En 3 oraciones o menos:
El documento responde a una nota de Hernando Espinosa Chaves discutiendo varios temas políticos y sociales en Colombia. El autor critica el uso de la violencia y la retórica inflamatoria, prefiriendo el diálogo y disenso respetuoso. También expresa su oposición a bases militares estadounidenses y condena los falsos positivos y la manipulación de los medios.
He leído la nota en cuestión y no sé si responderla
1. Respuesta a la nota de Hernando Espinosa Chaves
He leído la nota en cuestión y no sé si responderla, morderme los labios
para no hablar, o por el contrario proceder como lo hago: releerla con
cabeza fría, propósito atinente y razonado discernimiento. Encuentro que,
en medio del barullo, urdimbre infranqueable, olvido de la historia y
desconocimiento del pasado reciente se mezclan sentimientos y deseos
encontrados que, reunidos todos a la vez, fanatismo, odio, tedio y fastidio,
no dejan ver, gracias a las brumas esparcidas, la realidad contundente que
tratamos de avizorar. Más difícil aún, si a todo ello unimos un vocabulario
más propio de gentes vulgares que de mentes cultas y comprometidas con
el medio social en que les ha tocado vivir.
El primer sentimiento que he tenido, tras la atenta lectura de la nota de
Luis Hernando Espinosa Chaves, es el de un viaje al pasado, a otro tiempo
que no he vivido, pero que, gracias a los libros, he imaginado y soñado.
Me sentí más cerca del Cromañón y del Neandertal que del Homo Sapiens,
dado que, estos antepasados, primitivos evolutivamente, dirimían sus
conflictos a mamporrazos, y luego, en un rito metafísico, se comían a sus
legítimos contradictores, en el entendimiento que, al deglutir al
adversario, el cuerpo receptor se beneficiaba de su fuerza y sus
conocimientos, haciéndose con ello más poderoso.
Hoy, en este siglo XXI en que nos ha tocado vivir, no valen, como medio
coercitivo, expedientes de violencia. No puede aceptarse la insolencia, la
descortesía, la zaragata, la obscenidad y la chabacanería como medio
dialectico, usados muy a nuestro pesar, por quienes creen más en la
fuerza de las armas que en el poder de la razón. Lo juicioso, es tener una
mente abierta y crítica que nos permita ver el "coso" y observarlo en su
conjunto; convertirnos en observadores juiciosos y racionales y no en
actores embravecidos en la contienda sin más luz que la arenga del jefe de
turno, sus áulicos y aduladores.
Permítame, Hernando, contarle un cuento que viene como anillo al dedo
para explicar mi posición. El cuento no es mío, lo leí en alguna parte y lo
hice parte de mi acervo cultural e ideológico por considerar que cuenta
una verdad de carácter universal. Este cuento no empieza con había una
2. Respuesta a la nota de Hernando Espinosa Chaves
vez... Su lectura nos dice que habla de hoy, y dice así:
"De frente o de perfil metía miedo el tuerto Odín, el dios más dios de los
vikingos, divinidad de las glorias de la guerra, padre de las matanzas, señor
de los descuartizados, defensor de los ahorcados y martirizados,
encubridor de los falsos positivos, guía y sostén de malhechores y
salteadores de caminos.
Eran muchos los que conformaban sus cuervos de confianza, pero en aras
de la brevedad solo citare a dos: Hugin y Munin que dirigían sus servicios
de inteligencia. Cada mañana partían desde sus hombros, salían del
palacio, y sobrevolaban el país. Al atardecer, regresaban a contarle lo visto
y lo oído para que tomara sus decisiones.
Las Walkirias, ángeles de la muerte, también volaban para él. Ellas
recorrían los campos de batalla, y entre los cadáveres elegían los de los
mejores soldados y los reclutaban para el ejército de fantasmas que Odín
utilizaba para aterrorizar, meter miedo y someter a las almas buenas.
En la tierra, Odín ofrecía botines fabulosos a sus servidores, "príncipes"
que protegía, los armaba de corazas invisibles, más allá de la ley, y de
espadas invencibles gracias a sus dictados. Pero los mandaba a la muerte
cuando decidía que era mejor tenerlos a su lado, allá el cielo.
Aunque disponía de una potente flota, de carros artillados y blindados,
Odín prefería no moverse. Desde muy lejos combatía este profeta de las
guerras de nuestro tiempo. Su lanza mágica, abuela de los misiles
teledirigidos, se desprendía de su mano y solita viajaba hacia el corazón de
sus legítimos contradictores.
Pero, dejémonos de cuentos, Hernando, no debemos fiarnos de los
hombres que todo lo saben, que todo lo ven, que todo lo pueden, los
iluminados que creen que son los llamados a salvar a la humanidad de
pecados ilusorios. El ciudadano para serlo tiene que hacer sentir su voz en
contra de quienes, gracias al ejercicio del poder, pretenden acallarlo y
humillarlo. El silencio es cómplice de todo desafuero antidemocrático. Por
3. Respuesta a la nota de Hernando Espinosa Chaves
el contrario, el disenso es la luz que hace brillar la democracia. El
pensamiento único conduce por el camino de los totalitarismos, del
fanatismo, del odio y de éste al crimen consentido.
Entiendo que, en relación con la nota que nos ocupa, los actores de la
guerra en nuestro país están equivocados. Todos sin excepciones. Por lo
mismo, y pensando en el estado de derecho," el fin no justifica los
medios". No podemos entronizar, como se ha hecho, la ley de la jungla.
Pienso, aquí, en la cocina que, el Estado de Derecho, concita el
cumplimiento irrestricto de la ley, que las Fuerzas de Seguridad del Estado
son las únicas, legitimadas, para defender dentro del ámbito
constitucional, los derechos, deberes y obligaciones de la comunidad en su
totalidad. Los grupos criminales, surgidos al amparo del Estado, son la
negación del principio de derecho y de la salvaguarda de las instituciones.
Es eso, al menos, lo que nos enseñan los principios constitucionales
vigentes en nuestra Carta Magna.
Se equivoca Usted si cree que hago una defensa de los grupos armados
sediciosos, las FARC y el ELN. Tiene Usted que convenir conmigo que han
cumplido una misión y que, por razones históricas de larga trayectoria,
amañada por tirios y troyanos, han errado el camino, y que a día de hoy,
es difícil de reconducir por falta de voluntad política y gracias a la
dialéctica de las pistolas. Larvado así el conflicto, las vías de solución son
escasas y los dioses de la guerra y de la muerte seguirán cantando de
alegría.
De otra parte, me duelen los desplazados, gentes anónimas que están
pagando delitos que no han cometido; Me duelen los asesinatos sin
ningún propósito, fuera de la intención de sembrar el miedo y el terror
entre la población; Me duelen los falsos positivos y la iniquidad con la que
los responsables políticos hacen oídos sordos ante el clamor de las
víctimas; Me duele la indignidad con la que se maneja la cosa pública y los
bienes del estado a favor de los intereses espurios de las multinacionales
dejando la dignidad nacional al pairo de mejores vientos o de nuevas
tempestades; Me duele la falta de conciencia crítica del ciudadano común
4. Respuesta a la nota de Hernando Espinosa Chaves
y corriente y condeno sin paliativos a quienes desde los medios masivos
de comunicación manipulan la información, desinforman al ciudadano y
mienten, para pescar prebendas en rio revuelto, y mantener sometida a la
opinión pública.
En cuanto dice relación con las bases, Hernando, sí, estoy en contra de
abrir bases Norteamericanas en suelo Colombiano. Mi postura obedece no
a que le tenga fobia al pueblo Norteamericano, sino al hecho histórico
sobre estas localizaciones. Ellas, más que servir de ejemplo a las
sociedades donde se implantan, han sido motivo de frecuentes
desencuentros gracias a que, por la misma razón de invocar seguridad
para sus gentes, se convierten en guetos donde el boato y el buen vivir
hacen que las diferencias sociales con los nativos sean excesivamente
marcadas.
Por último, agradezco la oportunidad que se me ha brindado para aclarar
mi posición, y también a quien me lo ha permitido. Doy por sentado,
Hernando, que éstos conceptos son los que hacen posible no solamente la
democracia como un bien irrenunciable, sino la posibilidad de consensos
que nos lleven a buscar un país más digno para todos los Colombianos. Es
el dialogo, el libre disenso, lo que nos llevara a soluciones de consenso. Es
ver en el legítimo contradictor no a un enemigo al que hay que liquidar,
sino a un hombre, que al ser poseedor de una ideología diversa, puede
ofrecernos otras soluciones en las que o no hemos pensado, o con las que
podemos compartir propósitos y soluciones a conflictos de índole diversa.
La Guerra, la barbarie, los instintos primitivos solo nos conducirán al
atraso permanente perdiendo para siempre el tren del futuro. En este
estado de cosas lo único que conseguiremos es seguir cargados de
cadenas. No podemos, ni debemos consentir, sujetos al miedo y al terror
como consignas de quienes detentan el poder, perder un poco, por muy
pequeño que sea, de nuestras libertades ciudadanas, a cambio de una
libertad endeble y perversa.
Carlos Herrera