un sentimiento desinteresado que nace en un donarse, es darse por completo desde el corazón. Por esto, el amor nunca será causa de sufrimiento. Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido por querer, no por amar. Se sufre por apegos. Si realmente se ama, no puede sufrir, pues nada ha esperado del otro. Cuando amamos nos entregamos sin pedir nada a cambio, por el simple y puro placer de dar. Pero es cierto también que esta entrega, este darse, desinteresado, solo se da en el conocimiento. Solo podemos amar lo que conocemos, porque amar implica tirarse al vacío, confiar la vida y el alma. Y el alma no se indemniza. Y conocerse es justamente saber de vos, de tus alegrías, de tu paz, pero también de tus enojos, de tus luchas, de tu error. Porque el amor trasciende el enojo, la lucha, el error y no es solo para momentos de alegría. Amar es la confianza plena de que pase lo que pase vas a estar, no porque me debas nada, no con posesión egoísta, sino estar, en silenciosa compañía. Amar es saber que no te cambia el tiempo, ni las tempestades, ni mis inviernos. Amar es darte un lugar en mi corazón para que te quedes como padre, madre, hermano, hijo, amigo y saber que en el tuyo hay un lugar para mí. Dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta. La manera de devolver tanto amor, es abrir el corazón y dejarse amar.” -“Ya entendí” – dijo la rosa. -” No lo entiendas, vívelo” -dijo el principito.
  • 18. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 18 | P á g i n a Lectura 17 Todos Tenemos Grietas Un hombre cargador de agua de India tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie desde el arroyo hasta la casa de su patrón; en cambio cuando llegaba, la vasija rota solo tenía la mitad del agua. Durante dos años completos esto fue así diariamente, desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección, y se sentía miserable porque solo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación. Después de dos años, la tinaja quebrada le hablo al aguatero: -“Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas solo puedes entregar la mitad de mi carga y solo obtienes la mitad del valor que deberías recibir.” El aguatero le dijo compasivamente: -“Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino”. Así lo hizo la tinaja. Y en efecto, vio muchísimas flores a lo largo del trayecto. Sin embargo se sintió apenada porque solo quedaba dentro de él la mitad del agua que debía llevar. El aguatero le dijo entonces: -“¿Te diste cuenta de que las flores solo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a lo largo camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger estas flores. Si no fueras exactamente cómo eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.” Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas y en nuestra educación y experiencia las pulimos. Todos somos vasijas agrietadas, pero debemos saber que siempre existe la posibilidad de aprovechar las grietas para obtener hermosos resultados. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 19. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 19 | P á g i n a Lectura 18 Vivir el Presente “Un hombre se le acercó a un sabio anciano y le dijo: -Me han dicho que tú eres sabio…. Por favor, dime qué cosas puede hacer un sabio que no está al alcance de las demás de las personas. El anciano le contestó: cuando como, simplemente como; duermo cuando estoy durmiendo, y cuando hablo contigo, sólo hablo contigo. Pero eso también lo puedo hacer yo y no por eso soy sabio, le contestó el hombre, sorprendido. Yo no lo creo así, le replicó el anciano. Pues cuando duermes recuerdas los problemas que tuviste durante el día o imaginas los que podrás tener al levantarte. Cuando comes estás planeando lo que vas a hacer más tarde. Y mientras hablas conmigo piensas en qué vas a preguntarme o cómo vas a responderme, antes de que yo termine de hablar. El secreto es estar consciente de lo que hacemos en el momento presente y así disfrutar cada minuto del milagro de la vida.” Realice un análisis de la presente Lectura
  • 20. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 20 | P á g i n a Lectura 19 El paquete de galletas. Había una vez una señora que debía viajar en tren. Cuando la señora llegó a la estación, le informaron de que su tren se retrasaría aproximadamente una hora. Un poco fastidiada, se compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua. Buscó un banco en el andén central y se sentó, preparada para la espera. Mientras ojeaba la revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario. De pronto, sin decir una sola palabra, estiró la mano, tomó el paquete de galletas, lo abrió y comenzó a comer. La señora se molestó un poco; no quería ser grosera pero tampoco hacer de cuenta que nada había pasado. Así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete, sacó una galleta y se la comió mirando fijamente al joven. Como respuesta, el joven tomó otra galleta y, mirando a la señora a los ojos y sonriendo, se la llevó a la boca. Ya enojada, ella cogió otra galleta y, con ostensibles señales de fastidio, se la comió mirándolo fijamente. El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La señora estaba cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente. Finalmente, ella se dio cuenta de que sólo quedaba una galleta, y pensó: “No podrá ser tan caradura” mientras miraba alternativamente al joven y al paquete. Con mucha calma el joven alargó la mano, tomó la galleta y la partió en dos. Con un gesto amable, le ofreció la mitad a su compañera de banco. -¡Gracias! -dijo ella tomando con rudeza el trozo de galleta. -De nada - contestó el joven sonriendo, mientras comía su mitad. Entonces el tren anunció su partida. La señora se levantó furiosa del banco y subió a su vagón. Desde la ventanilla, vio al muchacho todavía sentado en el andén y pensó: “¡Qué insolente y mal educado! ¡Qué será de nuestro mundo!” De pronto sintió la boca reseca por el disgusto. Abrió su bolso para sacar la botella de agua y se quedó estupefacta cuando encontró allí su paquete de galletas intacto. Reflexión: Cuántas veces nuestros prejuicios y decisiones apresuradas nos hacen valorar erróneamente a los demás y cometer graves equivocaciones. Cuántas veces la desconfianza, ya instalada en nosotros, hace que juzguemos arbitrariamente a las personas y las situaciones, encasillándolas en ideas preconcebidas alejadas de la realidad. Por lo general nos inquietamos por eventos que no son reales y nos atormentamos con problemas que tal vez nunca van a ocurrir. “Peleando, juzgando antes de tiempo y alterándose no se consigue jamás lo suficiente; pero siendo justo, cediendo y observando a los demás con una simple cuota de serenidad, se consigue más de lo que se espera”. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 21. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 21 | P á g i n a Lectura 20 La Casa Imperfecta Un maestro de construcción ya entrado en años estaba listo para retirarse a disfrutar su pensión de jubilación. Le contó a su jefe acerca de sus planes de dejar el trabajo para llevar una vida más placentera con su esposa y su familia. Iba a extrañar su salario mensual, pero necesitaba retirarse; ya se las arreglarían de alguna manera. El jefe se dio cuenta de que era inevitable que su buen empleado dejara la compañía y le pidió, como favor personal, que hiciera el último esfuerzo: construir una casa más. El hombre accedió y comenzó su trabajo, pero se veía a las claras que no estaba poniendo el corazón en lo que hacía. Utilizaba materiales de inferior calidad, y su trabajo, lo mismo que el de sus ayudantes, era deficiente. Era una infortunada manera de poner punto final a su carrera. Cuando el albañil terminó el trabajo, el jefe fue a inspeccionar la casa y le extendió las llaves de la puerta principal. “Esta es tu casa, querido amigo —dijo-. Es un regalo para ti”. Si el albañil hubiera sabido que estaba construyendo su propia casa, seguramente la hubiera hecho totalmente diferente. ¡Ahora tendría que vivir en la casa imperfecta que había construido! Reflexión: A veces construimos nuestras vidas de manera distraída, sin poner en esa actuación lo mejor de nosotros. Muchas veces, ni siquiera hacemos nuestro mejor esfuerzo en el trabajo. Entonces, de repente, vemos la situación que hemos creado y descubrimos que estamos viviendo en la casa que hemos construido. Sí lo hubiéramos sabido antes, la habríamos hecho diferente. Sería interesante conseguir actuar como si estuviésemos “construyendo nuestra casa”. La vida es como un proyecto de “hágalo-usted-mismo”. Tu vida, ahora, es el resultado de tus actitudes y elecciones del pasado. ¡Tu vida de mañana será el resultado de tus actitudes y elecciones de hoy! Realice un análisis de la presente Lectura
  • 22. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 22 | P á g i n a Lectura 21 La Parábola del Árbol de Manzanas Hace mucho tiempo existía un enorme árbol de manzanas. Un pequeño niño lo amaba mucho y todos los días jugaba alrededor de él. Trepaba al árbol hasta el tope y él le daba sombra. Él amaba al árbol y el árbol amaba al niño. Paso el tiempo y el pequeño niño creció y el nunca más volvió a jugar alrededor del enorme árbol. Un día el muchacho regresó al árbol y escuchó que el árbol le dijo. – Estoy muy triste. – ¿Vienes a jugar conmigo? Pero el muchacho contestó: – Ya no soy el niño de antes que jugaba alrededor de enormes árboles. – Lo que ahora quiero son juguetes y necesito dinero para comprarlos. Lo siento, dijo el árbol. – Pero no tengo dinero – Te sugiero que tomes todas mis manzanas y las vendas. De esta manera tú obtendrás el dinero para tus juguetes. El muchacho se sintió muy feliz. Tomó todas las manzanas y obtuvo el dinero y el árbol volvió a ser feliz. Pero el muchacho nunca volvió después de obtener el dinero y el árbol volvió a estar triste. Tiempo después, el muchacho regresó y el árbol se puso feliz y le preguntó. – ¿Vienes a jugar conmigo? – No tengo tiempo para jugar. – Debo de trabajar para mi familia. – Necesito una casa para compartir con mi esposa e hijos. – ¿Puedes ayudarme? – Lo siento, pero no tengo una casa, pero… – Tú puedes cortar mis ramas y construir tu casa. El joven cortó todas las ramas del árbol y esto hizo feliz nuevamente al árbol, pero el joven nunca más volvió desde esa vez y el árbol volvió a estar triste y solitario. Cierto día de un cálido verano, el hombre regresa y el árbol estaba alegre. – ¿Vienes a jugar conmigo? -le preguntó el árbol. El hombre contesta. – Estoy triste y volviéndome viejo. – Quiero un bote para navegar y descansar. – ¿Puedes darme uno? El árbol contesta. – Usa mi tronco para que puedas construir uno y así puedas navegar y ser feliz. El hombre cortó el tronco y construyó su bote. Luego se fue a navegar por un largo tiempo. Finalmente regresó después de muchos años y el árbol le dijo. – Lo siento mucho, pero ya no tengo nada que darte ni siquiera manzanas. El hombre responde. – No tengo dientes para morder, ni fuerza para escalar. – Ya estoy viejo. Entonces el árbol con lágrimas en sus ojos le dijo. – Realmente no puedo darte nada… – La única cosa que me queda son mis raíces muertas. Y el hombre contestó. – Yo no necesito mucho ahora, solo un lugar para descansar. – Estoy tan cansado después de tantos años… – Bueno… las viejas raíces de un árbol, son el mejor lugar para recostarse y descansar. – Ven siéntate conmigo y descansa. El hombre se sentó junto al árbol y este feliz y contento sonrió con lágrimas. ¿Sabes qué? Esta puede ser la historia de cada uno de nosotros. El árbol son nuestros Padres. Cuando somos muy jóvenes, los amamos y jugamos con Papá y Mamá… cuando crecemos los dejamos… solo regresamos a ellos cuando los necesitamos o estamos en problemas… no importa lo que sea, ellos siempre están allí para darnos todo lo que puedan… y hacernos felices. Ustedes pueden pensar que el muchacho es cruel contra el Árbol, pero es así como “NOSOTROS” tratamos a nuestros Padres… Valoremos a nuestros Padres mientras los tengamos a nuestro lado y si ya no están, que la llama de su amor viva por siempre en tu corazón… Realice un análisis de la presente Lectura
  • 23. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 23 | P á g i n a Lectura 22 El Guerrero Samurái Cerca de Tokio vivía un gran samurái ya anciano, que se dedicaba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario. Cierta tarde, un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allí. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación. Esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante. El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Con la reputación del samurái, se fue hasta allí para derrotarlo y aumentar su fama. Todos los estudiantes se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío. Todos juntos se dirigieron a la plaza de la ciudad y el joven comenzaba a insultar al anciano maestro. Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara, le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus ancestros. Durante horas hizo todo por provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró. Desilusionados por el hecho de que el maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron: -¿Cómo pudiste, maestro, soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usaste tu espada, aún sabiendo que podías perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de todos nosotros? El maestro les preguntó: -Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿a quién pertenece el obsequio? -A quien intentó entregarlo, respondió uno de los alumnos. Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos. -Dijo el maestro, cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 24. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 24 | P á g i n a Lectura 23 Maten al Amor Hubo una vez en la historia del mundo, un día terrible en el que el odio, que es el rey de los malos sentimientos, los defectos y los vicios, convocó a una reunión urgente de todos ellos. Todos los sentimientos negros del mundo y los deseos más perversos del corazón humano llegaron a esta reunión con curiosidad de saber cuál era el propósito… Cuando estuvieron todos habló el odio y dijo: “Los he reunido aquí a todos porque deseo con todas mis fuerzas matar a alguien”… Los asistentes no se extrañaron mucho pues era el odio el que estaba hablando y él siempre quiere matar a alguien… Sin embargo, todos se preguntaban entre sí quién sería tan difícil de matar como para que el odio los necesitara a todos. “Quiero que maten al Amor”, dijo. Muchos sonrieron malévolamente, pues más de uno le tenía ganas. El primer voluntario fue el Mal Carácter, quien dijo: “Yo iré y les aseguro que en un año el Amor habrá muerto… Provocaré tal discordia y rabia que no lo soportará”. Al cabo de un año se reunieron otra vez y al escuchar el reporte del Mal Carácter, quedaron muy decepcionados. “Lo siento”, dijo “lo intenté todo, pero cada vez que yo sembraba una Discordia el Amor la superaba y salía adelante”.. Fue entonces cuando, muy diligente, se ofreció la Ambición, quien haciendo alarde de su poder, dijo: “En vista de que el Mal Carácter fracasó, iré yo. Desviaré la atención del Amor hacia el deseo por la riqueza y por el poder. Eso nunca lo ignorará.” Y empezó la Ambición el ataque hacia su víctima quien, efectivamente, cayó herida. Pero después de luchar por salir adelante, renunció a todo deseo desbordado de poder y triunfó de nuevo. Furioso el odio por el fracaso de la Ambición, envió a los Celos, quienes burlones y perversos, inventaban toda clase de artimañas y situaciones para despistar al Amor y lastimarlo con dudas y sospechas infundadas. Pero el Amor, confundido, lloró y pensó que no quería morir, y con valentía y fortaleza se impuso sobre ellos y los venció. Año tras año el odio siguió en su lucha enviando a sus más hirientes compañeros. Envió a la Frialdad, al Egoísmo, al Reproche, la Indiferencia, la Pobreza, la Enfermedad y a muchos otros que fracasaron siempre, porque cuando el Amor se sentía desfallecer, tomaba nueva fuerza y todo lo superaba. El odio, convencido de que el Amor era invencible, les dijo a los demás: “Nada que hacer: El Amor ha soportado todo, llevamos muchos años insistiendo y no lo logramos”. De pronto, desde un rincón del salón se levantó un sentimiento poco conocido y que vestía todo de negro y con un sombrero gigante que caía sobre su rostro y no lo dejaba ver. Su aspecto era fúnebre como el de la muerte. “Yo matare al Amor”, dijo con seguridad. Todos se preguntaron quién era ese que pretendía hacer por si solo lo que juntos ninguno había podido. El odio dijo, “ve y hazlo” Tan sólo había pasado algún tiempo cuando el odio volvió a llamar a todos los malos sentimientos para comunicarles que, después de tanto luchar, por fin el AMOR HABÍA MUERTO. Todos estaban felices, pero sorprendidos. Entonces, el sentimiento del sombrero negro hablo: “Ahí les entrego el Amor totalmente muerto y destrozado”. Y sin decir más, se marchó. “Espera”, dijo el odio, “en tan poco tiempo lo eliminaste por completo, lo desesperaste y no hizo el menor esfuerzo por vivir… ¿¡quién eres?! El sentimiento levantó por primera vez su horrible rostro y dijo: “SOY LA RUTINA”……… Realice un análisis de la presente Lectura
  • 25. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 25 | P á g i n a Lectura 24 La Leyenda del Verdadero Amigo Dice una linda leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron. El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena: HOY, MI MEJOR AMIGO ME PEGO UNA BOFETADA EN EL ROSTRO. Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra: HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALVO LA VIDA. Intrigado, el amigo preguntó: ¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra? Sonriendo, el otro amigo respondió: Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 26. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 26 | P á g i n a Lectura 25 Eres una Joya Única -Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más? El maestro, sin mirarlo, le dijo: -Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después…- y haciendo una pausa agregó Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar. -E…encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas. -Bien- asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la mano izquierda y dándoselo al muchacho, agregó- toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Vete ya y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas. El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y rechazó la oferta. Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado - más de cien personas- y abatido por su fracaso, monto su caballo y regresó. Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la habitación. - Maestro -dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo. -Qué importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que te ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego le dijo: -Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo. -58 monedas??!-exclamó el joven. - Sí -replicó el joyero- Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé… si la venta es urgente… El Joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido. -Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como este anillo: una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquier ignorante descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda. A veces, las circunstancias de la vida, hacen que nos sintamos desmoralizados, o devaluados, pero si miramos nuestro interior, descubriremos nuestro verdadero valor y que el hecho de que a algunas personas se sientan opacadas por tu luz y quieran extinguirla, no significa que valgas menos, solo se logrará si tú lo permites. Una ofensa es como un regalo, de ti depende aceptarlo o rechazarlo, simplemente diciendo: Tú podrás pensar de
  • 27. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 27 | P á g i n a mí de esa manera, yo no pienso así de mí mismo. Tú decides si te tomas la copa que te ofrecen con veneno y envenenarte, o suavemente rechazarla y no contaminarte. Uno no puede evitar que los pájaros vuelen sobre su cabeza, pero sí que hagan nido en ella. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 28. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 28 | P á g i n a Lectura 26 Sabia Naturaleza Un hombre encontró un capullo de una mariposa y se lo llevó a su casa para poder ver a la mariposa cuando saliera del capullo. Un día vio que había un pequeño orificio y entonces se sentó a observar por varias horas, viendo que la mariposa luchaba por poder salir del capullo. El hombre vio que forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño orificio en el capullo, hasta que llegó un momento en el que pareció haber cesado de forcejear, pues aparentemente no progresaba en su intento. Pareció que se había atascado. Entonces el hombre, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa y con una pequeña tijera cortó al lado del orificio del capullo para hacerlo más grande, y así fue que por fin la mariposa pudo salir. Sin embargo la mariposa tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas. El hombre continuó observando, pues esperaba que en cualquier instante las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente para soportar el cuerpo, el cual se contraería al reducir lo hinchado que estaba. Ninguna de las dos situaciones sucedieron y la mariposa solamente podía arrastrarse en círculos con su cuerpecito hinchado y sus alas dobladas. Nunca pudo llegar a volar…. Lo que el hombre en su bondad y apuro no entendió, fue que la restricción de la apertura del capullo, y la lucha requerida por la mariposa para salir por el diminuto agujero, era la forma en que la naturaleza forzaba fluidos del cuerpo de la mariposa hacia sus alas, para que estuviesen grandes y fuertes y luego pudiese volar. La libertad y el volar solamente podrán llegar luego de la lucha. Al privar a la mariposa de la lucha, también le fue privada su salud y su fuerza. La lucha es necesaria en nuestra vida. Si Dios no confiara en nuestras habilidades para salir adelante no nos pondría obstáculos. Y si no encontráramos obstáculos no podríamos crecer y ser tan fuertes como podemos llegar a Ser. ¡Cuánta verdad hay en esto! Cuántas veces hemos querido tomar el camino fácil para salir de dificultades, tomando esas tijeras y recortando el esfuerzo y la lucha. Necesitamos recordar que todo lo que sucede en nuestra vida es una lección y una oportunidad. Y que a través de nuestros esfuerzos nuestros triunfos y en ocasiones nuestras caídas, somos fortalecidos, así como el oro es refinado con el fuego. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 29. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 29 | P á g i n a Lectura 27 ¿QUÉ ELIGES SER? ¿ZANAHORIA, HUEVO O CAFÉ? Érase una vez la hija de un viejo hortelano que se quejaba constantemente sobre su vida y sobre lo difícil que le resultaba ir avanzando. Estaba cansada de luchar y no tenía ganas de nada; cuando un problema se solucionaba otro nuevo aparecía y eso le hacía resignarse y sentirse vencida. El hortelano le pidió a su hija que se acercara a la cocina de su cabaña y que tomara asiento. Después, llenó tres recipientes con agua y los colocó sobre fuego. Cuando el agua comenzó a hervir colocó en un recipiente una zanahoria, en otro un huevo y en el último vertió unos granos de café. Los dejó hervir sin decir palabra mientras su hija esperaba impacientemente sin comprender qué era lo que su padre hacía. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café. Miró a su hija y le dijo: “¿Qué ves?”. “Zanahorias, huevos y café”, fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Le quitó la cáscara y observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su dulce aroma. Humildemente la hija preguntó: “¿Qué significa esto, papá?” Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo. Pero habían reaccionado en forma muy diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. El café sin embargo era único; después de estar en agua hirviendo, había cambiado el agua. “¿Cual eres tú?”, le preguntó a su hija. “Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿Cómo respondes?: “¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?”. “¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? ¿Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido, te has vuelto dura y rígida? Por fuera eres igual pero, ¿cómo te has transformado por dentro?”. “¿O eres como el café? El café cambia el agua, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren”. Y tú, ¿Cuál de los tres eres?” REFLEXIÓN: En la vida nos enfrentamos a circunstancias que no podemos cambiar. Pero si tenemos la opción de decidir cómo afrontarlas. Tal vez hoy sea uno de esos días en que el agua está hirviendo y comenzamos a sentir mucho calor. ¿Y tú? ¿Qué eliges?
  • 30. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 30 | P á g i n a Lectura 28 El usurero (pensamiento creativo) En una pequeña ciudad italiana, hace cientos de años, el dueño de un negocio familiar debía una gran suma de dinero a un prestamista. El usurero era un tipo muy viejo y poco atractivo, que por casualidad le gustaba la hija del dueño del negocio. Éste decidió ofrecer al hombre de negocios un trato que borraría completamente la deuda. Sin embargo, sólo se eliminaría si se casaba con la hija del dueño del negocio. No hace falta decir que esta propuesta fue recibida con una mirada de disgusto. El prestamista dijo que colocaría dos piedras en una bolsa: una blanca y otra negra. La hija tendría que meter la mano en la bolsa y sacar un piedrita. Si era negra, la deuda sería borrada, pero el prestamista se casaría con la joven. Si era blanca, la deuda también sería borrada, pero la hija no tendría que casarse con el usurero. Parado en un sendero, el prestamista se inclinó y cogió dos piedritas. Mientras él las recogía, la hija se dio cuenta de que había recogido dos piedras negras y las había metido en la bolsa. Luego le pidió a la joven que metiera la mano en la bolsa y recogiera una. Naturalmente, la hija tenía tres opciones en cuanto a lo que podía haber hecho: Negarse a recoger una piedra de la bolsa. Saca ambas piedras de la bolsa y exponer al usurero por hacer trampa. Escoger una piedra de la bolsa sabiendo que es negra y sacrificarse por la libertad de su padre. Entonces introdujo su mano y sacó una piedra de la bolsa, y antes de mostrar su color, "accidentalmente" las dejó caer en medio de los otros guijarros. Con una sonrisa en su rostro, le dijo al prestamista; "Oh, qué torpe soy... Pero no importa, si buscas en la bolsa la piedra que queda, sabrás qué color elegí". La piedra que quedaba en la bolsa es obviamente negra, y viendo que el usurero no quería ser expuesto como un tramposo, tuvo que seguirle el juego como si la piedra que la joven dejó caer era blanca, saldando así la deuda de su padre. Reflexión y moraleja de la historia: Siempre es posible superar una situación difícil, mediante pensamiento creativo y no ceder a las únicas opciones que crees que tienes para elegir.
  • 31. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 31 | P á g i n a Lectura 29 El día en que todo salió mal Cada vez que necesito ayuda como madre, recuerdo a mi propia madre y a mi abuela, mujeres que plantaron semillas de sabiduría en mi alma. Hace unos días, llegué a casa y encontré una carta de advertencia de una planilla de luz sin pagar, el estado de cuenta de mi tarjeta de crédito y varias facturas atrasadas. Además mi hijo Tommy, de 15 años, se quejaba de un mal corte de cabello. Tuvo que aguantar todo el día que otros estudiantes del colegio lo llamaran "calvo". Lisa, mi segunda hija, se sentía devastada, pues aunque había estudiado mucho para la prueba final del séptimo grado, le habían faltado dos decimales para no reprobar. Por último Jenni, en su primer año de escuela, había sido "víctima" de la timidez al momento de realizar una lectura frente a toda la clase. Miré los rostros desconsolados de mis hijos, y fue entonces cuando la imagen de mi abuela vino sonriendo a mi cabeza. Entonces dije: Muy bien, ¿saben qué día es hoy? Es "un día en que todo salió mal" ¡Vamos a celebrarlo! Me miraron, sorprendidos y con curiosidad. Continué: "Mi abuela siempre decía que aprendemos más de nuestros errores que de nuestros éxitos. Siempre nos decía que cuando uno más se equivoca o las cosas le salen mal, es cuando existe mayor oportunidad de superarse y triunfar". Esta fue la primera de muchas otras fiestas por "las cosas que no funcionaron". En medio de la tragedia, buscamos siempre una excusa para celebrar, en lugar de angustiarnos por lo que habíamos sufrido. Espero haber plantado en las almas de mis hijos las semillas recogidas por la sabiduría de las mujeres que me precedieron. Y que estas semillas se extiendan en sus propios jardines algún día. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 32. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 32 | P á g i n a Lectura 30 La vida es un jardín En una pequeña aldea de los Alpes Suizos, Hans, un simpático anciano de más de 80 años, jardinero de profesión, se había convertido en la atracción de los turistas. Su aspecto bonachón, su buen humor, y sobre todo, su sabiduría natural, hacían que todos quisieran pasar un tiempo con él, mientras trabajaba la tierra y mantenía los jardines de la plaza del pueblo. Un día, llegó un contingente de ejecutivos, de paso hacia una convención. Atraídos por la belleza natural, tomaron y paseo, y, de regreso, descansaron en la plaza. Al ver que estaba rodeado de niños, jóvenes, adultos y ancianos, se acercaron a ver qué pasaba. Y allí estaba Hans, respondiendo las preguntas que le hacían, con parábolas sobre su profesión de jardinero y la vida. Entonces, les dijo: “La vida es un jardín. Lo que siembres en ella, eso te devolverá. Así que elige semillas buenas, riégalas y con seguridad tendrás las flores más hermosas. Cada acto, palabra, sonrisa o mirada, es una simiente. Procura, entonces, que caiga tu simiente en el surco abierto del corazón de los hombres y vigila su futuro. Procura, además, que sea como el trigo que da pan a los pueblos, y no produce espinas y cizaña que dejan estériles las almas. Muchas veces sembrarás en el dolor, pero esa siembra traerá frutos de gozo. A menudo sembrarás llorando, pero, ¿quién sabe si tu simiente no necesita del riego de tus lágrimas para que germine? No tomes las tormentas como castigos. Piensa que los vientos fuertes harán que tus raíces se hagan más profundas, para que tu rosal resista mejor lo que habrá de venir. Y, cuando tus hojas caigan, no te lamentes; serán tu propio abono, reverdecerás y tendrás flores nuevas. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 33. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 33 | P á g i n a Lectura 31 La mariposa blanca “Había una vez en Japón un anciano cuyo nombre era el de Takahama, y que vivía desde su juventud en una pequeña casa que él mismo había construido junto a un cementerio, en lo alto de una colina. Era un hombre amado y respetado por su amabilidad y generosidad, pero los lugareños a menudo se preguntaban por qué vivía en soledad al lado del cementerio y por qué nunca se había casado. Un día el anciano enfermó de gravedad, estando cercana ya su muerte, y su cuñada y su sobrino fueron a cuidarle en sus últimos momentos y le aseguraron que estarían junto a él todo lo que necesitara. Especialmente su sobrino, quien no se separaba del anciano. Un día, en que la ventana de la habitación estaba abierta, se coló una pequeña mariposa blanca en el interior. El joven intentó espantarla en varias ocasiones, pero la mariposa siempre volvía al interior, y finalmente, cansado, la dejó revolotear al lado del anciano. Tras largo rato, la mariposa abandonó la habitación y el joven, curioso por su comportamiento y maravillado por su belleza, la siguió. El pequeño ser voló hasta el cementerio que existía al lado de la casa y se dirigió a una tumba, alrededor de la cual revolotearía hasta desaparecer. Aunque la tumba era muy antigua, estaba limpia y cuidada, rodeada de flores blancas frescas. Tras la desaparición de la mariposa, el joven sobrino volvió a la casa con su tío, para descubrir que este había muerto. El joven corrió a contarle a su madre lo sucedido, incluyendo el extraño comportamiento de la mariposa, ante lo que la mujer sonrió y le contó al joven el motivo por el que el anciano Takahana había pasado su vida allí. En su juventud, Takahana conoció y se enamoró de una joven llamada Akiko, con la cual iba a casarse. Sin embargo, pocos días antes del enlace la joven falleció. Ello sumió a Takahama en la tristeza, de la que conseguiría recuperarse. Pero sin embargo decidió que nunca se casaría, y fue entonces cuando construyó la casa al lado del cementerio con el fin de poder visitar y cuidar todos los días la tumba de su amada. El joven reflexionó y entendió quién era la mariposa, y que ahora su tío Takahama se había reunido al fin con su amada Akiko.” Un hermoso cuento de origen japonés que nos habla sobre el amor, concretamente de un amor capaz de trascender el tiempo e incluso la muerte. Un amor eterno. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 34. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 34 | P á g i n a Lectura 32 Los seis sabios ciegos y el elefante “En una ocasión había seis ancianos sabios que no gozaban del don de la vista, siendo ciegos y empleando el sentido del tacto para experimentar y conocer las diferentes realidades, seres y objetos del mundo. Ninguno de estos sabios había visto jamás un elefante, y tras conocer que su rey disponía de uno le solicitaron con humildad poder conocerlo. El monarca decidió concederles su petición y los llevó ante el paquidermo, permitiendo que los ancianos se acercaran y lo tocaran. Los sabios se aproximaron al animal y, uno por uno, tocaron al elefante con el fin de saber cómo era dicho ser. El primero le tocó un colmillo, y consideró que el elefante era liso y agudo cual lanza. El segundo sabio se aproximó y tocó la cola del elefante, respondiendo que en realidad era más bien como una cuerda. El tercero entraría en contacto con la trompa, refiriendo que el animal se parecía más a una serpiente. El cuarto indicaría que los demás debían estar errando, ya que tras tocar la rodilla del elefante llegó a la conclusión de que se trataba de algo semejante a un árbol. El quinto lo desmintió al tocar la oreja del ser, valorando que se parecía a un abanico. Por último el sexto sabio llegó a la conclusión de que en realidad el elefante era como una fuerte pared rugosa, al haber tocar su lomo. Tras haber llegado a distintas conclusiones, los sabios empezaron a discutir respecto a quién poseía la verdad. Dado que todos defendían sus posiciones con ahínco, recurrieron a la ayuda de un séptimo sabio el cual podía ver. Este les hizo ver que en realidad todos ellos tenían parte de la razón, dado que habían estado describiendo una única parte del conjunto del animal, a la vez que aún sin equivocarse ninguno de ellos había podido conocerlo en su totalidad.“ Un cuento clásico procedente de la India; esta historia nos habla de la necesidad de tener en cuenta que nuestro punto de vista no es el único que existe sobre la realidad: debemos valorar que las opiniones, creencias o conocimientos de otras personas pueden ser tan válidas y verdaderas como las nuestras, sin necesidad de que ninguno de los dos esté equivocado. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 35. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 35 | P á g i n a Lectura 33 El ciervo escondido “Había una vez un leñador de Cheng que encontró un ciervo en un campo, al cual mató y posteriormente enterró con hojas y ramas para evitar que otros descubrieran la pieza. Pero al poco tiempo, el leñador se olvidó del lugar donde había ocultado el animal y llegó a creer que en realidad todo el asunto había sido un sueño. Poco después empezaría a contar su supuesto sueño, a lo que uno de los que lo escuchó reaccionó intentando buscar el ciervo. Tras encontrarlo, se lo llevó a su casa y le comentó a su mujer la situación, la cual le indicó que tal vez sería él quien había soñado la conversación con el leñador, pese a que al haber encontrado el animal el sueño sería real. A esto, su esposo contestó que independientemente de si el sueño fuera suyo o del leñador, no había necesidad de saberlo. Pero esa misma noche el leñador que cazó al animal soñó (este vez de verdad) con el lugar donde había escondido el cadáver y con la persona que lo había encontrado. Por la mañana fue a casa del descubridor del cuerpo del animal, tras lo que ambos hombres discutieron respecto a quién pertenecía la pieza. Esta discusión se intentaría zanjar con la ayuda de un juez, el cual repuso que por un lado el leñador había matado a un ciervo en lo que creía un sueño y posteriormente consideró que su segundo sueño era una verdad, mientras que el otro encontró dicho ciervo aunque su esposa consideraba que era él quien soñó haberlo encontrado en base a la historia del primero. La conclusión era que realmente nadie había matado al animal, y se dictó que el caso se resolviera mediante la repartición del animal entre los dos hombres. Posteriormente, esta historia llegaría al rey de Cheng, quien terminaría por preguntarse si realmente no sería el juez quien había soñado haber repartido al ciervo.” El cuento de “El ciervo escondido” es un cuento popular chino que nos narra una historia basada en la diferenciación entre sueño y realidad y lo difícil que en ocasiones puede ser realizarla. Es uno de los cuentos cortos para adultos que nos habla sobre la posibilidad de que podamos vivir en varios planos de existencia. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 36. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 36 | P á g i n a Lectura 34 El fantasma provechoso (Daniel Defoe) “Había una vez un caballero que poseía una casa muy muy vieja, construida aprovechando los restos de un antiguo monasterio. El caballero decidió que quería derruirla, pero sin embargo consideraba dicha tarea implicaría demasiado esfuerzo y dinero, y empezó a pensar en alguna manera de lograr hacerlo sin que le supusiera a él ningún costo. El hombre decidió entonces crear y empezar a difundir el rumor de que la casa estaba encantada y habitada por un fantasma. Elaboró también con sábanas un traje o disfraz blanco, junto a un artefacto explosivo que generara una llamarada y dejara tras de sí olor a azufre. Tras contar el rumor a varias personas, entre ellas algunos incrédulos, les convenció de que acudieran a su casa. Allí activó el ingenio, provocando que los vecinos se asustaran y creyeren que el rumor era cierto. Poco a poco más y más gente iría viendo a dicho ente espectral, y el rumor fue creciendo y extendiéndose entre los lugareños. Tras ello, el caballero extendió también el rumor de que el motivo de que el fantasma estuviera allí podría ser el hecho de que hubiese en la casa un tesoro escondido, así que en poco tiempo empezó a excavar para encontrarlo. A pesar de que no lo hacía, los vecinos empezaron también a creer que sí podía haber algún tesoro en el lugar. Y un día, algunos vecinos le preguntaron si podían ayudarle a excavar, a cambio de que pudieran coger el tesoro. El propietario de la casa respondió que no sería justo que le tirasen la casa abajo y se llevaran el tesoro, pero magnánimamente les ofreció que si excavaban y retiraban los escombros que su acción generase y en el proceso encontraban el tesoro, él aceptaría que se llevaran la mitad. Los vecinos aceptaron y se pusieron a trabajar. Al poco tiempo el fantasma desapareció, pero de cara a motivarles el caballero dispuso veintisiete monedas de oro en un agujero de la chimenea que después tapió. Cuando los vecinos lo encontraron, les ofreció quedárselo todo siempre y cuando el resto que hallaran lo repartieran. Ello motivó aún más a los vecinos, que ante la esperanza de encontrar más fueron excavando hasta los cimientos. De hecho, sí encontraron algunos objetos de valor del antiguo monasterio, algo que los espoleó aún más. Al final, la casa fue derruida por entero y los escombros retirados, cumpliendo el caballero con su deseo y empleando para ello apenas un poco de ingenio.” Este cuento fue creado por el escritor de Robinson Crusoe, Daniel Defoe, y nos narra una historia en que podemos ver el valor de la inteligencia y la astucia, así como el hecho de que ser codiciosos nos puede llevar a ser manipulados y utilizados sin que siquiera nos demos cuenta.
  • 37. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 37 | P á g i n a Lectura 35 El sabio y el escorpión “Había una vez un sabio monje que paseaba junto a su discípulo en las orilla de un río. Durante su caminar, vio como un escorpión había caído al agua y se estaba ahogando, y tomó la decisión de salvarlo sacándolo del agua. Pero una vez en su mano, el animal le picó. El dolor hizo que el monje soltara al escorpión, que volvió a caer al agua. El sabio volvió a intentar sacarlo, pero de nuevo el animal le picó provocando que le dejara caer. Ello ocurrió una tercera vez. El discípulo del monje, preocupado, le preguntó por qué continuaba haciéndolo si el animal siempre le picaba. El monje, sonriendo, le respondió que la naturaleza del escorpión es la de picar, mientras que la de él no era otra que la de ayudar. Dicho esto, el monje tomó una hoja y, con su ayuda, consiguió sacar al escorpión del agua y salvarlo sin sufrir su picadura. “ Otro cuento procedente de la India, en esta ocasión nos explica que no debemos luchar contra nuestra naturaleza por mucho que otros nos dañan. Hay que tomar precauciones, pero no debemos dejar de ser quienes somos ni actuar en contra de lo que somos. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 38. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 38 | P á g i n a Lectura 36 El espejo chino “Había una vez un campesino chino, el cual iba a ir a la ciudad a vender la cosecha de arroz en la que él y su esposa habían estado trabajando. Su mujer le pidió que, aprovechando el viaje, no se olvidase de traerle un peine. El hombre llegó a la ciudad y una vez allí vendió la cosecha. Tras hacerlo, se encontró y reunió con varios compañeros y se pusieron a beber y a celebrar lo conseguido. Después de ello, y aún un poco desorientado, el campesino recordó que su esposa le había pedido que le trajera algo. Sin embargo no recordaba el qué, con lo que acudió a una tienda y compró el producto que más le llamó la atención. Se trataba de un espejo, con el cual regresó a su hogar. Tras dárselo a su esposa, se marchó de nuevo a trabajar en el campo. La joven esposa se miró en el espejo, y repentinamente empezó a llorar. La madre de esta le preguntó el por qué de tal reacción, a lo que su hija le pasó el espejo y le respondió que la causa de sus lágrimas era que su marido había traído consigo otra mujer, joven y hermosa. La madre de esta miró también el espejo, y tras hacerlo le respondió a su hija que no tenía de qué preocuparse, dado que se trataba de una vieja.” Un cuento de origen chino, de autor anónimo. Se trata de una narración muy breve que tiene diferentes posibles interpretaciones, pero que entre otras cosas nos habla de cómo nos vemos nosotros mismos reflejados en el mundo, y la diferencia entre cómo nos creemos que somos y cómo somos en realidad, a menudo subestimándonos o sobrevalorándonos. Para entender el cuento es necesario tener en consideración que ninguno de los personajes se había visto jamás reflejado en un espejo, no sabiendo qué es lo que ve realmente. Así, la esposa no es capaz de comprender que la joven hermosa que ve es ella misma, mientras que la madre tampoco ve que la anciana que ve es ella. También se observa que mientras la primera se preocupa por qué considera que lo que ve en el reflejo es más hermoso que ella misma, la segunda lo minusvalora críticamente, prácticamente burlándose de su propia imagen. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 39. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 39 | P á g i n a Lectura 37 El mundo (Eduardo Galeano) “Un hombre del pueblo Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado desde arriba la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos. -El mundo es eso-reveló- un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende.” Más que un cuento corto, se trata de un microcuento creado por Eduardo Galeano (uno de los más destacados escritores uruguayos y de toda latinoamérica) y publicado en su libro “El libro de los abrazos”. Se centra en la visión del mundo como un lugar maravilloso lleno de gentes muy diferentes entre sí, pero que no dejan de ser personas. También nos hace ver la relevancia de atreverse a vivir intensamente. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 40. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 40 | P á g i n a Lectura 38 El elefante encadenado (Jorge Bucay) “Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de su peso, tamaño y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye? Cuanto tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapa porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia... si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta. Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio para encontrar la respuesta: el elefante del circo no escapa porque ha estado a unido a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía… Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree -pobre- que no puede. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás… jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra vez…” Uno de los cuentos más conocidos de Jorge Bucay; esta narración nos cuenta como nuestros recuerdos y experiencias previas pueden darnos conocimientos, pero también generar estancamientos y bloqueos que nos impiden y que pueden sabotearnos aún cuando su causa original ya no está presente. La narración nos empuja a seguir intentando ponernos a prueba a pesar de que lo que hayamos vivido pueda habernos hecho creer que no podemos hacerlo.
  • 41. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 41 | P á g i n a Lectura 39 El paisajista “Érase una vez un pintor de gran talento que fue enviado por el emperador de China a una provincia lejana y recién conquistada, con la misión de traer a su vuelta imágenes pintadas. Tras un largo viaje en el que visitó en profundidad todos los territorios de la provincia, el pintor regresó, pero sin embargo no portaba ninguna imagen. Ello generó sorpresa en el emperador, quien terminó enfadándose con el pintor. En ese momento, el artista solicitó que le dejaran un lienzo de pared. En él, el pintor dibujó con gran detalle todo lo que había visto y recorrido en su viaje, tras lo cual el emperador acudió a verlo. Entonces el pintor le explicó cada uno de los rincones del gran paisaje que había dibujado y explorado en sus viajes. Al acabar, el pintor se aproximó a un sendero que había dibujado y que parecía perderse en el espacio. Poco a poco, el pintor se adentró en el sendero, metiéndose en el dibujo y haciéndose cada vez más pequeño hasta desaparecer tras una curva. Y cuando este desapareció, lo hizo todo el paisaje, dejando el muro completamente desnudo.” Este cuento de origen chino es algo complejo de entender. Para ello debemos ponernos en la posición del pintor y lo que hace a lo largo de la historia: por un lado observa la realidad, pero por el otro, y como se ve al final cuando se une a su obra, forma parte intrínseca de ella. Se trata de una alegoría de que aunque podemos ser observadores de lo que acontece en el mundo queramos o no somos parte de él: si algo ocurre en esa realidad nos afecta a nosotros, ya que somos parte de ella, mientras que lo que nos pase a nosotros no está alejado de la realidad. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 42. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 42 | P á g i n a Lectura 40 Tú gobiernas tu mente, no tu mente a ti “Érase una vez un estudiante de zen que se lamentaba de que no podía meditar, ya que sus pensamientos se lo impedían. Este le dijo a su maestro que sus pensamientos y las imágenes que generaba no le dejaban meditar, y que aún cuando se iban unos instantes al poco volvían con mayor fuerza, no dejándoles en paz. Su maestro le indicó que esto sólo dependía de sí mismo, y que dejara de cavilar. Pero el estudiante siguió indicando que los pensamientos le confundían y no le dejaban meditar en paz, y que cada vez que procuraba concentrarse le aparecían pensamientos y reflexiones de manera continuada, a menudo poco útiles e irrelevantes. A esto el maestro le propuso que cogiera una cuchara y la sostuviera en la mano, mientras se sentaba e intentaba meditar. El alumno obedeció, hasta que de pronto el maestro le indicó que dejara la cuchara. El alumno lo hizo, dejándola caer al suelo. Miró a su maestro, confuso, y este le preguntó que quién agarraba a quién, si él a la cuchara o la cuchara a él.” Este breve cuento parte de la filosofía zen y tiene origen en el budismo. En él se nos hace reflexionar sobre nuestros propios pensamientos, y el hecho de que debemos ser nosotros quienes tengamos el control sobre ellos y no a la inversa. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 43. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 43 | P á g i n a Lectura 41 El amor verdadero no es ciego Samuel era un joven, brillante y cálido. En el trabajo, en la universidad, en todos sus círculos. Sonreía y expresaba amabilidad, parecía capaz de hacer todo bien. Elisa era la máxima expresión de amor humano atrapado en el cuerpo de una persona, enamorada de Dios y comprometida en su relación con Él. Ella conoció a Samuel en la universidad, al compartir clases pronto se hicieron muy buenos amigos. En poco tiempo ya surgía algo más que amistad. Un amor muy delicado comenzó a cultivarse y todo parecía ir muy bien. Ambos eran cristianos, lo cual parecía ser un punto a favor. Pronto las familias entraron a juego y Samuel conocería a los padres de Elisa como su novio, oficialmente. Como era de esperarse, Samuel, con su don de gentes, se ganó a la familia en un abrir y cerrar de ojos. Todos comentaban cuan bueno y diligente resultaba el novio de la muchacha. Entonces, algo cambió. Pasado el tiempo y con ello, el encanto, Samuel comenzó a tomar actitudes que en un principio no había mostrado, volviéndose celoso, posesivo y controlador. Lo había hecho de forma tan sutil que la amorosa Elisa fue incapaz de notarlo por mucho tiempo. Cierto día Elisa asistió a una reunión con algunas amigas que hacía mucho tiempo no veía. Había tanto que platicar y miles de risas que compartir que no se dio cuenta cuando su novio le llamó en reiteradas ocasiones a su teléfono móvil. Cuando notó las llamadas perdidas ella le llamó para contarle de su reencuentro con sus amigas. Su sorpresa fue enorme cuando notó la actitud de Samuel. Él comenzó a gritarle y a poner en duda la versión de ella, le insinuaba que debía haberse visto con otro chico y por eso no contestaba sus llamadas. En tono amenazante le advirtió que esta sería la última vez que ella no respondiera a tiempo el teléfono, incluso se escuchaba como lanzaba cosas al suelo mientras dejaba saltar su frustración. Elisa había sido educada por sus padres de tal modo que debía respetar a los demás, pero también debía esperar respeto y amor hacia ella. En un instante se dio cuenta que aquella actitud tan violenta de parte de Samuel no podía ser algo aislado y que pronto escalaría a más, recordó cada ocasión anterior en la que él había dado muestras de su comportamiento y ella había ignorado. Supo al instante que, en el fondo, no era el chico perfecto que había visto en él y que no debía esperar más tiempo para ponerle fin a su relación. Ella sintió como su corazón se hallaba en una encrucijada y poco a poco se rompía al notar que su amor no podría ser. Alguien que la irrespetara de esa forma, en lo absoluto podría ser un buen marido.
  • 44. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 44 | P á g i n a La relación de ambos terminó ese mismo día y aunque Samuel intentó disculparse y hacerle creer que aquella actitud no volvería a repetirse, Elisa supo que sus intenciones, aunque parecían oro, no eran más que una mentira adornada y se alejó por completo de él. Elisa conoció a otro hombre y después de cultivar una hermosa relación de noviazgo decidieron casarse y ahora es feliz, al lado de un hombre que la respeta y la ama. También supo por parte de algunas amistades que tenía en común con Samuel, que él se casó y que tiempo después fue acusado por su pareja de violencia doméstica. “El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros” —Romanos 12:9-10 Cuando se alcanza un nivel de madurez en la vida donde se planea compartir planes, metas y la felicidad con otra persona, es un paso que requiere de gran meditación. Se busca no fracasar al entregar el corazón. Será Dios quien brindará el discernimiento, si tú se lo permites, de descubrir si esa persona es la pareja que se ha de elegir en salud y enfermedad, por el resto de la vida, para compartir vivencias, dolores y bendiciones. Sin embargo, muchas veces la tentación se presentará como esa maravillosa oportunidad, y la fe será puesta a prueba. Si estás en el momento de tu vida en el que debes tomar esta decisión, no olvides nunca que Dios te ama y quiere que encuentres la felicidad al lado de una persona que también te ame con sinceridad. No tomes una decisión a la ligera, el noviazgo es una etapa que no debes apresurar y mucho menos saltarte. Es la etapa en la que debes conocer detenidamente a la persona que quieres aceptar como tu cónyuge para el resto de tu vida, debes poner atención a cada detalle y saber poner fin a cualquier relación que no sea conveniente, aun cuando creas que amas demasiado a la otra persona, no dejes que tus sentimientos decidan antes que la razón. Recuerda que el amor verdadero no es ciego. Sigue los consejos que Dios ha dejado en la Biblia, pon atención a las palabras de quienes te rodean y te aman, tu familia, tu iglesia. Muchas veces Dios habla a través de otras personas para aconsejarnos y advertirnos. Con oración y fe podrás discernir la mejor decisión para tu vida. Si eres una persona que ya pasó la etapa de escoger pareja. Tal vez lo hiciste muy bien, o quizás te equivocaste y ahora te arrepientes. No olvides que Dios también tiene poder para sanarnos y ayudarnos a superar los errores que cometimos, aunque a veces debamos aprender a sobrellevar las consecuencias. Recuerda que debes enseñar a tus hijos/as, sobrinos/as, nietos/as y cualquier otro ser querido, a amar, a respetar y exigir respeto. Que nadie debe hacer sentirle menos valioso. Sobre todo, enséñale a depender de Dios y a saber escuchar su voz y seguir sus pasos. Realice un análisis de la presente Lectura
  • 45. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 45 | P á g i n a Lectura 42 Esperar el tiempo de Dios… noviazgo y matrimonio Alison y Steven era una pareja de adolescentes enamorados, con apenas 14 y 15 años de edad respectivamente. Ambos servían en su iglesia local, en la cual habían crecido. Estaban tan enamorados que deseaban formalizar una relación a través del matrimonio, sin embargo ante las leyes civiles de su país eso era imposible por tratarse de dos menores de edad. Los principios dentro de la iglesia también prohibían una unión así. Ellos se mostraban decididos a consumar una relación de pareja. Las charlas sobre noviazgo y los sermones para jóvenes que se impartían en la iglesia no parecían tener un efecto en su decisión. Comenzaron a tener encuentros sexuales a escondidas y pronto apareció una situación que no se podría describir como inesperada, ella estaba embarazada. Trataron de esconder el caso ante los demás pero, obviamente, eso no se podría hacer por mucho tiempo. El futuro para estos adolescentes no parecía muy alentador: Eran padres prematuros, debían abandonar sus estudios, buscar un empleo y muchas otras cosas que a lo mejor no esperaban. Casos como éste se pueden ver a diario, a nuestro alrededor. Y parece que no hay manera de hacer conciencia de los efectos devastadores que pueden llegar después de una decisión apresurada respecto al noviazgo y las relaciones prematuras. En la biblia encontramos casos de jóvenes enamorados que siguieron los pasos correctos para formar una pareja bajo la dirección y la bendición de Dios. Tal es el caso de Rebeca e Isaac, ambos esperaron el consentimiento de sus padres, tal como se acostumbraba en su época. Como resultado gozaron de la bendición de Dios y con ello de felicidad y prosperidad en su matrimonio. “ También Rebeca levantó la vista y, al ver a Isaac, se bajó del camello… Isaac amó a Rebeca …” Génesis 24:64 y 67 (NVI) Tal como lo expresa el sabio Salomón: “Todo tiene su tiempo”… El noviazgo es un paso previo para el matrimonio, y es importante esperar el tiempo de Dios. Pero, ¿Cuál es el tiempo de Dios?, ¿Cómo saber el momento oportuno para iniciar un noviazgo? La biblia no habla de una edad apropiada, pero es importante que pongas en sus manos un paso importante como ese. A través de la oración y la meditación debes buscar la dirección divina, sin duda Dios te dará una respuesta oportuna. Pero sí hay parámetros claros que podemos encontrar en los relatos bíblicos de parejas felices que complementados con los estudios científicos actuales nos pueden ayudar a determinar un momento apropiado para el noviazgo.
  • 46. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 46 | P á g i n a Comenzando por la madurez emocional y física de la persona, la cual evidentemente no se tiene en la niñez y adolescencia, lo cual descarta la posibilidad de una relación exitosa a temprana edad. Luego hay que considerar los planes de vida que tienes y el orden de prioridades que coloques en cada uno de ellos. Por lo tanto esto puede variar en cada persona, pero siendo que Dios nos conoce a cada uno como la palma de su mano, el consejo más apropiado y la guía más certera para tomar una decisión proviene directamente de él. Pon tus planes en las manos de Dios y espera el tiempo que él te mostrará. No te desesperes, Dios nunca falla. Si sabes esperar el tiempo de Dios, el éxito en tu matrimonio estará garantizado.
  • 47. Lic. Edwin Sarzuri Pacasi 47 | P á g i n a Lectura 43 Belleza sin cabeza La belleza es uno de los atributos humanos más cotizados. A lo largo de la historia humana siempre se valoró la belleza tanto femenina como masculina, y actualmente hay quienes hacen girar su vida en torno a esta cualidad. Por poseer un lindo rostro, un físico atractivo y una buena estatura, hay quienes ganan miles de dólares semanales exponiendo su cuerpo ante las miradas del mundo. No hubo un sacrificio previo (excepto quizá la dedicación a la dieta y el ejercicio), no hizo falta estudio o dedicación, simplemente nacieron con el atributo de la belleza, y por eso obtienen un provecho económico. No es fácil ignorar la belleza, pero no lo es todo. Sé muy bien que en la adolescencia y la juventud temprana, el atractivo físico de la otra persona juega un papel fundamental al inicio de la relación, pero puedes equivocarte mucho si solamente empleas ese criterio en tu elección. Alfredo Bottoni, el padre de un gran amigo, nos dijo en una ocasión: “La belleza dura unos años y luego te queda el carácter de la otra persona. No se dejen arrastrar solo por la figura. Sepan mirar el corazón, la sencillez, la honradez, aprendan a observar los atributos que los ayudarán como personas en esta vida”. Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, ésa será alabada. Proverbios 31:30. Las Escrituras no le restan importancia a la belleza física, y mencionan dos características para recordar: “Engañosa” y “vana”. La primera hace alusión al carácter, ya que un lindo rostro y una figura escultural pueden hacer que algunos concluyan que también el corazón es atractivo. En cambio la “vanidad” hace alusión a algo “inútil” y “sin provecho”, es decir: ¿de qué sirve el atractivo físico si el carácter es repulsivo? La belleza exterior sin belleza interior es inútil, vana. El criterio de elección que recomiendan las Escrituras es “el temor a Jehová”. Solo aquellos que tienen un temor reverente de Dios, que procuran vivir bajo la luz de su Palabra y hacen de su vida un canal de bendición para los demás, tienen la alabanza y la aprobación divina. El atractivo exterior tiene valor hasta cierto grado, pero la entrega a Dios no tiene precio. Cuando escucho en las noticias que alguna actriz o algún actor famoso y renombrado por su atractivo físico se divorció numerosas veces, me pregunto ¿Habrán recordado sus cónyuges que en la convivencia poco importa la belleza? ¿Cuánto tiempo puedes convivir con alguien egoísta, orgulloso, que nunca pide perdón cuando se equivoca, rencoroso y malhumorado? No creo que mucho. Así que no dejes de valorar el consejo bíblico, ya que el temor de Jehová hará que esa persona tenga un carácter tal que dé gusto vivir con ella. Realice un análisis de la presente Lectura