Gulliver naufraga en una isla donde los habitantes son mucho más pequeños que él. Los nativos lo capturan y llevan ante su rey en Liliput. Gulliver aprende su idioma y ayuda a los liliputienses a derrotar a los blefusquianos, pero luego decide regresar a su país en una barca que encuentra.
Subi este cuento pensado en las personas que les cuesta encontrar Libros.
Cualquier cooperación que desee hacer, se los agradeceré.
Banco Estado cuenta rut 15753919 mi mail es el s_alicia2008@hotmail.com
Prueba 3º básico libro "Otto el rinoceronte"Daniels Lician
prueba libro "Otto el rinoceronte" 3º basico, verdadero y falso, alternativas y desarrollo, con el objetivo de lograr que el alumno relacione enunciados con relatos del libros.
Subi este cuento pensado en las personas que les cuesta encontrar Libros.
Cualquier cooperación que desee hacer, se los agradeceré.
Banco Estado cuenta rut 15753919 mi mail es el s_alicia2008@hotmail.com
Prueba 3º básico libro "Otto el rinoceronte"Daniels Lician
prueba libro "Otto el rinoceronte" 3º basico, verdadero y falso, alternativas y desarrollo, con el objetivo de lograr que el alumno relacione enunciados con relatos del libros.
Cuento adaptado para Pruebas Puertorrique~as de Evaluacion Alternas/ Grado 7 / Material Autentico Literatura / Derechos de Autor mencionados en el documento. Exito con sus estudiantes.
Te quiero hasta el cielo.
EL MERCADO LABORAL EN EL SEMESTRE EUROPEO. COMPARATIVA.ManfredNolte
Hoy repasaremos a uña de caballo otro reciente documento de la Comisión (SWD-2024) que lleva por título ‘Análisis de países sobre la convergencia social en línea con las características del Marco de Convergencia Social (SCF)’.
“La teoría de la producción sostiene que en un proceso productivo que se caracteriza por tener factores fijos (corto plazo), al aumentar el uso del factor variable, a partir de cierta tasa de producción
4. J. SWIFT
Gulliver en Liliput
Ilustración: Francesc Rovira
Adaptación: Isidro Sánchez
5. Hace muchos años, el barco en el que navegaba Gulliver, que sentía gran
afición por los viajes, naufragó durante una terrible tormenta.
Gulliver nadó sin rumbo, luchando por mantenerse a flote. Por fin,
cercano ya el amanecer, el viento y la marea lo arrastraron hacia una isla.
Aunque se hallaba extenuado, pudo más la curiosidad por saber dónde se
encontraba que el cansancio, y decidió internarse en la isla.
Pero poco después, sintió que las fuerzas le abandonaban. Se tumbó
entonces sobre la hierba y, acto seguido, se quedó dormido.
6. Cuando entreabrió los párpados, mucho tiempo después, vio que un
hombrecito de menos de un palmo de estatura se hallaba de pie sobre su
pecho y le miraba fijamente.
Gulliver fue a alzar la cabeza para ver más de cerca a aquel extraño
personaje, convencido de que, como suele suceder en los sueños, se
esfumaría en el aire. Pero apenas si había separado la cabeza del suelo,
cuando sintió un doloroso tirón en los cabellos.
Confuso y aturdido, desistió de su intento y se contentó con mirar de
reojo.
7. Sobre un hombro, tenía a otro diminuto ser, que le contemplaba con los
brazos en jarras; dos más hacían equilibrios en una escalera apoyada sobre
uno de sus brazos y otros cuatro intentaban atarle una mano a varias estacas
clavadas en el suelo.
Gulliver pasó de la sorpresa al enfado. De un fuerte tirón, se soltó un
brazo y, alzando bruscamente la cabeza, liberó los cabellos de las finísimas
cuerdas que los mantenían sujetos a unas estacas clavadas en el suelo.
Vio entonces que muchos hombrecitos, permanecían a una prudente
distancia, armados con arcos y flechas. Al advertir que Gulliver se
incorporaba, alzaron los arcos y le apuntaron decididamente. Luego una
lluvia de minúsculas flechas cayó sobre Gulliver, quien tuvo que protegerse
la cara con el brazo libre, porque sintió como si le clavaran miles de
alfileres.
Mientras los nativos de la isla se acercaban, Gulliver les oyó hablar en un
idioma incomprensible.
—Jekinaa Degul! —exclamaba uno.
—Langro dejulsan fonac —respondía otro.
8. Pero Gulliver tenía ahora un brazo libre y pudo hacerles comprender con
gestos que estaba muerto de hambre.
9. Al poco rato, una larga hilera de hombres diminutos subía por varias
escaleras apoyadas en los costados de Gulliver y se dirigían hasta las
proximidades de su boca, cargados con cestos repletos de comida y toneles
llenos de vino.
Todos aquellos alimentos habían sido llevados desde la capital de la isla,
por orden del rey. Pero éste también había ordenado que se echara un
somnífero en el vino y que centenares de carpinteros empezaran a construir,
empleando la madera de un bosque entero, una gran plataforma sobre
ruedas.
10. Así que en cuanto Gulliver se quedó dormido, los nativos de la isla
engancharon a la plataforma de madera numerosos caballos, tan pequeños
como ellos, y después acercaron la plataforma al lugar donde Gulliver
dormía.
No sin grandes esfuerzos, lograron tender a Gulliver sobre la plataforma,
tirando todos a una de los extremos de varias cuerdas que habían hecho
pasar por postes hincados en el suelo.
Y cuando hubieron ultimado todos los preparativos, se pusieron en
camino hacia la capital de la isla, para que el rey pudiera contemplar al
gigante con sus propios ojos.
11. Una vez en la capital de la isla, la plataforma de madera se detuvo ante el
palacio, a cuyas puertas esperaban el rey y la corte, rodeados de todos los
habitantes de la ciudad.
Uno de los oficiales de la guardia tuvo entonces curiosidad por ver de
cerca el rostro de aquel gigante, aprovechando que aún dormía.
Trepó pues por una oreja de Gulliver, empleando los cabellos como
cuerda de escalada. Y cuando por fin, tras no pocos esfuerzos, llegó al labio
superior, no se le ocurrió otra cosa que hurgar con su espada en el agujero
izquierdo de la nariz de Gulliver.
El estornudo de éste fue tan violento, que aparte de despertarlo de golpe,
hizo volar a una buena parte de los presentes y, por supuesto, al curioso
oficial de la guardia.
12. Pero Gulliver había decidido mostrarse amistoso. Así que se sentó junto
a un edificio, donde los soldados lo encadenaron.
Al día siguiente, el rey ordenó que todos los carpinteros del país
construyeran una cama adecuada al tamaño de Gulliver.
Asimismo, los sastres cosieron día y noche para confeccionar las sábanas
y las mantas; y no bien hubieron acabado, tuvieron que hacer equilibrios
sobre unas larguísimas escaleras para tomar las medidas de Gulliver, a fin
de confeccionarle ropa en consonancia con la moda del país.
13. Los hombres más sabios del reino visitaban también cada día a Gulliver,
al que llamaban Hombre Montaña, para enseñarle su idioma. Y así fue
como, al cabo de algún tiempo, Gulliver supo que el país se llamaba Liliput.
Mientras duró la instrucción de Gulliver, el rey lo visitaba siempre que se
lo permitían sus asuntos de estado.
—Majestad —dijo un día Gulliver, tendiéndose de costado para que el
rey pudiera oírle sin dificultad—, habréis podido comprobar mi buena
disposición hacia vos y vuestros súbditos. ¿Por qué entonces no me
concedéis la libertad?
—Hombre Montaña —respondió el rey—, tu petición es justa. Y la
atenderé si accedes a hacer de Arco Triunfal durante las fiestas de mi
cumpleaños.
Gulliver accedió, entre intrigado y divertido.
14. Algunos días más tarde, la capital de Liliput amaneció con aires de fiesta.
Gulliver se había situado con las piernas abiertas sobre la calle principal,
teniendo sumo cuidado de no derribar ningún edificio.
Y a un gesto del rey, el ejército de Liliput comenzó a desfilar, a pie y a
caballo, bajo el inmenso Arco Triunfal que Gulliver formaba con las
piernas.
Poco después, Gulliver supo que Liliput estaba en guerra con un reino
vecino, llamado Blefuscu. Lo más curioso era el origen de la guerra.
15. En Liliput sólo se cascaban los huevos por la parte más estrecha, porque
siendo niño, el rey se había cortado un dedo cascando un huevo por la parte
ancha. Desde entonces, las guerras entre liliputienses y blefusquianos
habían sido constantes, porque en Blefuscu se continuaban cascando los
huevos a la manera tradicional.
En aquellos mismos días, en Blefuscu se preparaba una flota para invadir
Liliput.
Decidido a ayudar a los liliputienses, Gulliver cruzó caminando el canal
que separaba ambas islas y, aunque los blefusquianos lo recibieron con una
lluvia de flechas, no tardó en atar entre sí todos los barcos de Blefuscu.
16. Luego cruzó otra vez el canal, llevando la flota de Blefuscu atada con
una cuerda.
—Hombre Montaña —le recibió el rey de Liliput—, en vista de lo fácil
que nos ha sido apoderarnos...
—¿Apoderarnos, decís? —le interrumpió Gulliver.
—Teniendo en cuenta, digo, tu fuerza descomunal —rectificó el rey—,
podré derrotar..., con tu ayuda..., al ejército enemigo.
17. Gulliver se negó. Una cosa había sido impedir la invasión de la flota de
Blefuscu y otra, muy distinta, atacar otro país abusando de su tamaño.
18. El rey de Liliput se enfadó tanto, que a Gulliver no le quedó más remedio
que cruzar el canal e irse a Blefuscu, donde fue bien recibido, a pesar de
que se había llevado sus barcos.
Un día, Gulliver encontró una barca apropiada a su tamaño, que la marea
había arrastrado hasta la playa. Pidió entonces permiso al rey de Blefuscu
para que sus súbditos le ayudaran a reparar la barca, con la que intentaría
regresar a su lejano país.
Cuando la barca estuvo lista, Gulliver se dispuso a partir. Pero antes
logró que los reyes de Liliput y de Blefuscu firmaran la paz y que dejaran
19. en libertad a sus súbditos para que cada uno cascara el huevo por la parte
que creyera más conveniente.
Por fin, una mañana, Gulliver se despidió de los blefusquianos y de los
liliputienses y se hizo a la mar.
20.
21. Cuando llevaba remando varios días, con sus noches, y había empezado
a creer que acabaría en el fondo del mar, avistó en lontananza las grandes
velas desplegadas de un barco.
Tras no pocos esfuerzos, logró ser visto por la tripulación y fue izado a
bordo. Luego, ante la estupefacción del capitán y de la tripulación, les contó
la extraordinaria aventura vivida en Liliput, mientras el barco llevaba a
Gulliver de regreso a su país.
22.
23. Los tomos de esta colección ofrecen los mejores Cuentos Clásicos que la
tradición ha conservado narrados para los niños de hoy con toda su pureza
original.
Una obra encomendada a prestigiosos especialistas de la narrativa infantil y
a los mejores ilustradores españoles, internacionalmente conocidos y
apreciados.
La colección «Cuentos Clásicos» no es una obra pasajera; es una colección
de libros destinada a ocupar un lugar permanente en la biblioteca familiar.
Su calidad garantiza su vigencia.